Partida Rol por web

Con el enmascarado a la cabeza, el grupo comienza a bajar la escalera hacía el sótano. Van con paso ligero pero procurando no hacer ruido. Tras dar una vuelta completa, el enmascarado les hace detenerse. Algo más abajo se escuchaban una voces. 

- ... Es una lástima que hayamos tenido que cancelarlo, prometía ser un combate digno de ver. Se que la jefa puede llegar a ser impredecible, pero lo que no entiendo es porque ha ordenado que mataran al lobo. Podrían haberlo reservado para otra ocasión. 

- ¿Estás de coña, no? Zed casi pierde un brazo al traerlo. Hasta Sweet Lust sabía que no merecía la pena perder tantos hombres por un poco de diversión. Esa bestia no era algo que se pudiera mantener encerrado durante mucho tiempo... Seguro que el mestizo gigante debe de estar rezándole a sus estúpidos espíritus por... 

La voz se perdía en el interior de una habitación cerrada, por lo que el grupo sigue bajando al cabo de unos segundos. Al final de las escaleras se encontraron con una habitación sencilla y mal iluminada. Tenía un par de estanterías en las que debería de haber armas ordenadas, pero en vez de eso solo había lanzadas rotas, sin punta, y alguna que otra daga oxidada tirada por el suelo. A su izquierda había otra habitación, con la puerta entre abierta, pero lo suficientemente cerrada cómo para que no se pudiera ver el interior. Siguiendo recto había una puerta de rejas, abierta, que conducía hacía el pasillo con los calabozos. Del mismo no se podía ver el fondo, cómo si aquel que se aventurara dentro se estuviera introduciendo en la mismísima oscuridad. 

Al llegar al pavimento del sótano, Silvano se deja guiar por el enmascarado y hace una seña a Crow y Loth para que se acerquen. Se aventura con la mirada en el pasillo oscuro, pero recordando las habitaciones del mapa, decide acercarse con cuidado al cuarto de donde provenían las voces. Con el arco en sus manos, vuelve a echar una ojeada a sus compañeros hasta que obtiene la aprobación de estos. Apoya la pierna con delicadeza en una esquina de la superfície de la puerta (suponiendo que se abra hacia dentro) y la empuja suavemente para que esta se abra de golpe pero sin que choque con la pared bruscamente. Tras eso y desde su posición, dispara una flecha contra el primer hombre que suponga una amenaza.

Silvano abre la puerta con el arco tensado, esperando encontrar a los hombres que estaban hablando en esa habitación, sin embargo lo único que encuentra en una habitación vacía. Tenía un par de muebles, incluyendo una mesa central rodeada de sillas. Al fondo de la estancia había una puerta, que según el plano debía conducir hasta el pasillo de la trampilla, y a la derecha había otra puerta, la que debía conducir al almacén. De la segunda venían murmullos. 

Mientras que Silvano realizaba esta exploración preliminar, el enmascarado estaba enfrascado en la tarea de bloquear la puerta hacía las escaleras usando los muebles que encontraba aquí y allá. Loth simplemente le señalaba los que parecían más adecuados mientras que Crow simplemente miraba con interés el túnel de las mazmorras. 

Tras comprobar el interior de la sala, Silvano hace una seña con la mano con la que sostenía las flechas hacia el resto de sus compañeros, procurando que Crow captara su atención. Tras asegurarse de que el dios de la muerte se fija en las intenciones de Silvano, este se aproxima a la puerta del almacén con sigilo con intención de abrirla del mismo modo que con la última, sosteniendo su arco cargado de flechas.

Con el mismo sigilo que había demostrado hacía unos segundos, Silvano abre la puerta de la derecha. La misma era algo más pesada que la anterior, quizás por ello era por lo que amortiguaba mejor el sonido dentro. Por tal de no armar escándalo, Silvano se toma su tiempo para abrirla, el tiempo que tarda Crow en ponerse a su lado y mirar hacía el interior al igual que él, con curiosidad. 

- ... ¿Y de verdad crees que alguien compraría algo así? Eso sin contar que podamos cogerlo sin que nos descubran. - Decía un hombre bajito pero musculoso, que sujetaba una gran caja repleta de distintos botes con alimentos de conversva. El almacén en sí estaba lleno de estanterías con diferentes alimentos. 

- Que sí, las he visto en el mercado más de una vez. Con una tan grande cómo esa seguro que nos llevamos un buen pellizco. - Decía otro hombre, más larguiducho, que cogía cosas de la caja y las colocaba en una estantería tras apartar un poco el polvo con la mano. 

No parecía que ninguna se hubiera dado cuenta de la presencia de Silvano y Crow aún. La única luz cercana era una vela que reposaba sobre una estantería. 

Acabando de abrir la apertura de la puerta para que cupiese su arco, Silvano dispara una flecha contra el hombre que no estaba sosteniendo nada en sus manos, dejando que Crow reaccione al resultado de la escena.

Al mismo tiempo el hombre larguiducho pone un tarro en una estantería, Silvano suelta la flecha. La misma impacta de lleno en el pecho del hombre, que se lo sujeta sangrante durante unos segundos, cómo si no entendiera que había ocurrido. Al final termina por caerse al suelo, muerto al cabo de pocos segundos, haciendo crecer cada vez más un charco de sangre.

Su compañero, asustado, suelta de golpe la caja que estaba sosteniendo, con lo que todos los botes en el interior acaban destrozados y desparramados por el suelo. El sonido de los destrozos resuena por la paredes del almacén, y al cabo de unos segundos Silvano puede escuchar perros alterados no muy lejos de ahí. El escándalo solo aumenta cuando el hombre derriba otros botes intentando escapar de Crow. Pero consciente del ruido que estaban haciendo, Crow decide acabar rápido con el sufrimiento de su víctima, cortandole el cuello de forma letal. 

El tiempo comienza a pasar más deprisa a partir de ese momento. 

Sin necesidad de hablar, Silvano y Crow deciden corren hacía fuera, dónde Loth y el enmascarado deberían de estar esperándolos. Allí los perros se escuchan con más fuerza, por lo visto los ladridos provenían de varias de las mazmorras. Los mismos estaban golpeando los barrotes con fuerza. 

Loth parecía ahora más alterada ahora, guardando la entrada bloqueada hacía las escaleras, y el enmascarado estaba en guardia en la entrada del pasillo, cómo si estuviera esperando a cualquier atacante que viniera por ahí. 

-Putos perros, van a echar a perder la misión. ¡Rápido! -dice Silvando entrando en el pasillo de las bestias con el arco tensado. Al posicionarse contra la primera jaula de la izquierda, Silvano ajusta un disparo presuroso contra la cabeza del primer sabueso que vea. Repite esta acción revisando el contenido de las jaulas en varias ocasiones hasta que otro elemento distinto a los perros le llame la atención.

Los perros que golpeaban las rejas con agresividad parecían salvajes y famélicos. Tan pronto cómo Silvano se acercó a la primera celda, su insistencia se volvió más accentuada, llegando al punto en el que Silvano llegó a retroceder unos pasos temeroso de que la puerta fuera a ceder en cualquier momento. Había dos o tres perros por celda y de hecho las heridas que presentaban algunos parecían haberselas inflingido ellos mismos. Pero no todas estaban ocupadas y de hecho algunas parecía que hacía tiempo que estaban inservibles debido a su mal estado. 

A pesar de la aparente facilidad con la Silvano podía apuntar a los perros, no fue sencillo acertarles en un punto vital debido a la oscuridad y a la forma en la que se movían. Para algunos tuvo que gastar incluso tres flechas antes de que sus apagados gemidos demostraran que no se iban a volver a mover. Paralalemente a su trabajo, el enmascarado se encargaba de las celdas del lado contrario del pasillo, intentando acertar a los perros con su espada, atacando con precisión y cautela. Loth seguía en la puerta hacía las escaleras, con la oreja pegada a la misma. Crow se estaba manteniendo al margen de la acción, sorprendentemente parecía un poco incómodo cada vez que sentía los agudos gemidos de algunos de los perros. 

En general, estaban acabando con los perros con demasiada lentitud y el escándalo no hacía más que aumentar. Y de pronto, antes de que ninguno se diera cuenta, una figura de dos metros los sorprendió apareciendo por el final del pasillo. 

Era un hombre con aspecto tosco cargado con un escudo, tan grande que casi ocupaba medio pasillo, y una ballesta. Antes de que nadie pudiera moverse ni un centímetro, una flecha salió disparada de la ballesta y impacto de lleno en el muslo del enmascarado. Silvano quiso reaccionar con velocidad en su ayuda, pero para entonces un nuevo sonido lo sorprendió, dejándolo paralizado unos segundos.

- Hora de comer, chicos. - Dijo una voz profunda proviniente del hombre, su tono parecía dejar ver casi como saboreaba las palabras. 

Una de las puertas de las celdas del final del pasillo chirrió mientras que el hombre, que se había situado a su lado, la abría lentamente. Pocos segundos después, tres alterados perros salieron disparados en dirección al enmascarado mientras que el hombre del escudo se entretenía en recargar su ballesta.  

Al ver en la lejanía del pasillo la famélica jauría de perros aproximándose, Silvano se cuelga del hombro el arco y desenvaina su espada del cinto para hacer frente a los sabuesos con una postura defensiva. Mientras acaban por llegar, se envuelve el puño de la mano izquierda con el exterior de su capa y procede a lanzar una estocada contra la primera bestia manteniendo las distancias con su espada.

Silvano se adelante para proteger al malherido enmascarado, encarando a los tres perros que ahora se dirigían hacía él. Apenas ha tenido tiempo de acabarse de enrollar la capa cuando el primero de ellos salta para atacarle. A este lo empala con la espada en el aire, con lo que la criatura suelta un llanto ensordecedor de dolor, y su sangre salpica en los ropajes de Silvano. Un segundo perro se lanza a su brazo enfundado (El cuál Silvano tenía preventivamente adelantado) y lo muerde con insistencia (Aunque sin llegar a penetrar la capa). El tercer perro se detiene, algo inseguro, cómo esperando encontrar un hueco para atacar. 

Al mismo tiempo que ocurre esto, el enmascarado intenta levantarse repetidas veces sin mucho éxito por lo que parece decidir alejarse arrastandose penosamente hacía atrás. El hombre al final del pasillo ya tenía la ballesta lista para apuntar, directo hacía Silvano. Crow ya estaba avanzando con intención de ayudar mientras que Loth mira con cierta inseguridad la escena, cómo si estuviera decidiendo si iba a actuar o no. 

Con la mano apresada en la boca del perro, Silvano intenta tirar de él hacia arriba para forzar que el animal se pusiera sobre dos patas. Intenta zarandearlo mientras lo apuñala con la espada en dirección hacia el hombre de la ballesta, a modo de cobertura.

Silvano intenta levantar al perro de un tirón pero, en parte porque no calcula bien la fuerza del tirón y en parte porque no esperaba encontrarse con que el perro pesara tanto, termina por echarse al perro encima suyo y caerse al suelo. En un caos de patas y brazos, Silvano puede sentir cómo las garras del perro le arañan la cara, y una vez que el mismo ha recuperado un poco la estabilidad, el mismo se abalanza contra su cara con la intención de pegarle un mordisco. Aprovechando que el perro había abandonado su presa, Silvano utiliza su brazo para apartarlo mientras que con el otro le atraviesa el cuello con la espada al animal (Llenándolo aún más de sangre).

Las preocupaciones de Silvano no terminan cuando, mientras que se endereza, puede ver al perro pasar por su lado en dirección al enmascarado, que aún intentaba alejarse penosamente de la acción. El mismo no consigue cubrirse a tiempo antes que el animal dirija un mordisco certero a su cuello. Horrorizado, Silvano sólo puede ver cómo el perro le desgarra la carne a su compañero antes de que el mismo se atravesado por la certera hoz de Crow. 

El lado positivo de todo aquel caos había sido que el hombre al final del pasillo había fallado miserablemente su disparo mientras que Silvano caía al suelo. Aunque tras esto, el hombre al final del pasillo parecía tener intención ahora de abrir la segunda jaula. 

Loth, por su lado, no hacía más que mirar la escena entre insegura y horrorizada.

Al ver que Crow acaba con la vida del tercer perro sin pena ni gloria, Silvano puede respirar con mayor tranquilidad sin temor a enfrentarse a otra bestia, y tras darse un par de golpes con la palma de la mano en la cara para librarse de la conmoción, lanza su daga en dirección al hombre que se disponía a abrir la puerta de la perrera.

El hombre llevaba el escudo sujeto al brazo, por lo que tenía la mano libre para interactuar. Sin embargo, cuando intentó abrir la segunda puerta, dejó su cuerpo al descubierto. Debido a esto, Silvano aprovechó la oportunidad para atacar. Viendo que lo más urgente era evitar que el hombre abriera la puerta, Silvano lanzó una daga en dirección a su mano libre. La daga impacto en la muñeca del hombre, haciendo que el mismo la apartara de la jaula al mismo tiempo que soltaba un alarido de dolor. Acto seguido, miró a Silvano con una mezcla de odio y furia. Puso su escudo por delante, y comenzó a correr por el pasillo, parecía que con la intención de embestir a Silvano. 

Silvano contempla al hombre impasible mientras poco a poco se desliza el lomo del arco, sujeto por la cuerda del hombro, a la mano izquierda. En cuanto este empieza a encararse hacia él para cargarle, se sitúa mirando en dirección al hombre, cubriendo a Crow de la trayectoria del sujeto. Con la mano derecha a sus espaldas, Silvano hace un gesto con los dedos señalándose así mismo, y después hacia un lado. Al retirarla de su espalda, Silvano clava un pie en el suelo y se lleva una flecha de su carcaj a la mano, haciendo ademán de disparar, pero manteniendo la posición mientras el hombre acaba por arremeter contra él.

La embestida del hombre va directamente dirigida a Silvano, y el mismo tiene pocas oportunidades de esquivar o atacar, por lo que se lo piensa antes de sacar el arco y se mantiene con la espada en mano. De hecho, mientras que retrocede, se tropieza con el cadáver de uno de los perros, quedando totalmente expuesto. Cuando Silvano puede ver, impotente, el escudo a escasos centímetros de su cara, el hombre de pronto se detiene soltando un gran alarido de dolor.  

Crow había aprovechado el hecho de que el hombre había dejado un hueco al ir hacía Silvano para pasar por el mismo. Una vez a sus espaldas, le había clavado ambas hoces en la espalda y con un arrebato de fuerza había tirado de ellas para detener el avance del hombre. Sin embargo, parecía que la furia del hombre superaba a su dolor. Tras lanzar su ballesta a un lado y su escudo a otro, avanzaba lentamente hacía Silvano, parecía que con la intención de estrangularle. Detrás de él seguía Crow, que estaba siendo arrastrado hacía adelante en contra de su voluntad. 

Y cuando la tensión se había apoderado completamente del momento, Silvano puede escuchar unos pasos apresurados y una respiración nerviosa a su espalda. Loth estira un inseguro brazo y clava su daga en el cuello del hombre. Incluso con esto, parecía que la bestia iba a sobrevivir los segundos suficientes para arremeter contra Silvano, por lo que el mismo, aprovechando que el hombre se había detenido unos segundos sorprendido, le atraviesa el pecho con la espada. Atravesado por cuatro armas al mismo tiempo, el hombre por fin deja de moverse y cae cómo un peso muerto encima de Silvano (Provocando que su espalda se clave más en el cuerpo del hombre). Loth, sin tan siquiera haber retirado el arma, corre a comprobar el estado del enmascarado. Crow, respirando entrecortadamente por el esfuerzo, retira también sus hoces y se encara hacía el oscuro pasillo, cómo si viera algo que los demás no. 

Con la intervención de Crow y Loth, Silvano puede respirar tranquilo al comprobar que el hombre ya no se iba a mover del sitio. Tropezarse con el perro había sido un contratiempo que le podía haber costado la vida y por un momento pensó que iba a morir, y que todo lo que había hecho por llegar hasta allí habría sido en vano. Se levantó del suelo empujando el cadáver hacia un lado, y se situó junto a Loth mientras examinaba las heridas sangrantes del enmascarado. -Lo siento. -dijo mientras le apartaba la máscara para cerrarle los ojos. Miró hacia el largo del pasillo para asegurarse de que el resto de perreras seguían cerradas mientras observaba a Crow con la mirada.

Silvano se acerca a la última jaula que quedaba con perros. Los mismo estaban ahora contra una esquina, visiblemente atemorizados al mirar el aspecto de Silvano. Después se gira hacía Loth. 

- Era un buen hombre... - Dice la misma con cierta rabia en el tono mientras mira el cadáver del enmascarado. Se levanta, algo más decidida. - Tendríamos que haber venido más preparados. Pero supongo que ya no podemos retroceder... - Suspìra, y mira al frente. - Esto está resultando de lo más molesto. 

Tan pronto cómo Loth mira al frente, Silvano la imita y ve en lo que se estaban fijando ella y Crow. Dos sorprendidos hombres se acercaban por el túnel, mirando horrorizados el cadáver del hombre del escudo. 

- N-no es posible... - Murmuraba uno de los hombres al mismo tiempo que retrocedía un par de pasos. - No pueden haberselo cargado a él... 

- Oh, no me digas que este era el jefazo... Sinceramente esperaba algo más. - Dice Crow, al tiempo que se quita la máscara y muestra una gran sonrisa. - Creo que el sigilo ya no es una opción, compañeros. Ahora nos toca ir de caza. - Apunta a uno de los sorprendidos hombres con una de sus hoces. - ¡Escuchad! Vamos a jugar a un juego... Se llama "Correr o Morir". 

Y dicho esto, Crow sale disparado hacía los hombres y ellos a su vez salen corriendo. Pero uno de ellos tropieza y su muerte llega temprano cuando Crow le degolla con precisión y agilidad. El otro desparece en la oscuridad, pero Crow lo sigue. Al rato, Loth extrae su daga del cuerpo del corpulento cadáver y sale corriendo detrás de Crow. 

- Debemos continuar o su sacrificio habrá sido en vano. -añade afligido mientras coge la máscara del hombre y se la pone. - Si tenemos suerte, podremos darle un entierro digno. ¿Recuerdas el protocolo del Jarad? No debemos dejar evidencias de nuestra existencia. - Dice mientras rebusca su daga entre el cadáver del hombre corpulento.

Cuando Crow y Loth se marchan a la carrera, Silvano los sigue.