Partida Rol por web

Me giro hacía Hannah y "Sam". - Ponle el saco en la cabeza. -

- Sam, espero que no quieras resistirte. Piensa que en ningún momento nuestra intención ha sido haceros daño pero sois demasiado peligrosos. - 

Samantha había gritado el nombre de Erina tan pronto cómo la misma había caído al suelo, pero antes de que pudiera abalanzarse hacía ella, Hannah se había interpuesto en el camino, daga en mano. Mientras que Hannah saca el saco, Samantha le dedica una mirada de odio a Gustav. 

- ¿Que es lo que queréis? - Dice con el tono cargado de rencor, aunque no parecía que fuera a resistirse. - ¿Que le vais a hacer a Erina? 

Silvano vuelve a asomarse a la habitación tan pronto como arroja la esfera tras asegurarse de que las enredaderas no van a avanzar más. Mira a Pals y Smith y les dice que no se alejen mucho de la puerta donde estaban todos reunidos y que estén atentos a ambos lados del pasillo.

- Se acercan cambios en este mundo, los destinos de los habitantes de este planeta van a chocar unos con otros. Hoy simplemente habéis tenido la mala fortuna chocar con nuestro destino. - Dedico una sonrisa enseñando los dientes a Sam antes de que Hannah le ponga el saco en la cabeza. - La historia de Erina no está destinada a acabar hoy. Ahora, duerme. -  

[Hannah hace algo para dejar inconsciente a Samantha o la deja atrapada de alguna manera.]

Me agacho un momento para recoger la espada de Erina y salgo a ver qué está pasando con Silvano. 

Silvano vuelve a entrar tan tranquilo en la habitación donde estaban todos reunidos,  como si estuviera acostumbrado a ver crecer plantas a aquella velocidad.

-El pasillo está lleno de plantas y no podemos pasar por las escaleras. Al otro lado hay tres hombres enredados con sus armas de filo y lo que esté por venir. Creo que es el momento de saltar por la ventana. -dice mientras mira a Hannah y Gustav.

De la misma forma en que Silvano puede ver que tanto Erina cómo Samantha yacen inconscientes en el suelo dentro de la habitación, Gustav se asoma para ver la situación en el pasillo. Tres hombres bastante toscos y con pinta de tener muy mala leche estaban debatiéndose para escapar de las enredaderas que bloqueaban por completo el camino hasta las escaleras. Tenían pinta de bandidos, iban armados y el que parecía más peligroso de todos zarandeaba un gran hacha a diestro y siniestro cortando las enredaderas a su alrededor. Al ritmo que iba, no iba a tardar en acabar con ellas, y por cómo miraba a Silvano era evidente que sería su primer objetivo. 

Al ver que Gustav comprueba el estado del pasillo, Silvano interviene su soliloquio interno e interrumpe el pensamiento de Gustav.

-Puedo deshacerme de ellos si son una molestia, pero con el escándalo que hemos armado, no hay duda de que vendrán más. Va siendo buen momento para huir por la ventana.

Aún con la espada en la mano recojo la lanza de Samantha y digo a Hannah y Silvano. - Venid. Silvano, prepara tus flechas.-

Salgo de la habitación y digo. - Disculpad el inconveniente de las plantas pero no queríamos ser molestados. ¿Cuales son vuestras intenciones? - Lo digo con la lanza en la mano sopesando qué hacer. 

De pronto, el que iba cargado con el hacha consigue deshacerse por completo de las enredaderas que lo retenían. Entonces sonríe de forma macabra. 

- Por el momento, rebentarle la cabeza a ese cabrón. - Dice señalando a Silvano. - Después... Ya veremos...

Se acerca corriendo con el hacha en la mano. 

- Entiendo. - Lanzo la lanza de Sam hacía el hombre. 

Silvano observa al hombre cargar contra ellos y espera con el arco tensado cómo se resuelve la situación mientras la lanza surca el aire.

El bandido ve venir la lanza y intenta apartarse a un lado, pero la misma impacta directa en su hombro antes de que le de tiempo a moverse. El hombreton grita de dolor y cae al suelo, con lo que sólo consigue que la lanza lo atraviese aún más. Las gotas de su sangre salpican en los vendajes de Gustav. El hombre se debate para levantarse sin mucho éxito mientras clama maldiciones al cielo. 

Le asesto un corte con la espada. 

Tan pronto cómo Gustav se acerca para rematar al hombre, el mismo intenta alcanzarlo con la lanza, pero su intento es inútil debido a que apenas le quedan fuerzas por culpa del dolor. Vuelve a mirar una vez más hacía arriba, rojo de ira, justo antes de que Gustav le atraviese el cuello con la espada de Erina. La sangre sale a montones, llenando aún más del líquido carmesí las vendas de Gustav. El hombre cae muerto al suelo. 

Al final del pasillo, aún luchaban por liberarse dos hombres más, que maldecían y insultaban sin compasión, pero no parecían una amenaza inminente. Hannah por fin se acerca de nuevo a Gustav y habla. 

- ¿Piensas dejar ahí a Erina? - Dice intrigada. - Sabes lo que Sonrisa nos pidió, esto sólo dificultará las cosas. 

-Se suponía que tenías que sugerirle amablemente que se tirara por la ventana. ¿Qué le has hecho a la pobre chica para que se desmaye de esa manera? -suspira irónicamente. -Por el momento podríamos bajarla, montarla a un caballo y hacer que este se dirija hacia la posición de Sonrisa. -dice Silvano intentando relajar el ambiente.

- No iba a dejar a sus compañeros. Como dice Silvano ahora solo tenemos que llevarla a sonrisa.-

Me dirijo a los bandidos. - Si no soltais vuestras armas correreis el mismo destino que vuestro camarada. -

- Está bien. - Dice Hannah, sin muchas ganas. - Podéis llevarle a Erina a Sonrisa en ese estado... Pero yo no me encargaré de dar las explicaciones al respecto. 

Por otro lado, ante la amenaza de Gustav, y después de mirar de nuevo el cadáver de su cabecilla, los bandidos parecen desistir un poco en sus quejas. Tras planteárselo durante unos segundos, juran que si les soltaban iban a hacer cómo si nada hubiera pasado. Aunque el camino seguía bloqueado por culpa de las enredaderas. Hannah parece pensar algo, y mira a Gustav. 

- ¿Quizás podrías...? - Señala la espada ensangrentada que tiene Gustav en la mano. - No sabemos si fue Erina quien provocó que las plantas murieran, pero bien podría ser cosa de la espada... Después de ver las bolas Gnagerit me espero cualquier cosa. 

- Probemos. - Uso la espada para cortar las enredaderas para poder ir a la escalera.

Tan pronto cómo la espada de Erina corta la primera de las enredaderas se comienza a notar un efecto en cadena. Desde el origen del corte, las plantas se comienzan a pudrir y volverse cada vez más quebradizas hasta convertirse en finos hilos. Durante el proceso, los dos bandidos se liberan de sus ataduras, y después de mirar desorientados a su alrededor salen corriendo escaleras abajo. Al cabo de poco segundos, el grupo puede sentir que alguien abre la puerta de la planta baja de un portazo. Y no sólo eso, ahora que las principales fuentes de sonido habían terminado, el grupo también puede comenzar a escuchar los crecientes murmullos que se forman en la posada a su alrededor. 

-Caray, Gnagerit. Supongo que ahora tiene sentido... -comenta Silvano cuando Hannah pronuncia la palabra. -Deberíamos cargar a Erina entre dos y sacarla de la taberna cuanto antes. Qué parezca que esté borracha o algo así. No queremos más fisgones entrometidos en nuestro camino. -Luego la montamos en un caballo y ya sabéis cómo seguimos. -añade. -Bonita espada, por cierto.