Partida Rol por web

-Efecto. Sin duda. - dije entonces, aventurándome a hipotetizar sobre lo sucedido- Como le iba diciendo, señor Montoya, sea como sea, la magia que impregnaba ese objeto lo ha abandonado. Y creo que, llegados a este punto, está claro que la situación es mucho más peliaguda y peligrosa de lo que ya habíamos calculado de por si. - añadi, guardando entonces silencio para dejarlo lanzar las preguntas pertinentes o cualquier otra información que deseara aportar.

Quizás era el momento de pensar en un gabinete de crisis.

Los ojos del hombre se desviaron hacia el mecanismo del reloj, observándolo durante unos segundos. - Efecto. ¿Intención? Y lo más importante ¿Causa de? - Se paró entonces, y miró de reojo a la chiquilla de pelo blanco. - Si no has sido tu. ¿Ella? ¿Hay más como vosotras? - Aquello no le gustaba un pelo. Fuera como fuera, y según lo que él sabía, los relojes siempre traían con ellos... malos augurios del final de los tiempos. El simbolismo había sido claro, y preocupante.

- Siempre es mas peliaguda y peligrosa de lo que uno imagina al principio. De no ser así, no estariamos aquí. - Miró a su alrededor. - ¿Podrías saber algo de la magia que tuvo? - Le preguntó, señalando ahora el mecanismo con la mano abierta. - Y que me dices de ese pobre diablo. ¿Amigo tuyo? - Preguntó en referencia al casi-hombre-lobo mientras avanzaba por las ruinas a observar más de cerca el mecanismo.

Mientras habla con la dueña del periodico, comienza a andar sobre las ruinas del reloj, observando las ruinas desde otro punto de vista.

Me hizo gracias la reacción de Zac con lo del cigarro, ahora era él el que parecía un padre. No fumaré si tú no fumas. Le propuse.  Cuando me dijo que me dejara de tonterías por lo del beso indirecto, me decepcioné un poco, lo dejaba pasar o me atrevía y le decía algo para que por fin se diera cuenta de lo que sentía?  No lo llames tontería, para mí… no terminé la frase, recibí un mensaje y me puse a leerlo, la verdad es que me sentí aliviada de que sonara en un momento como este ¿Qué le iba a decir? a medio camino me había puesto nerviosa y me había arrepentido. Perdona, voy a buscar Effie y la acompañamos a casa, vale? De todos modos nos cae de paso. Suerte que no le había dicho nada al final, lo hubiera estropeado todo seguro. Mañana trabajaré como siempre, los autonomos no tenemos descanso, y tú? Lo mejor era cambiar de tema y olvidar lo que le iba a decir.

Busqué a Effie con la mirada, la vi rápido, estaba cerca de nosotros. Me acerqué a ella. Effie, corazón, te acompañamos a casa, vale?

Ya va, amor - le contestó a la chica el tirón que le daba. No era común que usara apelativos tan cariñosos, pero la verdad es que con el humor del que estaban los niños tras el susto era lo menos que podía hacer para darles un poquito de calma. Y como no, Gael se propuso conspirar en la protesta silenciosa que ya dejaba de serlo con su ayuda, así que empezó a acunarlo con tal de tranquilizarlo. 

Si no me equivoco su apellido es Dupont. Me parece haber escuchado algo de ella en el hospital - contestó frunciendo los labios. Putos políticos. No servían para absolutamente nada más que para velar por sus propios intereses, y dudaba que esa mujer que ahora buscaba como sacarle provecho a la situación fuera la excepción al caso. De seguro era otro zángano que se aprovechaba de los más necesitados y tiraba bajo el bus a quien fuera por ascender. Cerdos egoístas. - No lo sé, yo no me fío de ninguno de esos - negó Raphaelle. Ni la nueva ni la vieja alcaldesa, que les dieran a todos por donde menos les gustara. 

No te preocupes, nosotros también nos vamos. Cualquier cosa sabes donde encontrarme. - sonrió a la pelirroja, correspondiendo el abrazo con la mano que no sostenía al crío - ¿Necesitas un aventón? - preguntó a la rubia cuando ya se había ido Antye. Si decía que si la llevaría al carro donde se acomodarían como pudieran para entrar todos y dejarla en casa antes de irse ella, si no, se despediría de ella con una sonrisa e iría a su casa. Fuera como fuera, quería llegar a casa pronto y acostar a los niños antes de que la falta de sueño además les diera pesadillas.

El día había llegado a su fin y no de la mejor manera que muchos hubiesen querido o al menos esperado. Nadie tenía claro que había pasado, solo habían rumores, rumores sobre política y la rivalidad cada vez más latente que había entre Giselle y la actual alcaldesa. 

Todo el pueblo se fue a dormir, vencidos por el sueño. Por suerte parecía que nada iba a perturbarlos, hasta que se oyó un lejano aullido. ¿Fue real o quizás obra del subconsciente? 

Un nuevo día había llegado a Storybrooke. Al menos era festivo y la mayoría del pueblo podía descansar y reponerse de lo ocurrido en la noche anterior. O esa la idea porque el pueblo amaneció con una densa nube negra en el cielo que oscurecía todo haciendo que casi pareciese de noche.

Pero eso no era lo único que había pasado, cualquier aparato electrónico no funcionaba. Nada, no había electricidad en las calles, ni en las casas. Lo único que funcionaba en el pueblo era el agua corriente. Desde bien temprano, decenas de vecinos estaban en las puertas del ayuntamiento esperando encontrar una respuesta a aquel caos que había surgido en el pueblo. Obviamente los principales afectados fueron el hospital y los distintos locales como el Black Rose que hoy abrían.