Partida Rol por web

La entrada a la escuela era un hervidero de gente. padres que ya se iban o padres que llegaban apresurados para que sus hijos no llegasen tarde a clase. Niños y niñas de todas las edades entrando a aquel enorme edificio, algunos con más ganas que otros. Nick y Sally bajaron del coche con prisa después de despedirse de vosotras dos y fueron corriendo a entrar al edificio. Aquello para Ivy era extraño, ¿que quería Raphaelle que hiciera ahí dentro?

Me acomodé el sombrero azul. Aun me acostumbro a los tumbos que dan las camionetas. No sé, no recuerdo haberme subido a ninguna. Nah, me encojo de hombros. ¿Por qué los demás hablan de años? No recuerdo haber vivido tanto.

Me bajé, mirando confusa a todas las personas que se apresuraban por entrar. ¿Qué iban a ver allí adentro? Nick y Sally se bajaron rápido. ¿Por qué corren? ¿No debería ir tras ellos? ¡Es que es tan grande que se pueden perder! Aunque no se ven tan tristes como los otros niños. ¿Pero porqué hay niños tristes? Allí se ve uno llorando y pataleando en el suelo... pero esos de allá están jugando... Estoy confundida. ¡Espera, todos llevan mochilas!

Fui por mi mochila, como veía que todos lo hacían. Si llevaban mochila es que también viajaban por la calle. A ver... me despedí de Rapha como vi que hicieron Nick y Sally aunque solo puedo agitar la mano. Me adentro un poco, tratando de correr como parece ser la costumbre... ¿A donde debo ir exactamente? ¿O solo entro como los demás?

¡Oh no, no veo ni a Nick ni a Sally! ¿Se habrán perdido?

Vuelvo con cara de susto a donde Rapha, menos de un minuto después de haberme separado. ¿Y si debía de cuidarlos? ¡¡¡Y si se me perdieron!!!

¡Eh! ¡¿Vas a moverte o quieres una invitación por escrito, cabrón?! - le gritó por la ventana a uno de los apoderados estacionados unos puestos más allá mientras calmaba a su crío llorica. ¿Por qué le gritaba? Porque no era un estacionamiento. Era un jodido pasaje para dejar a sus críos e irse, que resultaba estar una cuadra antes del puto estacionamiento. ¿Cuál era el concepto tan difícil de entender para este montón de pueblerinos sin cerebro?

Eventualmente se estacionan. - Por fin, pensé que vería a los niños casarse y tener hijos dentro del auto - suspira entornando los ojos, para luego darse cuenta de que la única opción sería que lo hicieran entre ellos. El solo pensamiento le dio un escalofrío. - Nope, Rapha, ni pienses en irte por ahí - sacudió la cabeza como si con eso pudiese sacudirse también el pensamiento de la cabeza. Se despidió de ambos niños con besos y una sonrisa, deseándoles buena suerte en su primer día de clases y recordándoles que le partieran el culo a cualquiera que los tratara mal. Que se atrevieran a decirle a ella que esa no era la solución con los matones en la escuela. 

Lo que no esperaba era que Ivy, que no tenía idea que hacían ahí, se despidiera y partiera como si fuera uno más de los niños. Con una sonrisa divertida, ansiosa por ver que ocurriría, se despidió de ella también y se cruzó de brazos a esperar mientras la observaba. La asiática se puso a correr en círculos. En círculos. No tenía idea de donde ir, pero claro, no era tan ilógico, veía a todos corriendo y ella hacía lo mismo. Pero si sería bruta...

Cuando la ve volver, suelta una carcajada de buena gana, pasándole el brazo por el hombro y echando a andar con ella - ¿Segura que eres humana? A veces me das más la impresión de ser un perro - bromeó, mirándola de reojo para que supiera que no lo decía en serio. Es que iba tan feliz con todo por la vida, adaptándose a todo, solo existiendo... no parecía ni remotamente humana. - Ahora tenemos que encontrar al director, pedí una reunión con él. - le dice mientras la guía a través de los pasillos llenos de mini gente, frunciendo el ceño al ver a una ¿albina? que se paseaba por ahí también. No la recordaba del pueblo ni de ser hija de nadie y una albina no pasaba desapercibida, pero bah, que sabía ella, si incluso cuando tenía tiempo era la que menos socializaba.

Ya casi todos los alumnos estaban dentro de sus aulas, solo aquellos más rezagados se veían por el desértico pasillo. Raphaelle iba con decisión al despacho del director, mientras Ivy miraba a todos lados con curiosidad y confusión, porque aún no tenía ni idea de donde estaba y para que era aquel lugar. Entonces notó caer al suelo. 

Amaranta había llegado algo tarde y con las prisas, doblando una esquina, se topó con Ivy haciendo que la asiática acabase en el suelo. La joven profesora trastabilleó hacia atrás y acabó también en el suelo de culo.

Caminaba tan rápido que casi no miraba alrededor, derecho a esa sala que tanto había aprendido a odiar en su propia infancia. La sala del director. Dónde había sufrido tantos castigos en su época que la piel se le había vuelto más dura, al igual que la mirada. Entonces escuchó un ¡paf!. Suspiró pesadamente, sabiendo que seguramente, Ivy se había tropezado por ahí. Si es que la chica no era más torpe porque no se podía, así de simple. Se gira para extenderle una mano y se encuentra con otra muchachita joven, una rubia pequeña. - ¿Tú no deberías estar en clases? - pregunta alzando una ceja, extendiéndole una mano también a ella. 

En fin, quien soy yo para juzgar como se hacen amigos hoy en día - se encoge de hombros. - O ayer. O nunca. Vamos, que nunca ha sido tu don, Rapha - piensa para sí misma con una sonrisa divertida. 

Joder, joder, joder... No puedo ser tan impuntual... ¿Qué ejemplo estoy dando?

Aprieto aún más el bolso-bandolera contra mi pecho y aprieto el paso por el pasillo. Ahora a la derecha, no... sí, sí, a la derecha era...

Cierro los ojos una milésima de segundo para refrescar el horario y la ubicación de las clases cuando algo "consistente" se pone en mi camino. 

Los abro de golpe pero ya es tarde, he rebotado con alguna pobre alma que se ha tropezado con mi torpeza. Intento mantener el equilibrio pero no hay manera. El suelo está duro y frío. Lo noto debajo de mis vaqueros. Al menos los libros no se han salido de la mochila... 

Me pongo en pie lo más rápido que puedo para intentar ayudar a la muchacha pero parece que alguien se me ha adelantado. -Perdona, lo siento mucho... Estaba en mi mundo ¡y llegaba tarde a clase!- asiento, como corroborando las palabras de la segunda desconocida. -Soy Mara, la nueva profesora de Física y Química de aquí-. Les coloco una sonrisa conciliadora. Después de todo, tendría que hacer amigos, ¿no?

¡Paf!

Sentada en el suelo, con otra frente a mí. ¡Que vergûenza! Estiro la mano para sujetar mi libreta y anotar "lo siento". ¡Qué bonito color de cabello tiene! ¡Y también tiene una mochila! Me giro para buscar mi saxofón... ¡si lo dejé en la casita! es que lo cargo siempre y es raro cuando no. Hasta siento demasiado ligeras las manos sin cargar siempre con el estuche.

Sujeto la mano de Rapha y con un brinco ya estoy de pie. Me sacudo los pantalones y acomodo el sombrero. Tengo que seguir a Rapha, me preocupa la mirada que tenía mientras caminábamos. ¿A ella no le gusta este lugar? ¿Pero porqué dejaría a los niños en un lugar que no le gusta? ¡Y por el dragón chino, si ella va tarde nosotras también! ¿Viene también "al director"? Rapha dijo que teníamos que ir por una reunión que hay que pedir. Me rasco la cabeza, aun sin saber qué es eso.

Con la mano saludo a Mara. ¡Que bueno es tener un nombre! ¿Cual habrá sido el mío? me encojo de hombros, así pasa, supongo.

¡Amigos, dijo! Si hasta Rapha sonríe. La abrazo, que seguro es amiga suya. Vuelvo al lado de Rapha, ¡se me olvidaba que tampoco es tan efusiva! ¿Por qué la gente no muestra tanto sus sentimientos? Pueden ser muy raros a veces.

Huh, mayor de edad. Quién lo diría. - pensó con la sonrisa aún intacta, ahora ligeramente ladeada. Probablemente hacía algunos años se habría lanzado al ataque, pero ahora ya había aprendido que si querías una cosa de una noche, no coqueteabas durante el día, donde la gente suele tomarse las cosas más en serio. Y por otra parte, había aprendido hace menos que no lo hacías en la escuela de tus hijos, a menos que quisieras hacerles la vida imposible luego a los pobres niños con las consecuencias.

Un gusto, Mara. Raphaelle Hyde. - se presentó tornando su gesto en uno considerablemente más amable una vez que Ivy ya estuvo de pie. No tenía sentido hablarle de sus dos hijos en el colegio si ella enseñaba asignaturas para mucho mayores - Esta es Ivy, la voy a matricular ahora, así que probablemente te toque de alumna. Espero que sepas lengua de señas - la presenta mientras la asiática la abraza y todo eso. Si es que más efusiva que esta chica había pocas. 

Se supone que la lleve a la oficina del director ahora. ¿Algún consejo? - preguntó ladeando ligeramente la cabeza. Ni Sally ni Nick le daban muchos problemas como para ir a visitarlo, y cualquier cosa la hablaba con el profesor a cargo de su nivel, así que tampoco le iría mal una idea de como no caerle tan mal como al anterior. Aunque, ahora que lo pensaba, ¿y si seguía siendo el mismo de siempre?

Agradezco el gesto amable de la chica. Aunque a lo mejor "chica" no era el calificativo. Yo la veía más con el sobrenombre de tía dura. Anoto mentalmente su nombre y el de la chica que, probablemente, fuera mi alumna. 

-Vaya, se la ve emocionada. ¿También es su primer día de instituto aquí?-. Seguiría preguntando y preguntando pero sería mejor no pecar de indiscreta. De todas formas, madre e hija no podían ser... Ni familia. -Estaré encantada de tenerla como alumna- me giro hasta la chica para sonreírle de nuevo -y tranquila. Me pondré a tope a aprender lo que haga falta para que saques sobresaliente en mis asignaturas. 

Me ajusto el bolso al hombro y miro el reloj de pulsera. -Aún tengo unos minutos de margen, no puedo daros ningún consejo pero, al menos puedo acompañaros hasta el despacho del director. 

Miro por reflejo a mi muñeca como Mara, ¡y no tengo nada! ¡No, si tenemos tiempo! Es que íbamos tan aprisa, todos siempre tienen prisa. Asentí a la maestra. ¿Esa es la palabra, verdad? Siempre estoy emocionada. ¿Por qué todos son tan grises a veces? ¿Y porqué casi nadie habla otros idiomas? Tengo muchas cosas que aprender. Rapha dijo que a eso venía.

Aplaudo a la idea de que venga con nosotras. ¡Entre más, debe ser mejor! Creo que ayudará a Rapha, sigo viéndola con esa mirada rara cuando habla del "director". Debe ser terrible.

Tengo una idea. Abro un poco la mochila y busco mi libreta. Debería tenerla mejor en la mano, como vi que hacían varios de los estudiantes. ¿"Estudiantes", verdad? Saco el color azul. Se me cayó el verde mientras volvía a cerrar la mochila. No es mala idea. Anoto "hola" en varios de los idiomas que sé, a ver si sabe alguno. ¿Por qué nadie sabe chino? No sé porqué pero estaba segura que Rapha lo sabría. ¿Mara sabrá japonés o hindi?

Primer día, sí. Al menos van a tenerse de apoyo por si les abruma este infierno - las palabras escapan casi por reflejo de su boca acompañadas de un pesado suspiro, en modo piloto automático por el cansancio. Entonces cae en que esa quizás no sería la mejor referencia para Ivy y sonríe divertida, rascándose la cabeza - Digo... No es para tanto, es solo una escuela. Lo pasarás bien. - le da un par de palmaditas en la espalda en su movimiento de recuperación más sutil. Sí, estamos de acuerdo, la sutileza no era su fuerte - y la mentira en gran parte tampoco. Y todo el mundo sabía que decir que un adolescente lo pasaría genial en una escuela no era más que una vil mentira, porque incluso si estaban en lo más alto de la pirámide alimenticia serían víctima del drama propio de las hormonas de aquella horrible etapa de su vida.

Al menos era un alivio ver que había una profesora que le importaba algo más que nada sus alumnos. Incluso se había ofrecido a aprender lengua de señas, algo que ella misma no consideraba aun hacer. Aunque siendo realista, probablemente Ivy no estaría en casa por un par de días y ya. 

Te lo agradecería - sonríe genuinamente aliviada. No es que tuviera miedo del director, es que si efectivamente era el director que ella recordaba - había logrado evitarlo exitosamente por medio de maniobras desde que había adoptado a los niños de Sebastian, así que no tenía certeza - no iba a poder apartar el pensamiento y las ganas de reventarlo a puñetazos o clavarle un bisturí en el abdomen durante toda la reunión. - Esto no ha cambiado mucho en apariencia, eh. - comentó mientras echaba a andar, dándole una mirada de reojo al cartelito de Ivy con cierta curiosidad, pero luego volviendo nuevamente su atención a los pasillos. No podía evitar la sensación de necesaria permanente alerta en aquel lugar, y por cada paso que daba por el, recordaba una antigua pesadilla enterrada. No, nunca había sido la voluntaria presa de los depredadores de la jerarquía, pero tampoco se había librado de las represalias de oponerse a sus designios.