Partida Rol por web

Totó y yo fuimos al parque corriendo, con alguna que otra parada para que él hiciera sus necesidades. Decidimos darnos una vuelta por el parque también, así le podría soltar y que corriera libremente.
 

Como siempre, a esta hora no había casi nadie por esta hora, casi porque cuando soltaste a Totó y este se fue por ahí a corretear por ahí, este se paró en seco y comenzó a gruñir con el lomo erizado. En el castillo estaba el Sr. Gold... simplemente estaba contemplando el paisaje. Ignoró o no se dignó ni hacer caso a Totó que seguía gruñendo como si tuviese enfrente al mismo demonio. 

Seguía con la mirada a Totó para no perderlo de vista, aunque era un perro muy bueno y no lo necesitaba. Es por eso que me extrañó mucho que se pusiera así, tan de repente, con el señor Gold. Qué raro.

Me acerqué a Totó corriendo y le puse la cadena, mientras lo acariciaba para calmarlo.

Ya, totó, ya. Qué te pasa? Pero si tú nunca le gruñes a nadie.

Lo siento señor Gold, no sé qué le pasa, Totó suele ser muy amistoso, es raro que actúe así.

 Miré al señor Gold, que estaría haciendo? Algo había percibido Totó, eso seguro.

El hombre miró a Totó, el cual metió el rabo entre las patas y gimoteó un poco. Después te miró a ti y te dedico una sonrisa ladeada -Buenos días señorita Jones, ¿un buen día eh? No se preocupe por si perro- bajó el castillo y echó a andar - espero verla esta noche en la fiesta señorita Jones- se despidió de ti camino de nuevo al pueblo. Sin saber muy bien porqué, sentiste un escalofrío. 

Este hombre siempre me había parecido extraño, y había algo en él que no me gustaba, quizás era por la forma que tenía de asustar así a totó, o por el escalofrío que sentí cuando se marchaba, no lo sabía muy bien.

Acaricié a mi perro, que parecía asustado.

A mí tampoco me gusta. Le susurré a totó con cuidado de que Gold no lo escuchara.

Le puse la cadena a totó, era hora de ducharse, desayunar y abrir el bar, ya era bastante tarde.