Partida Rol por web

Once Upon a Time: Homecoming

Mansión Dreamland

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03/03/2017, 21:19
Giselle Dupont

Dreamland. El hogar de los sueños. Un nombre de lo más apropiado para aquella majestuosa y señorial mansion que Divell  Crow, mi más fiel sirviente y único amigo, habia adquirido tan solo un par de semanas antes, siguiendo mis indicaciones.

Desde luego, habia que reconocer que aquel chico conocia mis gustos y mis debilidades casi mejor que yo misma. Y es que, debajo de aquella apariencia suya de becario sacrificado, habia un ser tan centenario como yo misma, cuyos ojos habian visto los mismos amaneceres que los mios, aunque no siempre con aquella forma humana que llevaba manteniendo desde que traspasaramos aquel umbral que nos alejara de nuestro mundo, de aquel reino de la magia que ahora, oh paradojas del destino, alguien como yo estaba intentando salvar.

Aquel pensamiento fue precisamente el que cruzo mi mente en aquel instante, mientras permanecia sentada en mi cama, parcialmente envuelta en aquella manta que era, a todas luces, lo unico que cubria mi piel. Todo el mundo sabia que los pijamas eran cosas de plebeyas... Una reina no necesitaba mas que unas buenas sabanas de seda para descansar como una bendita, estaba mas que claro.

La cuestion era que alli estaba yo, con mi mente en otro sitio, mientras Divell colocaba en la mesa aquel suculento y mimado desayuno del que el mismo se encargaba cada mañana. Y no es que yo se lo pidiera, no. Mas bien, era en cierto modo, su forma de mimarme, de demostrarme su devocion, mas alla de lo que se consideraba propio de sus funciones. Era su forma de mostrarme, dia tras dia, que no hallaria a nadie mas incondicional, ni mas ferviente que el. Y, qué demonios, era algo que yo aceptaba encantada.

-¿Decias algo, mi fiel amigo? - me gire entonces hacia el, recuperando consciencia de lugar en el que estaba, utilizando aquel apelativo cariñoso que solia usar con el, desde hacia siglos. Una mania mas, como la suya de seguir llamandome "Majestad" o "Alteza" en privado, dos palabras de las que sospechaba que ambos disfrutabamos de la misma forma. - Disculpa... tenia la cabeza en... "otro sitio"... - dije, usando uno de mis largos dedos para hacerlo girar a la altura de mi sien, dandole entender que estaba dandole vueltas de nuevo al asunto que nos habia llevado hasta alli.

Fue entonces, al desviar la vista para mirarle, cuando repare en su aspecto. Impecable, como siempre, aunque mucho mas "colorido" de lo habitual. Parecia que por fin se habia aventurado a sustituir el negro absoluto por una pincelada de claridad, que habia reflejado en aquella cara camisa de marca, que llevaba aun remangada y sin corbata, señal de que estabamos en lo que se consideraba una "zona privada dentro de nuestro circulo de intimidad y confianza". Nunca, jamas, se le veria asi fuera de aquellos muros.

-Vaya... Bonita camisa... ¿es por lo de la "fiesta"? - le pregunte, divertida, dedicandole una pequeña sonrisa, que pronto acabo desembocando en un suspiro de pura resignacion- No me gustan las fiestas. ¿Te lo habia dicho alguna vez? La ultima vez que fui a una... Bueno, ya sabes lo que paso... - dije, haciendo alusion a aquel episodio con aquellas tres viejas chochas y decadentes, y aquella pavisosa de Aurora. Habrase visto semejantes payasas. - ¿Crees que seria malo para mi imagen de campaña que me quedara en casa? - pregunte, a sabiendas de lo que Divell diria, mirandolo de reojo con aquella expresion de no haber roto un plato que no engañaba a nadie, mucho menos a el.

-A proposito... ¿Como llevas las cosas? Supongo que  ya va siendo hora de dejarme ver por este cochambroso lugar... ¿Crees que deberia esperar a esa estupida fiesta? ¿O quizas podria empezar por darme una vuelta por el periodico? O por la ciudad incluso... Quizas... quizas seria una buena idea mezclarme con la... "plebe"... Fingir que soy una de ellos... - dije, acariciandome la barbilla con aire pensativo, volviendo a observarlo entonces- Oh... creo que eso podria ser incluso divertido... ¿no crees? - fue lo ultimo que dije, justo antes de acabar poniendome en pie, dejando caer aquella manta que me cubria, solo para esperar a que fuera Divell, como cada mañana, quien me acercara aquella bata de seda bordada, para cubrirme antes de sentarme a desayunar.

 

Notas de juego

*Mi miwito es Sam Riley, por si lo necesitas xD

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09/03/2017, 13:38
Divell Crow

Tan puntual como un reloj suizo, Divell ya te había dejado el desayuno. Un auténtico banquete con fruta fresca, zumo recién exprimido y café recién molido. -Buenos días mi señora- te saludó como todas las mañanas. Mientras colocaba el desayuno de una forma casi obsesivamente perfecta, te escuchó hablar - Pensaba que a la señora le gustaría algo más colorido ahora que hemos cambiado de "aires". Puedo ponerme otra cosa si así lo desea.-  te miró dedicándote una leve sonrisa. 

-Si, señora- contestó sobre el tema de tu odio a las fiestas- Por lo poco que he oído en el pueblo, es que Alicia Lewis es querida por ser cercana a la plebe, mi señora. Quizás debería jugar a su mismo juego, solo ruego que no le sea demasiado desagradable-  puso una mueca imaginándose el panorama, toda aquella gente sucia tocando a su señora - son excelentes ideas. Quizá debería pasarse por un sitio llamado Granny's, casi todo el pueblo desayuna allí. Si la ven con ellos, quizás comiencen a tenerla en estima. Una visita al periódico tampoco sería mala idea, mi señora. Un trabajador contento es un voto asegurado.

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09/03/2017, 20:25
Giselle Dupont

Ver como despues de todo aquel tiempo, que no era poco, Divell se seguia esforzando dia a dia por complacerme, por hacerme sentir como la reina que era, incluso en un detalle tan nimio como el desayuno, me arranco una pequeña sonrisa de complacencia. - Oh, este café esta delicioso. Te felicito, Divell... ¿De donde lo has traido esta vez? - le felicite. Realmente, ser zalamera cuando lo consideraba oportuno era una de mis virtudes y, en este caso, y teniendo en cuenta el trauma por el que mi fiel amigo habria pasado al abandonar nuestro hogar para meternos en un sucio agujero como ese pueblucho de mala muerte, consideraba que Divell merecia un pequeño resarcimiento.

Quizas por eso acabe por agitar mi mano en el aire, cuando hablo de cambiarse de ropa, mientras sostenia aquella taza entre mis dedos, dando un pequeño nuevo sorbo al cafe- Bah, no te preocupes. Asi estas perfecto. Un poco extraño, pero perfecto.  termine por reconocer, con aquel eterno aire condescendiente mio, el de quien se sabe por encima del bien y del mal y con derecho a hacer y a deshacer a su antojo. Solo que, en esta ocasion, aquella pequeña licencia de Divell, realmente me habia parecido una buena idea. Pasar desapercibidos. Esa era ahora la maxima prioridad, por mucho que me fastidiara tener que dejar la mitad de mi lujoso y exquisito repetorio de ropa en el armario de momento.

-Eso me recuerda... Prepárame un baño, querido. Y, mientras me baño, elígeme algo que sea acorde con este mediocre lugar y sus habitantes... - dije, confiando plenamente en el hasta aquel punto, mientras señalaba aquella exclusiva bañera de patas que habia hecho instalar especificamente en mi dormitorio, caprichosa en aquel aspecto como solia serlo en muchos otros. Sabia que Divell tendria claro incluso mejor que yo misma, qué atuendo era el mas conveniente para seguir sus sugerencias- Creo que llevas razon. Por mucho que me fastidie, será necesario que me sacrifique para que todo esto llegue a buen puerto. Si esa vieja chocha se ha dedicado a repartir pastelitos entre los desamparados, yo repartire el doble. Hara que esta panda de borregos me ame en tiempo record. Y, antes de que podamos darnos cuenta, me entregaran la alcaldia en bandeja de plata. - expuse mis planes de futuro a Divell, con una media sonrisa casi placentera, solo de imaginar cuan maravilloso sería poder dar la patada a aquel vejestorio.

-Iremos a ese lugar que dices, sí. Y después pasaremos por el periódico. Además, tengo un par de encargos para ti... Necesito que consigas mas información sobre los habitantes de este lugar... Quiero saber de que pie cojean cada uno de ellos. Y quiero saber mas sobre esa momia decrépita... Quizas sería buena idea que buscáramos a alguien que pudiera ayudarnos a conseguir más información sobre ella... Y sobre lo que está pasando en casa. - comencé a explicarle, mientras acababa por ponerme en pie, cogiendo en aquella ocasion una manzana, que no tarde en morder, mientras paseaba por la estancia, esperando que mi ayudante estuviera tomando buena nota mental de todo aquello- Busca a alguien de confianza que pueda hacer el trabajo por ti. No quiero que levantes mas sospechas de las necesarias, asi que encuentra a alguien que pueda llegar hasta el fondo de todo esto sin que lo relacionen con ninguno de nosotros. Y, por tu parte, haz lo que mejor sabes hacer, despues de cuidarme y atenderme: mézclate con ellos, sé el mejor relaciones públicas del lugar. Intenta saber más sobre sus inquietudes, y sobre lo que cada uno de ellos desea y esconde. Con ayuda o sin ayuda. Vamos a darle a cada uno de ellos lo que necesita. - explique, sopesando un instante, antes de añadir- No hay nada mas efectivo que hacer que el resto te deba un favor. Eso, desde luego, tambien te permite acabar por cobrartelo... - acabe por revelar, con un maquiavelico plan ya en mi cabeza.

Si daba a cada uno de ellos algo, a cambio de que hicieran algo por mi, una "nimiedad" sin importancia, que en realidad formara parte de un gran engranaje, conseguiria mis objetivos sin siquiera mancharme las manos. Solo tenia que ser lo suficientemente sutil y lo suficientemente discreta para conseguirlo.

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14/03/2017, 15:58
Divell Crow

Es de Colombia, mi señora- respondió con cierto orgullo al ver que te había gustado el café. Sin duda estaba complacido de aquel logro. Te escuchó con atención anotando mentalmente cada paso que tenía que dar. -En seguida le preparo el baño, señora. En cuanto pueda haré las siguientes tareas. - Y sin más dilación fue a prepararte un baño que, cuando llegaste, pudiste ver satisfecha que era digno de una emperatriz. Velas aromáticas, espuma, sales de baño y la humedad bien controlada. Así que disfrutaste de tu baño y cuando acabaste, sobre tu cama había un traje negro con detalles en verde. Portaba elegancia y distinción. Divell se acercó a ti una vez más -El coche la espera señora- dijo para conducirte a un precioso coche negro de alta gama. Quizás no era lo más adecuado para ir hasta el pueblucho y que te viesen sus habitantes así, pero andar con tacones, no merecían tanto sufrimiento por tu parte.

Notas de juego

Pueees si quieres te meto directamente en el Granny's :D

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21/05/2017, 23:26
Giselle Dupont

Mentiría si dijera que no me había costado concebir el sueño la noche anterior.

Y es que, tras percibir aquel rastro de magia en el reloj, había regresado a casa dándole vueltas y más vueltas a la cabeza, y con la idea en mente de que necesitaba contar todo aquello a Montoya cuanto antes.

Detener el tiempo... ¿Quien habria sido capaz de lanzar una magia asi, que afectara a todo el pueblo, a aquel lado de la realidad? Y, sobre todo... ¿por qué, de repente, había dejado de tener efecto?

Aún andaba en aquellas cavilaciones cuando el sueño me sorprendió. Y de la misma forma me sorprendió Divell también a la mañana siguiente.

Ni que decir tiene que alguien como yo jamás usaba algo tan burdo y ordinario como un despertador, teniendo un asistente capaz de despertarme cada día.

Quizás por eso no me di cuenta de lo que sucedía, y cuando abrí los ojos, sorprendida por aquel pequeño rayo de luz sobre mi rostro que me alertaba de la presencia de Divell en la habitación, lo hice con una pequeña sonrisa. Una de puro triunfo al recordar lo que habia comenzado a escuchar la noche anterior, justo antes de volver a casa, sobre esa vieja rechoncha.

Ahora, en la intimidad de mi morada, era el momento de ponerme al día con Divell, de que me contara como estaban las cosas. Y, sobre todo, qué había averiguado la noche anterior, cuando lo mandé colarse en medio de todo aquel caos.

-Buenos días, mi fiel amigo... Tan puntual como siempre, sospecho... - dije, aún en la cama, con los ojos cerrados y aquella pequeña sonrisa en los labios, envuelta aún en mis carísimas y delicadísimas sábanas de seda. - Dime, por favor, que vas a alegrarme el día... - comente, en una clara alusión a todas esas cosas que estaba deseando oir de sus labios.

En el fondo resultaba tan, tan sencillo hacerme feliz...