Partida Rol por web

Se despertó con la radio sonando al lado de su oído, tan molesta como todas las mañanas. Suspiró pesadamente. Odiaba las fiestas del pueblo. Bueno, no odiaba todo de ellas. Odiaba el montón de gente hipócrita que ahí se reunía para fingir que todos se amaban mutuamente, cuando no hacían más que despellejar al otro a cotilleos en cuanto les daba la espalda, casi tanto como odiaba que le recordaran que alguna vez había asistido a una con Sebastian como cita y ahora no lo tenía al lado para llevarla del brazo. Pero claro, amaba el alcohol y comida gratis, y los espectáculos. Y más importante aún, sabía que sus niños - muchísimo más sociables que ella, para su desgracia, en eso se parecían a su padre - adoraban aquellas reuniones. Así que sí, una vez más, estaría obligada a ir y a llevar a los pequeños demonios con ella. Más uno, ahora que Ivy se contaba entre ellos. 

Como todas las mañanas, pasó la mano por el espacio vacío en que cada día buscaba en vano el pecho del único hombre que había amado y respiró profundo para sentir, quizás producto de una imaginación muy activa, el aroma de su cabello, a pesar de que resultara imposible que tras tantos lavados aún estuviese impregnado a la almohada. Se pone de pie y va hacia la ducha en modo zombie, con esas ojeras imborrables en su rostro, ahora más profundas gracias al sueño acumulado de algunos días. La noche anterior se había pasado hasta el amanecer acondicionando el ático de la casa para convertirlo en una habitación, con cama y todas las comodidades que una adolescente pudiera querer. O al menos, con las comodidades que ella había soñado cuando no tenía donde reposar su cabeza. Se había asegurado de que tuviese cama, una televisión, una pórtatil, armario repleto y un escritorio donde hacer los deberes. Así que Rapha tenía tres cosas claras: Una, la había adoptado no formalmente. Dos, la inscribiría en la secundaria quisiera o no, porque no la dejaría quedarse de vaga para siempre. Y tres, la billetera le dolería por un rato, lo suficiente para tener que tomar muchas horas extra. Por el lado positivo, ahora no solo tenía a Claire de niñera, sino también a Ivy. Y eso con niños que ya se cuidaban solos practicamente, así que no podía quejarse. 

Tras dejar el agua correr durante media hora, salió y se secó el cuerpo, vistiéndose a toda prisa y tomando la bata de doctora para ponérsela más tarde - nadie en su sano juicio se pondría algo blanco en una casa con cuatro niños - fue a buscar a Gael a la cuna para ir con él en brazos a despertar a los otros dos. 

Pequeñas bestias, despierten. Ya es hora de atormentar a los mortales - dice con voz tierna y dulce, para luego ir a besar en la frente a Sally y Nick. - Vamos, a tomar desayuno, o se quedarán sin energía para torturar a los pobres ilusos que los desafíen. - dijo sonriendo, para luego acercarse a la escotilla que daba al ático - IVYYYY, VÍSTETE, HOY TE VIENES CONMIGO A LA ESCUELA - le gritó para más tarde bajar a la cocina a calentar la leche de Gael y servir el desayuno para los mini demonios y la diabla en crecimiento. 

Desperté, estirando los brazos hacia arriba, enredada en las sábanas. No entraba nada de luz, pero era incómodo con tantas cosas. ¡Pero la ropa se sentía tan suave, mejor que la almohada! Suspiré contenta, y luego apoyándome en la pared me puse de pie. Abrí la puerta del closet. Me gustaban los espacios pequeños. La cama era muy cómoda, pero me sentía más segura durmiendo en el closet. Si, ese es mi cuarto. Volví a poner la ropa que quité ayer para hacerme espacio, en los estantes.

¡Es como una casa! ¡Si, tan grande incluso como las chinas! ¡Rapha es tan amable...!

En el escritorio busqué un bloc de notas. ¿Por qué casi nadie hablaba chino o japonés? Pero seguía intentándolo. Noté un aparato extraño. Había mirado esa cosa por un largo tiempo... tiene muchas letras, pero cada letra al aplastarla se hunde. ¿Qué es? ¿Como funciona? La cosa cuadrada al menos sé que es una caja que a todos les gusta mirar por horas. No sabía como podían mirarla sin aburrirse y sin moverse, a mí me dolería la espalda. Pero esto es más exótico.

Apreté un botón. Decía algo de "cargando". Luego otro, pero nada pasaba. Otro, otro, otro... un dibujito de una flecha se hizo un círculo. Seguí apretando, esto es divertido... ¿oigan, por qué salen tantas letras blancas y la pantalla se puso azul?

Escuché la alarma, en el cuarto de Rapha. ¡Ó, bù! ¡哦，不! ¡Se hace tarde!

Corrí a la puerta dando saltos, pero al recordar que los niños aun dormían salí caminando de puntitas, hasta la escalera... despacio... a la cocina.

Saqué productos de limpieza. Usualmente (desde los días que llevo aquí) dedicaba la noche a limpiar todo, pero ayer estaba emocionada viendo a Rapha decorar la mini-casa. No entendía muchas cosas, como porqué el cuartito lo llenaba de ropa, pero era tan lindo que me emocioné hasta las lágrimas. Hoy quiero hacer algo especial. No me gusta que no le guste nada frito y que casi todo lo chino sea así, pero por ahora hago varios platos de yogurt con frutas y otras cosas que dicen que son saludables. Vegetariano, por supuesto. No entiendo las recetas de los libros, pero me sale bien. Aunque si me dejara cocinar algo chino... aunque bueno, quizá sea por la carne. Tampoco me gusta la carne...

¡Ya está hirviendo el agua para té y yo desvariando!

Sirvo el desayuno con algunas tisanas frutales. Huele muy bien. Aplaudo orgullosa de mí misma, pensando en qué toca limpiar hoy. Ayer pulí todo lo de madera, anteayer aspiré las alfombras... por el pequeño bebé debería de volver a aspirar hoy mientras no están, y todos los días como siempre regar las plantas y sacar brillo a las ventanas...

Escuché que me gritó. ¿Escuela?

Me quedo confusa. ¿Eso qué es?

Cuando Nick y Sally bajaron a desayunar y vieron... eso... o lo que fuese, miraron casi a la vez a la chica nueva. Sally sacó la lengua e hizo un "puaj", Nick optó por lo más diplomático que era ponerse un bol con cereales de chocolate. Mientras tanto Gael demandaba la típica atención y cuando se le sentó en la trona, todo lo que tenía a mano lo tiraba contra el suelo. 

Esa casa era un pequeño desastre, pero era funcional... más o menos. Cuando terminaron los dos pequeñajos de desayunar, subieron rápido para cambiarse y asistir a la escuela. 

Al notar todo limpio y reluciente, Raphaelle suspiró pesadamente. Lo último que quería era una esclava. Aunque claro, no le veía nada malo a que ayudara en casa, porque de alguna forma esperaba que pagara la casa y comida, pero tampoco era plan que se gastara la vida cual cenicienta - sí, ahora conocía cuentos, porque le había tocado leerle decenas de ellos a Sally - si es que al fin y al cabo era una adolescente. Se suponía que fuera a hacer idioteces de las que arrepentirse luego el resto de su vida. 

Por supuesto, había sido una ilusa al creer que podría preparar ella el desayuno. Ivy ya estaba abajo, y ya lo había preparado, pero esta vez le había sacado una sonrisa al ver que había preparado cosas sanas y lejanas a las frituras del primer día. - Gracias, Ivy - dijo con la misma mueca dulce y agradecida, sentando a Gael en la trona y luego ella misma al lado para darle el biberón, con Sally y Nick al otro costado. - No, no... - dijo negando con la cabeza, quitándole el bol a Nick y dejándolo en altura - Ivy preparó desayuno. No nos gustaría que alguien nos rechazara así, ¿cierto? - le dijo a ambos niños, alzando una ceja, con esa mirada que es mitad reproche y mitad oportunidad de hacer lo correcto. Si alguien sabía de rechazos era ella, y no aceptaría que sus hijos fueran cualquier cosa menos que amables. Cuando ambos terminaron el desayuno, sin importar cuanto tardaran, Rapha les dio un beso en la cabeza a cada uno y sacó dos galletones con chispas de chocolate del jarrón que ocultaba sobre el refrigerador, dándoles uno a cada uno como premio para que comieran mientras iban a cambiarse de ropa.

Tomó a Gael en brazos nuevamente, recogiendo todas las cosas que hubiese botado mientras le daba el biberón y acercándose luego a servirse un café, su desayuno favorito. - Hoy irás a estudiar, te inscribiremos en la escuela - le informó sin dar lugar a quejas - Anda a alistarte. Y lleva una libreta y lápices. - porque incluso si no anotaba nada, iba a necesitarlos para comunicarse. - No tardes mucho, porque ya tengo que salir a dejarle Gael a Claire, a ti y a los niños a la escuela, y luego irme al trabajo - le dijo dándole un sorbo al café - Vamos, anda ya, que apenas me lo termine me voy - insistió, para no darle tiempo a pensar si quería ir o no.

Me sentí orgullosa con el "gracias, Ivy". Aplaudí contenta. Al ver el puchero de Sally y que a Nick tampoco le gustó me sentí decepcionada. Ya estaba jugando con los dedos, cuando Rapha les pidió comer. La próxima podría agregar jarabe de chocolate... quizá una gelatina casera también...

¡Mañana lo haré mejor, si señor! Por hoy debería darme prisa, que aspirar toma mucho tiempo. La última vez que aspiré de noche desperté al bebé y casi me mata...

Me rasqué confundida la cabeza. ¿Escuela?

Intento pensar que es eso. Algunas cosas las sé, otras no. Cosas de la vida. ¿Pero qué es? Espero no tarde mucho tiempo. ¡Luego a que hora iba a limpiar! 

Bueno, no sabía que era eso, pero si tenía que ir no podía negarme. Quizá sea a cuidar de los niños. Me fui de nuevo dando brincos. En mi casita, aun estaba la pantalla de la caja plana con letras azul. Se ve bien, es mi color favorito. Busco libretas... lápices... mejor colores. Y mejor llevo este, es azul oscuro. Y el azul claro. El morado y el verde también, me gusta como pintan. ¡El saxofón, debería de llevarlo!

Busco mi mochila azul. La vacío en el suelo. ¿Cuanto tiempo tomará? Llevo una frazada, si, por si toma mucho, y a las doce me da sueño. Debería de amarrarme a la cintura una sudadera, para usar de almohada. Aunque si me pide cuidar de los niños no podría dormir... ¿pero y si les da sueño? ¡Como pueden todos dormir en el día, cuando el clima es tan calientito! La noche tan fría es cuando da menos sueño. Mmm... ¿qué más llevo? Me gusta el olor del jabón a lavanda y la espuma que hace, debería llevarlo también. ¡Y una lupa, por si hace frío! Me gusta como me salvan las mini-fogatas. Debería llevar unos bombones...

¡Si Rapha dijo que no me tardara! ¡Mejor me doy prisa! Aunque también podría llevar hojas de té y un sartén de la cocina. ¡Luego que me tomo en la minifogata!

Con la mochila de viaje lista bajo antes de que Rapha termine. ¡Siempre corriendo a todos lados!

Mientras Ivy se arreglaba, Rapha había subido con el café a buscar las cosas de Gael y vestirlo, sabiendo que los niños tardarían aún un poco más. Lo que no se esperaba era, al bajar, encontrarse con la asiática con un equipaje de mano como para todo un fin de semana. ¿Era eso una frazada? ¿Pero que carajo estaba llevando? ¿Es que no entendía el concepto de escuela? 

A ver, cariño, dulzura, mi amor... - le dijo con una sonrisa divertida y ladeada en los labios, dejando a Gael en el suelo para que existiera felizmente por ahí un rato - No necesitas nada de eso. A la escuela irás a aprender cosas nuevas, a leer, escuchar y prestar mucha atención. ¿ok? - continuó hablando mientras poco a poco la iba despojando de sus miles de cosas, dejándolas a un lado. Cuando por fin pudo tomar la mochila, la abrió, sacó todo el desastre de cosas - ¿Qué carajo hace con un sartén ahí dentro? - y le dejó solo la libreta y los lápices. Le importaba una mierda que fueran de colores, total escribían, y al primer maestro que se quejara lo reventaba a hostias por poner problemas tan idiotas a la hora de aprender - Así, mucho mejor. Son solo unas horas. - le explicó, devolviéndole la mochila muchísimo más liviana. A último momento se arrepintió y volvió a guardar también los bombones - Por si necesitas algo rico que comer - por si el día se le hacía muy difícil. No sería fácil ser la adolescente muda, asumía.

Si te angustias mucho y quieres irte, le pides al director o al maestro que me llame. Yo dejo mi trabajo y voy a buscarte enseguida, ¿vale? - sonrió dulcemente. Quizás no era la mejor solución, pero ella recordaba días en que eso habría sido justo lo que necesitaba, y a la larga, lo menos dañino. 

Entrelazo los dedos y sonrío con dulzura feliz cuando me llama de maneras tan lindas. Saludo a Gael que anda gateando por el suelo... ¡Por el dragón ancestral de la suerte, debí de haber aspirado ayer!

Me rasco mi cabeza enfundada en un gorro azul de felpa. ¿Aprender cosas nuevas? ¿Leer, escuchar, y prestar atención? Bueno, he aprendido muchas cosas, como que los jardines tienen una lluvia automática, que en las latas también hay pescados (pobres peces, pensar en lo que debieron de haber pasado para caber adentro de una lata me da escalofríos) ah, y que es de mala educación comer sentada en el suelo cuando se sirve la comida en la mesa.

Veo que saca casi todo. ¡Oh no! ¡Y si encuentro una lata de sopa de verduras como la calentaré!

Me explica un poco más que es la escuela, tras dejar solo las libretas y los colores. ¡Y los bombones! Pienso un poco sobre lo que dura la escuela. Unas horas... ¿serán dos? es el número par más bajo. Ojala pudiera encontrar unas lindas escaleras para dormirme debajo de estas.

Me siento mejor cuando me dice que puedo hablarle. La abrazo, pocos segundos porque sé que no le gusta mucho el contacto, ¡pero era tan considerada, y tan buena!

Llevo el sartén de vuelta a la cocina y subo las cosas que sobraban, aunque huelo antes el jabón de lavanda. Me encantan las cosas que huelen tan bien, es un lindo perfume.

Cuando la chica la abraza, aunque la toma por sorpresa causando que se tense en un principio, tras un par de segundos se relaja y le da unas suaves palmaditas en la espalda - Ya, ya, que no es para tanto - dice con tono serio, soltándola luego para que pueda seguir en sus asuntos y con algo de suerte, poder terminarse ella su café. Cuando Ivy a desaparecido de vista una sonrisa se dibuja en su rostro, y como en pocos momentos de pausa y bendición en su vida, siente que lo de ser madre de 4 no lo está llevando nada mal. Quién lo diría, con el ejemplo de mierda que había crecido. Sinceramente, se sentía orgullosa de sí misma.

Entonces escuchó un florero quebrarse y el llanto de Gael. Claro, ya era demasiado llevar cinco minutos sin accidentes. Se volteó rápidamente para ver al crío, pero no había sido más que un susto, así que mientras le cantaba para calmarlo esperó a que el resto de los minions bajaran. Cuando por fin estuvieron abajo, los dirigió a todos al auto, dejando la casa con alarma y asegurándose de cerrar bien. Por alguna razón nunca se sentía suficientemente segura.

Tras poner todos los cinturones de seguridad, a Gael en su asiento para bebés, asegurarse de que todos llevaran todo y decirle a Ivy que se sentara junto a ella adelante, empezó a manejar en dirección a la casa de Claire para dejarle al más pequeño. Si todo iba bien tardaría cinco minutos en ello - después de todo era su vecina, y ese tiempo era considerando incluso alguna sonrisa coqueta - y ya podrían encaminarse a la escuela y luego al trabajo.