Partida Rol por web

Eran las primeras horas del amanecer, sin embargo la luz era escasa, el sol que se estaba levantando por oriente estaba siendo oculto por la gran muralla la cual filtraba las luces convirtiendo al sol en la corona de la imponente construcción.

En lo alto de la construcción se apreciaban pequeñas sombras. De repente una de las sombras habló.

-Buenos días a todos.- Empezó el Señor del Clan Cangrejo. Hoy es un gran momento no sólo para las tierras cangrejo, sino para todo Rokugan; pues con vuestra acción y sacrificio erradicaremos los últimos asentamientos mongoles del año debilitándoles en su sucia senda del mal, pues ésta fue la razón de la constitución del Invierno de los 20 trasgos. -Una nueva pausa para respirar mientras gritos de vítor en ambos lados de la muralla resonaban.- Aún no ha llegado el invierno, sin embargo pasaréis al otro lado los últimos meses del otoño y el invierno. No os confiéis por vuestro número pues aumentará con el paso de las semanas, tampoco os confiéis por su salvajismo pues son nobles en el arte de la guerra. Muchos caeréis sin embargo los que volváis con veinte cabezas, volveréis como hermanos Cangrejo. -Nuevos gritos vitoreando la promesa, la mayoría de ronins y bandidos que se encontraban en las manchas sombrías.

Y con ello digo... ¡Que empiece el invierno!

La última exclamación fue como la caída del pañuelo de salida de una carrera de caballos, primero decenas y luego centenares de hombres avanzaron rumbo a lo desconocido dejando la Muralla Kaiou a la espalda.

En aquel momento todos marchaban como hermanos, sin embargo los acontecimientos con el tiempo los volverían unos contra otros, enemigos de sus hermanos con el fin de ganar las cabezas por otros decapitadas. Sin embargo el oscuro presagio aunque flotaba en el ambiente no parecía ensombrecer el rostro de nadie.

La joven se encontraba entre la multitud al lado de fuera de la muralla, observando con completa admiración al hombre que se encontraba hablando. Sus palabras no se debían traducir como que tenían la obligación de volver con veinte cabezas para ser promocionados a miembros oficiales del clan cangrejo, el "invierno" consistía en hacer un servicio a Rokugan haciendo el sacrificio de ir en una misión casi suicida, tal y como le había sugerido el cortesano Cangrejo, para debilitar al enemigo.

-¡Viva el poderoso clan del cangrejo!-

Gritaba la muchacha entre otros vítores para mostrar su determinación en tomar parte de la acción. No debía de todas formas olvidarse de que realmente aquellas personas que estaban a su lado eran aliados en el combate, pero al mismo tiempo eran competidores por las presas y lo peor de todo era que la mayoría de ellos no era gente de honor (o por lo menos así lo pensaba la samurai-ko). Enseguida comenzó a observar al resto del grueso militar que la acompañaba en la salida para intentar discernir si había alguien que aparentase tener honor suficiente como para poder colaborar, al fin y al cavo sería más sencillo sobrevivir dos personas juntas que una sola.

La muchacha deseaba encontrar a un/a samurái honorable entre tanto ronin descartando a los bandidos, los cuales no consideraba dignos de confianza todavía; además de que le gustaría que este pintoresco ejercito estuviese organizado de alguna forma ya que unos centenares de "personas de armas" podrían arrasar fácilmente con poblados enteros en cuestión de horas sin sufrir apenas bajas, pero por el contrario se trataba de una horda de guerreros con estilos de lucha "refinados" que era completamente impredecible.

En cuanto el "grupo" parte, ella hace lo mismo no sin antes buscar con la mirada al Yasuki para saber si se encontraba sobre la imponente y majestuosa muralla.

La sombra en lo alto de la muralla no tardó en desaparecer tras comprobar cómo las multitudes empezaban su camino a lo desconocido.

Los grupos no tardaron en empezar a hacerse, algunos no tardaron en permanecer en la retaguardia, al parecer sin prisa alguna por avanzar, otros por el contrario avanzaban raudos para adjudicarse las primeras víctimas. Otros por el contrario iban a un termino medio, no se detenían, pero tampoco forzaban el paso.

De repente lo que parecía un Heimin armado con un palo afilado se acercó a Urumi.

-Mi señora, parecéis samurái. -Saludó mientras avanzaba al mismo ritmo que su interlocutora-. No puedo imaginarme qué infortunios os han llevado a participar en esto, por mi parte no soy demasiado diestro, pero soy valeroso, me esforzaré para conseguir entrar en el Clan Cangrejo pues quiero que mis hijos tengan las oportunidades que yo no tuve. Me gustaría acompañaros pues creo que haremos un buen equipo.

La muchacha mientras andaba atendió a las palabras de aquel hombre que parecía un campesino, al principio le sonrió a modo de saludo mientras decía:

-Hola buen hombre, no puedo rechazar una oferta tal sin antes conocer mejor a quien la hace-

La joven estaba pensando que realmente le vendría bien el apoyo de alguien en el combate, ya que si el enemigo la alcanzaba el arco le sería de poca utilidad en un combate cuerpo a cuerpo, y por supuesto no juzgaría las habilidades del heimin con las armas por el hecho de ser he¡min aunque el arma fuese un palo.

-Usted puede tutearme, he perdido mi rango como samurai por lo que realmente no estoy por encima de usted en estatus. De todos modos me gustaría pedirle permiso para poder tutearle también por cuestión de comodidad-

La muchacha era consciente de que seguramente los mongoles fuesen caballeros diestros, al menos se lo había escuchado a algún Moto que así era tiempo ha. Un palo con punta no era tan efectivo como una lanza con punta de metal pero aún así podía ser bueno para combatir a jinetes; lo sabía bien al haberse criado en un clan de jinetes siendo hija de una. Por otro lado su naturaleza le impedía considerar inferiores a los eta y heimin, simplemente cumplían una labor distinta en la sociedad.

-El hecho de que esté usted aquí ya demuestra que es usted muy valiente, y los infortunios que me han traído aquí seguro que son menores que los que sufre cualquier campesino a diario pero también tengo que conseguir un puesto dentro del clan del Cangrejo. ¿Mi nombre es Urumi, podría usted decirme el suyo?-

-Rikichi Urumi-chan, mi nombre es Rikichi. Veo que usáis el arco, tal vez debamos encontrar a otra persona que sea capaz de combatir junto a mí mientras los abates a distancia. Sí, esa es buena idea. -Y con esa voluntad recién adquirida marchó a hablar con el hombre más próximo-. Perdón señor...

-Apártate maldito viejo, ¿cómo un vulgar campesino osa acercarse a mí?- Preguntó con desagrado mientras otro compañero se reía- No sé ni para qué venís a morir.

La joven se encontraba disgustada ante el comportamiento de aquellos ronin y aunque sabía que sus palabras podrían causarle problemas estaba dispuesta a arriesgar su seguridad y el honor que intentaba recuperar para su familia por algo que consideraba justo y digno del comportamiento de todo samurái.

-Caballeros, este hombre ha demostrado ser más digno del título de samurái que ustedes por ahora. Viene tal y como ustedes dicen con mayor riesgo de perder su vida que cualquiera de ustedes que están mejor armados-

La muchacha no mostraba en su bella cara un ápice del enfado que sentía, una cosa era saltarse el protocolo de comportamiento con un igual (al fin y al cabo todos los que partían eran solo aspirantes a samuráis del clan cangrejo) y otra muy distinta era faltar al respeto o provocar, por lo que su dulce y tranquila voz sonaba con las siguientes palabras.

-Este hombre sabe ser educado lo mismo que valeroso, los que pretendan llegar a ser samurais de pleno derecho considero que deben aprender a hacer estos juicios de valor además de aprender a no despreciar un soldado extra en una batalla sea cual sea su condición-

La niña que era, sabía por su corta experiencia que esto podía ser considerado un insulto al honor de alguien más que una enseñanza o lección por lo que preparó sus manos para echarlas a su arco y flechas al menor atisbo de agresividad por parte de los ronin pronunciando lo siguiente.

-Guardad vuestras ansias de pelea para el verdadero enemigo, y si mostráis ser capaces de ello lo consideraré suficiente demostración de templanza como para saberos dignos compañeros e imagino que mi amigo lo hará de la misma forma-

Las palabras eran ambiguas, podían entenderse como una invitación a que los acompañaran o como una oferta a mantener su honor a pesar de la supuesta transgresión. Estaba claro que el punto de vista que las distintas personas allí presentes tenían de los demás era bien diferente y parecía que esos ronin a falta de otros samurái se creían la clase superior ahora mismo además de poder, con mayor o menor duda, ser ronin carentes de honor.

-Niña, no te confundas. Aquí todos somos rivales contra un enemigo común, pero pocos ganaremos esto. 20 cabezas es lo que se necesita y todo el mundo dará la vuelta. Has visto a los de atrás -Dijo mientras señalaba a la parte posterior que habían dejado atrás- ¿Crees que estos están descansando? Están esperando a los que vuelvan primero con las 20 cabezas para quitárselo. ¿Cómo te quedas? ¿Honor? -Tras ello escupió al suelo-. Eso no existe en Rokugan. Y este viejo está aquí hasta que caces 20 mongoles, entonces te asesinará mientras duermes. No cuentes conmigo para eso.

El rostro de Rikichi se contrajo antes las estimaciones del ronin.

-No no, mi señora, yo jamás...

-¿No? -Tras ello rompió a reir-. ¿Entonces sois honorable viejo, entonces querrás demostrar tus palabras en un duelo de Iajutsu, ¿quieres ser un samurái no?

-Comprendo sus sospechas, pero este hombre es el que está intentando formar un grupo... si realmente quisiera robar las cabezas que yo capturase después de matarme no estaría intentando reclutar a alguien más. Matar a alguien de un grupo sin ser descubierto es más difícil que asesinar a alguien que está durmiendo solo-

La muchacha no tenía realmente razones para creer que el campesino tendría la intención de asesinarla, aunque realmente era consciente de que tendría la tentación de hacerlo

-No se preocupe por mi seguridad,mi intención es que cada uno de los miembros de mi grupo después de cada reparto, siempre a partes iguales, esconda su parte para evitar tentaciones a los demás. Aunque pretenda que lleguemos a ser samuráis honorables y confíe en los demás tampoco me gustaría hacerles el feo de poner a prueba ese honor tan a la ligera-

La joven sabía que las personas que quedaban atrás esperando por el botín de los dignos cazadores serían un problema en su momento, pero la manera de solucionar eso se arreglaría a su debido tiempo, no era una opción para ella tener ese tipo de comportamiento.

-Ahora lo diré claramente, cuantas más personas tengamos en el grupo se multiplicará la cantidad de cabezas a cazar, pero la posibilidad de cazar cada una de ellas aumenta exponenciálmente por lo que como dijo este buen hombre, que lo es mientras no se demuestre lo contrario, les invito a venir con nosotros como he dicho repartiendo a partes iguales. No es necesario tal duelo, pues no tiene espada ni seguramente conocimiento en su uso con lo que me tocaría posiblemente a mi tomar parte en su lugar y me gustaría que saliésemos de aquí siendo como ya dije samuráis de pleno derecho-

Esta vez era el compañero del ronin quien sonreía, aunque ronin su atuendo era menos marcial y más elegante. Previsiblemente alguien caído en desgracia.

-¿Qué opinas Koji?

-La muchacha tiene su punto la verdad, aunque sea poco honorable es más eficiente, además como os dije me preocupa más la vuelta que esos folla-caballos. Mi nombre es Koji y ya has conocido al impestivo Toku ¿Cuál es el vuestro?

-Mi nombre es Urumi, agradezco su juicio-

La joven se encontraba más tranquila y retiraba las manos de su arco mientras observaba a estos dos hombres, no presentaría a Rikichi pues no lo conocía tanto como para hacerlo, dejaría que el mismo fuese quien se presentase.

-Me gustaría saber que planean hacer en cada batalla aunque si usted ha querido decir lo que me ha parecido entender tendremos tiempo para las estrategias más tarde-

La muchacha se sentía algo molesta por el nombre que le había dado a los mongoles, lo de "follacaballos" era un nombre que que insultaba a tan nobles animales, Urumi intentaba esconder el enfado que aunque no se mostraba si se hacía notar cierta incomodidad en su gesto. A pesar de ello su faz seguía siendo bella y su voz dulce.

-De momento deberíamos preocuparnos por permanecer vivos-. Las palabras premonitorias se perdieron en el silencio interrumpido por las pisadas.

-Soy Rikichi-. El anciano se presentó sin mucho éxito pues sus palabras cayeron en saco roto, su atuendo así como su avanzada edad eran motivos de desconfianza de los recién llegados.

El día siguió avanzando, inexorable e imperturbable por los acontecimientos que se desarrollaban bajo su luz. Pronto empezaron a aparecer los primeros vestigios de lucha, cuerpos decapitados en torno a fogatas de campamento así como otros hombres caídos comenzaron a aparecer por el camino. Parecía que el invierno de los 20 trasgos había empezado a reclamar sus primeras víctimas.

-Pocos cuerpos de mongoles veo en comparación con los caídos rokuganeses. -Señaló el ronin mientras dedicaba una mirada al anciano esperando ver su reacción.