Partida Rol por web

Fue un viaje tranquilo en dirección al Puesto Avanzado. En menos de dos horas Kalia y Eun se habían separado del grupo para explorar el puesto. El campamento era tal cual como lo habían descrito. Parecía que el campamento tenía aquellas dos atalayas con vigías y que los grupos de bandidos estaban divididos entre ellas. Sin embargo, parecía que el centro del campamento era lo que estaba mejor defendido. Cerca a la pequeña hoguera se encontraba una alta mujer, de pelo corto y cuyas dos hachas de mano colgaban de la cintura. Estaba alerta, echando un ojo avizor ante las proximidades del campamento, al igual que sus subalternos, cuya mayoría se encontraban escondidos entre densos arbustos y detrás de las coberturas defensivas que habían colocado. Al avanzar Eun, pisó y rompió una rama lo que produjo un sonoro crujido. Un bandido, que estaba ocupado buscando cosas en su bolsa, miró en esa dirección y se levantó propenso a investigar, cuando de repente una lechuza salió entre los árboles donde Kalia y Eun se encontraban, lechuza que voló directa hacia el cielo. El hombre dio un suspiro y volvió a sus cosas. Parecía que la entrada de la noche proporcionaba varias ventajas a una infiltración.

Fue un viaje tranquilo en dirección al campamento. En menos de dos horas ya se había llegado a las cercanías de este pequeño puesto avanzado, separándose Kalia y Eun para investigar. Al cabo de unos minutos volvieron, y no parecía que hubiese sonado alarma ninguna ni que hubiesen sido vistas. El reconocimiento había sido un éxito.

Cuando estuvieron cerca del campamento, pero lo suficientemente lejos como para que no se oyeran a los caballos, Eun dijo de parar si no querían que los oyesen llegar, de alguno de los presentes vino la sugerencia de acercarse en sigilo para ver la disposición real de los bandidos y al final les tocó a la tiefling y a la recién incorporada, ya que ella sabía la disposición de los aledaños.

Después de una excursión, no exenta de algún que otro sobresalto, de las dos jóvenes volvieron con la misión cumplida, o al menos eso parecía. La encapuchada esbozó un tosco plano del campamento en el suelo arenoso y marcó con piedras la posición de los nueve adversarios. Unas breves palabras acompañaron a sus movimientos.

-Uno en cada atalaya, dos cubriendo la aproximación a cada una de ellas y la jefa con los otros dos en la fogata.

No dijo nada más, ella no era nadie todavía para proponer nada, incluso podía haber alguno de los allí reunidos que no se acabase de fiar de ella y pensase que sólo los estaba llevando a una emboscada. Esperaría la decisión final e intentaría aportar lo que pudiera.

Arion  guardó silencio mientras las exploradoras iban y venían de su misión para recabar información más exhaustiva sobre el campamento de los bandidos. Mientras esperaba, se esforzó en mantener calmada a su montura, pendiente de cualquier ruido que les indicase que todo había salido mal y tocaba cargar a toda velocidad para rescatarlas. 

Por suerte, las muchachas regresaron sin novedad, para cierto desencanto del bárbaro, quién empezaba a rumiar la posibilidad de que tanto retraso era motivado por una inusitada reluctancia a entrar en combate. 

En silencio, asistió a la propuesta de Eun, mientras estudiaba el esbozo del suelo e intentaba aportar algo a los planes de ataque. 

Tydius indicó que necesitaba unos momentos solo antes del ataque y aprovechó que tenían que esperar a Eun y Kalia. Se marchó hacia el bosque, en otra dirección, y se alejó suficiente para dejar de oír al grupo. Se tumbó en la hierba, junto a Tundra, y cerró los ojos mientras se concentraba en la naturaleza. Olores de tierra, hierba, musgo... Sonidos de pájaros, hojas, insectos...

Al cabo de un tiempo, decidió volver junto al grupo, preparado para lo que iba a llegar. - No me gusta luchar, pero siempre es necesario... Las hormigas luchan y mueren por defender su hormiguero. Igual que los lobos exploran el bosque, y cazan. Igual que las águilas, que surcan los cielos en busca de presas. Igual que un oso defendería su cueva...-

La clérigo se mantuvo silenciosa y reflexiva. Escuchó con atención cómo sus nuevos compañeros comenzaban a planear y al final simplemente mostró su acuerdo tácito. De vez en cuando intervino, pero la mayoría de veces para pedir alguna aclaración con relación a la discusión. Hacia el final dijo:

-Cuando tengamos a varios enemigos cerca, puedo darnos una ventaja. Esperaré a que sea el mejor momento- dice con convicción y sin sonreír. Preparó su ballesta con una flecha, y tomó aire. Cada ataque, cada esfuerzo, cada ventaja iba a hacer un mundo de diferencia, y aunque confiaba en que su propósito en estas tierras iba más allá de este enfrentamiento, la incertidumbre de lo que vendría siempre era una constante que todavía no podía ignorar. Con el tiempo, pensó, su propio vínculo con Pharasma le daría las certezas que su humanidad le negaba.

Observó en dirección al campamento. -Intentaré atacar a los vigías en la atalaya. Pero lo más sensible es acabar pronto con la batalla- comentó mientras esperaba que su puntería no le fallase y que, en medio de todo, pudiese prestar suficiente ayuda a sus compañeros desde su posición.