Kalia dejó en el aire su truco especial, alimentando la curiosidad de Zlatan. Cuando el silencio se hizo, Turio habló sobre sus habilidades, o más bien la escasez de ellas. Si empezaba una aventura con ese ánimo no tardaría en derrumbarse cuando surgieran adversidades.
- Va, va - dijo el mediano dándole unas palmaditas en el brazo al grandullón - seguro que es todo modestia - seguro que con esos brazotes puedes arrancar árboles de un mamporro. Además, no todo es la pelea - se tocó la sien con un dedo - es importante saber cuándo pelear y contra quién. Y el elfo... ¿quién lo iba a decir? Un ilusionista. No tenía pinta de ello, pero era un elfo, así que cualquier cosa que hiciera iba a estar bien. Zlatan asintió. Le empezaba a gustar el grupo. Un poco de todo... y además parecían un zoológico con tantas especies diferentes.
Cuando el camino los condujo a la armería, un soldado les permitió pertrecharse gracias a que había convencido a Jamandi. Zlatan no pudo evitar sonreír cuando le mencionaron. Parecía que la Aldori se hacía la dura, pero al final su corazón era más blando de lo que pretendía.
- Mi nombre es Zlatan Chivay - dijo, tendiéndole la mano al guardia y subiendo la mirada para que sus ojos conectaran - aún no has oído hablar de mí, pero te prometo que eso cambiará pronto - le guiñó un ojo - mi abuela me enseñó que hay que ser agradecido con la gente que te ayuda cuando tienes necesidad. Así que te doy las gracias y recordaré tu nombre cuando yo sea alguien importante.
Acabadas las presentaciones, Zlatan se introdujo en la armería junto con sus compañeros y, al ver tantas cosas gratuitas, su instinto de mediano salió a la luz...
Media hora después, cuando sus compañeros ya estaban totalmente pertrechados y esperando a que él saliera, por fin pudieron escuchar un estridente sonido de metal rascando el suelo. Segundos después, algo apareció por el umbral de la puerta. Ese algo era pequeño, de menos de metro y medio, pero apenas podía reconocérsele por la armadura completa que llevaba, además de las diez espadas que colgaban de su cinto y eran demasiado grandes para él, de modo que llegaban hasta el suelo y lo golpeaban a cada paso. Además, había dos mazas cruzadas a su espalda. Colgado de una de las dos mazas (porque no había más sitio) había un arco largo y un carcaj con flechas. Aquel guerrero sobrecargado portaba un escudo en su diestra y una lanza en su siniestra. Con gran lentitud y un gruñido, se inclinó hacia adelante y dejó el escudo junto a sus acorazados pies. Acto seguido, levantó la visera de rejilla de su casco y entonces pudo ver el grupo lo que ya sospechaban: era Zlatan.
- Ups. Creo que me he pasado cogiendo cosas... - al ver cómo el resto sólo había cogido un par de armas, como mucho, se dio cuenta de que tal vez había sido demasiado avaricioso. Trató de encogerse de hombros, aunque el peso de la armadura se lo impidió - vale, voy a dejar algunas cosas, pero es culpa de Kesten. Nunca le digas a un mediano que algo es gratis...
Se dio la vuelta con dificultad. De hecho, tardó cinco segundos en realizar el giro de 180º, no sin antes agarrar su escudo, y comenzó a caminar como si fuera un pato, con un resoplido a cada paso, y a una velocidad que habría avergonzado a muchos caracoles mientras las espadas que llevaba colgadas resonaban.
Al cabo de un rato, Zlatan regresó con un estoque colgado de su cinto, en su cadera izquierda, un arco corto con flechas a su espalda y una daga en su cadera derecha (amén de otras cuatro escondidas en distintos lugares de su cuerpo). Junto a su piel llevaba un camisote de cuero, pero se había colocado la ropa por encima porque, aunque daba más calor, también le daba más glamour.
- Bueno, ya estoy. ¿Marchamos a la aventura?
Tirada oculta
Motivo: Diplomacia con el guardia
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+9)=20
Tirada oculta
Motivo: Buscar arma interesante y pequeña
Tirada: 1d20
Resultado: 9(+1)=10
Motivo: Saber nobleza (Turio)
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 3(+1)=4 (Fracaso)
Kesten le devolvió el apretón de manos a Zlatan con una sonrisa de cortesía, aunque apáticamente. Observó como los supuestos experimentados aventureros jugeteaban con las armas, y echó un ligero suspiro mientras negaba con la cabeza. Tenían una ardua tarea por delante, ya que no era simplemente una excursión por el campo. Aunque sea, no le había tocado a él ir allí, a unas tierras salvajes y sin ley. Prefería estar detrás de la protección de una gruesa muralla y un ejército profesional. Una vez todo el mundo estuvo servido salió el último de la armería y la cerró con llave. Entonces, por último, se dirigió a los compañeros y les dijo, mientras hacía una leve reverencia.
-Os deseo buena suerte en la empresa que vais a tomar. Que Abadar os guíe.
Posteriormente, se marchó a paso ligero sin dejar lugar a la respuesta. Los compañeros, por otra parte, dieron el primer paso (literal) hacia su más importante aventura.