Partida Rol por web

Yi Fan se ve obligado a tragarse la humillación de su error. No es la primera vez que le sucede, su condición de extranjero en Uldholm le ha causado problemas debido a su desconocimiento de unas costumbres que no conoce. Y como en esas ocasiones, se obliga a si mismo a respirar hondo, calmarse y refrenar la rabia que le llena por dentro.

Trabajo con los Ulds, es cierto. Comienza a explicar con voz queda. Pero al mismo tiempo estoy infiltrado en sus filas y valoro sus fuerzas. Ambos sabemos que en el futuro Uldhom podría decidirse por atacar el norte, y la mayoría de mis compatriotas son demasiado arrogantes como para consiederar a Uldholm un peligro y dedicar un poco de tiempo a a estudiar a sus potenciales enemigos.
Yo soy uno de los pocos que lo hacen...

El Dindavara, ahora con la vista en los lobos, se pregunta si los animales salvajes son capaces de detectar si miente o dice la verdad. Lo que está claro es que si se ha de enfrentar a ellos en combate no tiene casi ninguna posibilidad: Además de la superioridad numérica, sus enemigos están acostumbrados a atacar en manada. Jugarían con él hasta que quedase agotado y después lo rematarían.

Pero ahora he llegado hasta aquí, hasta vuestro territorio, para descubrir la razón de que los Truil hayan dado la vuelta a la guerra y hayan obtenido victorias tan rotundas contra los ejércitos de magos Ulds.

Yi Fan examina con detalle el rostro del cazador de la noche, intentando discernir tras su revelación algún rastro de reconocimiento. Quizás sepa algo de todo esto...

El Truil aparenta entender lo que dices, pero no sabrías decir si su gesto es de reconocimiento de las palabras, de los hechos de los que hablas o de tu táctica para enfrentarte a los Ulds. Pese a no parecer tan "salvaje" como te habían hecho creer, la cultura truil es suficientemente distinta a la didavara como para que no te sea fácil interpretar su rostro.

- ¿Buscas entonces utilizar nuestras mismas tácticas contra los Ulds? - pregunta. - Por lo que sé, los Caras Azules han vencido varias batallas consecutivas...

Te mira no sin cierta suspicacia.

- Pero Dindavara nunca ha sido aliada de los Caminantes de la Noche. Hacemos negocios, sí, pero no colaboraremos contra un enemigo común. Si los Ulds cayesen, es probable que fuerais vosotros los que trataseis de usar vuestro acero contra nuestra gente.

Uno de los enormes lobos camina hacia un lado, flanqueándote sin parar de gruñir. El otro se queda quieto junto al truil, mirándote fijamente con unos ojos que no ocultan su desconfianza.

Clavo los pies en la tierra, con el pomo de la espada en la mano, esperando la reacción de Yi-Fan ante el truil.

Palabras... Yi Fan sabe cómo manejar la espada, no las palabras. ¿Cómo hacer ver a este Cazador de la Noche que no es enemigo suyo? ¿Cómo convencerlo para que no lance a sus bestias contra él?
Si lo que el Dindavara buscaba inconscientemente con este viaje era su propia muerte, pronto parece que va a encontrarla.

Puede que no seamos aliados, pero ¿eso nos convierte en enemigos? Dindavara no es Uldholm, Dindavara no es el Imperio. Mi patria no tiene interés en expandirse hacia las tierras de la noche. Aunque yo, desde luego, no soy un digno representante de mi país, sino un exiliado.

Yi Fan se yergue cuan alto es, desafiante, mientras hace una pausa, eligiendo las palabras con cuidado.

Los Caras Azules han averiguado la manera de anular el poder de los hechiceros Ulds. ¿No han compartido ese conocimiento con los Cazadores de la Noche? Si te interesa descubrir el secreto quizás ambos estemos buscando lo mismo...

Frunce el ceño y se queda quieto un momento, como si agudizase el oído.

- Cierto, no somos enemigos... Pero tus compañeros Ulds sí lo son. Se han parado al otro lado de este desfiladero - su tono se vuelve cada vez más seco e iracundo - y han hecho amago de atacar a uno de mis amigos. Si le hubieran herido habría corrido la sangre.

El gruñido del lobo que se ha separado del Truil es cada vez más audible. Miras hacia él y te das cuenta de que se está moviendo para flanquearte, colocándose de forma que, en caso de combate te podrían atacar por varios sitios.

- Conozca ese secreto de los Caras Azules o no, no es algo que vaya a compartir con un extranjero... Y mucho menos con unos Ulds. - Casi escupe la palabra, que suena como un insulto en su boca. De hecho, es probable que sea un insulto.

- Dad la vuelta, Yi Fan, del Clan Meiren de los Ríos... O tal vez acabes encontrando en los Yermos la muerte que tanto ansías. Denvar, hijo de Fengar no te considera un enemigo, pero si tus compañeros se adentran más en nuestras tierras, la lucha será inevitable.

Con un silbido llama al gran lobo que te rodeaba. Notas cómo el aire se mueve a tu lado y estás a punto de desenvainar la espada para contraatacar, pero el enorme animal pasa de largo. Cuando vuelves a mirar al Truil ves cómo salta por el desfiladero, moviéndose ágilmente entre las piedras.

El otro lobo se queda un poco más, esperando, quieto como una estatua y observándote con una mirada más inteligente que la de muchos humanos que conoces. De repente, se da la vuelta y salta en pos del "salvaje" truil y su compañero, dejándote solo en la boca del desfiladero.

Un silbido se escucha en la lejanía y los lobos corren hacia los lados del camino, desperdigándose entre las piedras y desapareciendo en pocos segundos. El camino de regreso a donde está Yi Fan queda súbitamente despejado.

Martha os mira sorprendida.

- ¡Volvamos! - dice antes de echar a correr. - Esperemos que nada le haya ocurrido a nuestro compañero.

Acelero el paso con la mano en el espadón enfundado, listo para atacar si fuera necesario.

El guerrero Dindavara se queda sólo. Aún más, se siente sólo. Ahora que el Cazador de la Noche y sus aliados lobos han desaparecido, más que alivio, siente añoranza.

No han luchado con armas, es cierto. Pero la conversación ha seguido el esquema de un duelo. Cada palabra, cada frase, cada pausa y cada silencio han estado cargados de un peligro constante. Recuerda las viejas historias que oía en su Dindavara natal, donde esgrimistas pasaban horas estudiándose en silencio, o conversando, o incluso tocando instrumentos musicales juntos, antes de por fin desenvainar sus armas y acabar el combate de forma fulminante. En ocasiones ni siquiera hacía falta: los oponentes habían llegado a conocerse tan bien, que ambos se iban sin combatir ya que sabían de antemano quién iba a ser el vencedor y quién el perdedor, y así lo aceptaban.

Yi Fan acepta pues que el Truil le ha derrotado. Y no se siente humillado por ello, sino honrado de haber podido participar en esta contienda. Jamás hubiera llegado a imaginar que en estos yermos alejados de la luz del Sol encontraría unos adversarios semejantes. Siente incluso, un poco de pena por los ejércitos de Ulds que tendrán que enfrentarse a hombres como el que acaba de conocer... Denvar, hijo de Fengar... Recordará ese nombre.

Sabiendo que está lejos de testigos, Yi Fan se da el lujo de sonreir. Pero sólo es un momento. Después gira sobre sí mismo y emprende camino hacia el otro lado del desfiladero, donde le han dicho que se encuentran sus compañeros de viaje...

Areth atraviesa el desfiladero corriendo. Los lobos han abandonado el camino y se alejan rápidamente entre las rocas y no queda nada que interrumpa el camino. Llega al otro lado con Martha corriendo a su lado, a tiempo para ver a Yi Fan con una sonrisa melancólica antes de volverse hacia el camino.

El guerrero dindavara tiene los ojos manchados con alguna especie de potingue blanquecino, pero de alguna forma sus movimientos parecen tan seguros y confiados como es habitual en él. Desde el ataque de los schenvemlig no había mostrado en ningún momento su habitual actitud serena, apesumbrado por sentirse una carga para el grupo. Sin embargo, en su forma de caminar se puede ver que parece haber recobrado parte de esa confianza que se había esfumado con su vista.

El enemigo de nuestro enemigo, ¿eh? - Digo sonriendo al guerrero dindavara. Pongo mi mano en su hombro y le doy un par de palmadas, contento. - ¿Quién era el truil de la lanza? ¿Un chamán o algo así?

Llego el último al encuentro del dinvara con algún que otro jadeo, no corro tan rápido como el querrero y eso que el porta esa gran espada con pinta de pesar como 1 Alex y medio...

Me alegro de ver bien a Yi y que no haya pasado nada irremediable. Me acerco para darle una palmada amistosa en el brazo, en plan camaradas, pero recuerdo su temperamento retraido y me quedo en un gesto algo extraño con la mano a medio camino, entre saludo y espantar moscas.

- Que bien Yi ¿Que ha pasado?- le pregunto sonriendo.

Apenas ha emprendido el camino hacia el otro lado del desfiladero cuando ante sus ojos aparecen Areth y Martha. El guerrero Uld y la exploradora corren hacia él y, metros detrás surge la figura de Alex Vangrant.

Yi Fan no ve aún a Anguy y Henry, pero supone que no deben de encontrarse lejos. Entretanto, sus tres compañeros llegan a su altura. Ni con todo su autocontrol el Dindavara es capaz de parecer sorprendido y quizás, complacido del reencuentro. Hasta hacía unos minutos pensaba que quizás se encontrasen a kilómetros de su posición cuando en realidad estaban más cerca de lo que jamás llegó a suponer. Incluso puede ser posible que hayan presenciado su encuentro con el Cazador de la Noche, cosa que las palabras de Areth le confirman.

¿Quién era el truil de la lanza? ¿Un chamán o algo así? Le pregunta dándole unas palmadas en el hombro, ante lo cual Yi Fan tuerce el gesto, soportando las confianzas del guerrero Uld a las que no está muy acostumbrado.
Alex también sonríe, preguntándole por lo sucedido.

Yi Fan se vuelve hacia la dirección en la que el Truil y sus compañeros de manada han desaparecido, y entrecierra los ojos.
Es un Truil de los conocidos como Cazadores de la Noche. Responde al mismo tiempo que se pasa la mano por el rostro. Él ha sanado mi visión, y ha decidido no acabar con mi vida a pesar de poder haberlo hecho. No es la clase de salvaje que la propaganda Uld quiere hacer creer que son. Este, es un hombre honorable.

El Dindavara asiente para sí. No me ha considerado su enemigo y me ha permitido irme con mi honor intacto.
Se gira hacia sus tres compañeros. Por tanto, yo tampoco puedo considerarlo mi enemigo. Sin embargo, si persistís en entrar en estas, en sus tierras, la confrontación con él y los suyos será inevitable.

Con un fluido movimiento, Yi Fan se ajusta la hoja Dinda en la cintura. Ya no la necesita usar como bastón.
Como consecuencia, si decidís continuar adelante… no podré acompañaros en vuestro viaje…

No es que no comprendiese el concepto del honor... Simplemente me parecía improductivo. Él sabrá lo que hace... quizá en su tierra es honor. En la mía es cobardía.

Simplemente miro al suelo, intercambiando una rápida mirada con Henry, esperando que él ponga las cosas en su sitio. Discutir sería inútil, menos con un dindavara, y aún menos con mi aplastante retórica. conozco mis límites.

No me puedo creer lo que estoy oyendo, y antes de enrrollarme como sólo a mí me gusta hacer, se lo pregunto.

¿Estás diciendo que nos dejarías seguir adelante sin tí, en esta misión para salvar ciudades enteras o incluso provincias, porque ese salvaje, nadie sabe con que fin, te ha ayudado?- Pregunto con cara de asombro.