Partida Rol por web

La marcha de Eric te deja ligeramente descolocada, pero tienes demasiadas cosas que hacer como para quedarte quieta. Durante las últimas semanas has estado estudiando duramente en el gremio y, pese a que los últimos acontecimientos te han alejado de la biblioteca, crees que es buen momento para mejorar tu posición.

El Gremio de Eruditos y Hechiceros es un hervidero de actividad. La muerte de uno de los Consejeros es el tema del día, y gran número de miembros que habitualmente sólo pasan por aquí cuando hay una asamblea han venido a enterarse de lo que está ocurriendo. Por lo que consigues escuchar, se comenta que Rowan murió de un ataque al corazón, sin duda causado por el estrés de la última semana. Sin embargo, hay un tema que susyace bajo esas conversaciones. Su sucesión.

El número de plazas del Consejo que tiene asignado tu gremio es bastante limitado y cuando una de ellas queda libre se desatan viejas rencillas entre historiadores y hechiceros, entre danzantes de la llama y lenguatormentas. Todo el mundo empieza a apoyar a sus candidatos preferidos para obtener algo más de influencia en el gremio y en toda la política de Uldholm.

Sin embargo, los miembros del Consejo permanecen en silencio. Ha muerto uno de los suyos y ahora mismo parecen concentrados en preparar el funeral del día siguiente.

Consigues encontrar a uno de los maestros de la escuela. Rob Wolfe reside normalmente en Uldnacht y está encargado de las pruebas de los alumnos de la capital que no pueden acudir a la sede principal en Rulfoun. Justo la persona a la que necesitas ver si quieres superar el grado de aprendiz.

- Biza Carkenna - dice cuando entras en su despacho. Casi te sorprende que te conozca. - Me alegra verte por aquí. Había escuchado que estabas estudiando duro en la biblioteca.

Te señala una butaca al otro lado de su escritorio.

- Por favor, toma asiento. - Espera a que te sientes antes de continuar. - Dime, ¿qué puedo hacer por ti?

Biza carraspea, algo nerviosa.

- Erm, sí. Precisamente eso, maestro Wolfe. Creo... -titubea, todavía con los difusos pensamientos sobre su cuñado en la cabeza, y cabecea para apartarlos de su mente- creo que estoy capacitada para avanzar oficialmente en mi aprendizaje. Quisiera que considerara la posibilidad de que... bueno, de que tengo las suficientes capacidades para dejar de ser una mera aprendiz, señor.

Se remueve en el sillón, incómoda, pero casi inmediatamente su brutal autoestima acude en su ayuda.

-  A parte del hecho de que creo que tengo los conocimientos teóricos necesarios, he demostrado que también tengo iniciativa y capacidad de actuar con autonomía.  Y en vista de las lamentables circunstancias que están hoy acosando a nuestro Gremio, yo diría que esas cualidades son bastante valiosas, maestro Wolfe.

El maestro parece quedarse pensativo por un momento.

- Bueno, no es el mejor momento para preparar la prueba de ninguno de los aprendices - dice refiriéndose al luto por el consejero Rowan. - Sin embargo es cierto nuestra escuela ha sido bastante debilitada por las pérdida que hemos sufrido estos últimos días. - Te llama la atención su referencia a la escuela en vez de a todo el gremio, una prueba más de los intereses que has empezado a entrever en los pasillos mientras te acercabas al despacho.

Se queda en silencio un momento más y finalmente asiente.

- Está bien. Llamaré a Merak como representante de Rulfoun, estoy seguro de que él podrá asumir el puesto de Rowan para la prueba de un solo alumno. La maestra Virginia podrá completar el tribunal - añade pensando en voz alta. - Aunque esté preparando la expedición a la Frontera, agradecerá tener otras cosas en las que pensar por un momento.

Se vuelve hacia ti. - Has venido muy decidida. Dependiendo de la prueba que quieras realizar para demostrar que puedes optar al rango de oficial, se podrá preparar antes o después, pero mañana a medio día todos deberemos estar en el funeral de Rowan.

Sabes que hay dos formas de ascender en tu escuela. La primera implica una prueba más corta, pero que requiere mayor preparación. Los maestros realizan distintas preguntas que demuestren los conocimientos teóricos del aspirante. La segunda opción es más sencilla y no requiere ningún tipo de preparación, si bien lleva exactamente nueve horas. Requiere que el aspirante lance el hechizo de sintonización permanente con la escuela. Con algo de suerte, podrás llevar a cabo esa segunda opción hoy mismo, dentro de unas horas, el tiempo suficiente como para que se reúnan los tres maestros y tú puedas pagar las tasas del examen.

- En realidad, puesto que tengo intención de realizar el hechizo de sintonización permanente antes o después, quizá sea mejor idea aprovechar y utilizarlo como prueba para ascender de rango -dice Biza, pensando en voz alta-. Sí, creo que será lo mejor -asiente finalmente, convencida-. Y de todos modos, estaré lista para el funeral, señor -su rostro se ensombrece cuando dice esto último, apesadumbrada.

Cabecea para aclararse la mente.

-Así que en lo que a mí respecta, estoy lista. Cuando quiera, maestro.

La sección de administración del gremio es bastante reducida, especialmente en comparación con el gremio de banqueros, el de constructores o el propio gremio de cultivadores. Te diriges hacia allí para pagar las tasas del examen, tratando de mantener la calma. Sabes que tienes que pasar el examen a la primera, no tanto por el dinero, aunque económicamente no podrías permitirte volver a presentarte, sino por la propia naturaleza de la prueba.

El conjuro que vas a realizar es complejo, son nueve horas recitando palabras con una determinada entonación que te permitirá sintonizarte de forma permanente con tu escuela, nueve horas en las cuales sufrirás una transformación tanto física como mental para hacerte una con las Alas de las Palabras... Nueve horas en las que el más mínimo error puede arruinar todo el trabajo de toda una vida. En el peor de los casos, si fracasas estrepitosamente al lanzar el conjuro, el resto de los hechizos de tu propia escuela quedarán permanentemente vedados para ti. Sabes que es una opción harto improbable, pero no por ello imposible. Te estremeces sólo de pensarlo, pero consigues serenarte.

Sin embargo no es la única opción peligrosa para ti. Conoces algunos hechiceros que llevaron a cabo este conjuro pero no con la perfección que requiere. La transformación física que conlleva surtió efecto sólo en parte y, aunque sus huesos se hicieron tan quebradizos como los de un ave, nunca llegaron a desarrollar las alas que caracterizan a los miembros de tu escuela. Pocos de ellos llegaron a ser oficiales del gremio y, a pesar de poder lanzar conjuros normalmente, se les considera poco más que parias dentro de vuestra escuela.

Tratas de convencerte de que todo va a salir bien y llegas a la parte de administración del gremio. El maestro Wolfe aún tardará un tiempo en reunir al tribunal de tu prueba, pero tienes que hacer las gestiones necesarias para garantizar el cobro de las tasas. Aún así, falta más o menos media hora para el comienzo cuando terminas de hacer los pagos necesarios. Respiras profundamente para tranquilizarte antes de acercarte a la sala donde os reuniréis para la prueba.

Biza suspira, con la cartera bastante menos llena de lo que estaba antes. Bueno, cuando consiga pasar la prueba habrá merecido la pena... y después tendrá que pensar alguna manera de ir consiguiendo más fondos; no piensa ser una oficial toda la vida y desde luego que el dinero no aparece de la noche a la mañana.

No hay nadie a quien quiera llamar, nadie que pueda estar con ella, que pueda dedicarle una palabra amable antes de la prueba. No tiene amigos tan íntimos, o familia tan... familiar. Eric es el único al que querría ver, pero... bueno. La soledad es pesada, pero Biza es independiente y aprecia su espacio.

Todo irá bien. Biza se tranquiliza y trata de pensar en algo agradable, en algo que la motive a esforzarse, a no perder un ápice de concentración a lo largo de estas nueve horas... y la imagen de Eric se filtra en su mente como algo obvio, evidente. No es un incordio molesto ahora; recuerda su sonrisa, su mirada, sus gestos. Pensar en él, en la intimidad de su cabeza, donde no está el gesto malhumorado de Kiba, es relajante y deja un leve regusto a felicidad en ella.

El deseo de que Eric la mire con orgullo, que vea a dónde ha llegado y lo que es en realidad, es un potente motor que la impulsará durante esas nueve horas.

Entras en el edificio del gremio y notas cómo la pesadez del luto en el que estaba sumido hace a penas un par de horas se ha desvanecido o, mejor dicho, difuminado entre los acontecimientos que han ido ocurriendo a lo largo del día.

Por supuesto, la muerte de Rowan sigue siendo la comidilla de la mayor parte de las conversaciones, pero los rumores de la sucesión se han ido extendiendo cada vez más. La mayor parte de la gente asume que será un miembro de tu escuela quien sustituya a Rowan, para mantener el equilibrio dentro de las diversas facciones del gremio, pero es probable que los flamedancers quieran aumentar su influencia.

Por supuesto, todas estas conversaciones son bastante habituales dadas las circunstancias. Vuestro gremio sólo cuenta con cinco miembros en el Consejo y uno en el Senado, así que las posibilidades de optar a uno de esos puestos son suficientemente escasas como para que sea un auténtico acontecimiento.

Pese a todo, escuchas conversaciones sobre otro tema que no deja de sorprenderte. Al parecer, un aprendiz de tu escuela va a realizar un hechizo de sintonización y acaba de pagar las tasas para ascender a oficial. Por un momento te encuentras molesta, pues no son las circunstancias más apropiadas para un ritual de estas características, pero te paras a pensarlo y entiendes que el maestro Wolfe, delegado de la escuela de Rulfoun en la capital, haya accedido a una prueba semejante. De nuevo la pérdida de un maestro y consejero stromtongue ha dejado a la escuela en una situación precaria, así que todo lo que sea engrosar las filas de miembros con voto antes de la elección del nuevo consejero será beneficioso para vosotros.

Esperas impaciente en la biblioteca, dudando por un momento si repasar alguna de las palabras del hechizo, pero decides no hacerlo pues sabes que estudiar a última hora la mayor parte de las veces no sirve para nada. Miras a tu alrededor y notas cómo la gente te observa. Ya se ha corrido la voz de que vas a examinarte y alguno se pregunta por qué has escogido un momento así para hacerlo. Otros parecen tenerlo claro, al fin y al cabo un aprendiz no tiene voto en el gremio, pero sí un oficial y nadie duda de que el maestro Wolfe esté intentando ganar votos para su escuela. Sin embargo la mayor parte de la gente no se preocupa por la política y se centran en el hecho de que vas a realizar tu transformación.

Ves cómo alguno de los nuevos aprendices te mira y sientes su apoyo en la distancia. Al fin y al cabo ellos esperan estar en tu situación en algún momento y salir airosos. Otros te observan como si estuvieses loca y también lo entiendes. Lanzar un conjuro que pueda mutilar tu cuerpo de esa manera o incluso privarte de tu habilidad para hacer magia es una locura al fin y al cabo.

Sin embargo, piensas en Eric. La marcha de tu cuñado sigue fresca en tu memoria, pero es algo que tienes que dejar a un lado para concentrarte.

- ¿Estás lista, aprendiz Carkenna? - La voz del maestro te sorprende. Te giras para ver al delegado de Rulfoun, dispuesto a acompañarte a la sala donde se realizará la prueba.

Ilsa busca a Christian entre el gentío de la Escuela. Se sentía al borde de la desesperación, pero trataba de mantenerse en su fino margen antes de despeñarse. Aún quería permanecer con la entereza suficiente como para jugar sus cartas en este frente. Ya tendría tiempo de la absenta, cuya necesidad sentía en todo su cuerpo como un ardiente deseo que le ardía en las entrañas. Christian parecía próximo a las ideas de Rowan sobre esta guerra en ciernes y si su preocupación por Uldhnach era auténtica, tenía que explotarla.

Biza asiente y le sigue.

El maestro de Rulfoun te acompaña a una gran sala con forma de pequeño anfiteatro. Los asientos exteriores están vacíos, pues se reservan para todos los aspirantes que pretenden graduarse como aprendices, pero dadas las circunstancias extraordinarias del examen tan solo estás tú en esta ocasión.

Frente a ti, en un púlpito elevado, se sientan los tres maestros de tu escuela.

- Biza Carkenna - dice el maestro Wolfe con voz profunda. - ¿Estás dispuesta a dar un paso más en tu aprendizaje, pues ocurra lo que ocurra durante la prueba, siempre nos quedan más cosas que aprender?

Asientes, solemne a las palabras del maestro. Tras tu respuesta, es Merak quien toma la palabra.

- Biza Carkenna - su voz suena igualmente seria, como si se hubiera transformado desde que te acompañó en el pasillo. - ¿Decides decir las palabras de sintonización perpetua con la escuela, aspirando de esa forma a ganarte tus alas?

Nuevamente asientes, recordando mentalmente el conjuro que has de pronunciar. Al hacerlo, la maestra Virginia continúa con las formalidades de la prueba.

- Biza Carkenna. ¿Conoces los riesgos de fallar ese conjuro y, pese a todo, decides por propia voluntad asumirlos para obtener tu rango?

Se te hace un nudo en la garganta, pensando en las consecuencias del fracaso. Inspiras con fuerza y asientes nuevamente.

El maestro Wolfe inclina la cabeza imitando tu gesto. - Sea entonces. ¡Qué comience el conjuro!

Se hace el silencio a tu alrededor mientras notas cómo la magia surge del maestro Wolfe, alterando el aire de la sala para aislar los sonidos del exterior que podrían llegar a desconcentrarte. Respiras un par de veces tratando de calmar los latidos de tu corazón, sabiendo lo que te espera durante las próximas 9 horas.

Encuentras al consejero en su despacho, hablando con la consejera de la escuela de los flamedancers, Yael.

- ¡Ah! Ilsa... - dice cuando te ve aparecer. La mujer se echa a un lado y se vuelve para mirarte. Durante un instante ves un brillo de rencor en sus ojos que te recuerda al resplandor de una llamarada. Sin embargo te observa sin decir nada.

- Pasa, por favor - dice Christian señalando una silla junto a la consejera. Entras en su despacho, mirando a la mujer con seriedad, tratando de deducir si realmente has imaginado el gesto que has visto en su mirada. Al fin y al cabo, prácticamente no la conoces de nada. Sin embargo su rostro se ha convertido en una fachada impenetrable.

- ¿Qué deseas? - Pregunta con voz cansada. Ha sido un día largo para él, casi tanto como para ti misma, desde que os encontrasteis esta mañana en casa de tu maestro.

Concentrada, aislada del mundo, Biza comienza la cantinela. Las palabras, musicales, se encadenan unas a otras como una melodía que solo las mentes entrenadas alcanzan a destrenzar.  Cada sílaba es un paso más hacia el triunfo o hacia el fracaso, hacia la modificación total del cuerpo y la mente o hacia quedar convertida en una paria. 

Mientras la mente consciente trabaja afanosamente en hilar las hebras del tapiz perfecto que le permitirá acceder a la verdadera comprensión de su escuela, el subconsciente de Biza se aferra a lo conocido, al consuelo que da calma. Sensaciones evocadas, recuerdos sutiles de Eric -su voz, su olor, sus gestos- tranquilizan durante el proceso a Biza sin que ella misma se dé cuenta, ocupada como está en no cometer errores.

Nodos de magia brotan en la espalda de Biza, desplegándose poco a poco como una grabación a cámara rápida de un brote desarrollándose. No duele, apenas se siente más que un cosquilleo desconcertante; pero cuando todo termina Biza tiene dos alas de cisne. El primer pensamiento al terminar, el pensamiento absurdo que siempre ronda los momentos vitales de la existencia, le hace preguntarse cómo va a poder dormir ahora, o si podrá mirar por encima del hombro. Pero la sensación primaria es más compleja que esa, más absoluta: es de triunfo. Un triunfo glorioso sobre su propia voluntad.

Ilsa se queda completamente fuera de juego. Su intención era, evidentemente, preguntar por la inesperada alianza entre Yael y Porter. Sin duda la situación en el interior del Consejo era demasiado compleja para juzgarla desde fuera, pero en la reunión del día anterior no se escuchó ninguna voz discordante. Eso, Ilsa, no lo podía simplemente dejar pasar. Pero pensaba utilizarlo precisamente para presionar a Christian. Con ella delante, eso se convertiría en un enfrentamiento que tan solo una maestra debía evitar.

-Me ha sorprendido la decisión del Gremio de aceptar en el día de hoy la realización de un ritual. ¿Podría conocer el objeto de esta precipitación?

Yael la había mirado de ese modo porque culpaba a Ilsa de la muerte de Rowan y con razón. Eso significaba que Christian la había puesto al corriente. Ilsa no podía hacer nada para evitar ese odio, porque lo compartía sobre sí misma.

-Hola, Consejera Yael, lamento que nos tengamos que encontrar en días tan aciagos. Dice Ilsa con su máscara, con su fachada, con su muralla cada vez más erosionada y frágil.

Es Yael quien contesta tu pregunta en vez de Christian.

- Sin duda el maestro Wolfe está preocupado por la pérdida de un Consejero de vuestra escuela. - Dice no sin cierto sarcasmo. - No creo que tardemos más de 3 ó 4 días en elegir al sucesor de Rowan y supongo que ha decidido que el golpe que han sufrido los lenguatormentas es mayor includo que el del gremio, así que querrá contar con todos los votos posibles para vuestra escuela cuando llegue el momento.

Se encoge de hombros, como si esa decisión no tuviera nada que ver con los danzallamas.

- Por otro lado, ya conoce a la joven Carkenna. Es tan impetuosa que siempre me arrepiento de no haberla reclutado para nuestra escuela. Si estaba decidida a sincronizarse con las Alas de las Palabras, ni siquiera una negativa de un Consejero le hubiese impedido hacerlo.

¡Biza! ¿Cómo no se te había ocurrido? Bueno había estado estudiando bastante las últimas semanas, pero sabes que si está lanzando el ritual de sincronización con tu escuela tendrá que pasar nueve horas encerrada recitando los entresijos del conjuro. Recuerdas cuando tú lanzaste ese hechizo en Rulfoun, con otros estudiantes a tu lado, Merak entre ellos, y Rowan observando desde el púlpito del jurado.

Niegas con la cabeza, desechando tus pensamientos. Ha sido un día largo y Biza no terminará su hechizo hasta la mañana siguiente. Mientras tanto, tú deberías dormir un poco.

Ilsa se sentía algo frustrada por la velocidad a la que se movían los acontecimientos a su alrededor. Por la mañana Biza iba por las alcantarillas en dirección a la casa de Rowan, según dijo Zorya. No era imposible que se hubiera encontrado con Christian. ¿Habría visto el cadáver del maestro? En cualquier caso puede que Christian sugiriese esta jugada. Además Porter consideraba a Yael como una aliada. Y ahora tenía una letra de cambio por suficientes monedas como para contratar un ejército.

Tenía que descansar. Después de despedirse de los Consejeros, moviéndose lentamente entre la multitud que colmaba la casa del Gremio, salió por la puerta principal y sin dilación levantó el vuelo hacia la casa de Zorya.

Merak extiende sus alas marrones, similares a las de un águila real.

- Enhorabuena, Oficial Carkenna - dice con una sonrisa. Te das cuenta de que es la primera persona en llamarte con tu nuevo título. Oficial. Ya no eres una simple aprendiz y todas tus horas de estudio en la biblioteca han dado al fin su fruto. Por un momento te preguntas qué sentiría tu padre en ese momento, siempre preocupado por que sus hijas alcanzasen por si mismas un lugar importante en la clasista sociedad de Uldholm.

Los tres maestros se acercan y te felicitan por tu éxito. El maestro Wolfe se pone frente a ti y te quita el alfiler de aprendiz de tu gremio, sustituyéndolo por un alfiler de plata símbolo de los oficiales. Virginia te trae un vaso de agua y te das cuenta de que estás realmente sedienta. Tras nueve horas hablando sin parar, modulando la voz para entonar los complicados entresijos del conjuro, tienes la boca completamente seca.

- Todos hemos pasado por eso... - afirma Merak mientras bebes con ansiedad. Virginia rellena el vaso cuando lo terminas, y vuelves a vaciarlo de un solo trago. - ¡Pero ahora es hora de ir a dormir! 

Calculas la hora cuando lo dice. Deben ser alrededor de las 5 de la mañana y dentro de unas horas tendréis que volver al cementerio para el funeral de Rowan. Estás agotada después de todos los acontecimientos del día, pero también excitada por los cambios en tu cuerpo, deseando volar por primera vez sin necesidad de lanzar un conjuro, de estirar tus nuevas alas y sobrevolar la ciudad.

- Muchas gracias -responde Biza con la voz tan rara que no se la reconoce. La garganta le escuece ligeramente y pese a los dos vasos de agua tiene la lengua como un estropajo.

Pese a todas las catástrofes que han acontecido al gremio, Biza no puede evitar sonreír, exultante, pletórica. Son las cinco de la mañana y está agotada; lo mejor que puede hacer es volver a casa, darse un baño, posiblemente beberse otro,  tomarse un café bien cargado y comer algo. Además tendrá que ponerse algo apropiado para el funeral.

Está algo mareada, pero aún así acepta las felicitaciones de los que la rodean con franqueza y alegría, aunque hablando lo mínimo. El cosquilleo de marcharse y probar sus alas le quema las manos, así que cuando la educación lo permite, se despide de los que la rodean.

- Les veré en el funeral -añade con seriedad-. Ahora si me lo permiten, necesito refrescarme.

Tras dar las gracias y aceptar las felicitaciones de los que la rodean, sale del Gremio. Respira el aire fresco de la noche y extiende las alas... la sensación es extraña, anómala, aunque agradable. Piensa que ha perdido peso y se ríe de su propia broma. El sabor del triunfo en su boca es intenso y no va a desaparecer con facilidad. Dejando escapar una carcajada de felicidad echa a volar en dirección a su casa, orgullosa de sí misma y sabedora de que su padre se hubiera sentido igualmente orgulloso.