Partida Rol por web

Dohko, Shaka y Saga en sus respectivas casas del Santuario, protegiendo su templo como siempre. Primera hora de la mañana...

Estás en tu templo sagrado de Libra. Hace relativamente poco que te has levantado de la cama, pues aún es muy temprano. Tranquilamente, con la armadura puesta, y paseando por la sala principal del templo de Libra, te encuentras absorto en tus pensamientos, cuando percibes unos inesperados pasos que resuenan en las paredes de tu casa. Quien quiera que sea, viene a un riitmo relajado, aunque camina con decisión.

No esperabas a nadie, y no era usual que nadie se adentrase en tu templo a una hora tan temprana, sin avisar primero. Sea lo que fuese, no iban a tratarse de buenas noticias, eso seguro.

Estás en tu templo sagrado de Géminis. Hace relativamente poco que te has levantado de la cama, pues aún es muy temprano. Tranquilamente, con la armadura puesta, y paseando por la sala principal del templo , te encuentras absorto en tus pensamientos, cuando percibes unos inesperados pasos que resuenan en las paredes de tu casa. Quien quiera que sea, viene a un riitmo relajado, aunque camina con decisión.

No esperabas a nadie, y no era usual que nadie se adentrase en tu templo a una hora tan temprana, sin avisar primero. Sea lo que fuese, no iban a tratarse de buenas noticias, eso seguro.

Estás en tu templo sagrado de Virgo. Hace relativamente poco que te has levantado de la cama, pues aún es muy temprano. Tranquilamente, con la armadura puesta, y paseando por la sala principal del templo, te encuentras absorto en tus pensamientos, cuando percibes unos inesperados pasos que resuenan en las paredes de tu casa. Quien quiera que sea, viene a un riitmo relajado, aunque camina con decisión.

No esperabas a nadie, y no era usual que nadie se adentrase en tu templo a una hora tan temprana, sin avisar primero. Sea lo que fuese, no iban a tratarse de buenas noticias, eso seguro.

Los primeros rayos de sol hinundaban el Templo de Géminis. Saga estaba solo recordando la gran batalla contra Hades y preguntándose dónde estaría ahora su hermano Kanon, cuando percibió el lejano sonido de unos pasos que se acercaban lentamente a la sala principal donde se encontraba.

"¿Quién será? Nadie suele acudir a mi Templo tan temprano. Algo debe haber sucedido en el Santuario."

El Caballero dio unos pasos hacia delante, colocándose en el centro de la gran sala, mientras miraba fijamente hacia la puerta. No había percibido ningún cosmos penetrando en la Casa, lo cual le hizo mantenerse alerta. Portaba el casco de su Armadura en la mano izquierda, pegado a su cintura, aguardando espectante al inesperado visitante. Los pasos sonaban cada vez más cercanos y casi le parecía vislumbrar una silueta al fondo del pasillo.

De pronto, una sombra que te resulta vagamente familiar se aparece ante ti, y una suave voz trata de mostrar que no es un enemigo, sino un amigo.

-Tranquilo, Saga, soy yo, Shaina- por fin se aparece ante ti, con su armadura puesta, lo que implica que está de guardia.

Shaina, al igual que el resto de caballeros de bronce y de plata, formaban parte de la guardia del santuario, encargados de vigilar que no sucediese nada extraño, y de protegerla en caso de una amenaza que no fuese lo suficientemente importante como para convocar a los doce santos dorados. La cabeza de la guardia era ella, Shaina del Ofiuco.

-Siento molestarte a estas tempranas horas- te dice, deteniéndose al llegar ante ti- Pero tengo algo muy importante que decirte. Vengo por orden de Atenea.

Se queda en silencio por unos instantes.

¿Cómo pueden osar perturbar la paz del santuario cuando ni siquiera me ha dado tiempo a meditar? Veamos quienes son y qué desean.

Sin romper mi rutina habitual me acerco a mi rincón de meditación, adoptando la posición del loto y cerrando los ojos. No entraré en trance hasta no saber quién viene y qué desea de mi.

-¿De Atenea? ¿Ha sucedido algo?

Saga se aproxima a Shaina impaciente esperando una respuesta. La tensión comenzaba a notarse en el rostro del Caballero, quien inmediatamente trató de recobrar la calma.

"Algo terrible ha debido ocurrir para que Atenea envíe a la capitana de la guardia a mi Templo. Pero no debo permitir que la inquietud me domine. Soy un Caballero de Oro, no es propio de mí dejarme llevar por el temor.

Saga se sitúa frente a Shaina, a escasos centímetros de ella, contemplando fijamente la máscara que cubre su rostro, cuando ella empieza a hablar.

Un tempranero ruido de pasos rompe mi concentración en los ejercicios matinales.

No esperaba a nadie y nunca espero visitas tan temprano. 

Me concentro en detectar el ritmo de los pasos, noto como son pasos decididos.

Parece que ha pasado algo fuera de nuestra normalidad, ¿pero será bueno o malo?

Espero levantado y mirando hacia la dirección en la que vienen los pasos a mi invitado.

De pronto, una sombra que te resulta vagamente familiar se aparece ante ti, y una suave voz trata de mostrar que no es un enemigo, sino un amigo.

-Tranquilo, Shaka, soy yo, Shaina- por fin se aparece ante ti, con su armadura puesta, lo que implica que está de guardia.

Shaina, al igual que el resto de caballeros de bronce y de plata, formaban parte de la guardia del santuario, encargados de vigilar que no sucediese nada extraño, y de protegerla en caso de una amenaza que no fuese lo suficientemente importante como para convocar a los doce santos dorados. La cabeza de la guardia era ella, Shaina del Ofiuco.

-Siento molestarte a estas tempranas horas- te dice, deteniéndose al llegar ante ti- Pero tengo algo muy importante que decirte. Vengo por orden de Atenea.

Se queda en silencio por unos instantes.

De pronto, una sombra que te resulta vagamente familiar se aparece ante ti, y una suave voz trata de mostrar que no es un enemigo, sino un amigo.

-Tranquilo, Dhoko, soy yo, Shaina- por fin se aparece ante ti, con su armadura puesta, lo que implica que está de guardia.

Shaina, al igual que el resto de caballeros de bronce y de plata, formaban parte de la guardia del santuario, encargados de vigilar que no sucediese nada extraño, y de protegerla en caso de una amenaza que no fuese lo suficientemente importante como para convocar a los doce santos dorados. La cabeza de la guardia era ella, Shaina del Ofiuco.

-Siento molestarte a estas tempranas horas- te dice, deteniéndose al llegar ante ti- Pero tengo algo muy importante que decirte. Vengo por orden de Atenea.

Se queda en silencio por unos instantes.

-Nada grave, o eso creo. No obstante, me ha pedido que informe a los caballeros más poderosos del santuario que se personen ante ella- te dice, devolviéndote la mirada tras la máscara- Eso te incluye a ti, Saga, cosa que no creo que te sorprenda.

Con un gesto de cabeza te indica que la sigas.

-Os está esperando. Vayamos al Partenón sin perder el tiempo. Ella os dará el resto de indicaciones.

Al mismo tiempo que la incertidumbre se hacía presa de él, Saga no pudo ocultar un gesto de orgullo al escuchar que Atenea le reconocía como uno de sus más poderosos Caballeros. Ciertamente él era consciente de su poder y el alcance de su cosmos y de que podría derrotar sin esforzarse mucho a gran parte de los Caballeros de Oro, pero oír que Atenea pensaba en él como uno de los mejores y más dignos de confianza era el mayor elogio que podía recibir. Intentando que Shaina no notase la tensión que le producía el hecho de ser convocado al Partenón junto a Shaka y los demás, respondió con su tranquilidad habitual:

-Bien, Shaina. Vayamos en seguida.

Mientras pronunciaba estas palabras, pensaba para sí:

-"Quizás Atenea no haya querido alarmar a Shaina, pero convocando a los Caballeros de Oro... algo muy importante ha debido suceder.

Mientras esperaba a ver si Shaina abandonaba su Templo para partir ante la presencia de la diosa, recordó sin poder evitarlo imágenes de la batalla contra Hades, como luces que se encendían y apagaban en su mente.

-"No debo alarmarme. Hades fue derrotado junto a todos sus Espectros. Es imposible que él, al igual que Poseidón, puedan ser la causa de esta llamada. Sin embargo, ¿por qué no puedo evitar sentir esta inquietud?

 Desde que tiempo atrás había traicionado a Atenea presa de su locura y ambición, Saga había sentido una inmensa necesidad de demostrarle a ella y a todos los demás Caballeros que era digno de llevar la Armadura de la Justicia y estaba siempre pendiente de cada movimiento de Saori preocupado porque, si a ella le sucedía cualquier cosa, él acudiría el primero para salvarla. Todos estos pensamientos acudían a su mente veloces como el rayo mientras miraba la inexpresiva máscara de Shaina. Sin más reservas, se dispuso a caminar tras ella para abandonar juntos la Casa de Géminis.

Al poco llegáis al Partenón, templo de Atenea. Pentetráis en su lujoso recibidor, y paseáis sobre la abultada alfombra rojiza que conduce a una imponente puerta tras la que se encuentra Saori. En esa misma estancia, se halla la gigantesca estatua de Atenea, famosa en todo el mundo.

Shaina abre la puerta que conduce a la cámara de Saori, y te cede el paso, cerrando la puerta tras tu entrada. Aún debe acudir a buscar a los otros dos caballeros que la Diosa le ha solicitado que convoque, así que parte a cumplir su misión.

Entras en la sala, a paso tranquilo, y te acercas al trono de Saori, en donde se encuentra sentada, sujetando el báculo de Niké.

-Veo que eres el primero en llegar, Saga- dice la protectora del santuario- Esperaremos por los otros dos. Supongo que aún no sabes por qué te he mandado venir. Os lo confesaré cuando tus compañeros se presenten aquí. 

"Me pregunto si tendrá alguna sospecha de a quién he convocado esta mañana" se pregunta, sin moverse ni un milímetro de su erguida posición en el trono, un trono que por otra parte ocupaste cuando usurpaste el cargo de Patriarca, en un tiempo que tras tantas batallas parece extremadamente remoto, y que sin embargo sucedió hace relativamente poco. El regresar al Partenón hace que antiguos y desagradables recuerdos fluyan en tu mente, recordando que en más de una ocasión trataste de asesinar a la muchacha que ahora se muestra frente a ti.

Shaina...

Su voz, relaja mis sentidos al saber que está de guardia, pero algo en su tono me hace fruncir levemente el ceño. Sus últimas palabras confirman mi preocupación:

- Y debe ser importante para que Atenea te envie a esta hora. Habla Shaina. ¿Qué desea Atenea de mi ? Mi voz suave no deja traslucir emoción alguna, aunque la curiosidad es fuerte.

Cuando Saga penetró en los aposentos de Atenea y la vio sentada en su trono, le invadió al mismo tiempo un sentimiento de orgullo, por ser llamado ante la diosa, y de incomodidad al estar frente a la que en otro tiempo había traicionado. Se acercó al trono, se arrodilló unos segundos, con gesto de respeto y sumisión, y después se levantó. De pie frente a ella, se puso tan erguido como pudo, apretando aún el casco contra su cintura para adoptar una postura seria e imponente digna de un Caballero del más alto rango.

Cuando Saori habló, trató de mirarla a los ojos, como hacía siempre con todo aquel que se encontraba en su presencia, pero inmediatamente su vista se apartó fijándose en el suelo. Atenea, la única persona en el mundo ante la cual Saga no era capaz de mantener la cabeza alta, la única cuya mirada se mantenía siempre por encima de la suya. Ni siquiera ante los Caballeros Dohko de Libra o Shaka de Virgo se sentía en inferioridad ni incapaz de mirarles fijamente a la cara, pero Atenea... Desde que Saga había recobrado la cordura tras haberla traicionado trece años atrás tratando de asesinarla para usurpar su lugar, un sentimiento de culpa más grande del que nadie pueda imaginar le invadía. Tras las palabras de Saori, Saga respondió:

-Bien, Atenea.

-"Dos Caballeros más... Sin duda entonces habrán sido convocados Dohko de Libra y Shaka de Virgo, o tal vez Mu de Aries. Atenea está mucho más seria de lo habitual, ¿qué será lo que tiene que decirnos y por qué solo a nosotros tres? Quizá quiera encomendarnos algún tipo de misión. Sin embargo, si es así, es extraño que envíe a los más poderosos del Santuario. No sé, hay algo que no encaja en todo esto...

Saori se mantenía en silencio y la espera por los dos que faltaban parecía hacerse eterna. ¿A qué se debía esa actitud en ella? No era normal como tampoco lo era el que mantuviese una postura tan erguida y distante en su trono, pero Saga, como uno de los más grandes Caballeros de la Orden que era, sabía que su deber era mantenerse quieto y callado a la espera de que la diosa se dirigiese a él. 

-Nada grave, o eso creo. No obstante, me ha pedido que informe a los caballeros más poderosos del santuario que se personen ante ella- te dice, devolviéndote la mirada tras la máscara- Eso te incluye a ti, Shaka, cosa que no creo que te sorprenda.

Con un gesto de cabeza te indica que la sigas.

-Os está esperando. Vayamos al Partenón sin perder el tiempo. Ella os dará el resto de indicaciones.

Muevo la cabeza hacia Shaina. Me parece una pérdida de tiempo salir del santuario para lo que sea. Atenea es consciente de que puedo escucharla donde estoy.... Un ligero suspiro escapa de mis labios, mientras pienso que las maneras de la diosa no terminan de agradarme.

Pero no seré yo quien la contraria.

- Vayamos entonces. Cuanto antes salgamos, antes podremos volver.- procuro disimular la leve irritación, mientras sigo a Shaina.

Al poco llegáis al Partenón, templo de Atenea. Pentetráis en su lujoso recibidor, y paseáis sobre la abultada alfombra rojiza que conduce a una imponente puerta tras la que se encuentra Saori. En esa misma estancia, se halla la gigantesca estatua de Atenea, famosa en todo el mundo.

Shaina abre la puerta que conduce a la cámara de Saori, y te cede el paso, cerrando la puerta tras tu entrada. Aún debe acudir a buscar a otro do caballero que la Diosa le ha solicitado que convoque, así que parte a cumplir su misión.

Entras en la sala, a paso tranquilo, y te acercas al trono de Saori, en donde se encuentra sentada, sujetando el báculo de Niké.

Ante ella, se encuentra tu compañero, el santo dorado de Géminis, posiblemente, junto a ti, el otro caballero más poderoso de entre todos los existentes.

Shaka penetra en el templo de Atenea, en donde ya os encontráis la Diosa, y el caballero de Géminis.

Saga y Shaka se colocan uno junto al otro.

-Casi estamos todos- os dice- En breves instantes os comentaré el motivo de mi llamada.