Partida Rol por web

El tiempo pasa muy lentamente cuando deseas que algo suceda. Y eso es precisamente lo que os estaba pasando. Sentados en los asientos del Ford mirabais sin descanso la puerta del hotel, pero vuestros compañeros no aparecían por ningún lado.

Como demostró el ingenioso invento que Wood había colocado en la puerta nadie había entrado en vuestras habitación. Tal vez no les hubiera hecho falta, razonásteis, DiCaprio pudo preguntar por vosotros y al saber que os habíais ido no perdió el tiempo en registrar vuestras habitaciones.

Todo lo rápidamente que pudisteis recogisteis todos los objetos personales, metiéndolos dentro de vuestras maletas y cargados como burros, bajasteis corriendo por las escaleras como alma que lleva el diablo. Sabíais que no podíais perder ni un segundo de más o la policía se os echaría encima. Pero en el hall del hotel encontrasteis algo que dio al traste con vuestras ansias de rapidez.

Parapetado tras el mostrador está el mismo recepcionista atento de siempre, pero en estos momentos  lleva una escopeta entre sus temblorosas manos con la que os apunta.- ¡¡¡Arriba las manos!!! - Os dice en cuanto os tiene a tiro.- Vais a quedaros donde estáis hasta que llegue la policía a aclarar el asunto de los robos de bancos. ¡No os mováis!

- No sea idiota buen hombre.- La voz de Steffan era melosa a pesar del nerviosismo y la urgencia por salir de allí cuanto antes.-Usted no tiene nada que ver con esos matones. Sí, ellos no son lo que parecen. Pertenecemos al ejército de los Estados Unidos de América, joder. ¡Ahora no tenemos tiempo para explicarnos! Iban armados hasta los huesos y nos atacaron. Deje que la policía haga su trabajo pero no se entrometa. Salga de aquí y vaya con su familia. ¡Rápido!- Desde luego Highway tenía más pinta de matón que Steffan, a pesar de las manchas de sangre. Sabía que era una situación desesperada y que sería prácticamente imposible convencer al tipo, pero si al menos ganaba unos segundos para que Highway pudiera hacer algo...

—Esto me da mala espina...Alguien que no llame la atención debería acercarse a echar un vistazo—mientras decía la última frase su mirada se desvió hacia Roderick. No había que ser muy inteligente ni una experta en infiltraciones para darse cuenta de que llamaría menos la atención que dos amputados y un herido.

La mención al ejército de los Estados Unidos hace que el hombre que os está encañonando titubee un poco y baje el arma un segundo. Por cómo actúa, os parece que el recepcionista no está muy ducho en estas situaciones.

¿Y por qué no dijeron eso antes?- pregunta volviendo a levantar el arma hacia vosotros. - No. DiCaprio me ha contado otra cosa sobre ustedes. Así que esperarán aquí con las manos levantadas mientras dejamos hacer su trabajo a la policía.- Pero aunque sus palabras no parecen indicarlo, notáis como su voluntad disminuye a cada segundo que pasa.

Steffan fue avanzando unos paso a medida que el recepcionista parecía más inseguro.

- No se deje engañar y haga lo que le digo. Deje a los profesionales todo este asunto- Lanzaba nerviosas miradas hacia Highway a medida que trataba de acercarse a la puerta de salida. ¿Qué demonios hacían los demás que no ayudaban?

Roderick captó rápidamente el significado de la mirada de la mujer, por nada del mundo deseaba entrar en aquel maldito hotel, aquello de volver a por el equipaje había sido un tremendo error, lo más prudente sería salir de allí sin mirar atrás... denuevo el eco de la mujer gritando su nombre volvió a él, si arrancaba el motor del coche y se llevaba con él al herido, a Dhapne y a Claypole dejando a su suerte a los otros dos, los gritos no cesarían de atormentarle.

- ¡Maldita sea! Vamos a morir todos... - bajó del coche dando un portazo al salir y se encaminó corriendo hacia el hotel en busca de sus compañeros.

-Lewis. Ponte al volante, aguanta sin desmayarte y prepárate para salir pitando.- dijo Derek para agregar unos segundos después mientars recargaba paranoicamente su pistola -Esto no me gusta. Nada.-

Al ver al recepcionista con la escopeta apuntándoles, Highway se enfureció. Y cuando estaba a punto de cargar contra el tipo, Steffan habló con él. Al principio pareció que entraba en razón, pero al momento volvió a apuntarles con el arma.

Harto de la situación y sin tiempo que perder, el sargento dio un paso adelante mientras le decía muy seguro de sí mismo.

- Mire aprendiz de cow-boy, lo que le ha dicho mi compañero es cierto. No voy a detenerme pues la vida de unos niños está en juego. Pero lo que es seguro es que si al final dispara, cerciórese de que me mata. Pues como no sea así, yo le juro que me lo cargo con mis propias manos, como cuando mataba alemanes a cuchillo en las trincheras francesas de la gran guerra. No es usted un matón ni un asesino, así que baje el arma y déjenos pasar.

Y sin parar se dirigió hacia el recepcionista mirándole fíjamente con su sempiterna cara de malos humos.

Sin dejar de correr recorriste los últimos metros que separaban el coche de la puerta del hotel y entraste como una exhalación.

El recepcionista se amedrentó con las últimas palabras de Highway y durante un segundo pareció bajar el arma, decidido a no jugarse la vida por intentar hacer lo correcto. Pero justo en ese momento apareció Craven por la puerta, sumando una nueva amenaza y haciendo recordar al recepcionista todas las mentiras que le había contado DiCaprio sobre vosotros.

E hizo lo más razonable en esa situación, disparar contra el asesino sediento de sangre que se le acercaba con aviesas intenciones. El hombre no había disparado aquella escopeta ni ninguna otra arma de fuego en toda su vida, pero a aquella distancia parecía imposible que su disparo pudiese fallar.

El disparo resonó por toda la recepción y aunque Highway intentó esquivar los perdigones, la boca de la escopeta estaba demasiado cerca de su estómago como para que aquella maniobra fuese mínimamente posible.

La sangre de Highway salpicó toda la recepción cuando la mayoría de sus órganos internos reventaron, cayendo sobre el mostrador como un saco y la cara del hombre que había acabado con su vida, se convirtió en una mueca de horror al darse cuenta de lo que acababa de hacer.

El recepcionista dejó caer la escopeta al suelo, segundos antes de doblarse por la mitad y expulsar sobre la moqueta el contenido de su estómago.

Craven salió disparado hacía el hotel y segundos después escuchásteis un nuevo disparo de escopeta. ¿Qué demonios habría pasado para que Wood volviera a hacer uso de tan mortal arma?

Parecía que la herida no iba a ser problema después de la cura rápida que me había hecho Roderick.
Ya estaba más tranquilo y me iba recuperando poco a poco del susto cuando Roderick decidió volver a entrar a ver que sucedía con los demás.
A Derek se le ocurrió que yo me pusiera al volante y me encontraba a punto de decirle que no me parecía una buena idea que yo manejase el vehículo cuando se oyeron los disparos de una escopeta. No hizo falta que Derek me lo repitiera. Sin acordarme del dolor del hombro me subí rapidamente al asiento de conductor y arranqué el coche esperando que salieran de una vez de aquella maldita casa.

-Pero qué coño pasa ahora.- dijo Derek al oír el disparo mientras sacaba la mano armada por la ventanilla del coche y agregaba -Lewis, vamos a la misma puerta del hotes a recogerlos a todos.-

Aunque Derek no había conducido un vehículo en toda su vida no le resulto difícil arrancar el automóvil de DiCaprio. Incluso a ojos de Daphne y Derek, parecía que ya lo habría hecho con anterioridad, ya que sin dar ni un solo tirón, pegar ningún frenazo y sin que se le se calara condujo hasta la puerta del hotel, donde esperabais encontrar a vuestros compañeros.

Pero no había rastro alguno de ellos.

El cuerpo del sargento yacía ya sobre el suelo completamente sin vida y su sangre tenía la moqueta con una mancha que se hacía más grande cada segundo que pasaba.

Es duro ver morir a un compañero, a un amigo. No pasabais por esto desde Francia, hacía ya más de cuatro años. A vuestra cabeza llegaron imágenes de la trinchera, de compañeros muertos por una bala perdida en la cabeza mientras hacían guardia, de piernas reventadas por la onda expansiva de los disparo de mortero enemigos y de soldados asfixiados por el gas mostaza.

Esas imágenes os dejaron unos segundos fuera de combate. Highway se había ido para siempre y ahora os tocaba a vosotros decidir si acabar con la vida de su asesino o echar a correr para huir de la policía local ahora que aún teníais tiempo.

Cuando Roderick entró en aquel maldito hotel, lo último que había esperado presenciar era aquello... por alguna razón el que hacía tan sólo unas horas atrás se mostró tan amable con ellos había terminado por hacerse con un rifle y amenazar a sus huéspedes. El capellán sólo fue consciente de que el recepcionista reaccionó de la peor manera posible cuando él entró en el recibidor.

- DIOS- fue lo único capaz de pronunciar cuando escuchó la detonación y vió caer como un muñeco roto a Highway. Roderick se quedó apollado en la pared con el rostro desencajado por la sorpresa y el horror que le produjo el espectáculo de su compañero el cascarrabias, muerto, envuelto en el charco de su propia sangre.

- RODERIIIIICKKKKKKK.... ROOOOODEEEEEEERIIIIIIIIICK...- la voz de la mujer volvió a sonar en su cabeza... sangre... había sangre por todos lados...- ROOOOODERIIIIIIIIIIIIIIICK.

El capellán comenzó a sudar copisamente y tratando de apartar el desgarrador grito de la mujer que sólo él escuchaba se abalanzó sobre el recepcionista y lo agrarró por el cuello.

- ¡¡¡ASESINO!!!- la furia del capellán se adueñó de él insuflado por el aterrador grito que retumbaba en su cabeza- ERES UN MALDITO ASESINO!!!- estalló al tiempo que le propinaba un puñetazo.

- Señor Wood... vámonos- le dijo tras dejar tumbado al recepcionista y avanzar hacia su otro compañero, tenemos que irnos- le rogó con los ojos acuosos- El Señor lo ha acogido en su seno- dijo refiriéndose al fallecido- pero debemos irnos

Si no hubiera sido por Roderick, Steffan no hubiera podido reaccionar a tiempo. Sin poder ni parpadear, ni asimilar lo que había pasado, blanco como la leche,  cogió su equipaje y salió corriendo de aquel infierno teñido de rojo. Habían perdido a uno de los buenos.

El pobre recepcionista estaba demasiado turbado por lo que acababa de hacer para ver llegar el poderoso puño directo a su mandíbula, que lo dejó inconsciente.

Compungidos y llenos de dolor salieron del hotel, dejando el cuerpo del sargento allí tirado. No era lo mejor que podían hacer por aquel buen hombre, pero en esos momentos debían preocuparse por otras cosas y si se quedaban un segundo más en aquel lugar lo más probable es que acabaran como él.

Fuera les esperaban sus compañeros dentro del Ford T del teniente DiCaprio.

Al cabo de pocos minutos Craven y Wood salen del hotel, en sus caras compungidas y en sus ojos acuosos supisteis que algo había salido mal dentro de la recepción del hotel.