Partida Rol por web

-Te lo juro- de rodillas en el suelo cojo la mano de Camila. -Será mi propia sangre desde hoy-

De rodillas en el suelo cogiendo la mano de Camila escucho sus palabras, antes de girarme hacia los demás presentes -¿No es suficiente con que hayan derramado la más noble de las sangres de Roma? ¿Además hay que escuchar sus fanfarronadas y amenazas?.. ¿Tengo que coger yo una espada y vengar este sacrilegio? A que esperáis para imponer la justicia de Roma ante esos bárbaros-

Los guardias salieron como cucarachas por todos lados, tanto por la puerta del balcon poniendo los escudos como proteccion a los patricios presentes. Como abajo saliendo tanto a rodear a Brinda y Alia como yendo de frente contra los gladiadores. UNo de ellos incluso fue a la mesa de las armas y empezo a retirarla.

Los miraron a todos los gladiadores con ganas de que hagan un gesto. Herius estaba en la arena y como si fuera a comprobar algo apuñalo al cadaver desde la espalda al corazon.

Los guardias que estaban en el balcon se le quedaron mirando a Elia. "Los atacamos?" pregunto uno el mas tonto.

Mientras otro guardia igual de avispado pero mas viejo recordo a espartacus. "Por la domina!!!" grito y se mando solo con un par que lo siguieron a empujar con los escudos a los gladiadores y porque no al Doctore.

Titus... Sigue caminando, Livia, ven aquí también

El instructor no dijo nada más, debian obedecer si querian seguor vivos, había mucho que aclarar y mucho que ver, necesitaba preguntarle a sus pupilos si habían notado algo raro en Spurius, por que el no lo había hecho.

El guardó su espada, pero mantuvo la mano sobre la empuñadura, incluso ante aquella agresión que recibió el cuerpo de su gladiador, levantó la mano para calmar a sus aprendices y no hicieran algo de lo que se arrepintieran.

Más los guardias quería evitar una revuelta, pero a la vista, parecía todo lo contrario.

Al doctore no le costó nada frenar a los hombres que hacian una carga idiota contra el.

Jefe de la guardia Herius, diga a sus hombres que no ataquen, pues mis gladiadores están desarmados y al parecer no sabían nada de lo ocurrido, más mi preocupación está centrada en el estado de domina, ese hombre está muerto y ya no nos puede brindar información de por que lo hizo, y luego el castigo hubiera sifo crucificarle...

Miró a sus guerreros, tanto hombres cómo mujeres haciendo que la atención de los romanos fuera a el y no a los que se encontraban a espaldas del galo.

En el momento que clavo la daga y la saco la suelto, antes incluso de que lleguen los guardias, antes incluso de la palabra del Doctore. Agacho la cabeza y me levanto.

Me dirijo hacia dónde está el resto de gladiadoras, esperando para ver que pretenden hacer. Si nos llevan hacia las celdas, y a menos que Alina o el Doctore digan algo en contra, me dirigiré pacíficamente hacia allí.

Supongo que esto va a complicarlo todo mucho más, veremos qué consecuencias tiene. Camino cabizbaja y pensativa: esto no ne va a facilitar las cosas, está claro.

Miro a Titus negando con la cabeza.

- Ahora no es el momento, hermano.

Nada más terminar de hablar vio como aquellos guardias cargaban contra ellos, por lo que la germana se quedó un poco detrás del Doctore mirando al resto.

- Sigamos caminando, no caigamos en su juego.

Dijo mientras caminaba de espaldas, sin perder de vista a los guardias, a sus hermanos y a sus hermanas. Especialmente a Ikateria, pues creía que quizás podría ser la más impulsiva y esperaba que no cometiera el error de ir contra aquellos estúpidos guardias. 

Se colocó también de forma que ninguno de los tres guardias que habían cargado contra ellos pudieran tocar o empujar a nadie más y si ella debía llevarse los golpes de aquellos escudos es lo que haría. 

Los guardias no dejaron que ni Brinda ni Alina se fueran de donde estaba el muerto. Ni se acercaran a los demas. Parecia que estarian separadas por el momento. Con Herius ahi cerca mirandolas, al menos hasta que hablo el doctore por lo que se marcho.

Mientras Livia no estaba mejor aunque se puso del lado de los Patricio tambien fueron guardias contra ella dispuestos a sujetarla.

Tenía las bolas llenas, había dado una orden y no fue cumplida, al esclavo que debían poner de ejemplo crucificándolo había recibido una muerte rápida e indolora, quizás Camilia había sido una completa idiota, después de todo, al no poder poner las cosas en orden desde un comienzo ni tener en mente otra cosa que conspiraciones y demás. 

Matar esclavos inocentes o desobedientes no me haría más rico ni más popular ni mucho menos feliz matando mujeres, sean gladiadoras o no. Podría envainar la espada pero daba un efecto dramático empuñarla pese a que la amenaza ya fue eliminada.

Observo el cadáver de Camilia, la verdad es que me asombra verla allí tirada en el suelo. Me hubiera gustado verla morir de placer y no de esa forma pero no hay mal que por bien no venga. 

Observo a Alitas de Pollo, Faustus Donicus, mi futuro cuñado, sus reacciones y demás. Observo a Memmia Donicus, mi Prometida, buscando lo mismo y luego a Gallio Italicus, el General, con quien ya no podré tener una alianza a través de la Gens Donicus pero que quizás la amistad nos siga uniendo. Pienso en el sufrimiento para Flavius Carvilius Donicus, mi gran amigo y colega Senador. En el pobre huérfano Manius Atius.

Pienso en las palabras de los otros senadores y en todo el panorama general de éstos hechos fortuitos, después de todo Spurius me había hecho un favor gordo. Quizás de entregarse se le hubiera golpeado un poco y torturado, aunque nada grave, pero le podría haber dado bastante dinero como para huir y comenzar una nueva vida como alguien libre, después de todo, se lo debía.

Titus, me agradaba ese sujeto, tenía bolas, aunque era ruin que amenazara así a una mujer, Livia, una gladiadora a la que respetaba. 

- Gallio frater aduersus hostes atque in hac die fatale tibi gladium consilium semper. Scio dolorem posse nubes et odio animus tuus non hic fortasse in modo verum est de se, ne cui parceretur, nec punire, innocentes. Aspice illos ad cultro timet et excrucior. Nisi forte putant ultus interfectorem dominae consideraverit quod accepturi omnes. Saepserat Livia, oportet accipere ea libertate et de illa loqui praesens.

Dramáticamente ha llegado el momento de envainar la espada y ayudar a Gallio a ponerse de pie y yo quedar en el centro de la escena como alguien misericordioso y benévolo, tal como lo era en la realidad pero ahora magnificado. Debía verme como la Gloria de Roma y toda su Magnificencia hechas carne. 

La romana exhibe una mueca enfurecida y retadora en dirección a aquel que había pedido su sangre y apunta con la espada en su dirección un instante en clara señal de reto antes de que los soldados entrasen. Si iba a decir algo, en aquel momento decidió guardárselo para si y arroja la espada al suelo cuando los soldados hacen su entrada, alzando las manos en señal de rendición esperando que los guardias la alcanzaran, pues vio que no les iban a dejar juntarse, prefirió no hacer ningún movimiento que pudiera malinterpretarse y deja que los soldados la prendan si esas son las órdenes que tienen.

En el proceso, Livia no deja de echar miradas a los gladiadores allí reunidos, y también al doctore, para ella la situación era bastante clara y aquella amenaza mortal destinada a su persona junto con las reacciones de Duilius y Soenya habían sido de lo más esclarecedoras. Tan solo se confirmaba lo que llevaba tiempo pensando. Mejor así, ya estaban las cartas vueltas, al menos casi todas, tal sólo había unos flecos por aclarar, pero probablemente se acortarían por sí mismos.

La mirada de Livia se eleva de golpe al palco al escuchar las palabras del senador Mario y aprieta los dientes. No parece muy alegre por esta sentencia o más bien, petición. Si no estaba ya bastante jodida, la perspectiva de obtener un premio esta tarde sólo haría que acrecentar sus posibilidades de morir degollada esta noche en su celda. Tal vez el senador, aun en su benevolencia, podría haber tenido la picardía de exponer sus ideas en privado con el domine. 

Sea como fuere, ya estaba hecho, las palabras habían sido pronunciadas y ahora pesaban como una losa. Si, como una losa del cementerio.

Alina vio todo como si el tiempo se hubiera ralentizado y todo se moviera lentamente.

La lanza de Brinda volando desde la mano de Spurius y clavándose en la Domina.

Brinda lanzándose sobre el gladiador y clavándole una daga en el cuello, Spurius cayendo.

Quedó boquiabierta y no supo qué hacer. Finalmente sus pulmones recuperaron el aliento y se le escapó un grito.

—¡¡Noooo!!

¿Por qué tenía que pasar aquello? Habían conseguido terminar el combate sin muertes. Todo había salido bien y ahora esto.

Se acercó a Spurius y se agachó a su lado, manchándose las sandalias con la sangre que manaba desde su herida, aunque sabía que no había nada que hacer.

Miró el cuerpo inerte con infinita pena y le dirigió la misma mirada a Brinda.

Se puso de pie y apoyó una mano sobre el hombro de su hermana de armas, agachando la cabeza abatida, casi sin percatarse del caos desatado a su alrededor.

Sabía que quizás ambas morirían muy pronto. Quizás los Domini no creyeran que no habían estado de acuerdo con Spurius.

Escuchas las que podrian ser las ultimas palabras de Camilia y la respuesta de Elia

Carmila: "Jurame que cuidaras a Manius." comento ella cuando se acerco la patricia. "Ese el favor que te pido." dijo remontandose a la promesa anterior.

Elia: -Te lo juro- de rodillas en el suelo cojo la mano de Camila. -Será mi propia sangre desde hoy-

Pero tambien notas como el prometido de ella, Gallio sonrie con una maldad que te helaba la piel aunque su expresion cambio rapido. 

Notas dos cosas que te llaman la atension.

Una es que el prometido de Camilia sonrie con maldad al ver la muerte de tu amiga, obviamente se apresura a cambiar de expresion. Pero en ti hay una idea de que dejo que esto pasara, ni la defendio y ahora ni se arrodilla ante ellos.

La segunda es como la acompañante del sacerdote de marte parece hacer un rezo que ni él parece notar o tal vez lo ignora. No escuchas sus palabras pero no parece latin y la mira fija a Carmila.

Escuchas las que podrian ser las ultimas palabras de Camilia y la respuesta de Elia:

Carmila: "Jurame que cuidaras a Manius." comento ella cuando se acerco la patricia. "Ese el favor que te pido." dijo remontandose a la promesa anterior.

Elia: -Te lo juro- de rodillas en el suelo cojo la mano de Camila. -Será mi propia sangre desde hoy-

Herius se habia movido hacia el doctore mirando de mala manera a los soldados que atacaron. "Estupidos de mierda." susurro por debajo, seguro siendo escuchado por los guardias y por los gladiadores cercanos.  "Soldados tranquilos. Bloquenlos pero no ataquen aun." comando el hombre.

"Tus gladiadores galo. Tu los entrenaste, acaso para asesinarnos?!" acuso con voz mas alta. "Yo recien empiezo aqui y hay mucho que debo modificar galo. Cual es tu excusa?"  le pregunto sin temer el gran tamaño del galo. Diciendo algo mas para ellos.

"Deja de mirarte con la rubia que se nota mucho que cogen putos salvajes." le susurro con rabia el hombre solo para el galo, aunque de nuevo quienes estaban cerca podian oir tambien.

"Porque no dices que aganche la cabeza y deja que me la pongan?" pregunto Titus al cual Duilius sintio muy cerca, no estaba para nada contento, Drust lo acompañaba en sentimiento y tal vez es por lo dicho por herius o mas bien por lo anterior.

"Acaso hay miedo romano?" decia mirando hacia Herius. Probocandolo pero no diciendo lo que adivinaban que pensaba, que era que si los entrenara para matar ya lo estarian. Pero por otro lado, miro a Livia quien ya no era romana y ahora parecia ser una mujer libre o ir en ese camino.

Mientras tanto en el balcon habian guardias defendiendo, dificultandole la vista a cualquiera que quisiera ver que pasaba desde abajo. Pero para quienes estaban ahi podian ver unas cuantas cosas.

Las sirvientas de Camilia se encontraban ahi indecisas sobre que hacer, aunque una sugirio traer a la egipcia por lo que la sirvienta Marcia fue por ella corriendo.

Fausto no fue con su prima pero si con su hermana, Mario noto como la fue metiendo rapidamente para adentro con un abrazo. Mientras ella te miraba a ti expectante, mas tras tus palabras. 

Quien parecio tardar en reaccionar fue Gallio que miro a todos y cada unos antes de dar un vistazo en la arena. Pero volvio con los que estaban en el balcon.