Partida Rol por web

Me uno a las opiniones afirmativas con un asentimieto de cabeza. Al menos no será un combate a muerte

No estaba viendo un combate rápido. Esperaba ver más sangre, de una manera más ... contundente y rápida. No estaba siendo un combate entretenido, ya que escuchaba a una de las "domina" planear otros combates, por si "los invitados se aburren". Apretó lo dientes.

- Eso es lo que más odio, que seamos...marinetas en un foso que ni si quiera entretine. ¡Necesita ver la sangre propia corriendo para divertirse! Pensó para si, pensando que un tajo en el cuello seguro le sería algo "entretenido". - No quieres sangre ... Pues así tienes la que necesitas, la tuya propia ¡PUTA! Pensaba para si, pensando que lo más útil para todos sería montar una revuelta y escapar de aquí.

Empezó a odiar a esa loca.

A pesar que Alina usara toda su fuerza con su golpe el gladiador parecio no retroceder sino quedandole mirandole con ira. No podia saber lo que charlaban los patricios pero los veia distraidos como si supieran que esa pelea estaba terminada. No lo permitiria.

"Aun no he muerto. El cesar no tendra nuestra cabeza hoy!" grito para todos los presentes.

Los patricios se encontraban juntos entre ellos pareciendo charlar algo pero el grito de Spurius les hizo ver. Entre ellos Camilia vio de nuevo al lugar tras asentir a los demas. Observaba no impaciente como otros sino divertida.

"Muestranos que nuestros años entrenandote no han sido en vano." dijo con su voz mas alta pero sin gritar, auqnue los demas abajo podrian escucharla.

Entonces se fijo en las guerreras atadas. "Mientras ustedes prueben que lo viejo debe ser reemplazado por lo nuevo. Asi siempre ha sido la vida." comento alentando mas a las mujeres.

¿De verdad piensas que el combate no está acabado? pregunto mirando al gladiador, ante la evidencia de que él ya ha sangrado mientras nosotras estamos indemnes.

Luego me preparo y lanzo un nuevo ataque, pero todavía preparándome para detener un posible contraataque suyo. Ni siquiera me importa lo que estén diciendo a mi alrededor, mi concentración está centrada en la pelea.

Spurius trato de empujar la lanza de ella a un costado pero no fue lo suficiente rapido por lo lo que recibio un daño mas al costado de su cuerpo, una fuente mas de donde salio sangre. Eso lo volvio a hacer gruñir pero no se detuvo atacando con la ferocidad que tenia a Brinda.

Quienes veian el combate casi parecia un duelo entre ella y el gladiador, con Alina tirando un o que otro ataque acertado.

Veo su ataque acercándose, y temo que mis palabras de antes puedan jugar ahora en mi contra. Sin embargo no puedo retroceder, y debo confiar en que Alina reaccione y conecte un buen golpe que termine el combate, o lo acorte al menos.

Pongo la daga de forma que pueda parar nuevamente su ataque.

Brinda y Spurius intercambiaban golpes y, por suerte para ellas, parecía que Spurius se estaba llevando la peor parte. La efectividad de los ataques de Alina sólo llegaba a entorpecer ligeramente los esfuerzos del gladiador, cuando deberían estar decidiendo el encuentro. Su corazón no estaba en el combate y eso las ponía a ambas en peligro.

El arma de Spurius era de largo alcance. Quizás pudiera hacer algo para anularla.

Se agachó y cargó sobre él, con un salto, intentando derribarlo y sujetarlo en el suelo, para que Brinda pudiera asestar un golpe decisivo.

El ataque del gladiador no llega y de repente siente como le chocan de costado tirandolo al suelo donde ve el cielo con un rostro lleno de lastima. "Maldita mujer." decia por lo bajo aunque ninguna de ustedes dos sentia que se lo decia a ustedes mientras reposaba en el suelo.

En ningun momento hizo la señal de rendicion, "Dejenme pararme con mi arma y morir de pie..." empezo a pedir pero su tono bajo aun mas solo para ellas.

Apretó los dientes con fuerza mientras se apartaba ligeramente, fuera de la vista de quienes estaban arriba, ocultándose ligeramente para golpear con rabia la pared. Quizás los gladiadores, las gladiadoras y el doctore fueran los únicos que contemplarían aquel gesto de rabia e impotencia. 

Tras unos segundos regresó de nuevo a su posición anterior para terminar de contemplar aquel combate, aunque conocía ya cuál iba a ser la respuesta del palco y por mucho que dijeran y pensaran, aquel había sido un combate amañado para que el gladiador muriera ante los ojos de sus amistades, sin importarles lo más mínimo el negativo efecto que eso iba a tener en el resto de gladiadores y de algunas gladiadoras, pues dejaban claro que nada importaba el tiempo que pasaras allí, para aquellos repugnantes seres solamente eran juguetes.

Los ojos de la germana hervían con rabia, apretando sus puños hasta hacerse ligeras marcas sangrientas. 

Observaba el triste espectáculo con ganas de tener infinitos repollos podridos para arrojarlos a la arena, sí, estaba desilusionado y quizás harto de tanta teatralidad, vana y barata.

Deseaba poder fingir aplaudiendo o dando vítores pero no, me era imposible. 

¿Qué clase de objetivo buscaba la prima?

No comprendía lo que deseaba.

Era quizás una pésima junta.

Miro hacia el palco, negando con la cabeza. Sé cuál será el veredicto, pero aún así lanzo una mirada a los patricios que tanto me aclamaron al principio, buscando que se apiaden de Spurius.

Los latigazos, este combate, ¿acaso no es suficiente castigo? ¿Qué pudo hacer tan grave para merecer esto? Sé de sobra cuál será la respuesta de la domina, pero también sé lo que haré en ese momento.

Miro al gladiador, apuntándole con la lanza. No te has rendido. Igual te perdonarían la vida. ¿Qué pudiste hacer tan grave para tal castigo?

La romana se ha quedado sola en la grada ahora que Horatius se había ido y sentía aún las miradas cargadas de odio de los demás gladiadores pero ahora ya se mostraba indiferente a ellas, tan solo tenía ojos para el combate y, de vez en cuanto, para Soenya e Ikateria, expresando una calma que parecía esconder muy bien los pensamientos de la romana.

Este era su juego, el de la apariencia, resultaba más fácil jugarlo desde la grada que desde la arena, aunque las prioridades eran muy diferentes cuando uno se hallaba en según qué lado de las maderas. Cuando el hispano cayó, Livia supo que el combate había terminado y su mirada pasa de la arena a Soenya, manteniéndose de pie con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión que, por su frialdad, sin duda podría enfurecer al brioso corazón de la germana, pero no era esa la intención. 

Después de comprobar la alteración de su lider y del resto de los esclavos sus ojos se alzan y se clavan en el palco, concretamente en la domina aunque sus ojos se cruzan una y otra vez con los de los demás patricios.

La romana busca intercambiar una mirada con Elia, discreta pero firme, le dedica un asentimiento con la cabeza, parece una reverencia o tal vez una promesa de lealtad pasara lo que pasara ahora.

Es un contacto breve, pero intenso,  Livia aparta rápidamente la mirada de la sacerdotisa pues no era conveniente que la detectaran mirándola de aquella manera tan directa. No tanto temía la reacción de los otros gladiadores como de otros patricios o los soldados.

Indudablemente, Livia encuentra la mirada de el sacerdote de Marte con sus azules ojos brillantes de excitación y pasión, aunque es difícil decir si su alteración viene dada por el derramamiento de sangre o por la visión de él mismo en el palco de las autoridades. La romana se muerde el labio inferior sin perder el contacto visual con Mars y su mano viaja hasta la marca de su cuello, con discrección pero sensualmente y las puntas de sus dedos viajan hacia abajo, recorriendo su cuerpo en un gesto aparentemente distraído pero muy meticuloso en su forma.

Pasan largos instantes de sostenimiento de mirada hasta que la romana vuelve su vista a la arena y luego a la domina, parecía esperar su veredicto como todos.

La mirada de Mars se clava en la de Livia cuando está mira el palco y a el. Sosteniéndola mientras está toca su cuerpo.

El sonríe y se muerde el labio. Con intensidad su lengua se relame. Mientras se ve bajo su toga la guerra levantarse en pie. En su mano lleva el cordón que acaricia entre sus dedos suave.

Se nota deseo y además confianza en la romana como si fuera a pasar algo. Y tuviera esperanzas en ella.

Me giro y comento  a la pareja prometida, la domina Camilia y su futuro esposo a la vez en susurro para que el resto no me escuche.

Me agrada la luchadora de piel oscura, ha demostrado fiereza y ha seguido a marte en sus palabras y con su lanza. Si se hace una lucha más cuanto me costaría follarme en un trio a la morena y la ganadora de la lucha entre la germana y la romana?-​​​​​​-pregunto a ambos