Partida Rol por web

Me paro de inmediato cuando escucho a Soenya, aunque quizá me sorprende más la dureza de sus palabras. Vamos a ver, por muy bien que lo haya aprendido, el latín no es mi lengua materna. Y antes comentaron que íbamos a entrenar con la lanza, pero lo que me señala es un tronco como los que usábamos para hacer leña en mi aldea.

Sin embargo, antes incluso de que pueda acercarme para corregir mi error, la romana gladiadora se mete en medio. Tranquilas digo a ambas, ha sido un error por mi parte. Había oído hablar del pilum como un arma romana y pensé que entendía mal el nombre, pero ahora me doy cuenta que hablaba de una cosa distinta. Te pido disculpas, Soenya, por mi error digo al tiempo que me agacho para coger el pesado madero y ponerlo como inficó la germana. Esto sí va a ser un entrenamiento en fuerza y resistencia.

Y gracias por tu intervención, Livia. Ahora si me disculpáis, iniciaré el entrenamiento que la veterani ha determinado que necesito digo, empezando a correr intentaré ver algo del combate, pero dudo que con este peso pueda hacer otra cosa que no sea resoplar.

La rubia les ordenó recoger una madera y Alina se sintió algo más aliviada. Recoger madera era algo con lo que estaba familiarizada. Era mucho menos preocupante que empezar blandiendo las armas como las demás.

Cuando se acercó al madero, de pronto la rubia se puso a gritarle a la negra y luego la romana le gritaba a la rubia y Alina se quedó a un costado, mirando a una y a otra, intentando traducir sus palabras y entender por qué se habían enfadado. 

Al parecer Brinda había cogido algo que no debía.  

Se hizo a un costado, temerosa de intervenir. Estas mujeres tenían un carácter muy fuerte y era mejor no decir nada que empeorara las cosas. 

Finalmente la morena cogió el madero y se puso a correr ágilmente por el lugar.

Alina se agachó y cogió el pesado objeto de la manera que había visto hacerlo a la germana. Se le resbaló y trató de sujetarlo mejor. Después de un par de intentos, consiguió ponérselo sobre el hombro y sus rodillas se doblaron bajo el peso. 

Resoplando por el esfuerzo, comenzó a caminar con pasos medidos, para evitar que el madero se le cayera. No sabía cuánto podría aguantar sin tener que arrojarlo al suelo, pero iba a hacer su mejor esfuerzo. No quería quedar mal frente a aquellas poderosas guerreras.  

Estaba claro que se estaba divirtiendo ahora con lo que ocurria, Livia y Soenya discutían, casi suelta una una risa, pero se contiene muy a duras penas, incluso así, llega a mover un poco las comisuras de sus labios tratando de controlarse.

-Suficiente vosotras dos, volved al entrenamiento ahora-

Miró a Brinda que iba a paso redoblado cómo una yegua desbocada, corriendo al galope con un enorme peso en sus hombros, y luego vio a Alina, que parecia costarle horrores el paso, despues de que se le fuera al suelo el palum un par de veces.

Brinda, ritmo de a pié, Alina, no te olvides de respirar, y evita que caiga la carga de tus hombros-

Dijo el galo con extrema seriedad, esperando que se hiciera caso a sus palabras.

Miró a la romana con seriedad y frialdad, casi parecía otra persona y su aire agresivo era más que patente.

- Livia, lo primero de todo... No olvides que ahora yo soy la líder. Tu perdiste ese privilegio por tu impulsividad y no saber estar. Y tu tampoco tienes la última palabra ya. Aunque la hayas ganado ni siquiera tienes la marca aún, así que aún estás por debajo de mi. No vuelvas a hablarme así o se terminó el ayudarte a que te dejen entrenar de nuevo en la arena. 

Suspiró sin dejar de mirar a aquella mujer orgullosa, aquella que aún no sabía que ahora ya no era nada y que aún a pesar de sentirse y ser romana para estos no era más que un animal más.

- Si piensas que me refería a que la golpeara a ella, es que has pasado demasiado tiempo entre papeles y la falta de ejercicio y sol ha afectado a tu cabeza  pues parece haber olvidado el uso que le da el doctore al látigo en la arena y eso es lo que le pedí que hiciera con Brinda. Ahora, ve y coge el arma para comenzar el entrenamiento.

Volvió mirar a Brinda con seriedad aunque si expresión era más calmada que con la romana.

- Gracias, a la próxima no te centres tanto en las palabras y fíjate en lo que haga pues traje el Palum mostrándonos cómo hacerlo... Ahora, ten cuidado de no lastimarte y regresemos a nuestro trabajo.

Tras mirar a Brinda miró a Alina con mucha más calma y tranquilidad.

- Poco a poco Alina, bien. Con ello lograrás ganar fuerza y músculo. Ten cuidado y no te sobreesfuerces, no queremos que te dañes, ¿verdad? 

La miró con una calmada sonrisa aunque sus ojos y su expresión seguían con aquel aire peligroso y agresivo.

Con las armas en sus manos las movió para entrenar sus muñecas y se colocó a la espera de que sus dos compañeras decidieran moverse.

Entre resuellos, Alina se esforzaba por mantener el enorme madero sobre sus hombros.

El Doctore le dijo que no olvidara respirar y no lo dejara caer.

Alina lo miró de reojo y asintió nerviosamente. No creía que fuera posible olvidarse de respirar y era muy evidente que todos sus esfuerzos estaban puestos en no arrojar al suelo aquella cosa, por lo que se preguntó si se estaba burlando de ella. 

Soenya le aconsejó que se lo tomara con calma, pues no querían que se lastime. 

Alina la miró y se percató de que, a pesar de que sus palabras sonaban tranquilizadoras, sus ojos parecían indicar que seguía furiosa. Sólo esperaba que no fuera con ella.

Asintió, esbozando una sonrisa forzada

—Yo... no querer... lastimar... tampoco.

Continuó caminando, respirando y exhalando profundo, con el rostro ruborizado por el esfuerzo.   

La romana se cruza de brazos y se queda mirando a la germana un instante, baja la voz para que el comentario quede entre ellas:

-​​​​​-Recuerda que esto no es un privilegio...es tu castigo, lo veas o no.- dicho esto le palmea el brazo a la germana y sonríe con un gesto de alivio de la situación, como si no quisiera darle mayor importancia y pasar por alto sus amenazas.

Se aparta de ella y del doctore para ir a la panoplia de las armas y escoge una vara, lo más parecido a una lanza que podían usar en el entrenamiento.

-Ikateria, veamos de qué estás hecha.- dice en divertida actitud provocativa.- vamos a ver qué tan mal me han sentado las vacaciones.

Sonrío a Alina con calma.

- Lo sé, y yo tampoco quiero que te lastimes. No te fuerces y hazlo hasta donde puedas.

Tras eso regresó su vista a Ikaterina para ver si tomaba las armas y aún así, no perdía de vista a Brinda y Alina por si necesitaban ayuda o veía que podían lastimarse. Lo último que quería era una gladiadora más lesionada. 

Estas mujeres hablaban y hablaban. Parecían verduleras, en lugar de luchadoras. No estaba claro si es que les gustaba discutir o es que no se tomaban en serio lo de entrenar. En su tierra, la gente, para demostrar su fuerza levantaban enormes piedras y troncos, tiraban de bueyes, o incluso se daban tortas, vendándose las manos, pero, no hablaban. 

- Igual esa es una de las razones de tanta lucha, de que no hablasen. Pero a Ikateria le daba sinceramente igual; el luchar le permitía agotar un poco del odio que sentía, ya fuera atenazándolo con la emoción de la lucha, o mitigándolo con el dolor de la paliza que acababa de soportar. Cualquiera de las opciones le era de ayuda, ... pero hablar no.

La romana enarbola con cierta difcultad la vara entre las manos, haciendo unas pruebas con ella, practica lanzadas al aire como si uno de los extremos tuviera un lado puntiagudo, aunque no era así. Sus movimientos carecían de la habitual firmeza pero aún podía arrear un buen estacazo. Tal vez Livia se teme un mal resultado pues su gesto es algo alicaido pero concentrado.

Se vuelve hacia la hispana y Soenya, apoya un extremo de la vara en el suelo y sostiene la madera contra su cuerpo, palmeando un poco las manos con arena para mejorar su agarre. Entonces se da cuenta de que Ikateria no ha cogido armas aún:

-¿Vas a luchar con las manos desnudas? A mi me da igual, pero no te lo recomiendo.- dice y su mirada rueda hasta Soenya, esperando por su reacción.

Miró a Ikaterina levantando una ceja y suspirando.

- Ikaterina, indiqué que cogieras algún arma... Realmente, si deseas enfrentarte a nosotras con las manos desnudas yo no soy quien para negártelo - Miró al Doctore por si él tenía algo que decir - Pero estarías enfrentándote a dos contrincantes armadas... Y quizás estés en desventaja.

El peso del madero se empieza a hacer sentir a medida que avanzo. Siempre fui así, más explosiva que resistente, pero no dejaré que esto me derrote.

Cuando el doctore me dice que vaya a ritmo de a pie, dejo de correr y empiezo a avanzar a un ritmo más relajado. Que no por ello es menos dificultoso.

Consigo llegar a la altura de Alina y observo como lleva el pilum. Sujetando el mío con una sola mano por un momento, empujo un poco más arriba el suyo.

Ahí puedes hacer más fuerza con los músculos del pecho y te será un poco más fácil. Ánimo, demuestra tu fuerza, si no de cuerpo al menos de carácter.

Luego me quedo a su lado, intentando seguir su ritmo para animarla y que vea que puede hacerlo igual que yo.

Ika miraba las espadas, pero no le apetecía lo más mínimo pillar un arma de mentira. Miró a Soenya con desdén, como si no fuera con ella eso de entrenar allí. Sacudió la mano, como espantando una mosca, haciendo que las palabras de la instructora se disiparan en el aire como la peste de un pedo mal oliente. Aún así, cerró el puño derecho, esperando a un mentón que sufriera su impacto.

Livia no puede evitar reir y termina empuñando su lanza presta para el combate:

-Muy bien, creo que hasta yo te he entendido, hispana. Vale, vamos allá.-  dice la romana después de su carcajada, mirando de reojo a la germana, pensando en si ir primero a por la bárbara uno o a por la bárbara dos.

Mira con cierta frialdad y seriedad a Ikaterina.

- Bien, como quieras... Si no sabes seguir indicaciones y prefieres ir desarmada, adelante.

La germana se posiciona con ambas armas, una posición fija, firme y estable y ella ya sabía quién iba a ser su objetivo... 

La hispana esperó a que la guerrera de turno cargase contra ella. Desviaría el ataque como mejor pudiera y luego haría algo para que la atacante tropezase y se desplomara, mordiendo el polvo.

- Y si cuando pase puedo meterle el nudillo en las costillas ... mejor.

Le cambió el rostro. Estaba de modo revelde y había cambiado al agresivo. Tenía ganas de nudillos y sangre, y este parecía que sería un buen momento.

"Mira Elia, ya empieza la pelea." dice mirando a las tres mujeres. "Yo que pensaba que la germana era la mas salvaje pero al parecer mi primo me regalo una peor." comento en broma a su amiga.

"Apuestas por alguna? No descartes a la herida, tal vez se muestra mas lista que las otras dos." le dice aunque se ve que mira con mas atension a las mas salvajes.

-¿Apostar? No sabría decirte.. De acuerdo, apuesto por la romana.. ¿Que quieres jugarte?-

Vuelvo mi atención a la incipiente pelea. Parece que la mañana se anima y habrá alguna distracción que merezca la pena. 

La germana continuó alentándola y le recomendó que se esforzara hasta donde pudiera.

Hasta donde Alina podía, eran varios minutos atrás. En ese momento ya estaba intentando sacar energía no sabía de donde y estaba sorprendida de no haberse ido al suelo ya con palum y todo, pero mirando la facilidad con la que la mujer morena cargaba el peso, no quería dar el brazo a torcer y quedar como una debilucha ante todas.

Brinda le llevaba tanta ventaja que se le puso a la par luego de darle una vuelta entera al área de entrenamiento. La ayudó a acomodar mejor el peso y le recomendó que usara su pecho y demostrara la fuerza de su cuerpo o de su carácter.

Alina sintió que el madero quedaba un poco más cómodo sobre su hombro y se envaró, siguiendo el consejo de Brinda, con el esfuerzo reflejándose en su rostro enrojecido y sus brazos temblequeantes.

—Gratias Tibi —le agradeció con un hilo de voz.

Livia, Soenya, enseñenle a la hispana cómo se hacen las cosas en el ludus.

Dijo con cara de poker, la arrogancia debía see castigada y no pondría pega alguna en el combate.

Brinda, Alina, dejen el ejercicio para observar una batalla que se aproxima a una de verdad.

Estaba claro que el conflicto es inevitable.