Partida Rol por web

"Al final la griega fue la unica que parecio no ignorarme." comento la mujer sonriendo amistosamente aunque algo mas forzado. “Sere su Domina, para quien no saben significa que sere su dueña.” aclaro mirando a todas aunque mas a la germana.

“Por lo que espero que me saluden y cuando les hablo que no se queden hablando entre ustedes como si no existiera. Como hizo su compañera.” comento a todas, incluso a la griega que por el momento parecia haberse ganado algo de respeto.

Dicho eso se sento mejor en su litera dejando de mirarla como si la conversacion habria terminado. “Y si lo que dicen es correcto. Aunque les falta aprender mas de su nueva vida.” comento al final antes que mandara a avanzar a su ludus.

Con esas ultimas palabras empezo el viaje hacia el nuevo hogar de todas. Cominar con la cadena sin duda era dolorosa pero no habia posibilidad de descanzar en ese momento con algunos guardias tirando de las cadenas que conectaba a todas y otros apurandolas con armas detras.

Rapido tuvieron que acostumbrarse de nuevo a estar todas conectadas en sus pasos. Con la germana imponiendo el ritmo por ser la que estaba mas adelante. La caminata fue larga pero al final llegaron a un Domus, a una casa que era propiedad de los romas que pudieran pagarla en general los mas ricos de la ciudad. Ahi donde entro la que ahora era su dueña.

Con una nueva orden las metieron adentro, entrando por la puerta principal y llegando a uno de los salones del Domus. El lugar ya desde su entrada mostraba un lujo que ni Livia habia vivido antes. El corto pasillo que llevo a las cuatro hasta el salon se encontraba decorado por estatuas de anteriores dueños y dibujos que mostraban los dias de glria del lugar.

Esos dibujos en la mayoria eran de hombres luchando en la ropa tipica de los gladiadores, con otros hombres dandoles latigasos mientras los romanos veian todo con una satisfaccion que aparecia clara en los dibujos.

Ahi se encontraba la Domina parada en sus pies, habiendo abandonado la litera. Examinandolas a cada una mientras cruzaban el umbral aun encadenadas. "Estan sucias. Seran mejor que las arreglen un poco antes que conoscan al doctore." decia mientras las examinaba a cada una. Conservando cierta distancia con las barbara y a los guardias cercanos. "Se van a presentar o volvere a tener que hablar con Gladius para saber sus nombres?" pregunto viendo como reaccionaban.

-Livia Octavia Prima, Domina.- responde la romana, alzando el mentón y exhibiendo una sonrisa orgullosa. Era evidente que poseía esa actitud latina de quien se sabe superior sólo por haber nacido en el Imperio- Nacida en Liguria, si quiere más detalles. Y sea lo que sea que ha oído sobre mí, no es cierto. Bueno no todo.- añade encogiéndose de hombros. Mientras contestaba miraba a Camilia a los ojos pues ya se había tomado su tiempo en examinar todos los lugares de la casa por donde habían pasado. Parece que habían dado con una buena domus, sin duda habían tenido mucha suerte.- ¿nos dirá su nombre, Dómina?- preguntó finalmente, pero no parecía una pregunta inocente y curiosa, tal vez estaba midiendo que tipo de ama sería esa mujer.

Me fijo en como saluda la romana sin mucho convencimiento de que fuera así la forma correcta; ante la duda adopto la forma egipcia de cómo procedían los esclavos a saludar a sus amos: me arrodillo y bajo la mirada - Sekhmet de Aegyptus, Domina.

Permanezco en esa posición esperando que me pregunte algo o me permita levantarme nuevamente. Desconociendo si he procedido bien según las costumbres o no.

Adonia no parecía afectada por la opulencia de la casa Donicus. O bien ya había visto lujos como esos, o lo mas probable, que no le importara.

La mujer se cruzo de brazos y observo asintiendo ante lo que veía. Luego de escuchar la solicitud de su “dueña” sonrió y contesto.

- No obligaría ni a mi peor enemigo ha hablar con el eunuco de Gladius. Soy Adonia, de Grecia. Y por algún motivo los romanos usan el termino la Ruin conmigo.

En cuanto a estar presentables, señora, me veo estupenda así. Es mas, tengo ganas de mas sangre y mucha arena.-

Se miraba el cuerpo reafirmando que no encontraba nada en la suciedad las marcas y la sangre seca que no le gustara que estuviera allí. Pero quizás allí eran nenas con culo fino como en Atenas. Que asco los atenienses de culos perfumados, solo había una cosa peor, los de Tebas, pero eso era otra historia. 

Caminaba a paso firme, observando todo a su alrededor, como si analizara cada calle, cada esquina, cada rincón... Quizás en su mente iba creando un plan de escape, un camino a trazar para cuando consiguiera escapar... 

Entonces la marcha se detuvo y contempló aquel enorme lugar. Su mirada era claramente de sorpresa pues jamás había contemplado un lugar como aquel.

¿Acaso me han puesto al servicio de una jodida reina? ¿Para qué necesitan tanto espacio?

Contempló y escuchó como se presentaban el resto, prestando atención a las formas. Al parecer debían decir su procedencia y origen...

Miró con frialdad y cierto orgullo a aquella mujer.

- Soenya Heidenstam, Líder de los Manimios. 

No hizo ni un solo gesto de sumisión, sino que mantuvo la mirada a aquella mujer todo lo que pudo o le dejaron. 

La domina escucho y presto atension a cada una por sus gestos.

Primera Livia que como ya sabia que era romana no se sorprendio, incluso a pesar de la actitud la miro tranquila. Era una sorpresa que no habia un asco en ella por una esclava que parecia sentirse ciudadana aun. “No es cierto lo que escuche de ti?” pregunto eso si le causo algo de humor. Parecio ignorar la pregunta de Livia, pero todo llegaria a su tiempo.

Segunda vino Sekhmet la cual parecio alegrar mucho a la domina que la vio agancharse ante ella como bien correspondia. “Muy bonita presentacion. Puedes levantarte Sekhmet.” le comando acompañando sus palabras con un gesto de la mano.

Tercera fue Adonia “Adonia la ruin, eso es raro porque nuestro gladius no te presento asi conmigo. Espero no trates de agrandarte antes que te vea en la arena.” comento la domina que se mostraba mas neutral y fria tal vez para no darle la atension que queria a la griega en ese momento. “Tal vez no tengas olfato griega pero apestan y no quiero manchar mi arena con esa suciedad”

Por ultimo a la germana, a la cual la domina guardaba cierta distancia y tanto la rubia como las demas podrian notar que los guardias la vigilaban a ella mas que al resto. “No se quien eran esos, aunque imagino que era un grupo de incursos barbaros. Sabras que ya eso no importa, ahora eres una esclava y debes saber tu verdadero lugar.” le alecciono dirigiendole la mirada aunque pronto pasando de ella.

“Son un grupo interesante, ahora me toca a mi presentarme.” dijo y miro a Livia como dejandole claro que ahora era el momento y no antes para presentarse ante ella. “Soy su domina, su dueña. Camilia Belena Donicus. En mi sangre esta la sangre de los dueños anteriores de este ludus. En el cual no solo aprenderan a luchar, sino a obedecerme y su nuevo lugar civilizado en el imperio.”

Tras eso suspiro. “En un momento sera tiempo de su aseo se las tomara una a una, no para darles privacidad porque estaran en mano de una de mi sirvientas. Ella se encargara de mostrarles sus nuevas viviendas.” dice y hace un gesto a una mujer pelirojja que llego recien. “Luego hablare un poco con ustedes para conocernos y me expliquen si quieren sus verdades.” comento sonriendo a todas.

“Por ultimo conoceran al Doctore, su entrenador. Quien las hara verdaderas guerreras y no lo que eran antes de llegar aquí.” dice y mira a la germana.

Para concluir esta corta presentacion termino con estas palabras. “Ahora si tienen alguna pregunta o palabras es su momento. Sino tendran que esperar a luego del baño.”

La griega echo la vista atrás y vio llegar a la sirvienta, sus pies ya se habían orientado hacia ella, y la dichosa señora, seguía cuchicheando.

Hizo un gesto con la mano, indicando que por su parte no tenia mayor interés en seguir hablando. Había pillado la parte de yo señora y dueña, vosotras cucarachas infectas, yo mando y ustedes obedecen.

Adonia no tenia ninguna intención de no obedecer, al menos no de manera general, ya iría viendo cómo fluía la cosa. Pero de momento estaba mas que satisfecha con el lugar. Y tenia ganas de conocer al Doctore.

Cualquier que pudiera empeñarle a matar mejor, era merecedor de una sonrisa al menos. 

Livia no parece reaccionar demasiado ante las presentaciones de las demás pues no había ninguna sorpresa en ellas. Sí alzó un poco la ceja cuando Soenya se presentó como una reina de los bárbaros. Pero si tenía algún pensamiento positivo o negativo acerca del asunto se lo guardó para sí, Cada vez que Camila se dirigía a ella, Livia la miraba directamente a los ojos, no era un gesto irrespetuoso, o al menos no era esa la intención, tan solo parecía observarla, estudiarla de la misma manera que la dómina las miraba y las estudiaba, ella se consideraba con el mismo derecho.

-¿Qué tan bueno es ese doctore para adiestrarnos, Dómina? Si tan bueno es debería vencernos en combate singular y así demostrar que sabe más que nosotras ¿no? Yo ya soy buena guerrera y quien quiera enseñarme más debería ser capaz de demostrarlo fácilmente.

Aquella pantomima, aquel teatro no hacia sino acrecentar su odio y su repugnancia ante los romanos y todo lo que tuviera ver que ver con ellos. 

¿Un baño? ¿Para qué? No había río, no había banquete, ni ceremonia ni nada... ¿Para no apestar la arena? Aquella mujer no había pisado un campo en su vida... Seguro que hasta perfumaba sus propias heces y su orín para no olérselas... 

Una maliciosa y algo intimidante sonrisa se dibujó en el rostro de la germana mientras se relamía los labios resecos y saboreaba su propia sangre reseca.

Bueno, si iban a darle armas... Quizás ese fuera su mayor error... Si debía continuar con aquel juego lo haría, al menos hasta rebanarles el gaznate a aquellos sucios romanos con sus propias manos... 

En Egipto no tenía esclavos por lo que aquel mundo me era completamente distinto, asimilé que mi nueva vida en Roma implicaba ser servicial y obediente; también asumí que estar allí implicaba un precio, quizás agradar en los combates a aquella mujer, quizás servirla. Esperaba que no fuera muy exigente y su nueva vida trajera también felicidad y alegrías ¿por qué no disfrutar de lo que ofrece el Imperio ahora que estaba allí? Además, el ludus proporcionaba un lugar donde vivir, cuanto antes me adecuara a aquella vida, todo sería más fácil.

Me levanté cuando la mujer me lo permitió y guardé silencio mientras las demás hablaban. La actitud de la germana era de auténtica bestia enjaulada, daría problemas hasta que consiguieran domarla, realmente dudaba de que lo lograran. En cuanto a la loca, parecía un poco más reservada que en el mercado de esclavos y qué decir de la romana - hablas demasiado, Livia - traté de susurrarle para que se percatara que no era ella que la controlaba la situación, ni siquiera la que podía imponer las dinámicas, el doctore nos iba a enseñar a luchar, ya supiéramos blandir una gladius o no - seguro que si es el doctore, sabrá hacer bien su trabajo - desconocía la habilidad en el manejo de las armas que tenían mis compañeras, pero quizás más de una subestimaba a los subordinados de la mujer que nos había comprado.

Adonia se rio, o se carcajeo. Si lo comparaban con su risa del mercado. Cuando la egipcia le dijo a la romana aquellas palabras. 

- Van dos pequeña leona, dos.- 

Dijo al tiempo que levantaba dos dedos de la mano izquierda. Luego echo un vistazo a la sala, y espero su turno para ir a asearse. 

No estaba especialmente desobediente en aquel momento. 

Le guiñé un ojo en muestra de simpatía a la griega, por el momento a pesar de las diferencias de nuestros pueblos, no nos llevábamos mal.

La romana vio a la esclava de su misma nacion y se encogio de hombros suspirando. “Es el mejor de toda Roma y las regiones de Galia.” le dijo pero ante sus siguientes palabras nego. “Eso ya lo decidira el doctore, pero no eres tu quien decide que pasa con entrenamiento. Sino èl y yo.” respondio volviendo a mirarla y mostrando autoridad.

“A falta de preguntas, supongo que sabran comportarse. Entonces los latigazos correctivos llegaran con ustedes comprendiendo perfectamente el motivo.” comento medio en broma.

Miro a todas una vez mas antes de observar a la pelirroja. “Por favor Verina encargate de ellas. Que se les vaya ese olor que me recuerda demasiado a Gladius.” comento arrugando la nariz antes de irse.

De nuevo tuvieron que avanzar por el lugar esta vez bajo las ordenes de Verina, una mujer no demasiado alta. Pero que se movia con una elegancia parecida a la de Carmilia, no parecia una exclava de la casa pero parecia comoda con ese trabajo.

De nuevo tuvieron que avanzar por el lugar esta vez bajo las ordenes de Verina, una mujer no demasiado alta. Pero que se movia con una elegancia parecida a la de Carmilia, no parecia una esclava de la casa pero parecia comoda con ese trabajo. Pasando por el salon fueron a dar a un gran jardin con una zona aparte que parecia lista para ser una areana pero mas para exhibicion.

Pasando esa y otra area llegaron a los lugares menos cuidados de esa enorme mansion. Ahi tras que los guardias habrieron una reja negra de metal se internaron a lo que posiblemente fue una prision personal en el pasado y ahora era un lugar para los gladiadores.

El lugar a penas dejaba que el sol entrara y en los pocos lugares con ventanas habia rejas previniendo cualquier posible escape. Rapidas fueron llevadas a las celdas y recien ahi liberaron sus tobillos mientras a cada una la ponian en una celda aparte. Celdas chicas que tenian una cama de madera con unas pocas sabanas, un cajon de madera que podria servir como escritorio y un cubo. Algunas celdas tenian ventanas al exterior mientras otras tenian paredes solo de rejas. Notaban que no eran las unicas, habian hombres encerrados ahi tambien, aunque muy pocos.

Lejos estaba de ser un lujo, pero al menos no era una unica celda como fue por semanas en los de gladius.

"Ya vendre a recogerlas a cada una." Dijo la mujer dejandolas solas.

Verina junto a un par de soldados fue por la griega, la tomaron con fuerza de los brazos para llevarla obligada al baño que tenian las gladiadoras. Ahi la griega vio una sala grande con una pileta en el centro, el lugar se encontraba con vapor y una calidez que marcaba el ambiente como uno de relajacion. Tambien ayudaban los olores de fragancias que ella reconocia.

"Sacate tu ropa sucia, la tiraremos y te conseguiremos una nueva." te decia la mujer. "Ahora metete en el agua, que si no lo haremos por las malas." amenazo la mujer aprovechando a los guardias que tenia.

La germana hizo todo el camino en silencio, sin revolverse ni un solo instante y siguiendo con la vista todo cuanto la rodeaba, como si estuviera analizando cada esquina, cada puerta, arco, ventana, piedra... 

Al llegar a las celdas simplemente la contempló como quien contempla una pared y comenzó a recorrerla con calma, acariciando cada piedra, como si buscara un pequeño rincón en donde poder esconderse... 

Y entonces, vinieron a por ella...