Partida Rol por web

Un mensajero llega al templo de Marte buscando a su sacerdote. Dice que lo esperan en el ludus de Donicus aunque el mensajero especifica un par de veces que es la Domina quien le llama. Lo que te da la impresion que es algo importante que quiere decirte pero solo ella.

Recibo al mensajero y me quedo con su misiva y mensaje. Al parecer la domina queria saber de mi. A que se deebria quizas habia pasado algo importante. Me empeze a preparar para irme al ludus

Ya te encontrabas en la puerta del Ludus, era momento de presentarte o de pasar hacia adelante. Frente a al ludus habia guardias, no mas de los usuales y en la fiesta hubieron mas.

La domina no me había dado instrucciones pero si se las dio a sus guardias sabrían que venía.

Así que me presenté. Vengo a ver a la domina, soy el sacerdote Mars

Los guardias te miraron y luego uno entro en el ludus. Al tiempo este volvio. "Por favor sigame Sacerdote Mars, lo llevare con la Domina." dicho eso y esperando tu afirmacion, se adentro en el Ludus. Ahi siguieron un camino que el guardia conocia bien metiendose en pasillos y salas hasta dar con una sal abierta al jardin. Este recordabas que era el lugar donde hablaron por primera vez.

Ahi en uno de los sillones romanos estaba Camilia, la cual se levanto al verte presente. Rapido fue a tu encuentro despidiendo al guardia.

"Mi respetable sacerdote, me alegra que hayas decidido volver aqui. Creo que tengo una propuesta que podria interesarle." comento ella con una sonrisa chica. "Livia espera su marca. Estas dispuesto a darsela?" pregunto.

Sonrió y miro a la domina. Por supuesto, me alegra escuchar eso. Por fin se ha conseguido? He de agradecer sus esfuerzos a ello estoy seguro Marte estará complacido.

"Es un poco mas complicado que conseguirlo. Deberia ser algo que deberiamos mantener en secreto por el momento." dijo ella mirandolo con seridad. "Quienes preguntan pensaran que yo la marque, pero cuando su relacion con este ludus mejore podremos amfirmar ambos que usted fue quien la marco." le explico mirando su rostro para ver que opinaba.

"Esa sera su condicion para marcarla, pero es lo que he podido conseguir con este corto tiempo. Porque debo decirle que si no desea marcarla hoy tal vez pierda su oportunidad."

Asiento. Entiendo el esfuerzo que ha debido hacer con esto y se lo agradezco.

Estoy seguro de que hará su espíritu más fuerte.

Haremos como dice comento 

Livia recibio a una sirviente que le aviso que Camilia venia a verla, aunque no estaria sola. Tras un momento un par de sirvientes trajeron un caldero con agua y uno con un fierro para calentar en un fuego que encendieron bien rapido. El momento parecia que habia llegado.

Tras unos minutos llego Camilia y junto a ella el sacerdote Mars. Ella te sonrio. "Aqui esta quien te marcara." comento ella.

En la celda, el altar de Marte estaba en proceso, se notaba que era una pequeña obra llena de imperfecciones que ella misma había hecho, pero se notaba el trabajo minucioso que había conllevado, a pesar de lo humilde y rústico que era, apenas un pequeño portal con maderos sobrantes y Unidos con resina y algo de paja que hacía de techo. Como representación de marte, un palito fino terminado en punta hacia las veces de lanza y otra tablilla de forma más o menos circular hacia las veces de escudo. No era bonito pero si ceremonioso.

Cuando llegan los sirvientes cargados con los útiles el corazón de Livia trota desesperadamente, incrédulo y emocionado, todas sus dudas y sus pesares quedaron atrás cuando vio llegar al sacerdote de Marte...no le había visto desde aquella fatídica tarde. Le tiembla el labio inferior y traga saliva, carraspea, se atusa la coleta...no sabe ni que hacer con las manos por la emoción, por lo que acaba entrecruzándolas delante de ella en un gesto de pleitesía:

-Domina...no tengo palabras para agradecer...-musita con un hilo de voz, vuelve a carraspear y se muerde el labio inferior, sin poder evitar lanzar miradas fugaces al sacerdote, como si temiera mirarle fijamente por...¿vergüenza?

Aún no podrías verlo, pero las cicatrices de los latigazos de Livia eran bien visibles, habían pasado varios días desde aquel día y estaban en buen proceso de curación aunque lento, y le quedarían marcas de por vida.

Miro a la joven con una sonrisa.

-En esta vida todo llega para el que se lo gana y es paciente.- digo.
En cuanto a la marca, no es sólo un hierro ardiendo, si no algo más allá, un ritual de iniciación, de cambio.
Hasta ahora eras solo una esclava más, pero hoy tu antiguo yo quedará atrás.
Hoy despertaste como una más pero te levantas como una auténtica gladiadora, un avatar de la arena. Dije poniendo énfasis en cada palabra.Y cambie a un tono más formal.

Escucha cada una de mis palabras puesto que son las de Marte 

Juras que verterás tanta sangre sea necesaria en la arena en nombre de tu casa y de Marte patrón de la arena, tu Dios.

Juras que entregaras  tu espíritu y tu carne en cada batalla, en cada encuentro en la arena para derrotar a tus enemigos en nombre de tu casa y Marte?

Juras que hasta  que tu último aliento sea entregado nombrando a Marte. Protegerás esta casa y a tus señores.En la arena y donde sea necesario?

Cuando el sacerdote empieza a hablar, la romana no puede evitar más sentir que su mirada iba, como imantada, a la persona de aquel hombre y ya no pudo apartarla ni un instante más, casi ni parpadeaba. De ser por ella se habría pellizcado para cerciorarse de la realidad de todo aquello.

Las palabras de Mars parecían plumas que acariciaban su alma, pero al mismo tiempo sentía que cada una de ellas traspasaban su alma como una lanza de ardor y fervor que hacían un incendio en su alma. Tantos días que habían parecido meses al final tenían su recompensa...su tesón y su paciencia habían tenido sus frutos.

Livia, con un temblor de rodillas, apenas puede mantenerse de pie y termina arrodillada pero con el rostro prendido de el del sacerdote, atenta a sus palabras como si el mismo dios le hablara:

-Juro... que no tendré otro propósito que no sea honrar a mi casa y a Marte. Toda la sangre de mis venas pertenece solo a este ludus y al señor de la guerra. Cada centímetro de mi piel será para su placer y su orgullo. Cada aliento...cada lagrima...cada palabra desde ahora y hasta el día de mi muerte no tendrán otro motivo de existir que no sea por y para el cumplimiento de mi deber terrenal y espiritual. Y vos...y vos...-mira a Camilia y a Mars- Seréis testigos de mi esfuerzo.

Asiento y tomo el hierro ardiendo marcándola cerca del cuello como en el lugar que un collar tocaria pero sin dañar sus cuerdas bucales.

-Esta marca en tu cuello es como un collar que simboliza tu entrega y pertenencia a esta casa.Es como una expresion externa de tu entrega a tu casa,  libremente, completamente y sin reservas. Honraras a esta y a Marte su patron sobre cualquier otra cosa. Buscando y llenando cada una de las necesidades y deseos que tu casa necesite tanto en la arena como fuera alla donde habite la guerra.-dijo con fuerza y envite marcando cada palabra

-El juramento que has pronunciado es como una correa que te ata a tu casa a la cual has entregado tu sumision para que te guie y dirija en tu viaje y en la vida.Para pertenecerle y seguirla hasta el ultimo de tus dias en la arena. -añado con efusividad

Hasta que me agacho un poco acercando mis labios a su oido y hablando despacio susurrando en un tono  profundo calmado 

-Ahora cierra los ojos.Lo escuchas? 

50.000 romanos siguiendo cada movimiento de tu espada.-digo aumentando la solemnidad , epicidad y mi voz  a cada frase a cada frase- Esperando que des el golpe mortal. El silencio antes de que lo asestes y el bullicio posterior crece... crece como... una tormenta. Como si tú fueras el mismísimo dios de la guerra . 

Esa es la gloria, esa es Roma. 

Te arrodillaste como nadie y ahora te levantaras como una gladiadora. Ahora levantate y ganate la gloria, ganate a Roma. Se la tormenta.-digo casi gritando con total extasis.

Al ver a dónde se dirigía con el hierro al rojo, Livia trata saliva y alza la vista al techo poniendo la barbilla bien alta. Su pecho sube y baja, algunas gotas de sudor ruedan por su frente de pura emoción, sin saber lo que iba a sentir.

Primero vino un calorcito, luego esa sensación se acrecentó más y más, pero logra resistir el impulso de apartarse, concentra sus ojos en un punto de las tablas del techo y parece elevar una oración a Marte pidiéndole fuerza Entonces el metal toca su piel y se oye un chisporroteo y el olor a carne quemada llena la celda. El contacto apenas dura unos segundos, pero se hacen larguísimos cuando estás al otro lado del hierro ardiente...tanto que Livia trata de contenerse en el primer segundo pero luego su grito de dolor apenas contenido estalla en su garganta, sintiendo e calor incluso dentro de su boca por el lugar que Mars ha elegido, uno especialmente doloroso, seguramente para ponerla a prueba una vez más. Pero en nombre de Marte, Livia no necesitaba que nadie la sujetara, cierra la boca y acalla su grito, volviendo a su plegaria casi silenciosa.

Para cuando Mars acaba, Livia se siente a punto de desmayarse pero se deshace del sopor que la invade, de su cuerpo que quiere apartarse del dolor, Octavia gruñe y obliga a su alma a doblegar a su físico, volviendo en sí antes de irse.

Entonces vislumbra entre la nube de sus ojos que Mars se agacha a ella...el calor que su piel emana es casi tan abrasador como el del hierro ardiente. Deseaba poder tocar de nuevo su piel, sentir ese contacto, el divino poder que emana de él desde el dios de la guerra. Pero sabe que no puede...no puede dejarse llevar de nuevo.

Escucha sus palabras y se ve transportada por ellas, oyendo lo que él le dice que oiga, sintiendo lo que él diga que sienta. Es la encarnación de la guerra...será la diosa de la arena, la única a la que los romanos reconocerán como su igual, aquella capaz de servir al Imperio y a sus habitantes...pero hacerlo con fervor y dándoles lo que ellos quieran ver...porque los conoce, porque fue una de ellos. Y sabe cómo gustarles. Y sabe que Marte está con ella

Livia Octavia se libra del atontamiento y, con dificultad se levanta hasta quedar totalmente erguida, muy cerca del sacerdote.

-Seré la punta de la lanza de Marte...seré el metal de su escudo. Mataré y sufriré en su nombre...y juntos...este ludus, el dios de la guerra y yo como representación de ambos en la arena...conoceremos la gloria del Imperio. La gloria de Roma.

Bien llevala con orgullo. Domina teneis ante vos a una gladiadora romana de pura cepa. Estoy seguro de que os dara muchas victorias y sera vuestro orgullo.-digo convencido.

Deberian mirarle la marca podria infectarse. Le digo a la domina

Como llevais los latigazos curaron bien?-pregunte a la gladiadora

-S...si...- dice algo nerviosa pero pronto se gira y se aparta el cabello para ponerlo hacia delante y deja al descubierto su espalda. Las heridas finalmente parecían haberse cerrado, tal vez aún se podrían abrir en un mal gesto pero al menos tenían buen aspecto. Las cicatrices quedarían en su piel sin duda, como unas protuberancias suaves que serían notables al tacto y a la vista.

-Sekhmet hace un buen trabajo, intento tener presente su advertencia sobre ella señor, pero siendo la única con conocimientos de medicina en el ludus, al menos por ahora, era mi única opción y no deseaba causar problemas poniendo inconvenientes a la domina, ya bastante daño a su imagen he causado.- termina a modo de disculpa.

Miro detenidamente los latigazos. Las cicatrices de guerra nos hacen mas fuertes. Y te recordaran que si superaste eso puedes superar cualquier cosa. asiento.

Miro por alli el altar.-Puedes enseñarme el altar?-pregunto interesado

-Sería un honor, señor...- dice y, sin volverse ya que estaba de espaldas avanza unos pasos manteniendo la cabeza bien alta hasta entrar en su celda y entonces se para, justo al lado de la pequeña y rústica obra.

Se parecía a una especie de pequeño templo echo con maderos reutilizados y unas fibras de paja cuidadosamente anudadas para hacer bultos que componían un techo. En su interior, una lanza hecha con una madera trabajada para volverla cilíndrica y acabada en punta, debía haberla tallado con otras maderas, raspando unas contra otras hasta limar las aristas y conseguir un resultado parecido a una vara. El objeto permanecía apoyado en una de las "columnas" y junto a ella otro trozo de madera labrada en forma de circunferencia con algunas melladuras hechas a propósito para simular un escudo de batalla. Por ultimo y alrededor y dentro del altar había trozos de pergamino con palabras escritas, como peticiones a Marte...en algunas de ellas se podían leer deseos tales como "fuerza", "fe", "disciplina", etc. Se notaba que aún no estaba acabado, había maderas sin pulir y partes del "tejado" faltaban por cubrir y la pieza que hacía de escudo parecía inacabada también

La estructura completa apenas llegaba a las rodillas de la romana que permanecía humilde junto a su pequeña obra con las manos entrecruzadas a la espalda y los pies muy juntos, se notaba un pequeño temblor de nerviosismo en sus dedos descalzos y se mordía el labio inferior, como si esperase el veredicto del sacerdote.

-¿Es...es de su agrado, señor?

Miro el altar siguiendo cada parte de la estructura su forma y geometria con interes.

En cada pieza, cada rincon, cada material se siente pasion, dedicacion y fervor. Eso es muy importante, sabes el espiritu de marte no se mide por los marmoles, la opulencia, el oro o las inmensas estatuas de los templos. Si no por la fe de la gente que le adora y el sentimiento que habita en el corazon de estos.-dije

Y sin duda este altar es muestra de ello , y de un comienzo igual que el tuyo en el camino hasta nuestro dios. Me encanta, digno de Marte ese espiritu si señor-termino