Partida Rol por web

Habia pasado un par de dias de tu mala indigestion, ahora te sentias mejor gracias a la egipcia. Esta te habia dicho que vuelvas mas tarde para mas tratamiento y aqui estabas.

Lo primero que sentiste fue un olor a incienso, uno que reconocias de tu ultima vez aqui era uno exotico pero tus anteriores amos tambien lo usaban en hispania. Lo que si se notaba que estaba tratando de tapar otros olores, de plantas y preparados amargos que sin duda no eran lindos al olfato.

La habitacion era mas o menos grande, con un par de cajones de madera cerrados. Unas repisas con distintos papeles, posiblemente recetas o tipos de tratamientos para distintas enfermedades. Escritorio habias varios, algunos con hierbas, otros con preparados y incienso, finalmente con herramientas para el oficio del medicus. Habia una cama al final de la habitacion arreglada con cuidado como si no fuera usada, aunque ahi estuviste un tiempo mientras te mejorabas.

Al ingresar diste con la curandera, una egipcia que usaba un traje de esa cultura aunque con ciertos arreglos que la hacian ver mas sensual. Pudiste ver que en sus manos tenia una serpiente pero parecia estar jugando con ella, pasandola de una mano a otra.

Al entrar, lo hizo con cierta timidez y respeto, pero al ver que estaba juegueteando con ese "bicho", se lo tomó con paciencia. Muchas serpientes eran venenosas, y no sabía de ellas para distinguirlas. Para Ikateria todas eran venenosas y punto. Se apoyó en el quicio de la puerta, y con discrección observó el espectáculo. Entre dientes mascuyó: - ¿Las serpientes se entienden entre ellas?

Ahi fue que la egipcia la noto. "Si, por eso estas se llevan bien con nosotras las mujeres." expreso la egipcia que siguio un poco pero la metio en una jaula pequeña que tenia cerca.

"Por favor entra y dime como te sientes. Ese dia me diste un buen susto, aunque pensando en lo que vi me extraño que no te pasara antes en hispania." comento la egipcia acomodandose en un banco del consultorio y señalandote la cama para que te sientes. "Tienes un dolor que tomas la adormilona?"

El momento de la broma había termiando.

- No hay dolor en el cuerpo de Ikateria. Respondió con ira, intentando tapar su vergüenza. No se abriría a una desconocidaasícomo así, y de todas maneras, que la "puta planta" estuviera mala no era culpa suya. - Nunca pasó nada. Era como si intentanse evitar las preguntas o comentarios. Estaba forzando una dirección de conversación, que podía caer en un saco al cual ella no quería caer. ¡Odiaba recordar! ... y lo odiaría siempre.

La egipcia te miro entera y asintio cuando dijiste que no habia dolor. Fue con las otras palabras que volvio a moverse, levantandose de su asiento y yendo por un saquito en su mesa.

"Te creo que no paso nada. Pero deberias tener cuidado..." dice ofreciendote el saquito y con solo olerlo sabes que es amapola. "Este es mas puro y mejor hecho." te explico la mujer poniendolo en tu mano o en tu pierna si estabas sentada pero no le dabas la mano.

"Es una buena planta, generalmente no hace nada a quienes saben mezclarla o a quienes tienen a alguien bueno para hacerlo." continuo explicandote. "Yo podria dartela." ofrecio al final sonriendo amistosa de nuevo mirandote entera pero mas tu rostro.

Seguía en pie, y tomó el saquito, guardándolo donde siempre lo hacía. Detrás. En su ropa.

- Igual el otro estaba demasiado seco, y por eso hizo daño. Explicó, como si realmente supiera de lo que habla, aunque había sido, simplemente una adulteración. Se había tomado la cantidad que siempre tomaba, pero algo había en ello, que le había sentado así.

Ya guardada y tomndo una postura de apoyada en el marco de la puerta, y con los brazos cruzados, preguntó curiosa: - ¿Tú, darla a mi?¿Cómo?

"Puede ser, pueden haber muchas razones." comento la egipcia y tal vez si le preguntabas te las diria pero ella parecia interesada mas en otro tema.

La mujer te vio sonriente. "Soy la encargada de vigilar la racciones de medicina que van a los que viven en el ludus. Podria hacer que algo de ello fuera a ti. La que te interesa." le explico haciendo un gesto hacia su escritorio donde habia varios tipos de hierbas. "No te gustaria?"

Giró la cabeza extrañada. No sabía lo que le estaba proponiendo, pero se lo empezaba a oler.

- A Ikateria gustaría. Estaba claro que el dominio del latín no era su mejor virtud, pero, al menos, se hacía entender y se entendía. Ella, por origen hablaba una lengua mucho, pero que mucho más antígua, que en ciertos momentos estaba falta de vocabulario, y que precisaba apoyos. - Seguro que la egipcia también hablaba una lengua antígua ... y que podrían compartir en más de un sentido.

La egipcia sonrio ante tu respuesta. "A mi tambien me gustaria. Pero me gustaria pedir un favor..." dijo ella dejando mas en caro que habia algo mas.

"Siento que algunas de nuestras hermanas gladiadoras no me quieren mucho y me gustaria tener alguna proteccion de estas. No se bien que hice para merecer su mal humor conmigo pero temo que eso vaya para mal." comento pareciendo preocupada. "No necesito que hables bien de mi. Pero si alguna planea algo malo conmigo podrias ayudarme?" te pregunto mirandote con un rostro lleno de dudas. A pesar de todo vos eras mas impredecible que otras en este tema.

La palabra "favor" no fue entendida, y esperó a escuchar lo que tenía que decir, antes de preguntar o hacer comentario alguno, pero estaba claro: - Tú cuidas de mi, yo cuido de ti. No es que hubiera mucho que decir, pero sabía que tanto su caracter como los pensamientos y adicciones que "vestía" serian una fuente de problemas para mucha gene y en muchos lugares. Tener una aliada, sobre todo con habilidades de curación, es un buen aliado.

Le acercó la mano, de manera amistosa.

Escucho tus palabras y asintio un par de veces, para confirmar que era eso. "Gracias." dijo y acerco tambien la mano aunque tal vez no entendiendo el gesto siguiente, pero tomandola. "Me alegra que nos entendamos. Vos solo pregunta por mi a verina y ella te llevara conmigo." le dijo para asi tener sus reuniones.

"Ya creo que puedes marcharte. Pareces mas sana que la ultima vez y eso que te di te ayudara." comento ella sonriendo amistosamente.

Tiró de ella con contundencia, pero intentando no ser brusca.

Si se deja, le estampillaría un beso en los morros y le preguntaría: - ¿Lo hago mejor que la culebra?

La egipcia no tuvo mucha eleccion, pero sin duda luego de que se le fuera la sorpresa acompaño tu beso. Relamiendose cuando terminaste.

"Mejor." dijo la egipcia con una sonrisa contenta. "Lastima que no hay tiempo para disfrutar mas de ti ahora." lamento con un guiño. "Seras una buena defenzora."

Ikat se sintió satisfecha, sabiendo que la Sacerdotisa Egipcia la aceptaba a su lado, en más de un sentido. Tras eso, mientras se alejaba, hizo que un dedo suyo, bajara desde la mejilla hasta pasar entre sus pechos, para luego alejarse porque la distancia ya no permitía el contacto.

- Sea.

Si, estaba claro. El latín aún no era el idioma que mejor dominaba.

La egipcia por supuesto que se dejo tocar, incluso en el pecho con una sonrisa lasciva. Prometiendo tambien un encuentro cercano con ella cuando tuviera mas tiempo. Aunque la gladiadora se dio cuenta rapido que la curandera no seria la unica ocupada.

En uno de los pasillos se encontro con Fausto quien al darse cuanta de su presencia sele acerco rapido.

"Te estaba buscando." dijo el hombre. "Voy a necesitar que vengas conmigo afuera del ludus. Te prefiero a ti que a los guardias de mi prima." comento mirando para atras tuyo por donde venias aunque no estaba la egipcia cerca. "Necesito buscarte un arma." dijo por debajo. "Estarias lista con eso?"

- Si Señor Donicos. Serviré y protegeré. Asintió a la orden que se le encomendaba. Ella era ... en ocasiones una bruta, y eso de luchar con arma era casi tan importante como usar una piedra como maza o su mordedura, como filo. Por supuesto, coraba más la espada y pesaba más en la cabeza del que se comía la castaña una maza bien equilibrada. Pero todo era un arma. Aún estaba recordando aquel candelabro con el que consiguió su marca como gladiadora, lisiando a aquel gordo peludo, más con forma de oso que de hombre.

Faustus asintio complacido. Tras unos minutos se encontraron afuera en las calles de roma, vos sabias que las demas no tenian esa suerte de poder salir afuera con un noble. Aunque vos te lo habias ganado con un gran trabajo en hispania.

La ciudad de roma no era como la colonia de hispania. Era mucho mucho mas grande, tanto en tamaño como en la altura de sus edificios. Habias escuchado muchos halagos a la ciudad de roma pero no fue hasta ahora que comprendias que habian sido demasiado humildes con ella. Los edificios eran hermosos y parecian lo mas solidos que habias visto en tu vida, imaginabas que podrian durar miles de años. En las calles habia gente variada unas que se vestian como los señores, esclavos y demas habitantes de esa enorme ciudad.

Lo unico negativo de la ciudad era ese olor que no era el natural de hispania, un olor de miles de personas viviendo ahi. Otra desventaja era que si ella estuviera sola ahi se habria perdido totalmente, habia un orden en esa ciudad de eso estaba segura pero no lo terminaba de entender. Faustus no parecia estar muy lejos de ella respecto a orientarse pero junto a ellos habia otro guardia que servia de guia.

Finalmente llegaron a una posada tras caminar unos minutos. "Ikateria, alli hay un hombre con el que necesito hablar. Yo espero tener una charla tranquila pero si algo pasa espero que respondas adecuadamente. No lo mates." le dijo acercandose a ella para que entendiera un poco la situacion que se meterian.

Bajó la voz, y contestó: - Proteger y servir, no matar si no es indispensable. Hizo un geto con la cara y añadió: - Y a ese, si se puede y pasa algo, no matarlos. Un brillo sádico iluminó sus ojos. - Eso no quita que le rompa las costillas y las piernas.

- Ikateria entender. Tampoco era una asesina, así como así. Deacuerdo que en un momento dado, se le podía "desconectar" esa parte de la humanidad, y empezar a darle patadas hasta que le dolieran las manos ... o algo parecido, pero si lo mataba, no podría apalearlo otra vez. Es ... como romper un juguete. Si te lo cargas, ya no puedes jugar más con él.

IKa, como un resorte, saltó. Eso de que toqueteara a una chica, como si fuera un peluche le hizo dar vueltas el estómago y empezar a odiar al tipo, como si fera ella la manoseada. Al salir, el tipo huía, y ella se enganchó como pudo a los tobillos...y antes de permitir que se pudiera escapar, mordió en la pantorrilla como un animal salvaje. De todas maneras su odio era más inteligente, así que mientras el tipo pudiera chillar, ella agarró de su entrepierna, estando el tipo de morros al suelo, y entre que mordía y estrujaba su parte más innoble, esperaba a recibir órdenes.

Era como un perro de presa, pero con más herramientas. No solo un inhumano mordisco, sino que durante mucho tiempo le dolerían tanto los huevos que no se arrimaría a ninguna otra mujer.