Partida Rol por web

Marcus tomó una jarra y la llenó de agua de la tina, y con ella mojó las partes aún secas del cuerpo de la germana. Luego tomó la pastilla de jabón y la remojó en el agua, y la refregó entre sus manos hasta que hizo espuma. Tras dejar la pastilla pasó sus manos por el cuerpo de la mujer de forma a un tiempo eficiente y sensual. 

- He pasado cinco años en el Ludus de los Doenicus - dijo tras los comentarios de la germana acerca de las interrupciones - Y puedo asegurarte que, si te han interrumpido, es porque no era el momento ni lugar para lo que hacías... o porque estabas con la persona equivocada. 

Continuó enjabonando y enjuagando alternativamente el cuerpo de la rubia mientras escuchaba el intercambio de palabras que mantenía con el Lupus, y recordó su misma desconfianza y combatividad cuando recién había llegado a la urbe en la bodega de un trirreme. Mientras la enjabonaba repasaba sus músculos largos, buscando relajar la tensión acumulada, y en el enjuage acariciaba levemente sus zonas más erógenas, buscando sensibilizarla. Apretó sus pechos levemente y le dedicó una sonrisa afirmativa cuando su amo comentó que follaba más y con mejores compañeras que otros esclavos, y miró a su amo directamente cuando le hizo la pregunta.

- Sería vuestro guardaespaldas, y pediría como pago recibir el mismo trato que ahora tengo. - durante unos años la libertad había sido su meta, cinco años en el coliseo, y su idea de lo que haría con esa libertad había ido variando a lo largo de los años. Y cuando el Lupus lo compró se habia enfurecido, le tomó seis meses a Titus volver a quebrarlo, algo que consiguió tanto con estímulos como con castigos, y lo cierto era que no se arrepentía ahora de que eso hubiera sucedido. - Nunca he sido más libre que a vuestro servicio, señor. - sus palabras parecían serviles, pero el tono de su voz no parecía el de un hombre vencido ni resignado

Dejó que el hombre la acariciara, que lavara sus zonas sin pudor alguno y él mismo pudo notar que su respiración se aceleraba ligeramente cuando tocaba ciertas zonas, e incluso un ligero y muy débil jadeo salió de sus labios cuando apretó sus pechos y lo miró con una mirada mezcla entre el deseo y el pesar.

- Imagino que no dejarías a nadie atrás entonces... - Lo miró con calma - Tengo motivos para volver y no lo condenaría a esta vida... - De quién hablaba no parecía dejarlo claro.

Su vista regresó al más anciano y lo miró con una media sonrisa.

- No me faltan hombres con los que follar Señor y al comida de vuestro pueblo no me resulta tan sabrosa como la que comía en mis tierras. - Río ligeramente - El trato no depende de lo valioso que uno sea sino de a quien te folles y de a quien no le gustes porque alguien te prefiere... - Volvió a mirarlo con calma - Me alegro por su esclavo entonces.

Siguió metida en el agua, agua que comenzaba a tintarse con el color de la tierra y la sangre resaca. Marcus pudo notar los duros pezones de la germana. 

Vuelve a beber de su copa mientras esconde la sonrisa por la arrogante respuesta de la germana.

Ya cambiarás...

Marcus se encogió de hombros - Todos aquellos a los que dejé atras murieron en los cinco años que me tomó conseguir mi libertad en la arena. La aldea de la que vengo no pudo ser conquistada, pero el fuego se encargó de que nadie sobreviviera. Todos los soldados y centuriones de los que juré vengarme, muertos, en tierras lejanas, o en puestos en el senado, inalcanzables para un hombre libre. - mientras hablaba apoyó la mano en la nuca de la bárbara y con delicadeza le indicó que mirase arriba. Dos jarras de agua bastaron para empapar su cabello, y el jabón hizo espuma hasta que un par de jarras más lo aclararon. Desenredó la cabellera rubia con los dedos - Tengo un trabajo que me agrada, y elijo cambiar una aparente libertad en las calles de Roma por un techo seguro, buena comida todos los días, y mejor sexo. 

Durante el baño había tenido especial cuidado con el brazo izquierdo, evitando remover la capa de grasa que protegía la quemadura y lavando con extrema delicadeza la piel alrededor para no estirar la llaga. - Cuida que la zona no se estire por los próximos dos días, la vendaré cuando salgas del baño, y tendrás que vendarla cuando entrenes o folles, durante una semana. Si no, déjala al aire con el ungüento. - sonrió - O sigue las indicaciones del médicus del Ludus.

Le indicó que se levantara, y tomando una jarra de agua limpia fue removiendo los restos de jabón, sangre, y suciedad de su cuerpo, usando las manos para arrastrar y acariciar. Fué calentando la piel poco a poco, sin esquivar ninguna zona y entreteniéndose un poco más en aquellos lugares que más hacían temblar a la mujer. Era evidente que el baño ya había terminado, ya que sus caricias se parecían más a las que le había proporcionado al pricipio de su primer encuentro de la tarde

- A mi no me cogieron ni en mi pueblo ni en mi tierras... Bajamos al Rin para ayudar a otros pueblos en una alianza... - Sonrío con cierta malicia cuando habló de venganza - Algún día yo obtendré la mía... En esta vida o en otra... - Parecía bastante segura de lo que decía, como si creer en aquellas palabras las hiciera más reales. 

Cerró los ojos cuando sintió el agua y el jabón en sus cabellos, dejando que él los limpiara y desenrredara, aunque se notaba que hacia tiempo que no habían sido cuidados, seguramente porque no se le había dado la oportunidad. 

- Como dije, no tengo problema alguno en encontrar buen sexo... ¿Acaso tu podrías ofrecerme uno mejor? - Dice con cierto tono pícaro y seductor.

Atendió a las indicaciones sobre el cuidado de la marca y asintió con calma.

- Aún no sabemos quién es el medicus, no lo hemos visto desde que llegamos... Aún así, hablaré con Verina e incluso con Sekmet, pues parece que ésta tiene algunos conocimientos.

Dejó que él acariciara y disfrutara de su cuerpo y su piel, sin oponer resistencia y disfrutando ella también de aquellos gestos, especialmente cuando éste acariciaba las zonas más erógenas. 

La ayudó a salir de la tina, terminó de enjuagar sus pies, y luego procedió a secarlos, aunque tras haber llegado con la tela a las pantorrillas fueron la lengua y lso labios del esclavo los que continuó hacia arriba eliminando ls gotas, aunque dejaban un tipo de humedad diferente. Pasó las rodillas y con sus manos fue subiendo por detrás, ligeramente más arriba que su rostro, de forma que cuando su aliento se insinuó en la entrepierna de la bárbara sus dedos masajeaban sus nalgas y tiraban levemente de llas hacia los costados para que separase sus piernas.

Salió del agua y de nuevo aquel hombre se dedicaba a ella, secando su piel con la tela mientras ella miraba al otro romano, curiosa de ver que seguía allí y aún no le habían pedido nada raro...

Entonces sintió la lengua de Marcus sobre su piel, acto que provocó un escalofrío en todo su cuerpo y un ligero jadeo de sorpresa, especialmente al sentir las caricias sobre sus nalgas, encontrándose que no oponía resistencia para ir abriendo sus piernas ante aquellas caricias.

Finalmente ella terminó con las piernas ligeramente abiertas mientras seguía allí de pie, desnuda y con sus pezones un poco endurecidos.

La boca de Marcus besó su sexo, llevándose las gotas que aún anidaban en su vello, y su lengua recorrió claiente los labios antes de ensañarse con su clítoris. Los dedos, entre tanto se habían colado en el canalillo de su trasero y entre sus piernas, y las puntas de los mismos acariciaban su ano y los labios mayores, apenas insinuandose y presionando levemente. Las manos sólo daban un acompañamiento a la boca, siendo la lenugua la que más recorria, lamía, se insinuaba y humedecía, buscando provocar que su humedad corriera libre.

Un ligero respingo se produjo en la germana cuando sintió la lengua del Marcus sobre su sexo, provocando un ligero jadeo y un aumento en su respiración, pues no lo esperaba. 

Sus piernas se abrieron ligeramente para posar sus pies de manera que no perdiera el equilibrio mientras una de sus manos iba hacia sus cabellos, enredándose en ellos mientras se relamía con lascivia y pequeños jadeos salían de su garganta ante aquellas sensuales caricias. 

La humedad de su sexo era más que evidente, no solamente tras haber salido del agua sino también como efecto de las lamidas y caricias de él en su sexo. 

La lengua recorría la parte superior de sus labios y jugaba con su clítoris, incrementando la presión paulatinamente mientras dos dedos de su mano derecha se internaban dentro del húmedo túnel y acariciaban las paredes, haciendo que la humedad resbalara por sus muslos. 

Comenzó a jadear y gemir ante aquellas caricias, mientras él continuaba adentrando sus dedos y su lengua en su interior, sintiendo como su sexo estaba cada vez más húmedo y su mano se enredaba entre sus cabellos.

- Si... sigue... 

Su cuerpo comenzaba a tensarse mientras su sexo estaba cada vez más y más húmedo, su respiración más agitada y sus ojos fijos en el hombre que había entre sus piernas. 

Fué acelerando ligeramente los movimientos de sus dedos y masajeando con su otra mano es nalgas y el canalillo que las separaba. Su lengua se ensañó con su clítoris mientras su boca saboreaba los jugos que Soenya le regalaba, y repitiendo aquellos movimientos que provocaban que ella apretara sus dedos en su cabeza o jadeara más profundamente, mirándola a los ojos cuando ella pidió que siguiera.

Sus músculos se tensaron cuando él arreció en sus caricias, sintiendo como su sexo comenzaba a palpitar y a humedecerse cada vez mientras su mano se aferraba con mayor ímpetu a sus cabellos.

- Voy... No... puedo...

Apenas pudo avisar cuando el orgasmo llegó a ella, sintiendo como sus músculos se relajaban tras la tensión, sintiendo como su sexo se desbordaba de placer, gimiendo y jadeando. 

Marcus buscó la zona rugosa detrás de su clítoris con los dedos cuando sintió la tensión de sus músculos, y aumentó la presión en el botoncito de su rosa. Y cuando ella avisó que se correría tomó parte de su humedad con la lengua, pero dejó que la mayoría resbalara por sus piernas mientras la sostenía. 

Mientras ella se recuperaba se paró, acariciando su cuerpo mientras subía, y se puso a un costado por un momento para que el Lupus pudiera ver sus piernas sin reparos. Tomó su rostro y le plantó un beso apasionado en sus labios mientras pasaba un dedo por la cara interior de sus muslos - He cumplido, Señor - dijo levantando el dedo con una sonrisa aviesa. - Al menos en parte. - la parte de excitar a todos los presentes en la fiesta quedaba para otro momento.

Luego la abrazó y la acercó contra su cuerpo de forma que quedaron de perfil a su amo y la apretó contra su cuerpo plantándole otro beso en los labios. Ella no supo en que momento él se había desnudado, pero podía sentrir su ereccion completa apresada entre sus cuerpos, presionando contra su vientre por la diferencia de alturas. - ¿Aún quieres jugar a escaparte, o prefieres que te folle aquí y ahora?

Arqueó un ceja ante el comentario de él y la mirada al romano, recordando la orden que él le había dado a su esclavo y como éste había esperado para cumplirla ahora, sintiéndose utilizada para el beneficio y diversión de ambos pero... Miró el cuerpo del hombre, recordando su miembro y se relamió los labios pues sabía que disfrutaría del acto con él.

Sus piernas seguían ligeramente abiertas, con su humedad recorriendo sus muslos en un camino descendiente hacia el suelo. No puso impedimenta ante aquel beso robado, saboreando sus labios y mordiéndolos mientras su mano iba directamente al miembro de él. Lo tomó con su mano, comenzando a moverla muy ligeramente desde su base hasta su punta. 

Lo abrazó, sintiendo sus duros pezones contra su pecho mientras le devolvía un beso cargado de deseo y lascivia. 

- Vamos... demuéstrame si eres tan bueno como dice tu señor... - Apretó un poco más su miembro - ¿O acaso prefieres que saboree tu miembro con mis labios? - Miró a su señor - ¿Él se unirá o disfrutará del espectáculo sin más?

Marcus sonrió con lascivia y la tomó de las nalgas cuando ella comenzó a masturbarlo, levantándola lo suficiente como para que sus sexos se frotaras y él llegar a mordisquear uno de sus pezones bajando la cabeza. - Mi amo decidirá si quiere unirse, hasta tanto lo decida te disfrutaré y te daré una noche inolvidable. 

La había acomodado de forma tal que la punta de su miembro rozaba su clítoris, y se movía de forma que el roce era constante, respirando pesadamente por la excitación del momento. La mano de ella podía notar cómo su miembro se había endurecido y las venas latían entre sus dedos, peró él no hacía nada por bajarla y ensartarla, era su noche y ella decidiría cuando.

No le habían preguntado a él directamente, así que no respondió, en lugar de eso se sirvió un vino algo menos aguado sin apenas perder de vista la escena. 

Debía reconocer que aquel hombre era realmente fuerte pues la mantenía alzaba por las nalgas mientras sentía la punta de su miembro rozaba su sexo comenzando a masturbarse con él y sonriendo con cierta picardía.

- ¿Si? ¿Lo harás? Pues demuéstramelo... 

Poco a poco fue moviendo su mano llevando el miembro de él cada vez más adentro de su sexo mientras comenzaba a mover ligeramente su caderas, buscando el mayor roce.

- Hazlo... 

Le susurró lascivamente al oído para después morder el lóbulo de su oreja e ir bajando por su cuello. 

La fue dejando caer sobre su miembro poco a poco hasta que la punta a estuvo dentro y los movimientos de ella le permitieron sentir su humedad y su calor resbalar por el mástil. Cuándo ella le pidió que lo hiciera la dejó caer, empalándola de golpe y atrapándola del trasero justo cuando sintió que llegaba a la base.

Se detuvo un instante para permitir que se acomodara, y pegándola a sus caderas comenzó a moverse lenta y profundamente.

Un ligero gemido escapa de su garganta cuando lo siente entrar en su interior, sonriéndole con lascivia mientras nota como él se queda quieto unos instantes para que ella pueda acomodar sus piernas alrededor de su cintura para poder sentir su miembro aún más profundamente. 

Siguió los lentos movimientos de él mientras las paredes de su sexo aprisionaban su miembro y ella podía notar cada vena y arruga de él al tiempo que su pecho subía y bajaba por la excitación y sus labios buscaban los de él.