Partida Rol por web

Ahogó unos jadeos en su boca cuando sus labios se juntaron, y comenzó a moverse dentro y fuera de ella tanto como la posicion y los movimientos de ambos lo permitían. En un principio fue lento y ligero, para poder sentir cómo las paredes de su sexo aprisionaban su miembro, pero a medida que la penetraba iba ganando fuerza, utilizando la fuerza de sus brazos para sostenerla y guiarla a un tiempo.

Sus brazos fueron hasta sus hombros, apoyándose y usándolos para así poder comenzar a moverse con algo más de intensidad a medida que él la iba penetrando más fuerte, dedicándole una lasciva sonrisa en todo momento y relamiéndose los labios.

Su cuerpo se movía sobre el de él, haciendo que su miembro entrara y saliera de ella, una y otra vez, cada más intensa y rápidamente mientras jadeaba y ahogaba algunos de sus gemidos entre los labios de él o buscando morder su piel.

Aunque se dejaba guiar por él no eran pocas las ocasiones en las que ella hacía un último movimiento o un ligero giro de caderas para sentirlo aún más profundamente, como si no temiera por algo más duro y profundo. 

La combatividad de la germana no se limitaba a la arena, eso le quedaba claro a Marcus por sus gestos y sus movimientos, y no tardó en buscarle una apoyo a la espalda de Soenya para poder embestirla como lo merecía. La mitad de los vasos voló de la mesa cuando hizo lugar para el trasero de la bárbara, y cuando la sentó le dedicó una embestida que hizo tintinear las jarras de hidromiel a sus espaldas y un golpe seco de madera contra la pared.

El la mirada de deseo del esclavo se desvió un momento y su gesto se hizo decididamente lascivo, y tras un par de embestidas, cada una un poco más fuerte que la amterior, tomó una jarra de hidromiel y vertió un chorrito sobre los senos de Soenya. Su lengua tardó nada en esparcir y saborear el licor , y su boca absorbió hasta la última gota antes - Deliciosa - dijo clavado a fondo en su interior, y volvió a moverse con ansias, provocando que las jarras amenazaran con volcarse. 

Un gemido de placer salió de su garganta cuando él la penetró contra la mesa mientras se escuchaba el sonido de las jarras a punto de caer al suelo.

Su mirada mostraba que él también deseaba aquello, que quería disfrutar de ese momento y cuando desvío sus ojos hacia las bebidas una pícara sonrisa se dibujó en el rostro de la germana mientras intuía la acción que iba a llevar a cabo el esclavo. 

Vio como cogía la jarra y como poco a poco comenzaba a verter hidromiel sobre sus pechos, provocando un ligero jadeo al sentir la diferencia de temperaturas entre el líquido y su piel. Una de sus manos fue hasta sus cabellos mientras la otra se mantenía sujetándose contra la mesa y cuando la miró para hablarle ella sonrío y lamió sus labios con lascivia para después buscar su lengua y su boca.

Al separarse lo miró con una media sonrisa.

- ¿No vas a darme de beber a mi?

Sus palabras quedaron prácticamente cortadas cuando él se clavó profundamente en su interior, acelerando sus embestidas y ganando en intensidad. Lo que provocó que la germana comenzara a gemir y jadear mientras su mano se enredaba en los cabellos de él. 

Tras un par de embestidas salvajes, en las cuales una de las jarras cayó al suelo y se hizo añicos, se clavó profundamente en ella una vez mas, y la retuvo allí unos instantes. Vertió hidromiel en su propia boca, y luego de dejar la jarra retrocedió con urgencia hacia la cama besándola en el trayecto para entregar el licor directo a su boca y volcando parte entre sus cuerpos.

Cuando sus piernas tocaron el borde se dejó caer sentado sobre el colchón, provocando que su miembro se clavara más profundamente con la fuerza de sus pesos combinados, y comenzó a moverse nuevamente bajo ella, penetrándola con fuerza y aflojando su agarre para que ella pudiera moverse a gusto.

La intensidad de sus embestidas había dio en aumento y ella no hacia sino gemir y jadear de placer mientras sonreía ante la intensidad e ímpetu de Marcus.

Observó como bebía y apuraba de la hidromiel provocando que ella clamara por su parte hasta notar como él se acercaba hasta sus labios para dársela de aquella forma tan sensual y lasciva. 

Volvió a llevarla, a moverla como si fuera una simple muñeca, demostrando cuanta fuerza tenían aquellos brazos y haciéndole saber que podría aprovecharse de ello. 

Vio como iban hasta la cama y como él se sentaba provocando que su miembro se clavara más profundamente en su interior y haciendo que un gemido de placer escapara de la garganta de la germana. Una vez apoyados sobre la cama sintió que la presa se reducía por lo que acomodó sus piernas y comenzó a cabalgar sobre él, moviéndose hasta el punto de que su miembro casi salía de su interior para ser ella la que bajaba con intensidad y así sentirlo de nuevo bien profundo. 

Se dejó caer de espaldas para verla cabalgar sobre él, arrastrando las manos por su cuerpo, apresando sus pechos un momento para soltarlos despues y verlos rebotar en cada embate, y embistiéndola con fuerza cada vez que ella bajaba sobre él.

Jadeaba de placer sintiendo cómo cada uno de los encuentros lo llevaban hacia el éxtasis, pidiéndole más con la mirada a la diosa de la arena. - Sigue... asi... - jadeó con fuego en la mirada.

Él terminó por recostarse en la cama por lo que ella aprovechó para quedar sentada en vertical sobre él mientras sus manos se posaban sobre su trabajado y musculado pecho, comenzando a moverse cada vez más deprisa, realizando ligeros movimeintos circulares con sus caderas, controlando las paredes de su sexo para aprisionar su miembro y moviendo su cuerpo de arriba a abajo para que él también sintiera como entraba y salía de su interior. 

- A... sus... órdenes... 

Dijo entre gemidos con una pícara sonrisa buscando que disfrutara de ese momento de poder ordenarle algo.

Su cuerpo se tensaba, provocando que sus movimientos fueran cada vez más rápidos e intensos mientras sus pechos rebotaban cada vez y ella gemía con algo más de intensidad. 

Los jadeos de Marcus se intensificaban a medida que los movimientos de ambos se aceleraban, y sus manos codiciosas recorrieron el cuerpo de la gladiadora, amasando sus pechos y pellizcando sus pezones con fuerza. Moderó sus movimientos brevemente en un par de ocasiones, sólo para evitar irse antes de tiempo, y sólo para volver a embestirla con más fuerza.

Ella podía notar cómo su miembro comenzaba a latir y como las embestidas se volvían más intensas y ligeramente espaciadas, y por si esas señales no fueran suficentes Marcus lo confirmó en palabras. - Ya... llego... - dijo al tiempo que aflojaba el agarre en sus caderas, dándole la libertad de dejar que su semilla se derramase en lugar de llenarla.

Los movimientos se habían ido intensificando, notando como él se detenía o disminuía en algunas ocasiones para no terminar tan pronto, algo que no hacía sino ampliar la maliciosa sonrisa de la germana. Quien cuando él volvía a iniciarlo todo con mayor ímpetu ella se unía a esos movimientos ampliando los de sus caderas.

Su miembro comenzó a latir, podía notarlo pero su mente estaba lejos de aquel lugar... Podría moverse y atrapar su miembro entre sus pechos, dejar que se derramase entre sus pechos y su boca pero sabía que de hacerlo ella muy posiblemente no terminara pues estaba también al límite. El palpitar de su sexo, la creciente humedad de éste y su respiración acelerada así lo indicaban. 

- Yo... yo... también... 

Apenas terminó de decirlo sintió como su cuerpo se tensaba y se contraía para en unos segundos liberarse con un intenso orgasmo que hizo que gimiera de placer mientras sentía como todo su cuerpo se relajaba.

De tener tiempo se movería para que él pudiera terminar entre sus pechos y su boca pero no sabía si llegaría a tiempo y sino siempre estaría la hierba...

Todo intento de resistirse a la marea de placer que lo consumía fue inútil cuando el orgasmo de la germana comprimió su miembro, y al tiempo que ésta comenzaba a relajarse Marcus se derramó dentro de ella en potentes oleadas, aferrandose a sus muslos y clavándose a fondo, incapaz de salir de dentro de ella hasta que se agotó su semilla.

Sus  manos recorrieron el cuerpo de la mujer mientras se relajaban, siguiendo el camino que marcaban las cicatrices de la mujer como si de un mapa de batallas se tratase. Su sonrisa le decía a la mujer que le gustaba lo que veía, lo que tocaba, y algo más le demostraba a la rubia que la noche podía continuar si así lo deseaba.

Buscaba recuperar el aliento, hinchando su pecho para intentar atrapar la mayor cantidad de aire que llevar a sus pulmones mientras sonreía al hombre que tenía debajo, entre sus piernas. 

Sus manos recorrían su cuerpo, marcando cada una de las múltiples cicatrices que recorrían su cuerpo mientras las manos de ella recorrían el musculado pecho de él, relamiéndose los labios y permaneciendo sobre él, realizando pequeños y muy sutiles movimientos circulares de cadera cada pocos segundos. 

La mirada de sus ojos era cuanto menos curiosa y también excitante, haciendo que sonriera mirándole con cierta picardía.

- ¿Te gusta lo que tocas? ¿Quieres más? Pero... ¿Hasta cuándo podrías quedarte? Porque, al igual que yo, dependes de tu señor... ¿No?

- Pregúntaselo a él, yo estaré aquí tanto como tu quieras y él lo permita. - respondió Marcus sin dejar de moverse ligeramente debajo de ella en respuesta a sus movimientos. - Y no te preocupes - dijo apretando uno de sus pechos - Lo hago porque quiero.

Miró en dirección al romano sin dejar de moverse muy ligeramente sobre él.

- Señor, ¿usted que dice?

Un pequeño jadeo salió de su garganta cuando apretó su pecho, relamiéndose los labios incluso mientras miraba al romano. 

Quien calla otorga, dice el dicho, y si el silencio es acompañado por un asentimiento y un ademán de complacencia las palabras sobran.

Con una sonrisa traviesa el hombre atrajo a la mujer contra su cuerpo y giró sus cuerpos, quedando sobre ella sin haber salido de su interior. - ¿Puedes escapar de cualquier presa? - dijo apretándola con sus brazos contra su cuerpo al tiempo que movía su cadera para penetrarla más profundamente.

El romano no dijo nada pero la sonrisa de Marcus lo dijo todo y en apenas unos instantes vio como éste la movía para colocarse él sobre ella.

- Si quisiera, si... 

Gimió al sentir como su miembro se clavaba profundamente en su interior de nuevo y ella mordía su hombro con deseo.

- No... Te contengas...

Posicionó sus piernas para enroscarlas a sus caderas y elevar ligeramente su pelvis mientras sus manos se aferraban a su espalda. 

Marcus sonrió salvaje y cumplió con el pedido de Soenya, apoyando ambas manos al costado de su cuerpo y utilizando la fuerza de sus brazos y piernas para embestirla salvajemente, entrando y saliendo de ella con fuerza, dejando caer todo el peso de su cuerpo en cada embestida.

Sus piernas se enroscaron más fuerte alrededor del cuerpo de él mientras disfrutaba del placer en cada una de las embestidas de él, gimiendo y jadeando de placer bajo él.

Sus ojos fijos en los de él mientras sus labios buscaban los suyos, mordiéndolos y atrayéndolos hacia ella para pasar de sus labios a su cuello, lamiendo y mordiéndolo mientras sus uñas recorrían su espalda con lascivia y deseo. 

Salvaje, ni aún en posición sumisa aceptaba su sumisión, a Marcus le agradaba, le recordaba a las mujeres de su juventud, incluso las mordidas y los arañazos. No era raro que una revolcada con sus compañeras de aldea terminase con sangre, sudor y carcajadas, ni tampoco era extaño que los romanos los considerasen bárbaros al ver que no solo en batalla eran peligrosas las mujeres pictas.

Supo que podía dejarse llevar, y sólo tuvo cuidado de no tocar el brazo recien marcado, pero el resto de su cuerpo se convirtió en blanco de sus dedos como garras y sus dientes mientras la penetraba salvajemente, intentando devolver embestida por embestida y sabiendo que esa noche sería algo que no olvidaría por un tiempo.

Aquellos movimientos, aquellas miradas, aquel miembro entrando y saliendo de ella sin descanso le indicaba que iba a ser una larga y excitante noche que pensaba disfrutar...

Si este era su premio, pensaba disfrutarlo y saborearlo hasta el amanecer... Después, ya vendría tomar los preparados y seguir con los cuidados...

Sus dientes mordieron, sus uñas arañaron y su sexo anhelaba todas y cada una de las penetraciones de él, dejando que la llenara o cubriera con su semilla tanto como quisiera.