Partida Rol por web

El tritón se dejó llevar hasta aquel asiento blanco, poniendo todo el suelo empapado con el agua que resbalaba de su piel y su pelo mojado, el cual se pegaba a su rostro de forma desordenada. Ella lo montó con brusquedad, con necesidad, robándole un intenso gemido de placer ante aquel movimiento.

- Ligeia... - su voz brotó ronca, extasiada, mientras se aferraba a su trasero para obligarla a moverse a su compás y cuando ella cogió el ritmo la soltó para intentar deshacerse de la camiseta que ocultaba lo que el anhelaba. Como siempre, se hacía un lio para averiguar como quitarsela, así que al final acabó desgarrando la tela para poder coger sus senos entre sus manos y luego entre sus labios y sus dientes, lamiendo y mordiendo con suavidad, deleitandose en su sabor, aunque aquello los obligaba a detener el movimiento de sus caderas, dejándo sus sexos a la espera, latiendo al compás de la dulce tortura que aquello suponía.

- Yo echar de menos - sus manos volvieron a descender para aferrarse a sus caderas y volver a embestir con más fuerza, con más intensidad, sin apartar la mirada de ella.

Cuando murmura mi nombre yo murmuro el suyo entre jadeos. Me toca como tocara algo valioso, como siempre me toca. Un escalofrío me recorre mientras se hace in embrollo con la camiseta. Una pequeña risa brota de mis labios. Paro un poco el ritmo galopante que mi cuerpo había adoptado y disfruto del momento con más sosiego, no es mi estilo pero adoro todo lo que él hace.

Lo siento latir dentro de mí mientras sus labios recorren mis pequeños y pálidos pechos erizados.  

Cada fragmento de mi carne nota que es cierto que me ha echado de menos y por primera vez en mi vida me siento imprescindible para alguien.

- Te quiero mucho, sirenito – mis brazos rodean su cuello por encima de los hombros, susurro empujada por el momento, sin pensar en nada más.

Me embiste de nuevo, suelto un pequeño grito, me sujeto a su cuello dejando pequeños besitos mojados por sus pómulos, su nariz, su frente, sus labios, y me acoplo a su ritmo acelerándolo más.

Él escuchó aquel te quiero y aunque no era la primera vez, en este momento si comenzó a rumiar lo que significaba aquello. Sus manos treparon hasta alcanzar el rostro de la humana para detener un momento sus besos y atrapar sus ojos y que pudiera leer en los de él que era recíproco, que para él ella era lo más importante y le daba igual contra que o quien tuviera que pelear.

- Yo también te quiero - susurró con todas las letras y con el tiempo verbal adecuado mientras atrapaba su boca nuevamente con ansia y hambre permitiendole a ella acelerar, montarlo como ella quisiera, pues él iba a disfrutar de igual manera cuando ella alcanzara el climax. Él desde luego no se cortó a la hora de evidenciar cuanto le gustaba aquello con gemidos bajos y pausados, donde su respiración se aceleraba contra el oido de ella o contra la suave piel de su cuello.

Me da miedo decir algo que rompa todo esto así que abro los labios pero no digo nada me limito a mirarle a retener este instante. Cada movimiento, cada susurro, su latir, su respirar, no puedo, acelero sin darme cuenta, acelero todo brutalmente. Lo que se había vuelto frágil y suave ahora es más bruto, más como yo soy.

Le muerdo un hombro con fuerza cuando por fin alcanzo el mejor momento de mi pequeña e ínfima vida. 

Entro en mi habitación y, dejando el teléfono móvil guardado en uno de los cajones, decido desnudarme y vestirme con el equipo de buceo que había llevado en la búsqueda de Ligeia en la tarde anterior. Una vez que termino de ponerme el equipo de buceo, decido colgarme el arpón en la espalda.

Ya había habido ataques de criaturas marinas a seres humanos con anterioridad, por lo que iba a tratar de ir lo más seguro posible. Al fin y al cabo, parecía que ni Erëssea ni Eneas ni tampoco ahora Enna o Náyade sentían temor porque llevase un arma para defenderse o ayuda a alguien en caso de producirse un ataque.

Él se dejó cabalgar, amoldándose a su ritmo y a su brutalidad, sin poner queja y objeción alguna ni siquiera cuando lo mordió, y sintiendo como el orgasmo le alcanzaba de forma brutal y demoledora, derrámandose dentro de ella y apretando sus nalgas contra él como si así pudiera evitar que se desperdiciara nada.

Esperó a sentir que el cuerpo de ella se relajara antes de que sus manos se deslizaran perezosas por los gluteos de Ligeia, ascendiendo por la espalda una de ellas mientras que la otra aferraba con fuerza el muslo.

- Increible - susurró contra sus labios antes de lamerlos con deseo. - Pero tener que volver con... ellos - parecia que no le apetecia mucho pero no podía relegar más lo que había ido a hacer - Tener que buscar a Eneas. Contar a él lo que yo decir antes a vosotrs - la punta de su nariz acariciaba el rostro de Ligeia con mimo mientras hablaba y mientras seguían en la misma postura. Él aún dentro de ella, sin intención ninguna de bajarla hasta que ella decidiera.

Con la respiración amainando después de una tempestad empiezo a darme cuenta de todo lo que aún nos queda por delante. Acaricio sus mejillas con las palmas de mis manos. Le doy un beso en la frente.

- Qué bonito eres.

Sonrío, nunca me imaginé que algo así fuera real y fuera para mí, él es lo más importante que tengo, él y Poe. Me levanto despacio, arrancando este momento de mí con cierta tristeza y desde luego con mucha felicidad.

- Vale, busquemos al pelirrojo y a la morenita también, no estaban bien solos. Aunque ella parecía manejarse mejor. – Lo miro de reojo mientras recojo una toalla y seco un poco, luego busco algo de ropa seca, la mía está empapada - ¿Viste a tu… hermano? – Sé que es algo importante para él, y sé que no querrá hablar de ello pero me preocupa la cara que pone cada vez que él sale a la luz.

Azariel observó a Ligeia mientras se movia por la zona, deleitandose en sus movimientos, en el baile de sus cabellos cuando se agachó a recoger algo del suelo...

Su rostro volvió a entristecerse cuando ella mencionó a su hermano - No. No ver. Pero madre contar que él estar bien - se pasó la mano por el pelo para peinarselos y que quedaran de punta, para luego trasladarla a su pecho mientras bajaba la mirada y observaba su desnudez.

- ¿Marc tener más ropa para mi? - preguntó mientras se levantaba por fin y se acercaba a ella y le rodeaba la cintura con sus manos. De repente su rostro se había endurecido y su gesto era preocupado - Bruja estar aquí. En superficie. Yo no dejar que a ti pasar nada. Prometo. - Posó un suave beso en sus labios para finalizar sus palabras

Me voy vistiendo mientras él habla y una vez he terminado me doy cuenta del modo en que me mira. Me echo a reír alegre.

- Es tu hermano, lleva tu sangre, no puede ser tan malo. - La palma de mi mano acaricia su espalda, morenita, marcando cada músculo con cariño – Marc seguramente te deje más ropa, entra en su cuarto y ponte lo que mejor veas, tú sabes donde tiene ropa, yo voy a ver si arreglo un poco el baño, que lo hemos dejado perdido.

Muerdo mi labio inferior, lo sujeto un poco de la nuca y le beso, dejando pequeños pero fuertes mordiscos en su labio inferior.

- Yo te protegeré a ti también, sirenito.

Sonrío mirándolo a los ojos, y me separo de él para que vaya a vestirse. A partir de ahora todo se acelerará de nuevo.

El Tritón le devolvió los besos con énfasis, como si no se hubiera saciado de ella, pero ahora habia otras prioridades. Se le escapó el aire de los labios sorprendiendose él mismo por ese suspiro inesperado cuando Ligeia se apartó.

​​​Tras pelear un poco con el pomo y esperar que ella le indicara como hacerlo, salió y se metió en la primera habitación que pensaba que era la de Marc, pero a saber.

Luego tendría que pasarse un rato buscando la dichosa ropa.

Entrando en la habitación de Bianca, le vino un pequeño retazo de su colonia, la chica había estado nada de tiempo allí y su ropa ya había dejado su marca. se acercó a la bolsa de la chica y poco a poco fue metiendo sus pertenencias en la maleta. 

-Francesca, ¿vive usted en la isla o está solo por el trabajo?, no es por entrometerme en su vida es por saber si podía darme indicaciones de donde comprar ciertas cosas.

La habitación que se abre ante Eressëa es enorme dominada en el centro por una gran cama redonda.Unas grandes puertas de un blanco roto son abiertas por Valeria mostrando lo que parece otra habitación más pequeña aunque sin salida y con ropa solamente.Varios muebles desconocidos por la sirena se distribuyen de manera ordenada por el cuarto y una puerta cerrada encierra otro nuevo misterio,no así una que da al aire libre y por el que la mujer puede ver un precioso jardín ahora oscurecido por el mal tiempo y la ligera lluvia que sigue cayendo

La mujer mira unos papeles y va tachando a medida que Marc mete cosas en la maleta de Bianca aunque se detiene ante la pregunta de él

-"Oh,sí,yo soy oriunda de Capri,nací y me crié aquí ¿qué desea comprar?Como les dije ayer pueden ir al interior de la isla donde está el centro de la ciudad y un sinfín de tiendas donde encontrarán cualquier cosa que necesiten"-aclara la morena volviendo mirar las hojas que tiene ante sí-"¿Han logrado descubrir algo?"-

Sonrío a Eressëa.

-Dime, ¿Qué te parece? ¿No es bellisimo? Bueno. Se vería mejor si fuese un día soleado y el aire fresco soplase desde el mar.- Nerviosa por la diferencia entre lo que esto pueda parecerle con su hogar sigo sonriendo -Bueno, no es nada del otro mundo. Pero tiene su propia belleza. Ahora... veamos. ¿Qué podemos escogerte? Pero es que madre mía, casi todo lo que hay te quedaría estupendamente.- Empiezo a sacar varios modelos de vestido, algunos pantalones y unas blusas que pudieran quedarle y tras comparar con la vista empiezo a colocar diversas prendas sobre la cama.

Hay belleza en esta habitación - dije, empapándome de lo que veía. -​​​​​​​​​​​​Los cofres, - me refería a la cómoda y las mesillas - El lecho, todo está en buen sitio, hay armonía.  Tuve que simplificar lo que pensaba para poder expresarlo en un idioma, el humano, que era mecánico y rígido.  Una sirena habria dispuesto todos los muebles del mismo modo. 

Miré a Valeria y sonreí, ella estaba siendo muy agradable conmigo. La humana hablaba muchísimo, sin parar, pero su voz era bonita y llena de matices, de vida. No me pareció que la embriaguez que me provocaba el aire tuviese nada que ver en el aprecio que tenía por la doctora.  El Whisky sin embargo... No me sentía centrada del todo, me sentía algo lenta, difusa

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-​​​-Me ayudas? - dije mientras dejaba caer la cazadora al suelo, quedándome completamente desnuda. Con total naturalidad me acerqué y señalé una blusa. -Es bonita. Parece hecha de espuma de mar.  No dije nada del resto de prendas, eran horribles, tumbas de tela donde embutir mis brazos y mis recién creadas piernas  -¿Me... ayudas a ponérmela?

Sonrío a la chica. Agradecida por sus halagos. Al perecer hay cosas que son universales, seas sirena o seas humana.

-Si, claro. Faltaba más. Que estoy segura que para ti todo esto es muy extraño.- Por un momento me imagino el lío que sería para ella vestirse por si sola. ¿Es esto lo que siente una madre cuando imagina con ropa a su bebé? Sacudo esas ideas de mi mente.

-Anda ya.  Lo primero que necesito es que levantar un poco los brazos. Observa.- Sigo señalando los espacios circulares en la ropa -Necesitamos pasar estos brazos por tus huecos. Y luego- digo señalando el más grande -vamos a pasar la cabeza por acá.

Parecerá un poco complicado, pero es lo más fácil del mundo. 

Recojo un poco la pieza de ropa y empiezo a colocársela con cuidado, intentado no arrugar demasiado, pero intentando no enredarla con la tela. Es increíble lo fácil que es vestirse una sola, pero a otra... ¿Cómo sería la vida de las sirenas?

Empiezo a acomodarle la ropa y sonrío de nuevo.

-Madre mía, es que te vez hermosa sin importar lo que te pongas. Además has hecho una muy buena elección. Ahora... veamos con que podemos complementar tu atuendo.

Iba fijándome en los gestos y en cómo iba ayudándome Valeria a ponerme la ropa.  Era sencillo una vez visto hacer, aunque la destreza con la que la mujer introducía los pequeños discos nacarados -los botones- en las aberturas de la tela, no creí poder igualarla de momento.
Me probé tres o cuatro modelos, siempre bajo la atenta a la mirada de Valeria, que no parecía mostrar el interés por mi desnudez que habían mostrado tantos por ahora. De algún modo extraño, por lo novedoso, agradecía este hecho sobremanera.   

Los últimos ya me los puse de la manera correcta, sin demasiados titubeos.  El primero, cuyo aspecto me gustó, descubrí que me irritaba la piel.  Al final me quedé con uno de ellos, algo más largo. Me gustaba como olía y la sensación que producía su roce sobre mi piel.  Coincidencia o no, estaba fabricado con algodón cien por cien orgánico.