Partida Rol por web

Dejas que lo que sea que te arrastra al fondo haga su trabajo y no te resistes sin embargo llega un momento que de manera inconsciente abres la boca para tratar de respirar pues estás ahogándote,estás muriendo y tus ojos se abren mientras tus pulmones luchan por introducir algo de aire en ellos aunque tan sólo es agua salada lo que entra en tu interior.La inconsciencia empieza a invadirte mientras que tu cuerpo se agita de manera espasmódica y dolorosa.Tu final ha llegado.

De repente unas manos dulces introducen sus dedos por tu pelo,acariciando tu nuca y en tus labios notas la suavidad de otros mientras que el aire vuelve a ti y tus pulmones vuelven a recibir la vida que necesitan

Al abrir los ojos ves el atractivo rostro de un hombre,el mismo que viste en la superficie.Sus ojos,extraños e hipnóticos a escasos centímetros de los tuyos y sus labios aún rozando los tuyos.Una de sus manos rodeando tu cintura y la otra en tu nuca,como si fuerais dos amantes unidos por un beso eterno

Y Hesíodo escribió, hace eones, en su teogonía, que después de los titanes y la masacre que Cronos repartió por la tierra, hubo un reparto entre los tres hermanos mayores: Hades escogió el inframundo para su trono, Zeus se quedó con el olimpo allá en las nubes, y Poseidón quiso gobernar el océano, las aguas saladas y todas sus criaturas. Sé que estás ahí en algún lugar, sé que hay justicia en el mundo, sé que nadas aquí en lo profundo, estoy segura de ello porque voy a morir ahora.

Una vida por otra, no voy a resistirme aunque mi instinto de supervivencia me grita de una manera ensordecedora, me grita agónico que me mueva, que dé patadas, que intente librarme de lo que sea que me arrastra. No. Mi sino era morir aquí ahora lo sé. Él se llevó una vida preciosa, ese zafio arrastró su cola por toda la cubierta. Lo siento tanto. Te doy mi vida en pos de que en alguna parte una de esas preciosas criaturas pueda nacer. No es una gran vida la mia, no he hecho nada memorable, nadie lamentará de corazón mi muerte, pero es mía. Tómala. Perdóname.

Mis pulmones sueltan el último suspiro que me queda. Poe, te quiero mucho, gracias por acompañarme.

“Aquella sirena era diferente de sus hermanas, las inmortales hijas de Nereo. Ya era único y sorprendente su cabello, no precisamente de un rojo coral, sino del suave dorado de las escamas en algunos peces. Y, sobre todo, su comportamiento era extraño. Se interesaba por objetos que a sus hermanas les parecían ajenos y, sobre todo, permanecía largos  ratos inmóvil, sin emitir ningún pensamiento que ellas pudieran captar mentalmente, pues las sirenas no necesitan articular un lenguaje. Todo eso era tan anómalo que a veces les parecía a las nereidas de otra especie y, si no pensaban que estuviera enferma, es porque tal idea es ajena al mundo de los inmortales…”

La imagino, rondando el barco de padre, curiosa, como Sampedro relata en la historia de su Vieja sirena, imagino su felina curiosidad, esa que acabó arrastrándola hasta mí y abismándola a su final.

Me ahogo, ya no puedo pensar, mi cuerpo y los espasmos. Aquí termina todo. Todo se oscurece. Perdóname.

Algo se enreda entre mis cabellos, la caricia detrás de mi cuello ¿Qu…? Suavidad y calor en mi boca. ¿Son unos labios? ¿Aquí? ¿Ahora? La oscuridad se rompe cuando abro los ojos ¿Estoy muerta? Mis pulmones se llenan ¡¿Qu…?! Me sujeto con fuerza, abrazando a... su cara... ¿es el chico de antes? Oye, qué bonito es él, así, tan cerca de mí, me rodea la cintura con su brazo, sus ojos me atrapan. No sé qué pasa pero se está tan bien aquí... Debo estar muerta. Le sonrío, no aflojo el abrazo ni por un segundo, “hola, gracias” es lo primero que se me escapa, vuelvo a perder lo que me ha dado así que sin pensarlo, intento robarle más aire de entre los labios.

Sus ojos curiosos indagaron en aquella intensidad azul que le devolvia la mirada confiada y agradecida. Ella lo besó de nuevo y Él se dejó pues al contrario de lo que pensaba aquella boca era esponjosa y tierna. Dulces y salados a la par.

- Ahora puedes tú - le dió un toque en la nariz con la suya para hacerse entender. Aunque conocia el idioma no lo hablaba con fluidez y tenia que pensar las palabras

Se apartó y sin retirar la mano de su cuello  recorrió extrañado con la yema de su pulgar el contorno de aquellos dientes afilados que no se clavaban en su piel. - ¿Porque no atacar? - frunció el ceño pero no le dió mucho tiempo para responder pues la cogió de la mano y tiró de ella para acudir junto a Eneas, que estaba muy cerca, y Eressëa

Emitió unos cuantos sonidos agudos y algo chirriantes antes de seguir avanzando

- Alejemonos antes de que el humano que estaba en la barca venga en busca de ella -

¿Ahora puedo yo? Me mira la boca, acaricia mi boca… ah… el escualo que llevo en la cara. Presiono los labios uno contra el otro, la verdad es que por primera vez me preocupa que alguien se asuste de mí. ¿Atacar? ¿Por qué? ¿A quién? No me salen las palabras, estoy tan concentrada en él que no me brota ni una sílaba. Ladeo la cabeza recorriéndolo con curiosidad.

Y se me escurre entre los brazos ¡eh! Espera ¿Dónde vas? ¡Quédate un poquito más conmigo! Y nada, absolutamente nada en el universo me había preparado para el instante en el que me jala del brazo y no sé a dónde me lleva.

Ese parpadeo en el que veo su cintura, sus escamas ¡QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ! ¡¡!! ¿Me he muerto y éste es mi cielo? Alguien o algo ha inventado un cielo para mí, está bajo el océano. ¡Es un sireno! ¿Eso existe? ¿Existen los hombres sirenos? Claro, Poseidón. ¡¿Qué?! ¡Quiero gritar de emoción! Las alarmas de mi interior son una vorágine. Una tempestad de plenitud, de llegada a alguna parte; me siento colmada ¿? No hay una palabra en ningún idioma del universo capaz de describirme. Ni siquiera noto que sigo debajo del agua y ya no me ahogo.

Nacen de él sonidos imposibles. Me sujeto a su brazo con ambas manos, casi como si sujetara mi vida. Lo siento por ti, sireno ¿?, pero no pienso soltarte de tu mano nunca más.

 Y allí estaba perpetua con su mirada por momentos en la escena y por otros la desviaba hacia abajo mientras se dispuso a contar los minutos antes de que esto vuelva a torcerse. Es que aquella Sirena de cabellos rubios, se mantuvo a una distancia considerable con su tridente en la mano, como una fiel espectadora que no se involucra pero participa de aquello en su forma tácita.

Ellos estaban a cargo, mientras la rubia se permitía analizar la situación desde su perspectiva. No dijo palabra alguna, simplemente su mirada se detuvo en ese rostro, en los comportamientos que manifestaba y esa sensación que prima inicialmente al ver como se aferra a Azariel. 

Había caído ante el encanto de aquel Tritón, eso era muy bueno. No obstante, respondió a su amigo en su idioma mientras gira sobre si misma para darles paso, así ella cubre sus espaldas por si algo se tuerce en el último momento. 

Eressea a simple vista era una sirena preciosa, de ojos verdes una piel blanco marfil que armoniza con el tono del mar. Su dorado cabello parece danzar entre cada movimiento ondulante que ella realiza, mientras que su cola en un tono verde tornasolado, ofrece una amalgama de colores que en definitiva atraen. 

Pero lejos de mostrarse como alguien que pretende usar sus encantos, ella seguía conservando las distancias, como una guardiana, una protectora de su propia especie. 

- Ha caído en tu magnetismo. Ahora toca la segunda parte. - responde a Azariel.  - Vamos, iré detrás por si las dudas.

Al sujetarte más a él te percatas que lleva un reloj de pulsera de eslabones metálicos pero con la esfera astillada. Obviamente no funciona.
En su pecho y brazo izquierdo luce tatuajes de animales terrestres y flores de la superficie. Su cola de tritón está formada por escamas de distintas tonalidades marrones

Eneas, el tercero que cerraba la comitiva, se aproximó hasta la habitante de la tierra con rostro de tiburón, nadando junto a ella y Azariel mientras se desplazaban entre las mareas. Era extraña esa vinculación con el mar que se había grabado en su piel. Despertó la curiosidad en el sireno. Quería conocer su historia. De hecho, la mujer no lo sabía, pero el tritón había visto su rostro en el barco cuando salieron de Barcelona. Indudablemente, le había impresionado su presencia, como a sus compañeros, pero cuando se acercó hasta sus inmediaciones clavó sus profundos ojos en la humana con naturalidad, como aquel que está acostumbrado a ver y haber estado cerca en muchas ocasiones con otros de su especie.

La belleza de Eneas era indudable entre los miembros de su raza. De cuerpo fuerte, bronceado, atlético y cabellos dorados, contrastaba con el tono más oscuro de su aleta y su zona corporal inferior. Pero si algo llamaba la atención en el tritón era su gracilidad de movimientos y elegancia natural.

—Bienvenida—dijo Eneas a la humana, en su idioma, con una voz dulce, pausada y cantarina—. No te preocupes—continuó tratando de calmarla, a pesar de que ella parecía disfrutar y estar emocionada por la cercanía con Azariel—. Con nosotros estás a salvo.

La sonrisa y ojos tiernos del tritón contrastaban con los de su compañera, Eressëa, más distante. Él no podía evitar que un destello de simpatía y amabilidad siempre estuviera presente en su rostro.

—Démonos prisa— dijo a sus compañeros—. Ya podremos hablar tranquilamente con ella cuando estemos en un lugar seguro.

Aún estoy fijándome en él, mi sonrisa se dibuja feliz cuando veo el reloj analógico en su muñeca, lo debe haber cogido de alguna parte. Sus tatuajes son mamíferos terrestres ¿tendrá algún Poe por ahí? ¿Habrá visto todos esos animales? Quiero preguntar, quiero saber, pero de repente, ahora, el tatuaje de mi cara nacido para ahuyentar y alejar de mí a todos, es todo menos lo que quiero que vean al mirarme. El pensamiento es fugaz, mi oscuridad y yo somos una sola, he sufrido mucho para ser quien soy, todas mis cicatrices están a la vista, están donde quiero que estén. El miedo se diluye, ese miedo que va acompañado de los cambios, ese que hacia eones que no sentía. ¡También hay flores ahí! Y las escamas marrones ¿cómo puede ser tan hermoso? ¿Cómo?

En ello estoy pensando cuando ella aparece de entre las corrientes de agua salada, inconscientemente estrecho más mi mano a la de él, emocionada. Observo su cabello de cobre, sus ojos son una cala cristalina cubierta de algas verdes, Bernini esculpió su piel, esculpió su mano sujeta al tridente. ¿Y si es la esposa de Poseidón? Su porte y majestuosidad, la distancia con la que me mira, su espalda erguida. No dice nada. Yo le sonrío, no sé muy bien qué decir, me siento apabullada.

Y una tercera voz llama mi atención absorta. Gracias, quién sea que esté ahí, escuchándome, por inventar un cielo para mí cubierto de agua. Al girarme veo a otro sireno ¡Hay más! ¡claro que hay más! ¡Qué tonta!

Sonríe, habla, pero me cuesta un poco procesar lo que ha dicho, tardo un poco en responder, me fijo en el hoyuelo de la comisura izquierda de su labio, está bronceado, se ha tumbado al sol. Parece esculpido por el mismo Ares. Sonrío y mis dientes, los míos, se ven al reír. ¡Qué bonito es! Parece amable, su tono y su gesto rebosa simpatía y ternura.

Me abruma, tanta belleza y aquí en medio yo, con mi mandíbula de tiburón. Me siento un poco intimidada. Ahí arriba estaba agobiada rodeada de académicos pero aquí ¡¿Por qué todo el mundo es tan hermoso?!

- Hola, soy Ligeia. Muchas gracias por salvarme – miro al sireno al que aún me aferro, luego a los demás – y… por estar aquí – mucha información que procesar, no sé muy bien qué más decir, de repente soy tonta.

Seguía sujetando a la humana mientras se deslizaba por el agua con fluidez, sintiéndose afortunado por haber hallado aquel tesoro. Tenia tantas cosas que preguntarle! Quizás le enseñara a usar algunos de los objetos que tenia guardados en su lugar secreto. Un lugar que ni siquiera había enseñado a Eressëa o Enna. Echó un vistazo a la bella sirena. vigilante. Atenta. Como siempre sabia que podía confiar en ella y su buen juicio. Eneas en cambio se acercó a hablar con la humana. Lo hacia mejor que él, desde luego. Su ceja derecha se alzó interrogante al escuchar las palabras de Ligeia. Tiró de ella un poco, pues se quedaba rezagada y la rodeó con sus brazos a la altura del pecho, impidiendo que pudiera moverse mucho. Podía tenerla sometida con su canto, pero su alegría natural era contagiosa y le gustaba la sensación de tener un humano tan cerca de él. - No salvar. Prisionera - lo dijo con gesto duro, pero al mirarla unos instantes a los ojos suavizó el tono - Si ayudas, tú regresar -

Erëssea sigue manteniéndose distante mientras escucha la presentación de la joven que entiende a la perfección, descubriendo al mirarla en detalle que se trataba de una mujer, sólo que esas piernas le despiertan cierta curiosidad que no puede evitar e imagina lo que sería ella misma al tenerlas. ¿Cómo se sentirá? Y en medio de aquellas dudas, intercambia mirada con sus compañeros, permitiendo que ellos obren según lo sientan, cuando ella protege sus espaldas y se mantiene alerta. 

También le sorprende su rostro, por momentos se le pasa por su mente el tocarlo para saber si esos dientes muerden y porqué razón están allí. Su apariencia era un poco aterradora en una primer instancia, pese a que lo contrarresta con esa actitud jovial, divertida por así decirlo. Muy lejos está de la concepción que tiene de los humanos, no se los imaginaba así y esas mismas dudas que en su mente continúan manifestándose, la impulsan a preguntar. 

- ¿Por qué tienes el rostro así? -  pregunta en la lengua de los humanos, el tono suena melodioso como si se tratase de una dulce nana que endulza los oídos. Posiblemente Azariel con un poco de ayuda entendería la pregunta y Eneas, la comprendería del todo. Y mientras espera una respuesta que en algún momento llegará, avanza por el mar a través de un movimiento ondulante con su cola, sin querer llamar la atención ya que permanece atenta a lo que pueda pasar. 

No sólo respiras bajo el agua sino que puedes hablar.El tritón que te mantiene agarrada es guapo,atractivo,incluso sexy podrías decir,sin embargo los otros dos son tan bellos que te cuesta dejar de mirarlos.Su belleza tiene algo antinatural pues es tan pura,tan maravillosa y tan increíble que ninguna palabra te parece adecuada para describirlos

Ella es directa como un cañón a bocajarro, como solo alguien con poder suficiente puede serlo, o como una niña genuina y curiosa. Y la verdad es que me gusta por muy difícil que sea de responder esa pregunta.

Me siento como la criatura que el doctor Frankenstein creó, cuando agazapado miraba a los niños y a aquella mujer y sabía que nunca podrían amarle porque él era tan horrible que nunca merecería el amor de nadie.

Aquella criatura se desvivía y sufría por el amor y la ternura que le faltaba; lo ansiaba, lo anhelaba febril y desesperadamente, tan es así que incluso la razón de su existencia se erigía sobre la falta de amor. Un gelatinoso pilar que se deshacía página a página hasta el final de la historia.

Ahora siento esa necesidad de agradar, me siento subyugada a ella, como una correa atada a mi cuello que me aprieta. Mi escualo vuelve más difícil que eso se haga real y me vuelve a mí en mi contra como aquella criatura monstruosa.

La significativa y radical diferencia entre ese monstruo que no sé por qué ahora recuerdo, y yo,  era que yo lo empujé todo al vacío voluntariamente, a mí no me angustiaba la idea de que me tuvieran miedo, tan es así que me gustaba, yo ya sabía que el hombre es despreciable e inhumana, que la criatura era más humana y se acercaba más a quien yo quería ser. Pobre monstruo, nunca lo entendió.

El escualo fue idea del tatuador. Ahora la necesidad de gustarles ha vuelto con violenta pasión.

¿Cómo se explica todo eso a una reina de los mares? No se puede así que simplifico.

- Quería ahuyentar a los hombres, de mí. No me gustan mucho ¿Sabes? Sólo algunos pocos. – Y bueno…. No es que me importe demasiado pero aun así - ¿dónde vamos? ¿cómo os llamáis?

Las preguntas se me agolpan todas a la vez, no quiero avasallar así que aguardo un momento, Vamos Lia, una a una, Poe ahora me diría que soy una ansiosa, y que los voy a asustar, que me calme un poco antes de hablar.

Él habla de nuevo y yo no puedo más que sonreír aunque su gesto sea duro.

- ¡Jau! Tú sí salvar mí - imito la forma en la que me habla, sonriendo con ternura. Es extraño, haría cualquier cosa que me dijeran los otros dos, ella y el rubio, pero este que me tiene agarrada me despierta una alegría natural.

Me estrecha fuerte supongo que para nadar mejor, yo nunca podría nadar tan rápido como ellos. No me mira mal, no se asusta a pesar de todo ¿Cuándo fue la última vez que un hombre tubo cojones suficientes para besar mis labios? No me acuerdo ya.

- Os ayudaré con mi vida si es preciso.

Y la idea de poder ayudar me resulta tan chachi que lo abrazo con ilusión sin poder evitarlo.

- ¿Qué puedo hacer hacer?

Por un segundo se quedó mirando el rostro de la humana enmarcado por su cabello azulado. Sentia sus piernas, las cuales rozaba de vez en cuando al nadar, pero por lo demás, era como ellos, incluidos esos dientes que no eran dientes. Al haberlos rozado antes con los dedos supo que estaban hechos de manera similar a los dibujos que tenia él grabados en la piel. Sonrió divertido al ver su entusiasmo y su determinación de ayudar voluntariamente pero rápidamente intentó ponerse serio al mirar a sus compañeros, como si tuviera que dar ejemplo.

- ¿Jau? - preguntó con curiosidad contra su oido cuando ninguno miraba. Luego pareció dudar antes de añadir algo más - Yo Azariel -

Eneas escucha las preguntas de sus compañeros y las respuestas de la humana con atención. Eressëa siempre daba en el blanco con sus palabras. A pesar de la dulzura de su voz, era capaz de atravesar con ellas como si empleara un arpón. Vio el breve conflicto interno que se reflejó en el rostro de la mujer durante unos segundos antes de contestar. "¿Cuál sería su historia?", pensó el sireno para sí mismo. El tritón también había tenido mucha curiosidad por el extraño tatuaje de la habitante de la superficie, especialmente por las razones que pudieron llevar a una persona a colocarse un rostro de escualo sobre el propio. ¿Ahuyentar a los hombres? ¿Cómo eran las relaciones entre los humanos para querer hacer semejante acto? Aquello le parecía más que extraño. Más adelante habría tiempo para tratar de comprender sus razones.

— Yo soy Eneas—dijo el tritón hablando nuevo en la lengua de los habitantes de la superficie. Llevaba ya algunos años sin hablar con un humano. Aquel encuentro se le antojaba diferente. En otras ocasiones sabía que no terminaría de forma agradable. No había sido más que la miel con la que atraer a las moscas—. Vamos de camino a un lugar seguro, donde podremos hablar tranquilamente.

Durante unos segundos el sireno pensó en las palabras adecuadas para explicar a la mujer cuál era su situación y qué era lo que ellos necesitaban de ella. No quería asustarla innecesariamente, sino que se sintiese cómoda entre ellos. Aunque el impacto de haberse encontrado con miembros de su especie le tenía, según parecía, suficientemente fascinada. ¿Qué sentiría al darse cuenta de que sus mitos y leyendas eran ciertas? 

— En realidad, sí puedes ayudarnos—le explicó Eneas alegrándose del ofrecimiento que hacía la mujer y mientras se reía por el abrazo que daba a Azariel—. ¿Qué sabes sobre los extraños acontecimientos que están ocurriendo en el mar y que implican a los de tu raza? ¿Por qué estáis aquí? ¿Sabéis qué o quién es lo que está haciendo daño a los tuyos?—. Eran muchas preguntas. El tritón sabía que debía calmarse. Todo tendría respuesta a su debido tiempo.

Siento un escalofrío tan pegada a él, lo veo sonreír, quiero explicarle lo de Jau, pero no creo que conozca las pelis de Indios y vaqueros. Aun así sería divertido poder explicarle. Suspiro con impaciencia.

Eneas habla perfectamente, mirándome con simpatía me explica algunas cosas, su gesto dulce y amable tan propio de alguien amigable me resulta insólito y del todo imposible, sobre todo que me miren así a mí. Habla de un lugar seguro, entiendo que es peligroso estar en cualquier lugar ¿Será por los depredadores marinos?

- Eneas… Azariel… Qué bonitos los nombres – me siento tan entusiasmada de estar aquí, porfa porfa porfa, que no se acabe nunca ésto.

Un pensamiento intrusivo se me cuela al vuelo. ¡Aaaaaay! ¿Habrá alguna bruja en el fondo del mar capaz de hacer lo que cuenta Andersen en el cuento de la sirenita pero al revés?  ¡¿La habrá?! Vale, cálmate, primero ellos, luego tú. Calma, calma, calma… Relaaaaaaaaaaaaaaajate. Piensa antes de hablar, ya, ya sé que nunca lo haces, pero ahora debes hacerlo.

Me centro en lo que dice Eneas y la verdad es que no sé a qué de todo se refiere. Le sonrío, veo su curiosidad en sus ojos, amontona las preguntas y me da la sensación de que tiene más, lo que me causa mucha ternura e ingentes dosis de empatía, yo me esfuerzo igual por no agolparlo todo de una.

- ¿Extraños acontecimientos?

¿Hablamos de la caza furtiva, la de plásticos y basura que hemos vertido al mar, de la contaminación de aguas, hablamos del cambio climático y la desaparición de algunas corrientes debido al calor…? Joder, parezco el rubio científico ya. ¡Mierda! Quizás alguno de mis compañeros les hubiera servido mejor que yo, yo acabé en ese barco de casi de casualidad. Se han llevado a la más tonta de todos ¿Y si no puedo ayudarles?

- ¿Te refieres a los mordiscos que tenían la rubia y el motero? ¿Y a los marineros desaparecidos? El capitán nos contó que había muchos que se habían llevado bajo el mar. Caían y no volvían. Estamos aquí por eso. ¿Quién les mordió y para qué se los llevan? ¿Lo sabéis?

Ante la respuesta que inevitable surge de aquellos labios, la sirena desvía la mirada hacia sus compañeros al estar un tanto sorprendida porque parecía no ofrecer resistencia ante la cercanía de Azariel y sin embargo, no le gustaban los hombres. ¿Tan complejos eran los humanos? 

Es que si bien para ella existía un abanico de posibilidades ante la atracción, donde se encontraba la piel, el feeling y el amor que muchas veces surge sin más, como un detalle que a la larga lo ilumina todo desde una complejidad que se acepta y precia como tal. 

Sólo que la verdad tan expuesta, la convierte en alguien que de alguna manera es inofensiva ya que tener el rostro de aquella forma tenía un propósito, seguramente loable e incomprensible para la sirena. - Gracias por responder, mi nombre es Eressea. No pasará nada malo, confía. - responde en ese tono armonioso, sin sonreír de momento mientras regresa a cubrir las espaldas, manteniéndose alejada nuevamente. 

No era de las sirenas más sociables, ni aquellas que por mera curiosidad se sometían a un peligro inminente. Dejando claro que pensaba más de lo que actuaba y cada silencio que profesa, guarda sus secretos, anhelos o líneas de pensamiento que tendrán algún día voz.

Sólo que en medio de tantas preguntas y respuestas, ya cuando se habla de ataques donde los humanos desaparecen en el mar, alza una ceja un tanto perspicaz. - Cuéntanos lo que sabes, nos interesa.- termina por decir visiblemente interesada. 

Motero? Sería un color de pelo? Porque la chica había metido en la misma frase aquella palabra junto a una mujer con el cabello como el de Eressëa.

Cuando Ligeia hizo referencia a los marineros desaparecidos redujo un poco la velocidad y le apartó el cabello del rostro con su diestra para poder mirarla a los ojos directamente

- Vosotros pensar que es nuestra.. - buscó en su memoria la palabra - ...culpa? - eso es lo que había dicho su madre, que los humanos pensaban que era cosa de las sirenas.

- Venir a Cazarnos? - su voz no denotaba enfado, quizás algo de tristeza. Se acordó de lo que había dicho Amelia - Vosotros traer harpones? - era importante saber con que armas pensaban cazarlos y sabia que ella no les mentiría. Al menos le había parecido sincera cuando dijo que quería ayudarlos.