Partida Rol por web

Las 4:00 AM no eran unas horas adecuadas para una visita, no encontrando ningún uber tuvieron que optar por un taxi, un viaje tranquilo en todo caso. Alcanzada la vivienda, no tenía un estilo apropiado para la gran ciudad, era muy sencilla. Al llamar a la puerta el doctor abrió con una sonrisa nerviosa.

- Te esperaba Grace, aunque no a tu amiga.

Echó un vistazo a Ji-Soo descolocado por su presencia.

- Te dije que nada raro, pero bien, pasa, te pondré un whisky.

Abrió del todo para permitir el paso, la vivienda de Bauerfeind no tenía una decoración lustrosa, de hecho el doctor no la mantenía con el cuidado que el lugar merecía habiendo rastros de polvo en el mobiliario. El doctor hizo un gesto invitando a sentarse en el sofá en tanto que se dirigía a un mueble bar bien surtido, su mirada era turbia siendo ese un gesto que le acompañaba imperecederamente.

- ¿Y bien? ¿porqué viniste tú?

Preguntó un tanto críptico.

Mala idea venir aquí, ahora.  Lo sé, eso hará ver al doctor lo importante que es el asunto para mí, le hará sospechar, subir su precio, preguntarse por qué, para qué.  Desarmada cuando podía haberme hecho con un revólver, lo tendría que hacer mañana, aunque no tengo miedo, no todavía, no del doctor.  

-Se trata de un asunto delicado, Doctor. -Mi mirada baila sobre el polvo, el abandono, de la vivienda. Deduzco que vive sólo, nada sorprendente ¿Quién compartiría sus gustos por lo aberrante?  

Recuerdo la primera vez que ví a Bauerfeind. En un motel de carretera, una turbia carga para recoger en un anodino furgón Ford.  Fue hace años, recién cumplidos los dieciocho, y yo iba disfrazada de prostituta, sórdida tapadera que ocultaba un perturbador horror, para encontrarme en su habitación.  Cajas de cartón metidas en bolsas de plástico de Walmart, un débil quejido, movimiento, en una de ellas.  Un gato, quise suponer entonces, dado el conocido fervor con que el doctor coleccionaba mutaciones. Un gato de dos cabezas y tres colas...o algo así, me dije  Algo que el Señor N necesitaba para alguien del bazar, alguno de los peces gordos.  En esos tiempos obedecía sin preguntarme nada al respecto, sin dudas o reproches.  No como ahora, en los que siempre me quejaba y planteaba innumerables dudas, aunque acabara obedeciendo igualmente. 

-Un amigo del señor N ha fallecido.. presuntamente.  Se encuentra, según la policía, en la morgue. No me siento en el sofá, a saber lo que se habría hecho en él.  -Y el señor N necesita pruebas de que esto es así.  Una copia del informe forense y fotos del cuerpo.  Sonrío quitándole importancia al asunto. -Algo sencillo que no le supondrá muchos problemas a alguien como usted, doctor.  

El doctor se sentó en el sofá contrario, entre Grace y él una mesa de madera lacada en negro simple en su apariencia.

- No es esto lo que esperaba.

Dijo mientras observaba su propio vaso sin llegar a ingerirlo, quizás miraba su propia imagen reflejada en el líquido.

- Eres una chica joven y guapa pero te has metido en un problema gordo, reconozco los problemas cuando los veo, te diría que los huelo. Y tú detrás de tu cara bonita hay algo que no cuadra, muy joven para trabajar para el señor N.

Se atrevió a dar el trago notando el intenso saber bajando por la garganta.

- No puedo ayudarle ¿sabes? no puedo hacerlo. No voy a acercarme siquiera, no sé lo que pasa ahí pero huele mal y tengo buen instinto de autoconservación.

Me quedo parada un instante, escuchando sus palabras. Miro de reojo a Ji-soo, quizá me haría falta algo de su ayuda...pero no encuentro más que silencio. 

Acostumbrada a moverme siempre respaldada, siempre de la mano de mi padre adoptivo, me siento descubierta y débil. Una niña jugando a ser mayor, un pequeño y débil experimento al que le han arrancado los colmillos.  Sólo es cuestión de tiempo que el vampiro que atacó a Ji-soo, o algún enemigo de N acabe conmigo..o algún destino peor que la muerte.

Doy dos o tres dubitativos pasos hacia atrás, sujetando el bolso con ambas manos, con tanta fuerza que mis nudillos parecen blancos...y salgo andando aprisa, casi corriendo, sin rumbo, calle abajo.  Hacía el cementerio.

Raudos pasos la ayudaron a alejarse del doctor lo que le impidió ver su expresión cuando su invitada se precipitaba hacia el exterior. Las calles vacías salvo el momento en el que le pareció escuchar una risa sin nadie a la vista, resonando desde atrás y la derecha. Su mente caía hacia un negro pozo consciente de su fatídico destino, ¿se estaba precipitando su destino hacia ella?

Llegando al cementerio topó con la puerta abierta. Dentro se movía una figura masculina, un joven afroamericano que sería apenas visible de no ser por la luna gibosa que dominaba aquella noche y porque se añadía que llevaba su propia iluminación, una linterna, con la que apuntó hacia ella, demasiado lejos como para que le permitiera apreciar detalles. Pasó a encaminarse hacia la entrada acortando distancias con Grace.

- Ey...

Comenzó a decir.

- Yo también he pensado que era una buena noche para venir al cementerio.

Avanzo acera abajo, casi huyendo, hacia una carretera algo transitada que bordea lo que de lejos parece un parque.  Se trata en realidad del Saint John's cemetery, un cementerio católico de NYC.   Joven y guapa, como dijo Bauerfeind, pero no aquejada de los temores que otras mujeres jóvenes y guapas tendrían al andar a solas de noche.   Ecos anónimos, pasos sin rumbo.

Ni robos ni asaltantes me preocupaban ahora mismo.  Sé en el fondo que todo ha sido un berrinche, un pataleo, al ver lo poco que podía hacer por mí misma sin EL, de la humillación de verme superada y sorprendida por  unas simples palabras de ese hombre.  El doctor había pasado a ser una puerta cerrada para mí, mis opciones se reducían nada más empezar.

Y así, con ligera brisa de la noche  secando mis ojos húmedos, acabo andando, más lento ahora, junto al cementerio.  Un coche pasa a mi lado y toca el claxon, gesto absurdo y adolescente reclamando mi atención, sin obtenerla.

Mi mirada está fija en la puerta, que no debería estar abierta, en el individuo que deambula por alli y me habla. ¿Quién lleva linterna hoy en día? No le conozco, pero algo en él me resulta llamativo -¿Por qué estás aquí? ¿Quién eres? ¿Te conozco?  -​​​​​ pregunto tras un largo silencio

Al aproximarse con paso seguro pronto entró en el campo de visión de Grace, el joven tenía rasgos mestizos muy marcados, era alto. A su espalda llevaba un abultado macuto de marca, dando la impresión de que trasportaba objetos pesados. La alumbró en el rostro de manera directa hasta que Grace hubo de sentirse incómoda. Hizo un gesto después con la linterna moviéndola hacia la izquierda varias veces con un sentido que ella desconocía.

- Me llamo Brian, no te preocupes está todo bien, no pienso hacerte daño. Ya he terminado lo que vine a hacer.

Apagó la linterna, ya la iluminación de la calle permitía que se vieran.

- ¿Vienes a hablar con alguien? quiero decir, a despedirte de algún ser querido.

Brian se mostró interesado en conversar. Se escuchó entonces un silbido que venía de varios metros atrás de Grace, en la calle, ante el cual él desvió la mirada un instante regresando en un segundo hacia la corrompida. Cayó en la cuenta de que había sucedido un intercambio de señales, en todo caso el joven no parecía en tensión ni la observaba con recelos.

-Pensaba que estaría cerrado a estas horas.¿Habéis venido a profanar tumbas? - pregunto, indiferente. Acompaño mis palabras con una mínima sonrisa, no quiero que se sienta amenazado o que piense que voy a llamar a la policía. Pero evito mostrarme demasiado simpática o complaciente, no necesito hoy nada de lo que pueda ofrecerme el tal Brian, por muy atractivo que sea. 

Ignorando la presencia de su amigo, oculto en las sombras, comienzo a andar hacia el interior del cementerio. -​​​​​ Si, he decidido que voy a hablar con alguien. - contesto mientras voy perdiéndome entre las sombras del camposanto.    Doy un último vistazo hacia Brian, no tiene el aspecto de alguien que va asaltando a mujeres, pero la maldad anida incluso en el rostro más bello.  Necesito tranquilidad, pensar, orientación.  Un lugar donde el velo sea más frágil.

Llamo a Max.

Debería volver con Ji-soo, la he dejado sola.

Los cementerios.  Lugares santificados, marcados como propiedad privada por no el más antiguo, pero sí uno de los más poderosos demonios de los viejos tiempos.  En ellos, las hadas sufrían, privadas del pulso natural que todo lo rodeaba, pero los demonios, incluyendo aquellos que se habían llamar ángeles, podían manifestarse con mayor facilidad.  Pocos lo hacían, sin embargo, pues a este lado del Velo la muerte era dolorosamente definitiva.  Que se lo preguntasen a Jesucristo, al que engañaron para que  tomase una forma humana y acabó de la peor manera posible.

Intento abrirme a otros seres de más allá, ignorando a los espíritus atrapados a éste lado, buscando alguna voz entre la cacofonía de aullidos y lamentos que se arremolinaban en los límites de la realidad.  Nadie respondió a mi llamada.  Era demasiado pequeña para despertar el interés de alguna de las entidades incorporeas.

Estaba sola.

Una repentina pérdida de confianza socavó a la corrompida iniciando una huída precipitada, el dueño de la vivienda observó cómo Grace abandonaba y de inmediato negó.

- Muy triste, mucho. Despertarme para esta mierda.

Dirigió la mirada a la otra mujer que la acompañaba.

- ¿Un whisky? Glenfiddich 15 años...

Enarcó una ceja todavía sorprendido por la actitud de aquella jovencita, había acertado en su pronóstico pues estaba muy lejos de la madurez.

Brian notó la indiferencia que provenía de la chica, entrecerró los ojos estudiándola, el joven no se había visto afectado por la acusación que le había lanzado.

- Bien, ha sido un placer, cuídate.

Hubo de ser escueto, se notó un deje de preocupación y luego resolvió que tenía que seguir con sus asuntos. Ella caminó por el camposanto, desde atrás llegaron sonidos de una conversación: Brian hablaba con otras personas.

La tranquilidad del lugar no era sino un engaño, la muerte no dejaba de ser la entrada al infierno, el velo se debilitó conforme caminaba.

- #Buena chica...#

Se escuchó un susurro preternatural que nacía del suelo, llegaba ahogado no desde una distancia física sino desde otra dimensión.

- #El tránsito se agita, una tormenta de fuego se forma, navégala, busca la fuente, busca su objetivo, descubre para mi.#

El chillido de una rata se elevó cerca suyo sin llegar a estar a la vista. Más atrás sí pudo ver algo, linternas, tres, que barrían en busca de alguien, seguramente de ella.

- #Tienes más poder del que crees, úsalo, sírveme.#

La presencia se mantuvo expectante.

La presencia surge de la fresca tierra, envolviendome, ahogando mis sentidos y en mi cabeza las palabras toman forma.  No era la voz que ÉL solía usar para mí, pero sabría* si se trataba de otra de sus formas, formas que yo sabía que tenía pero que nunca vi.  Quizá es otro, otro de los antiguos habitantes que poco a poco surgían del olvido de las centurias.  Me da igual.  Necesito a Marvin, su ausencia es un vacío en mi pecho que sólo la venganza puede aplacar. 

-Te serviré y tú me guiarás. Descubriré para tí y tú me darás mi venganza....¡Mənə yol göstər!  - Alzo los brazos, los ojos abiertos, inmóvil, casi en éxtasis mientras los tres se acercan con intenciones desconocidas, seguramente me habían oído a éstas alturas.  El trato se ha consumado y noto los místicos lazos que me ataban tensarse en mi interior, como alambres que se cierran sobre mis órganos internos. Angustia, escalofríos, sudores fríos y una lacerante jaqueca como efectos secundarios del contacto diabólico. Afortunadamente, es para estas cosas que llevo Ibuprofeno en el bolso.

Los tres se acercaban, pero me resistía a derramar sangre, a dejarme llevar por el salvajismo. Y había dos razones por las cuales me negaba a usar la violencia:  La primera es que odiaba verme, la forma que atravesaba el velo y anidaba en mi cuerpo, bajo mi piel.  La otra es que no peleaba para intimidar, herir o subyugar. Sólo para matar.

-​​​​​​¿Quien anda ahí?¿Brian? No os acerquéis más.... Me estais poniendo nerviosa....NO OS QUIERO HACER DAÑO.

Las palabras de Grace sonaron solemnes, un pacto en el silencio del sepulcro, llegaron hasta las figuras que se acercaban las cuales se detuvieron orientando las linternas en su dirección. La joven no los podía ver, las linternas quedaron detrás de estatuas impidiendo la visión mutua. Un ángel permanecía entre ellos.

- Está sola y sabéis que os digo, que vosotros también, yo me largo ahora, aquí no hacemos nada, tenemos trabajo así que ciñámonos a él.

Expuso la voz de Brian hacia sus dos compañeros.

- Joder, seguro que es una de ellos. Nos vamos pero si nos la lía pagarás los platos rotos.

- Vamos.

Para entonces una de las figuras se había dado la vuelta buscando ya la salida. A lo lejos se escucharon las sirenas propias de algún vehículo de emergencias. Sin decir más los jóvenes pasaron a correr a gran velocidad atraídos por el sonido.

Una de ellos. ¿A qué ellos se refieren? ¿Podrían haberme tomado por una vampiro? No es la primera vez que alguien duda en cómo clasificarme, el poco habitual método en que fui reclutada ha demostrado ser una y otra vez algo imprevisto, raro, en un mundo dominado por hombres y mujeres maduros, cultos y sin escrúpulos.  Como lo fue mi padre real. 

Relajada, sintiéndome respaldada por el contacto reciente con la entidad, me siento atrevida, valiente.  En mi interior se que he sido débil, que debería haber salido por mí misma del negro hoyo de inseguridad en el que vivo cuando no tengo misiones que realizar. 'La próxima vez' - me digo -'la próxima vez lo haré sola. Sin EL. Sin nadie'.   

Brian y los otros eran acólitos.  Ahora, despejado mi juicio, lo había deducido.  Cargaban la maquinaria arcana de sus Magister, sus amos, donde las realidades confluían, una entre la multitud de tareas serviles que realizaban a cambio de elixires, encantamientos o milagros.  

Li-soo no contesta mis llamadas.  ¿La oí llamarme cuando salí corriendo de la casa de Bauerfeind? No lo recuerdo, pero no puedo dejarla sola.   Seguiría a los acólitos pero las palabras en el cementerio siguen ahí, no puedo dejar de oírlas, una tenebrosa y pegadiza cantinela.

El tránsito se agita, una tormenta de fuego se forma, navégala, busca la fuente, busca su objetivo

Quizá la tormenta era el incendio, pero no lo sabía seguro.  Li-soo debía de saber cómo interpretarlo...o quizás conocer a alguien que si lo supiera hacer.   Espero a que Brian y los suyos desaparezcan y vuelvo sobre mis pasos hasta la casa del doctor.  Llamo a Li-soo de nuevo a su número, sin éxito.  Me acerco por la ventana de la casa y miro por ella, pero esta vez nada de lo que hay dentro puede asustarme.  

Espero a que las linternas se alejen, les sigo en silencio.  Una furgoneta negra aparcada al otro lado de la calle enciende sus luces, arranca su motor y aparca junto a la entrada del Saint John.  Brian tiene llaves del cementerio y cierra el portón metálico antes de irse, confirmándose el pequeño grupo como servidores de un arcanista, quizá uno de esos que cobraba a la ciudad por mantener a raya la presencia de demonios y espectros. EL me habló del ellos una vez, condescendiente como lo era siempre conmigo, como si hablase con una mascota.  Siempre recuerdo las palabras de EL, aunque no las comprenda completamente.

'Ordeñan el ensangrentado espejo, lamen el éter desbordado, secan las ubres que nos amamantan, creen dañarnos.  Pero sólo igualan los potenciales, remueven el fango preternatural y bajan sus rendimientos. Más pero peor, la historia del hombre en tres palabras.  Algún día, todo será infierno.'

Cuando llego a la casa de Bauerfeind, tras mirar por la ventana y no ver a nadie, veo la puerta abierta.  No hay signos de violencia, el mismo polvo en los muebles, el mismo desagradable olor a productos químicos.  La nevera abierta, vacía salvo unos tubos de ensayo llenos de líquido rojo ¿Sangre? Agarro uno de ellos y lo guardo en el bolso, en un bolsillo lateral. En la etiqueta del tubo de ensayo, unas letras escritas con rotulador permanente, AGV-07TOWER.

Salgo de la casa. Debo navegar el fuego, debo volver al inicio del todo..y dudo si volver al apartamento de Marvin o seguir con el plan de ir a la Morgue.  Podría colarme en el hospital de algún modo, estoy convencida de ello. Pero navegar la fuente. Las palabras de ESO contradicen mis sentimientos, me guían hacia el origen de todo, me indican que para vengar a Marvin no necesito ver su cuerpo, tocarlo, velarlo.  Tomo un taxi hacia la novena avenida, voy a hablar con alguno de esos matones demoníacos. Y hacerle cantar todo lo que sepa.

La furgoneta negra siguió su rumbo, los acólitos ya pertrechados tenían su propia misión y en alguna parte los magos intervenían. Las criaturas sobrenaturales se proveían de tentáculos, los extendían con disimulo, quienes entraban en sus redes quedaban atrapados por juramentos, deudas o conjuros.

La noche no estaba en calma, a lo lejos una luz persistente, una aureola. Sonidos de vehículos de emergencias y todo indicaba ahora que se había producido fuego en alguna otra parte de la Cocina del Infierno. Miró el teléfono móvil, no había rastro de sus compañeras lo que indicaba que continuaban entrevistándose con Diego o que olvidaron activar el sistema.

Mientras ella se desplazaba en la motocicleta un coche negro, un pesado Chevrolet Traverse, conducía a escasos metros, tras los cristales logró ver a un conocido: Brunner, su careto estirado era inconfundible. No se ocultaba de ella, la seguía, colocó el intermitente señalando que se detuviera a un lado.

Me coloco el casco y arranco en dirección a la novena avenida. Fuegos en la ciudad, coches de bomberos. ¿,Y si Marvin no fue si no el primero en arder? 'Navegar el fuego' tiene así otro significado, el de navegar la ola que consume la ciudad antes de que se convierta en una tormenta ígnea.  Y es entonces, mientras aminoro, dudando hacia adonde dirigirme, a quien preguntar, que un SUV negro se me aproxima, igualando mi velocidad. 

Negocios urgentes, antes de que todo arda.

Freno la moto y dejo que Brunner detenga su vehículo unos metros más adelante.  No bajo de la moto, ni apago el motor,  ronroneante como un gran felino.

-Jacob Brunner- digo, tan pronto sale del vehículo. -¿Coincidencia? ¿O es que me estabas buscando? ¿Cómo me habría encontrado de ser así?

No nos llevamos especialmente mal, nuestros patrones no son enemigos, hemos remado en la misma dirección más de una vez.  Aunque los negocios privados de Jacob si que han provocado roces entre nosotros, como el asunto con el lobo de Hell's Kitchen, en el que esperaba que Chris pudiera hacerse cargo. Mi intuición me decía que la relación entre Marvin y Diego era profunda y beneficiosa para ambos. 

-¿Qué sabes de los incendios? -

​​​​​

Brunner abrió puerta del suv descendiendo, la chaqueta la había dejado en el interior. El empresario tenía una figura corpulenta y movimientos muy poco fluidos.

- Grace, encanto, me han dicho que estabas rondando por aquí. Te voy a decir lo que sé, los agentes de la noche están retirándose. Pasa algo gordo, les quema el culo y nunca mejor dicho.

Añadió sin importarle lo que sintiera la chica por Marvin, a su modo de ver la joven usaba al cantante para algún propósito. Se llevó las manos a los bolsillos mientras recorría la motocicleta con una inexpresiva mirada, sin embargo no haría tal cosa de no encontrarla interesante.

- Nos han hecho el hueco que nos hacía falta, la Cocina del Infierno pasará a ser exclusivamente nuestra. Esos sitios por los que te movías, uno de ellos puede ser tuyo si te pones del lado correcto. Incluso tu amiga peluda puede tener un hueco si entiende la nueva situación.

Carroñeros cerniéndose, alba impía.

Obsevo a Jacob mientras se acerca, rondando, observando, mi motocicleta carmesí, hay algo diabólico en las Ducati y mis ojos sonríen, cómplices. Me quito el casco, sacudo mi cabeza dejando el cabello caer. Poco a poco la incertidumbre que sentía se despeja, retazos de un mapa, de un qué y un cuándo, pero todavía sin un cómo o un porqué.

-Retirándose suena a batalla. ¿Quieres que luche por tí? ¿Por nosotros? - le miré al siempre inexpresivo rostro, era difícil saber lo que pensaba a pesar de su notoria falta de sutileza.  La ambición le movía, sin embargo, eso me permitía hacerme una idea de lo que pasaba por su cabeza. - Y cuando venzamos, sin un enemigo común, nos volveremos unos contra otros. Ya lo sabes, ha ocurrido antes.  Sonrío muy levemente, un breve aleteo.  -Pero me parece bien, Jacob, cielo. Aunque no hasta que resuelva éste asunto de Marvin. Dudo un segundo, quizás no mostrarme tan dispuesta a hipotecar mi futuro, pero la sed de venganza ardía profunda, erosionaba mi razón, mi prudencia.

Cara venganza, herencia miserable

-Cuanto antes lo resuelva, antes podremos hablar de los detalles. -le estaba pidiendo colaboración ¿Me entendería? - Y quiero que incluyas en el trato a todos los Void Embers. Son míos.

La mirada de Jacob recorrió ahora las facciones de Grace, interrogándose sobre la veracidad de sus palabras, no la notó en exceso entusiasma hasta el final.

- Eso es, serán tuyos, la peluda será una buena mascota, los demás que satisfagan tus deseos sean éstos los que sean. Les podrás meter todo lo que quieras.

Brunner debía de pensar en que estaba metida en narcotráfico, sabía quién era su patrón y ella se veía joven y atractiva, un cebo, eso creía que era ella, podría incluso tener razón, tanto poder en sus manos, pero el corrompido no sabía lo que ella transportaba.

- Tu teléfono. Cuando te escriba tendrás que acudir, así funciona esto, tu investigación es secundaria. Los Void Embers son secundarios. Dominar el barrio es lo principal y para eso domina a los lobos, hazlos tuyos.

Mostró una mueca de desprecio contenido, no le terminaba de gustar lo que estaba diciendo.

- Lo celebraremos a lo grande cuando esté todo controlado, una buena fiesta donde podrás conocer a más de los nuestros.