Partida Rol por web

El almirante Leonard tras recoger los galones de la capitana y del primer oficial dió media vuelta y abandono la habitación junto a Erika sin mediar alguna otra palabra. Cerró la puerta con fuerza, dejando a solas a De Alba y a Mukherjee.

La mirada de decepción en el almirante fue algo inolvidable para todos...

Otra mirada se pierde en los ojos del Vulcano preguntándose tal vez como todo se fue aligerando pese a la tensión reinante. Al margen de todo, no solo su inteligencia era un fiel reflejo de lo que manifestaba a través de palabras, sino que ese vestigio de sagacidad era digna de su raza. - Juzga demasiado desde lo que observa a simple vista, como toda persona lógica necesita un basamento para apoyarse y lo comprendo. No me gusta divagar entre conjeturas superfluas y pese a que en parte le moleste el hecho de no tener las pruebas que necesita, solo estoy aquí para escuchar su versión. Nada más. -  expresa al mantener firmeza en el tono de voz, basándose en lo que dijo desde un principio. La cuestión era que ella lo estaba interrogando a él, no él a ella y desde esa base tuvo que reafirmarse para proseguir. 

- Cuando los papeles estén invertidos y ud necesite que le ofrezca explicaciones sobre mi proceder o sobre los sucesos transcurridos, se los daré. De momento soy la que lleva el interrogatorio y busca indagar profundamente en ud, donde no veo necesidad de rebatirle absolutamente nada. Lo dicho, cuando sea al revés, estaré gustosa de disfrutarlo plenamente. -agrega tras sonreír apenas, sin resultar chocante aquel gesto, más que nada le divertía este debate dialéctico entre los dos. Pero si se limita a dejar en claro sus objetivos dentro de este interrogatorio. 

Luego cuando menciona lo de la Capitán y algunos sucesos que al tanto Erika está, simplemente asiente ya sin decir demasiado al respecto. - Se aprecia su opinión, lo tendré en cuenta cuando redacte el informe sobre esta conversación. A su vez, por favor le solicito que deje sus galones sobre la mesa. Esto ha sido un pedido directo del Almirante. -  afirma sin desviar sus ojos azules del Vulcano, segura de lo que estaba haciendo y cumpliendo a rajatabla lo ordenado. 

Cristina continuó con la mirada fija en la puerta por donde acababa de salir al comodoro, la desolación de la capitana era total, acababa de perderlo, acababa de perder su puesto... el trato con el duque, su padre, había sido que si no podía concluir sus servicios en la Flota por el motivo que fuese, volvería a casa para hacerse cargo de sus obligaciones como primogénita de los Alba y por ende, como heredera legítima del titulo de duquesa. Quizás para muchos aquello sería una bendita condena pero para Cristina era dar un paso atrás, renunciar a la vida que deseaba por abrazar la vida que le había sido impuesta, nadie podría entender los esfuerzos que había realizado, su lucha interna, sus miedos... la sensación de libertad que obtuvo cuando embarcó con el entonces capitán Keane, el orgullo al ser ascendida a capitán... y de repente todo se esfumó, acababa de ser degradada, despojada de sus galones y humillada.

El dolor era tan intenso que se olvidó del odio hacia Muk a quien ni siquiera miró, el muy bocazas había echado a perder el intento de la comodoro de aliviar la pena y ahora ambos pagarían. Se le formó un nudo en la garganta, quería llorar, quería gritar, golpear con sus puños hasta quedarse sin nudillos... pero en vez de eso apretó sus puños hasta hacerse daño, prefirió autolesionarse de aquella manera, presa de la impotencia y el enfado que se sentía, no sólo ya con Mukherjee sino consiga misma... había una cosa que era cierta, en el fondo la culpa había sido suya, no fue capaz de controlar a sus hombres lo que significaba que no merecía ser la capitán de la Excalibur, cuando su alborotada mente llegó a aquella conclusión fue sólo cuando giró su cabeza para mirar al hindú.

Los ojos de Cristina reflejaron el torbellino de sentimientos y emociones que estaban martirizándola, el que más destacaba sin lugar a dudas era la tristeza y el dolor pero no derramó ninguna lágrima, nadie la vería hacerlo jamás por muy apenada que estuviera.

- Me hubiera gustado decirle que ha sido un placer tenerlo bajo mi mando, pero me temo que no sería sincera. Lo que si parece claro es que este es el final para ambos. Lamento no haber sido la capitana que esperaba- le dijo calmada pero con los puños apretados para conseguir tomar el control de sus emociones, no pensaba montar ninguna escena, estaba cansada de discutir, tan apretados tenía los puños que consiguió infrinjirse una herida en la diestra, por la que comenzó a manar un minúsculo reguero de sangre- lo último que voy a recomendarle es que haga el favor de moderar su lengua y que cuente hasta diez antes de meter la pata, sea cual sea el trabajo por el que vaya a optar.

Aakesh se apoyó en la pared con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo. Esperaba un castigo, pero no se esperaba esto, ni la actitud de la Flota con el castigo, ni mucho menos de sus superiores, la capitán y la comodoro.

De Erika en parte me lo esperaba, era su función, pero la capitán tuvo que abrir de nuevo la boca para reprocharme todo, incluso aquello que no iba con ella. ¿Por qué se ha entrometido?, estoy en mi derecho en formular una queja a mis superiores y en solicitar lo que considere oportuno, ¡¡¡pero no!!!, ¡¡¡estoy exigiendo algo!!!.

Miró por unos segundos a la capitán

No pienso dirigirle la palabra, si quiere algo que hable ella, total, diga lo que diga lo tomará como una afrenta personal y una imposición por mi parte....

Aakesh quedó de nuevo con la mirada fija hacia el suelo

Castigar a otros oficiales por nuestras faltas....no me uní a la Flota para cargarle el muerto a mis compañeros, ¿como podría mirar a la cara a Lightman, Ollander....?

A su mente vinieron sus compañeros de la Ulysses

MacGregor, a Monterrey....a Chan........

El rostro de sus compañeros aparecieron delante de él, vio los momentos que compartieron, las juergas en el bar cuando estaban de permiso, cuando se encontraban a bordo de la nave....cuando sufrieron el ataque de los romulanos y uno a uno.....

Tal vez se trataba de una prueba para ver nuestra reacción.....

La comodoro había dicho algo al respecto pero en ningún momento dijo que en caso de haber acusado a otros compañeros, el castigo no se les aplicaría

¡Mierda! ¡a lo mejor era eso! pero bueno, si así Erika podría habérmelo aclarado en cuanto solté lo de mi queja.

La voz de la capitán le sacó de sus pensamientos. Se notaba que se estaba controlando. Se fijó en el hilo de sangre que caía de su mano. Ante la última frase Aakesh sonrió

Ya me parecía a mí

La miró fijamente unos segundos, apartó la mirada y la volvió a mirar

Como ella no habla no.....

-Yo también lamento no haber sido el Primer Oficial que esperaba

Calló unos segundos

-Es una buena capitán, y al principio nos llevábamos bien, lástima que las cosas se torciesen

Calló de nuevo, miró a su alrededor y la volvió a mirar

-¿Sabe?, cuando le hice la petición a la Comodoro de que intentase aplazar nuestro castigo, fuese cual fuese, lo hacía con el convencimiento de que, a pesar de nuestras diferencias, aún podíamos entendernos, o al menos trabajar juntos. Sí, quería ganar tiempo, pero para que superásemos nuestros defectos y al menos pudiésemos cumplir una misión como una tripulación unida, o al menos coordinada.

Pero tuvieron que abrir la boca ante mis peticiones...

-En fin, ahora creo que da igual

Se incorporó y se acercó a la capitán

-Sé que diga o lo que haga no impedirá que su odio hacia mí se calme, me considera culpable de todo esto. Cuando no le dejé hablar la primera, cosa que hubiese hecho en otras circunstancias, era porque quería librarle de los cargos antes de que usted dijese nada. A pesar de todo, es una buena capitán y la Excalibur la necesita. Sabía que podría tomárselo a mal y que mi jugada podría empeorar las cosas, como así ha sido, tuve un error de cálculo y, no lo negaré, optimismo exagerado.

Apartó la mirada y observó la puerta antes de devolver la mirada a la capitán

-No sé que será de nosotros dos ahora, pero.... -le extiende la mano- le deseo suerte capitán, y espero que vuelva a estar al mando de una nave, la Excalibur u otra de la clase NX. La necesitan en el frente.

Aakesh se quedó con la mano levantada

-Y por favor, no vea en mis palabras o mi gesto alguna cosa malvada o una doble intención, estoy hablando con sinceridad, aunque, también siendo sinceros, me estoy guardando varias cosas, pero sé que si las digo volveremos a discutir, y ya estoy cansado de discutir con usted por todo.

De Alba continuaba terriblemente enfadada con Mukherjee, lo que más le fastidiaba de aquel hombre es que siempre pretendia llevar razón por ese mismo motivo ella se negaba a concedérsela al cien por cien, como mucho cuando no tenía más remedio. Quizás utilizaba aquel método como mecanismo de defensa, pues eran muchas las chanzas y las provocaciones que había tenido que soportar a lo largo de su carrera en la flota. El hecho de proceder de una familia como la suya había constituido un verdadero obstáculo en la Academia, puesto que lo fácil era llegar a la conclusión de que había ido subiendo de graduación por su apellido, cuando había sido todo lo contrario. El único apoyo con el podía contar era el del Almirante Kane y para habelo podido obtener, también se lo había tenido que ganar... y ahora... ahora estaba segura que hasta a él también lo había perdido. Por eso, el odio que la estaba empezando a corroer por dentro no iba sólo dirigido al hindú, sino a ella misma... no servía para nada y sólo su pundonor la mantenía a flote. Lloraría amargamente por todo lo que había perdido... pero no allí, sería donde nadie la viese.

- Que me considera buena en mi trabajo... eso si que es algo que no esperaba escuchar de usted- enarcó su ceja derecha, la que empleaba de manera incosnciente cuando algo le sorprendía, miró la mano tendia del hindú para después mirarlo a él antes de hacer nada- el principal problema que ha tenido conmigo, es que no me ha dado opción de conocerme, puesto que si lo hubiera hecho o al menos me hubiera sabido escuchar... se hubiera dado cuenta de que yo jamás hecho el muerto a nadie. Quiero que le quede una cosa clara, no me molesta que hable usted el primero, no me ha molestado nunca que haya ejercido su función en el puente mientras yo he estado ausente, puesto que era esa su obligación... al entrar en la sala, ví su jugada desde el principio, pero no estaba dispuesta a que fuera sólo usted quien cargara con el castigo, dado que tengo mi parte de culpa, es más, mi delito es mayor puesto que era la máxima representante de la nave. No supe entenderme con usted y eso ha sido lo que nos ha llevado a esta situación. Le odio tanto a usted como me odio a mí misma... pero prefiero firmar la tregua... en eso creo que estamos deacuerdo, no deseo volver a discutir con usted, estoy cansada de todo esto- Cristina alargó la diestra para estrecharle la mano tendida a Muk, no se había percatado de la pequeña herida que se había inflingido en esa mano.

Aakesh sonrió y estrechó fuertemente la mano.

-Creo que a ambos nos ha faltado tiempo para conocernos y saber actuar en consecuencia. Espero que el almirantazgo no conceda otra oportunidad, y si no sabemos limar asperezas, al menos....bueno, que esas asperezas no nos impidan trabajar juntos. Hasta que tuvimos nuestro primer desencuentro, trabajamos bien...y sí, me estoy volviendo a repetir. -sonrió- Por cierto, tiene una herida en la mano capitán.

Aakesh volvió a apoyarse en la pared y se cruzó de brazos. No pudo evitar en pensar en Erika

Espero que el almirante no sea duro con ella, pensándolo bien, ella ha seguido sus órdenes, no entiendo el motivo de su enfado con ella. ¿Tal vez todo esto sea algún tipo de prueba para ver si nos comportamos como adultos?

Aakesh quedó en silencio, sumido en sus pensamientos.

Así que de aquello se trataba, daban igual las respuestas, los alegatos o las opiniones... la decisión estaba tomada y todo aquello solo era puro teatro, al almirante ni tan siquiera le importaba lo que el vulcano tuviera que decir.

Sirril se desprendió de las insignias sin siquiera pestañear, aquello era sin duda una ofensa para si mismo y para el pueblo vulcano al que representaba. Sirril había salvado a la tripulación y la nave y Había dado su propia vida por los humanos para conseguirlo, algo que el pueblo vulcano no era capaz de comprender, muchos habían sido llamados héroes por actos similares, pero solo desprecio quedaba para el vulcano.

Seguía pagando aquel generoso acto, un paso más en las desconfianzas y humillaciones que llevaba pagando desde aquel incidente... pero todo aquello no doblegaría su voluntad, Sirril había encontrado un nuevo camino en su seno, en lo más profundo de su ser que marcaba su nuevo camino espiritual.

Las insignias del oficial científico hicieron un seco golpe al posarse en la mesa, sonido que daría por finalizada aquella reunión. Sirril se levanto y en tono de despedida tan solo añadió... Comodoro

La actitud del vulcano era comprensible ante la mirada de Erika, pero ya sin poder hacer nada por ser solo una mera informante se incorporó para despedirse de aquel oficial. 

- Me hubiera encantado conocerlo en otras circunstancias, Señor. De verdad que si. -  confesó la Comodoro tras realizar un gesto, que en parte denota admiración por aquel hombre al dar batalla en un interrogatorio que prácticamente se podía dar por perdido. 

Ya sin más que decir, esperó a que se retire de allí guardando consigo la sensación que la presencia del Vulcano generó en ella. 

El vulcano se dirigió a la salida y antes de salir añadió

Igualmente comodoro, quizá en mi siguiente vida...

Cristina estaba totalmente convencida de que su carrera había concluido, después de haber visto al almirante que entró y lo que les pidió que le dieran, no cabía otra respuesta por parte de la flota. Por dicho motivo se permitió mostrarse un poco más como ella era, a pesar de todo el enfado que seguía sintiendo por Mukherjee.

- ¿Una herida?- De Alba se miró la mano y al hacerlo se dió cuenta de que lo que decía era cierto, no era muy grande pero si que había empezado a fluir al sangre en su palma- Vaya... creo que esto equivale a un pacto de no agresión firmado con sangre- ironizó- disculpeme- le dijo sacando un pañuelo para limpiarse la mano mientras lo hacía miró con hilo de maldad al hindú- Mire... si de verdad quiere volver a trabajar conmigo y que todo este asunto quede olvidado, puede hacerse- amplió su sonrisa, la que solía emplear cuando se le había ocurrido alguna maldad- Ya que nuestro cese es inminente al haber sido despojados de nuestros galones, voy a tener que hacerme cargo del patrimonio de los Alba, al ser la primogénita el título pasaría a mí... que no es otra cosa que lo viene demandando el duque desde hace mucho...- Cristina solía referirse siempre a su padre de aquella manera, tal era el respeto que siempre le había infundado- resumiendo, si tiene nociones de jardinería tengo mucho trabajo para usted- sonrió traviesa, divertida con la idea, una de las facultades de la capitana o supuesta capitana, según se mirase en aquel momento, era su facilidad para adaptarse a las nuevas situaciones, su mente no dejaba de trabajar para buscar soluciones y males menores y en vista de los acontecimientos debía pensar en lo que iba a ser su vida en cuanto volviera el simpático del almirante y les pusiese sobre la mesa sus inminentes despidos. Odbiamente lo de contratarlo había sido una broma para reírse de la situación, pero no pudo evitar mirarlo con curiosidad... había algo que deseaba saber de él- ¿Es cierto que usted sabe bailar Bollywood? No he llegado a preguntarle esto antes porque no procedía y sigo enfadada con usted... pero me pareció leerlo en algún lado.

No se sabe si por la tensa situación o la misma dialéctica que surgió entre los dos, Erika en cierta forma abrió sus ojos ante las últimas palabras del vulcano en parte sorprendida y algo fascinada. Coincidir en ese aspecto con alguien que da prioridad a su mente dejando de lado toda emoción, hizo que en su fuero interno una alarma de atención comenzara a brillar intensamente. 

Ella debía mantenerse allí, de pie y atenta a la salida del Vulcano, como una Comodoro tras haber quitado sus galones por orden del Almirante. Firme, con su rictus indemne, no flaqueada por el magnetismo de aquel oficial. No correspondía una actitud semejante, de verdad que no. 

Por esa razón, aprovechando que no había cámaras y que nada ni nadie era capaz de observar aquello. Erika suspiro, pensó y tras avanzar unos pasos detuvo a Sirril tras sujetar su brazo ligeramente para detenerlo. 

- Al menos Oficial...  Si es en la próxima vida, déjeme llevarme un recuerdo de esta para tenerlo presente. -  expresó con firmeza tras rozar los labios del Vulcano apenas con los suyos a través de un efímero beso, para luego si, esta vez dejarlo salir. 

Aquello cogió por sorpresa al vulcano, sin duda no estaba acostumbrado al contacto de aquella manera. Se quedó quieto, como petrificado durante unos instantes mientras sus labios permanecían unidos como si el tiempo se hubiera detenido.

Aún en aquellas circunstancias era difícil descifrar al vulcano, no repelió aquel beso que duró más de lo necesario. Pero tampoco mostró interés más allá de acompañar aquel unico beso. Quiza fuera por cortesía y no herir a la humana rechazando la, o quizá porque había sentido algo... Eso era algo que Erika no sabría.

Algo despertó en Sirril aquel beso, aunque quizá no fuera lo que la oficial esperaba.

Aquel contacto dio la oportunidad de tocar la mente de la comodoro. Algo en Sirril buscaba información, habido de saber y conocimiento sin importar los sentimientos.

Aakesh miró a la capitán seriamente

Estará bromeando

La siguió observando

No, no está bromeando

Y soltó una carcajada

-Mejor que no capitán. No tengo conocimientos de jardinería y si los tuviese, discúlpeme, pero no trabajaría para usted de jardinero. Seguramente, tarde o temprano, volveríamos a discrepar y acabaría arrasando todo el jardín de su mansión.

Calló unos segundos

-Pero no me importaría volver a intentarlo en la Excalibur.

Miró hacia la puerta

-Se han llevado nuestros galones, pero si la memoria no me falla, no es tan fácil echar a un oficial de la Flota. Dado nuestro rango creo recordar que tendría que haber una corte marcial y que el veredicto fuese ese.

Miró a la capitán

-No pierda la esperanza, lo quieran o no, no hay muchos capitanes para comandar la Excalibur, y dadas las circunstancias y a pesar de nuestros errores y diferencias, somos su mejor opción.
 

El breve contacto de Sirril con la mente de Erika fue como darse golpes contra una pared de concreto con la frente. Realmente la droga es efectiva o Sirril necesitaba más tiempo.

La cuestión es que el Vulcano pudo rascar los pensamientos superficiales, notando el autentico interés de la Comodoro por la mente del Vulcano, por su personalidad exótica y por su atractivo físico.

El oficial científico de alguna forma supo que su puesto y su carrera en la Tierra no corría ningún peligro. Él sabía que esa mujer pese a sus órdenes haría lo posible por el Vulcano…