Partida Rol por web

Tras dejar a Nihal, un guardia te espera en la enfermería. Te dice que la Archiduquesa ha decidido trasladar tus apostentos.

El lugar al que te lleva es fastuoso: una enorme habitación en la cima del palacio, desde el que se puede ver toda la ciudad. Sobre la cama te han dejado unos ropajes sencillos pero bellos. Amplias túnicas a la moda y camisas: puedes elegir los colores y formas de tus ropas como desees, pero todos son ropas similares a las que lleva la archiduquesa: atuendo nobiliarios.

Además, junto a esos ropajes, ves que reposa un sable, una vibroespada. El arma parece de gran valor. La empuñadura es sencilla, pero el filo, de algún metal que no reconoces, vibra con la pulsación de un botón. No es un sable laser, pero quizás sea lo más parecido que puedas utilizar ahora mismo.

Cuando te despiertas, encuentras un paquete junto a la puerta.

Las armas que has pedido. Además ves que hay un regalo añadido, y te sorprendes de ver que te han dejado unas botas propulsoras. Son de muy corto alcance y capacidad (apenas te podrían impulsar unos veinte metros antes de que se agote el combustible) pero tienen la ventaja de que pueden encajarse en tu armadura y que además, parecen muy, muy poco ruidosas.

Al despertarte, antes de que te escolten, Kiza espera junto a la puerta con un terminal de un ordenador. Te lo entrega, explicándote que es todo tuyo, aunque si lo usas para comunicaciones con el exterior, te advierte de que está intervenido y se te retirará de inmediato.

De todas formas no tienes tiempo de usarlo antes de que te bajen hasta la sala.

- Espero que hayan descansado - saluda sin más preámbulos al grupo -. Capitán Ecto, antes de comenzar necesito una respuesta. ¿Qué va a hacer? Según lo que usted diga ahora, participará o no en esta conversación.

Mientras Naral habla, oís la voz de Godot en vuestra cabeza, sentado a vuestro lado.

"La pregunta de la Archiduquesa os la traslado a vosotros. ¿Qué habéis decidido?"

Mientras aguardaba la respuesta del mercenario, Nihal lo observaba atentamente. No se fiaba de Nico, y estaba seguro de que en cuanto tuviera la oportunidad trataría de huir de cualquiera tarea que su madre le impusiera. Fue precisamente por eso, por la atención que estaba prestando, que la repentina voz de Godot en su mente hizo que pegara un pequeño respingo en su asiento.

Cerró los ojos, y se concentró en la respuesta. Recordando la etérea sensación del tanque de bacta, perfiló las palabras en su mente antes de compartirlas con Godot y con Syraan.

Hay Luz. Y hay Oscuridad. Pero he reflexionado, y ninguna de ellas es el camino que debo seguir. Hay paz, y hay odio, pero no puedo negar sólo una de ellas. Así que sólo queda la Fuerza. Aceptaré tus enseñanzas... maestro. 

Syraan apareció con un traje de tipo nobiliario, era una amplia túnica azul marino con amplias mangas ajustado por un sencillo cinturón a su cadera. No parecía incómodo pero Syraan se sentía rara con él puesto, estaba acostumbrada a cosas mucho más bastas y hechas para moverse por el bosque, para cazar. Más tarde pediría algo que encajara más con ese tipo de menesteres.

Se había puesto el vestido porque había lavado a mano su ropa y la que le había dejado Red, además que le parecía un gesto de agradecimiento usar la ropa que ya la habían dado. Mientras la ropa que había lavado la había dejado secar en la terraza de la nueva y fastuosa habitación que la habían asignado, quería ser agradecida y devolverle a Red su ropa limpia. Por supuesto no se le había ocurrido que alguien podría hacer eso por ella en con herramientas adecuadas, en vez del lavamanos de la habitación.

La habían dado una preciosa vibroespada pero no creyó correcto ir armada en aquel lugar y más para aquella reunión le parecía irrespetuoso, o eso creía. Había leído sobre otros lugares pero no estaba acostumbrada a los usos y costumbres sociales más allá de su familia, trataba de aprender rápido.

Al escuchar a Godot le miro y asintió. Posiblemente ya sabía lo que pensaba así que decidió no añadir nada más. Pero más que a él se había prometido así misma obedecerlo como él había pedido.

Cuando Red recibió el ordenador de manos de Kiza esta le sonrió, cosa que era difícil de ver. Tenía claro lo que quería hacer y si uebiera dispuesto del ordenador por la noche sabría las comunicaciones entrantes que huciera se hubieran hecho. Eso decubriría la trama de Jossa o por lo menos que hay alguien nuevo en este juego que ha entrado con mucha fuerza. Pero ahora no tenía tiempo, hakear el sistema de comunicaciones no se hacía en un minuto y encontrar la que querían menos.

Así, cerró la puerta y se llevó el terminal consigo. Quizás pueda usarlo mientras "dicutimos". Luego, apartando la vista del terminal, el cual escrutó de un vistazo para ver el potencial que tenía, miró fíjamente al mujer azul y le pregutó directamente.

-¿Has averriguado algo de mí o de una posible visita mía a éste planta?

La mujer se quedó a la espera de una respuesta, aunque, por el poco tiempo transcurrido seguramente la respuesta fuera negativa. mientras inició el camino que le llevaba a la reunión. Esperaba recoger por el camino a su socio y así hablar con él de loq ue tenían que hablar en la misma.

Cuando Nihal entró en la sala donde todos se estaban reuniendo, parecía una persona completamente diferente de la que había sido apenas unas horas antes. Los tratamientos médicos habían restañado la herida de su pierna, y ahora el paso del joven era firme y decidido.

Pero no era eso lo más impactante de su transformación. En Iodarka, Nihal había mantenido un cierto porte para ser sólo un joven explorador enfundado en toscas ropas de cuero. Pero en aquel momento, cubierto por una túnica nobiliaria albiazul, con el pelo limpio y peinado, y una brillante espada con funda de cristal colgando de su cinturón, ese porte se elevaba hasta convertirse en una nítida imagen de la elegancia de la nobleza. Su parecido con la duquesa y con Kara, que había pasado desapercibido hasta entonces, saltaba ahora a la vista de todos.

Nihal Saaris había llegado al planeta-sol, herido y con las manos vacías. Sin embargo, en aquella sala, parecía que era Nihal D’Asdria quien había renacido como un legendario fénix.

Sólo las profundidades de sus ojos azules, que seguían reflejando una mezcla de serenidad y tristeza, delataban que se trataba del mismo joven humilde que habían conocido en la selva. Sin mediar palabra, tomó asiento junto a Syraan y escuchó la pregunta con la que su madre biológica iniciaba la reunión.

Mientras aguardaba la respuesta del mercenario, Nihal lo observaba atentamente, con sus ojos azules entrecerrados, como si tratara de adivinar la respuesta que daría el capitán. En ese momento, el joven pegó un pequeño respingo en su asiento, y al instante siguiente cerró los ojos.

Kara se sintió reconfortaba al ver a su madre nuevamente con la fuerza y determinación que siempre había tenido, era la hora de trazar un plan, de ver como podían hacer frente a lo que se avecinaba, pero antes de todo aquello era necesario saber quien estaba de su lado.

Todas las miradas fueron a parar al contrabandista, Kara había tenido varios encontronazos con él y sin duda no se sentía del todo agusto con su presencia pero en tiempos difíciles toda ayuda era poca.

Después de intentar dormir algo, Lev se levantó y recogió las armas facilitadas y se dispuso a seguir a los guardias que habían ido a buscarlo.

Una vez en la sala, dónde habían estado el día anterior, se contuvo las ganas de mandarlo todo al diablo y salir de allí de inmediato, pero permaneció callado, mientras los demás iban llegando. Se sorprendió al ver a Nihal con su nuevo atuendo, realmente parecía que estuviera hecho para estar en ese entorno, como si ese lugar fuera su hogar y siempre hubiese estado viviendo allí. Lev se centró en Kara cuando ella ingresó en el salón. ¿Cómo iba a quedar su acuerdo a partir de ahora? ¿Aun requería de sus servicios como guardaespaldas? En el fondo Lev no quería dejar ese trabajo... o no de momento. Luego ya verían como quedaban las cosas.

Como los demás, estaba expectante a la respuesta del capitán de la nave.

Todos parecían haber llegado mientras me disponía a contestar a Naral y antes de hablar realicé una leve reverencia hacia la noble.

- Si me permitís, me gustaría primero presentaros mis disculpas señora d'Astria, mi comportamiento en nuestro anterior encuentro no tiene excusa pero comprenda que habían pasado muchas cosas y ni el viaje de vuelta terminaron por templar mi conducta.

Tras la disculpa vuelvo a mi posición erguida de contrabandista chulesco.

- Respondiendo a su pregunta, he recibido de parte de un enemigo común el mejor incentivo para que trabajemos juntos, pero si quiere más detalles he de pedirle un poco más de privacidad... Entiendo que la petición pueda parecer fuera de lugar, pero del lugar de donde vengo los chivatos duran muy poco hablando, sé que lo entiende.

Me quedo allí de pie, aguantando la mirada a Naral percibiendo con el rabillo del ojo a Red, esperando que la noble sepa leer entre lineas.

Miró a Nico fíjamente durante unos segundos. Más tarde esbozó una ligera sonrisa, e instantes después rió. Era la primera vez que la veíais reir.

-Capitán Ecto, no puedo negar que es usted sorprendente... Justo cuando pensaba que por fin íbamos a poder trabajar con un poco de normalidad, anuncia a todos que tiene un secreto que contarme - negó con la cabeza con incredulidad - Me tranquiliza que haya tomado la decisión cabal de colaborar, pero no voy a poder otorgarle esa audiencia privada que quiera. Aquí tiene toda la privacidad que necesita.

Comenzó a caminar por la sala, acercándose primero a Kara.

-Le voy a explicar por qué no voy a darle esa audiencia - lo miró fijamente - A esta reunión he venido acompañada de mi hija, a quien le confiaría mi vida y el destino de nuestra familia. Están también mi hijo, y su hermana, criados por la persona más honorable que he conocido. Nihal ya sabe lo que haremos, y Syraan lo sabrá pronto. Están también dos de las personas en quien más confío en la galaxia - caminó junto a Kiza, que parecía encontrar aquello muy divertido, y el capitán Noor, que miraba a Nico y negaba con la cabeza -  Organizar esta reunión ya implica poner mi vida en sus manos. ¿Lo va entendiendo? Usted es la persona en quien menos confío en esta sala, se lo ha ganado, y con lo que le voy a contar estaré poniendo mi vida en sus manos. Todos aquí estamos poniendo nuestra vida en las manos de todos. ¿En quien confía usted lo suficiente para jugarse la vida, pero no para compartir información que podría ser importante para mantenerse con vida? ¿Va a insultarme, señalando a alguien de mi confianza, o directamente de mi familia? ¿Va a señalar a su tripulación? ¿Va a señalar a al guardaespaldas de mi hija, o al pasajero que usted trajo a mi casa?

Era una evidente pregunta retórica. No estaba esperando a que Nicoda apuntase a nadie. Ni siquiera le dio el tiempo para hacerlo.

-En segundo lugar, y para que le sirva para el futuro... si algo me han enseñado años entre víboras, es que si uno tiene un secreto que contar a una parte de un grupo donde sospecha que pueda haber un traidor... es mejor no anunciarle a todo el grupo que tiene un secreto y que sospecha que pueda haber un traidor... - esa última parte parece frustrarla - Eso pone a los traidores sobre aviso. Es solo un consejo. Quizá le sirva, he oio que los contrabandistas a veces tienen que disimular y tratar de no resultar sospechosos...

Respiró hondo, cruzó los brazos y volvió a mirarle.

-Ahora, capitán Ecto ¿Que ocurre? ¿Que ha descubierto?

Me rasco la nuca y miro sonriendo de medio lado a Red. Cuando no se puede no se puede. Miro de nuevo a Naral.

- Veo que le gusta hacer las cosas a su manera, no soy de los que bailan al son de otros pero dado que no hemos empezado con buen pie haremos las cosas a su manera. 

Carraspeo y me aclaro la voz, totalmente innecesario y teatral.

- Sé que la misión sera seguramente sacar la reliquia que tenéis escondida aquí, la misma que completa el juego de tres que busca los mercenarios, los cuales ya poseen dos. Dicha información me ha llegado desde un señor del crimen de Nar Shaddaa, que apodamos amo de títeres, uno de sus espías envió el droide que habréis encontrado chamuscado en mi habitación desde el cual estableció contacto.

Una pequeña pausa dramática, que uso también para escudriñar las caras de los allí presentes.

- Declinar su oferta me ha puesto a mi y a mi tripulación en una situación en la que nos vendría bien tener algo de apoyo por parte de... Personas con influencia, si sabe lo que quiero decir, y casi estoy seguro de otra cosa... Si el hutt lo sabe, Vyr Blackblood lo sabe también, espero que tenga una buena guarnición señora d'Astria porque los mercenarios que comanda Vyr son muchos y muy bien equipados.

Hago otra pausa y miro hacia el exterior de la sala donde nos encontramos, como esperando que algo sucediera.

- Yo por mi parte solo puedo ofrecer la confianza de alguien necesitado de la suya, mi tripulación también esta en juego en esto y no es algo que me agrade admitir, y con respecto al consejo que me ha dado, entiendo que mis métodos son algo... insólitos... Pero no tenía otro modo de mostrarle lo sensible que era esta información que usted ha decidido compartir con todos los aquí presentes. Si hay algo más que quiera saber adelante, pregunte y yo responderé.

Vuelvo a mirar a Naral, mis ojos expresan un poco de preocupación pero en mi cara se dibuja una sonrisa burlona.

Red acompañó a Nico hasta el salón sin decir ni una palabra y pensando qué podía pasar y cómo podía ayudar ella en lo que pudiera sucederle a Nico...o incluso a ambos. Si hubiera tenido este ordenador durante la noche -se decía una y otra vez la copiloto mientras caminaba.

Una vez dentro se sentó y escrutó a los presentes. Parecía que todos tenían cara de sueño ya fuese por lo poco que habían dormido o por el estado mental de cada uno. Lo que sí que destacaba eran los nuevos atuendos tanto de Nihal como de Syraan. Los dos portaban túnicas albiazules propias de la nobleza, muy similares a las que llevaban Kara y la archiduquesa. Bien la familia crece -pensó sarcásticamente Red sin expresión alguna en su rostro.

Pero luego empezó todo. La archiduquesa habló y fue al grano. Quería que Nico y ella se "rindieran" a todo lo que ella quisiera. Eso le espeluznaba sobremanera a la mujer que solo pensarlo le enfureció. Pero ahora más que nunca necesitaban un aliado y de los gordos, así que tocaba bajar los humos y tragarse el orgullo para iniciar una nueva relación.

Nico les contó lo que sabía...o parte, pero no consiguió hacerlo en privado -craso error mi queridísima matrona d´Astria, ahora has hecho cómplices a todos los presentes ya sea por lo que les toca o por solo conocer la información ya están de alguna manera involucrados -volvió a pensar algo más alegre por este hecho.

Cuando Nico terminó de hablar, Red le miró y asintió. Por fin le hacía caso en algo y seguramente no habría otra, pero esta era importante que sucediera.

-Archiduquesa, si me lo permite. Creo que puedo encontrar el repetidor por donde el droide recibió la señal. Si la seguimos encontraremos el lugar desde donde salió -propuso Red con un ritmo calmado y sin emoción alguna-. Con este ordenador me costará mucho, pero podría lograrlo. Si tuviera acceso a la sala de comunicaciones lo tendría en menos de una hora.

-Por cierto. Se vanagloria de su seguridad y de que tiene todo bajo control...dígaselo al droide chamuscado -apuntilló la copiloto sin dejar de mirar a Naral-. Y si un droide se ha podido colar, ¿quién dice que no hay más agentes?

Red dejó unos segundos para que todos entendieran en el estado en que se encontraban actualmente. Si bien parecía que habían llegado a un planeta franco, donde podrían vivir tranquilos estaban totalmente equivocados. No estaba de más que la mujer se lo recordara.

-Todos -miró a cada uno de los presentes-. Todos tenemos que colaborar para solucionar este entuerto. No eso solo cosa de Nico o mía. Si no lo hacemos todos moriremos en esta cárcel de oro y seda albiazul.

Syraan trató de esconder su enfado con Nico, tenía la sensación de que aquel hombre era un sumidero de problemas. Los arrastraba hacia a él y a todos los que estaban a su alrededor. Por otro lado se alegraba como la referencia que había hecho de ella Naral, le hacía sentir que había perdido un poco menos en estos últimos días.

Al margen de que diferentes facciones quisieran la reliquia, lo cual era esperable. No terminaba de saber si era bueno sacarla de allí. Por lo que la contó Godot su madre consiguió ocultarla usando el templo, pero si la movian necesitaban una forma de ocultarla temporalmente hasta encontrar un escondrijo del mismo tipo. Uno que les diera tiempo suficiente para a tener fuerzas para poder enfrentar a la Orden Gris. Si la guardaban donde estaba podían reforzar su protección, quizás llamar a aliados y devolver la jugada, pero como decían quizás había mucho mejorar en la seguridad de aquel lugar, no solo por el droide sino por lo que había visto Nihal.

La respuesta del capitán Nicoda a las palabras de la archiduquesa había sido, en el mejor de los casos, decepcionante. En lugar de colaborar, o incluso responder, comenzaba a jugar a su juego de secretos. Pero Naral no se dejó arrastrar a él, y el joven sintió una punzada de orgullo hacia la integridad de las convicciones de su madre biológica. Pero cuando finalmente habló, anunció problemas para todos, y su contramaestre lo apoyó en esas declaraciones hasta el punto en el que el joven no logró quedare callado.

-¿Todos moriremos en esta cárcel de oro? Demasiado ligero usas el argumento de la muerte. -Respondió a Red con el ceño fruncido. -Muy rápido has olvidado que las dos personas que sí han muerto, nuestros padres, lo hicieron en Iodarka... por no saber que iban a ser atacados. Así que dejad de guardaros información, y tal vez podamos tratar de confiar unos en otros.

Luego, mirando hacia Nico, añadió.

-¿Qué necesidad hay de seguir comportándote así? -Preguntó con una desarmante sinceridad. -Todos estamos atrapados en esta espiral. Puedes negarlo cuanto quieras, pero estás aquí. Ahora te queda decidir si vas a confiar en nosotros o no, y ponerlo todo sobre la mesa.

Kara observaba la reunión, podía ver la fuerza de antaño en su madre en sus palabras y la brabuconería de un mercenario sin escrúpulos en las de Nico.

Creo que sería mejor para todos dejar de mirar nuestro ombligo, de que es lo que nos sucederá o pasará si hacemos esto o lo otro. ¿No os dais cuenta de la magnitud de este asunto?¿de lo insignificante de nuestras vidas cuando la vida de millones de vidas están en juego?

Creo que el maldito universo tendrá una oportunidad si conseguimos darnos cuenta de esto, de que no es la casa d'Asdria ni el liderazgo de ningún clan de mercenarios lo que esta en juego... si lo que esas leyendas dicen es cierto, todo lo que conocemos esta en juego.

Las mirada de Kara resultaba fuerte con la convicción de su madre pero con un aura de sinceridad capaz de convencer a cualquiera.

¿Centrémonos en evitarlo no en lo que pasará, porque si no lo paramos no habrá agujero en el universo donde esconcerse. ¿Madre la piedra no se puede destruir?

Red escrutó a Nihal con su marmóreo rostro exento de emoción alguna. Su manera de entender las cosas iba mucho más allá de lo que el muchacho podía ver. Pero no iba a ser ella quien se lo dijera y menos le iba a volver a repetir todo lo que le habían dicho. Además la ira que el muchacho sentía debía liberarse y alejarse de él, pues esto hacía que no viera má allá y que buecara culpables entre la gente.

Sus pensamientos se vieron reforzados cuando Kara habló. Ella sí que veía lo importante de todo este hecho, pero también se quedaba en las puertas. Si bien veía la importancia que tenía que no cogiesen la reliquia, no veía ni el quién, ni el cómo. Y si te vas a enfretar a alguien era mejor saber todo lo que fuese de tu enemigo.

Pero Red iba mucho más allá. Si tan fundamentales eran las reliquias, debían organizarse para recuperarlas. Y tenían una oportunidad de oro. Pero, como antes, no iba a ser ella quien se lo expllicara...de momento. Sin duda Nico (mucho más Nico) estaban en una situación bastante complicada. Pero eran supervivientes natos. Podrían vivir muchos años antes de que un cazarrecompensas diera con ellos. Incluso podrían vivir toda la vida agenos a éste conflicto. Pero algo dentro de la mujer le decía que tenía que ayudar en esto.