Partida Rol por web

-No hay más mensajes. -Michelle toma la loción, tú te tumbas sobre la cama- Alice...

Michelle parece buscar las palabras. Para ella también debe de resultar duro por la parte que le toca -Podría intentar convencerte de que te olvides de ella. Pero ya te he dicho que no quiero entrometerme en tu vida. Puede que me equivoque., que no acabe como sospecho si regresas, aunque, con sinceridad, dudo de que mi criterio sea erróneo.

Extiende el líquido refrescante en las laceraciones todavía visibles 

-También se de la frustración que nace de aquello que te has quedado sin vivir, sin experimentar. Tal vez sea necesario para tu estabilidad emocional que tengas esas vivencias con ella, que pases esa fase de tu vida. Ya no lo se. Y si no...estoy convencida de que la superarás, de que encontrarás otra persona mejor. Y me tienes a mí...Está mal, muy mal que diga esto, sin embargo, es verdad.

Sientes en la parte alta de la espalda con el cuello un par de besos suaves. -Quiero ser neutral, quiero dejarte la libertad de elección y no influirte. No me preguntes más, por favor. Si vuelves con Frisbee, o si no lo haces, solo te pido que cumplas con tu trabajo, que sigas siendo tan diligente, eficaz y efectiva como hasta ahora, que no me falles.

Sus manos se detienen unos segundos, quizás pensativa. Al poco, continua con el delicado masaje. 

La conversación llega, en parte porque la ha sacado ella, pero Michelle también tenía desde hacía rato todo eso dentro y se notaba que ella también necesitaba expresarse.

Casi que en cuanto Michelle empieza a utilizar ese tono dulce y claro, Alice siente como los ojos se le anegan en lágrimas que la rubia no puede ver, o eso piensa. En silencio la sigue escuchando, sin dejar que se note que ya ha empezado a llorar. ¿Porque no puede contenerlo? Es como si se abriera un grifo. Podía casi sentir lo que Michelle sentía, no sabía si eran celos o sana preocupación pero podía sentir que su jefa estaba deseando decirle "no lo hagas". Lindsey también le había dicho lo mismo. Pero ..¿Que decía Alice? Suspira y se le entrecorta el suspiro.

Pero cuando Michelle dijo "me tienes a mí" los hombros de Alice se sacuden en un espasmo de llanto imposible de reprimir ni disimular.

¿De verdad? ¿Michelle no se iba a sentir decepcionada si...? Después del fin de semana de mierda que le había dado...¿De verdad que no la dejaría tirada?

Logra sorber las lágrimas cuando Michelle termina de hablar, no pasa por alto aquella súplica de la rubia de "no me preguntes más". En otras circunstancias, Alice habría indagado pero...pero ahora lo veía tan claro.

-No te fallaré Michelle...haga lo que haga. No quiero fallarte ni a nivel laboral...ni de ninguna otra forma.- traga saliva y, aunque Michelle no haya terminado de aplicar el bálsamo, Alice se da la vuelta para mirarla de frente y aún con las lágrimas corriendo por sus mejillas se eleva un poco para devolver los besos que ella ha depositado en su espalda, pero en los labios. Quería pensar que Michelle hablaba de algo más que de trabajo con aquellas palabras de "no me falles".

Aunque solo fuera afectivamente.

-Pero... Y si...y acabo en un...¿en un pozo del que ya no pueda salir? ¿Qué debería hacer para salir? Siento que estoy al borde de un precipicio...el abismo me llama...y es como tú dices...las cosas que me quedan por vivir están ahí abajo...y tú estás...estás arriba. - le acaricia el rostro- me abrazas por la espalda...me llamas. No hay cuerda para este salto ¿Verdad? Si me lanzo...lo hago sin garantías.-se responde a sí misma, con una mezcla imposible de distinguir entre miedo y un indescriptible deseo.

En la intimidad del dormitorio de Alice, en casa de su madre, te derramas en llanto desconsolado una vez más. Michelle no añade nada más. Sus manos se detienen una vez más. A ojos de un espectador neutral seguro que no reviste tanta importancia, quizá Sey, por ejemplo, más pragmática, no le daría tantas vueltas, pero ella no está implicada emocionalmente. 

Afirmas algo que no sabes si podrás cumplir. Pero ahora lo sientes así, anegados los ojos en lágrimas. Ojalá que Michelle fuese más egoísta, ojalá que te exigiera fidelidad, que te zarandease fuerte y te obligase a elegir o a quedarte solo con ella. Sin embargo no es así. En realidad está siendo justa y dura, no te trata como a una niña sino como a una mujer adulta que toma decisiones y emprende caminos y acciones para el presente y futuro de su vida.

La rubia no te ofrece las respuestas que anhelas. Y de las que tú misma las conoces. Sus ojos verdes te traspasan con esa mirada intensa llena de luz y ternura. Qué distinta a la "otra", igualmente llena de luz, pero salvaje y feroz. Deseas a las dos. Tanto.

Michelle a los pocos segundos, inclina su cabeza y te besa de nuevo. Esa es su contestación. Seca tus lágrimas con sus besos. Regresa a tus labios. Los suyos son dulces y amables. Sus besos untuosos, su aliento a miel y especies.  

Se deja llevar...simplemente...es puro instinto ahora, puro deseo, puro llanto... Sigue los besos de Michelle, dejando que las preguntas y sus descorazonadoras respuestas se releguen a un segundo plano. O a un tercero. Ahora sólo quería...olvidarlo todo, no tomar ninguna decisión. Había captado a Michelle...no sacaría de ella ninguna palabra más en este tema, ningún consejo ninguna conjetura...suficiente había dicho ya. Y por mucho que Alice lo deseara...este barco era suyo y nadie podía conducirlo más que ella; tenía diversas opiniones, pero el anzuelo de su corazón seguía firmemente anclado y tiraba y tiraba...

Se sentía como Ulises cuando navegaba cerca de las islas de las sirenas. El canto de Frisbee la atraía sin remedio y, aun sabiendo que había afiladas rocas...quería girar el timón y dirigirse allí y esperar que la hostia no fuera definitiva. 

Funde sus labios en salados besos con los de Michelle, con más ansia cada vez, como si en su piel y en su saliva pudiera hallar la dulce droga que enterrase el resto de penurias, al menos por esta noche. Bebe ávida de su boca, rodea su cuerpo con los brazos quiere...necesita sentirla muy cerca, como si fuera una tabla flotante en mitad del naufragio. La desea y quiere estar con ella aquí y ahora...sólo espera que Michelle no la rechace...aunque podría hacerlo.

Quizás lo que iba a suceder no debería pasar ahora. O todo lo contrario, era el momento que necesitaban las dos mujeres para entregarse después de tantos días de no poder regalarse besos y caricias.

Alice comenzó con aquellos besos salados, llenos de angustia, sedientos de soluciones, hambrientos de Michelle, buscando...no sabes bien qué. Pero que no te abandone. Que no te rechace.

Michelle no lo hizo. La mujer de negocios no es de piedra, tiene deseo de ti. La una arrastra a la otra. Los besos crecen en intensidad, en número, en dedicación. Del cariño de los labios pasan a las ansias de las lenguas, la rubia se desnuda, su cuerpo maduro con las señales del tiempo queda a tu vista, todavía apetecible su blanca piel. Te cubre con él, te abraza, se deja abrazar por ti, sus besos borran toda huella de las perlas derramadas por tus ojos. 

Tú no sabes si llorar o reír, o amarla dulcemente o simplemente follarla, o que sea ella la que dirija el timón esta noche. Tus besos se pierden en remolinos de cabellos rubios, y los de ella se ofrecen como sacrificio a tu piel morena. 

Cuando Michelle se desnuda, Alice sabe que no la va a rechazar, que no hay vuelta atrás...y la hace girar, necesitada de control, pone a la rubia bajo ella y la sigue cubriendo de besos, apartando su cabello a un lado para que no interrumpiese su entrega.

Alice se desnuda afanosamente, sus temblores no han desaparecido y la vuelven algo torpe pero no quiere perder el contacto piel con piel porque si dejaba de sentirlo...sentía que sí eso ocurría, caería en un abismo insondable.

No había lugar a las palabras. Sólo mandaba el instinto. Los besos de Alice bajan por la blanca piel de Michelle, marcando un camino sinuoso e imparable hasta su intimidad y empieza a devorarla allí donde la humedad se forma...mitad era deseo de complacerla y mitad deseo de ocuparse en algo que no la dejara pensar.

Michelle se estira y arquea su espalda al primer contacto de tu boca con sus otros labios menos dulces pero igualmente jugosos y húmedos. Su primera reacción es abrirse más para ti, acariciar tu cabellera sedosa tras el baño y el champú, enredar sus dedos en tus matojos de pelo negro y sentirte el tacto de tu melena en las yemas. Se retuerce. Le brindas lo que más le gusta.

Pero luego tira de ti delicadamente hacia ella, tal vez un "ven", y trepas de nuevo por su cuerpo para devorar su boca y dejar que ella lo haga a su vez, todo sin palabras, todo en un río tranquilo de suspiros, caricias, de corriente serena que fluye hacia el mar quieto y crepuscular.

Te abraza. Sus piernas se separan. Tu sexo entra en contacto con el suyo. Los dos están ardiendo, se queman mutuamente. Michelle se mueve, sus manos presionan en tu espalda baja. Te lo está pidiendo. Comienza el roce. Te frotas con ella, para ella. Para las dos. 

Entre lágrimas. Entre la devoción y la admiración. En la dimensión donde no piensas en nada. Donde no hay problemas y el tiempo se estanca haciendo el amor en entrega conjunta y total. 

Es un polvo triste. Muy disfrutado, muy anhelado pero triste, bañado en lágrimas de la morena que, de vez en cuando, vuelven a brotar incontenibles, pero entonces las maneras de Alice se vuelven más ansiosas y parece quemar las lágrimas con ardor.

Sus sexos se encuentran, vibran y bailan al mismo son mientras sus manos se entrelazan y sus besos se exigen atenciones...no es tiempo de palabras si no de hechos, de pasiones, de anhelos...la luz del día obligaría a Alice a tomar decisiones que, de un modo u otro, serían desagradables. Pero eso no sería esta noche...esta noche sólo estaban ellas dos, como al principio...nadie más importaba en el mundo, ni Frisbee, ni Lindsey...solo ellas...su ancla, su punto de apoyo...aquello que trataría de conservar costase lo que costase.

¿Qué habría hecho Alice si fuera Michelle la que le hubiera pedido que se quedara sólo con ella? ¿También habría salido corriendo? ¿O por contra sus sentimientos por la rubia eran tan fuertes como para que lo hubiera valorado? Por ahora no había respuesta a esa pregunta, y si existía algún dios misericordioso o si Afrodita estaba mirando en otra dirección, esperaba que esa pregunta nunca llegase.

Saciadas, extasiadas, jadeantes y sudorosas, ambas terminan...y no tienen más remedio que rendirse a los brazos la una de la otra, sin palabras, hablando sólo con besos y caricias, se cubren con las sábanas como si así lograsen parar el tiempo...

Pero el tiempo no se detiene...por nadie.

Los dedos dorados del amanecer, en este lugar del mundo frescos y grises, te descubren debajo de la sábana por completo, con Alice mirándote a un palmo de ti. Sus ojos llenos de vida te observan mientras duermes. Pero no lo sabes, hasta que despiertas y la ves allí. ¿Cuánto tiempo lleva "espiándote"? No te lo va a decir, así que...

¿Y qué hora es?

-Buenos días, asistente. Comienza una semana de buenos augurios. Mira. -Todavía bajo la tienda de campaña que forma la sábana de tonos rosados, te enseña la pantalla de su iphone. Un mensaje de voz, casi de madrugada, intempestivo, del tipo aquel de las monedas. Quiere citarse con Michelle, acepta el trato propuesto por Alice. -Ves, mujer de poca fe. Y no solo eso, la cadena de estética la tengo casi cerrada y un par de restaurantes. Tu trabajo da fruto. Me traes suerte. -Te planta un beso en la naricilla y el segundo en los labios. El tercero es muy meloso, tanto que tenéis que hacer un esfuerzo para separar los labios.

Luego ya viene la ducha, el desayuno, Mary anda por ahí abajo. Despierta su madre, besos, abrazos, sonrisas tristes, victimismo y un regalo que te hace Agnes, un bonito collar de plata que era de ella, de cuando era jovencita y que, total, Michelle ya poseía un montón. Son pequeños animales engarzados, cervatillos, leones, pájaros, delfines. 

Corriendo para el aeropuerto, con tiempo, pero por si acaso. Vuelo a casa. Sin mensajes de tu ángel-demonio. Trabajando desde el móvil las dos. Concertando citas, Michelle cerrando tratos y tirando de la maleta camino del taxi. 

Sin tiempo para pensar. 

En el interior del taxi, la rubia te sorprende -Te doy la tarde libre. Yo me apaño con lo que planificaste ayer. Si prefieres no pasar sola la tarde, vente conmigo a mi apartamento, si no has quedado harta de la familia Feizzer. Pero ahí te espera más trabajo. Y no quiero más lágrimas, Alice. -Es un tono neutro, de jefa. Amable, incluso afectuoso, pero decidido y determinante.

Es una invitación para que no te quedes a solas con tus pensamientos. Tienes que decidir. ¿Es necesario hacerlo? ¿Y si dejas pasar el tiempo y ya? 

Qué difícil. ¿Así va a ser tu vida, demorar las decisiones? ¿Crees que eso es lo que quiere Michelle de su asistente? Uf. Un poquito de más tiempo. No me agobies, le dices a tus voces que te apremian a decidirte. Dios, si estás deseando fundirte en su cuerpo, en su piel de tinta y fantasía. En su abismo. Y a la vez corres en la otra dirección para que no te atrape tu deseo.

Recibe con sonrisas y calidez sus buenas noticias de por la mañana. En eso breves instantes antes de recordar que el.mundo seguía girando...un mundo que exigía respuestas. Suspira y se envalentona con la ducha el desayuno, prepararse para el viaje...y la sorpresa del regalo de Agnes, el cual se pone en seguida demostrando lo mucho que le gusta y lo agradece. Es probable que a partir de ahora lo llevara siempre, como un recuerdo de este extraño fin de semana.

El vuelo transcurre con normalidad y entonces Michelle le comenta las opciones de la tarde. De buenas a primeras ya se sentía entre la espada y la pared pero no era culpa de la rubia...era hora de responsabilizarse. Y si...ella ya había tenido suficiente paciencia aunque Alice no podía prometer una tarde de absoluta concentración. ¿Y si Frisbee volvía a a escribirle? Ya era tiempo de darle una respuesta...la que fuera pero alguna.

-Mejor...me quedo en la pensión...tal vez salga a dar un paseo o algo...pero mándame algo para hacer, por favor, si tienes algo que pueda hacer desde casa. Así si necesito pensar en algo tendré un motivo para distraerme ¿Que te parece? Una solución intermedia.

El taxi te deja a la puerta de la pensión. -Te acabo de enviar un listado de distribuidores de agua embotellada. Ves llamando -mira la hora- Te dará poco tiempo, mañana sigues. Averigua su interés en distribuir una determinada agua, sin detalles, una marca que busca introducirse en nuevos mercados. -Teclea en el móvil.- Véndete un poco, habla de miles de libras de inversión con una beneficio a medio plazo de cientos de miles. Con riesgo intermedio. El que no arriesga no gana. Es muy vago, solo un tanteo.

El vehículo arranca y te quedas con tu maleta y tus devaneos mentales. Ojalá que no te encuentres con nadie en la pensión.

La primera en la frente. Brenda. La chiquita te abraza y besa, baila a tu alrededor, con decenas de preguntas, una ametralladora. Tú quieres encerrarte en la habitación, fumar quizás en el balcón. Poner al día tu propia agenda de mensajes. Dar una respuesta o pasar de darla. 

Vaya. ¿Le has traído algo a Brenda? ¿Le das excusas, te la quitas de encima, o le prestas algo de atención?

Uff Brenda...al final no le había traído nada, pero tampoco quería ser borde con ella, no se lo merecía.

-Perdona guapi, tengo mucho trabajo acumulado, ¿Hablamos luego? Lo del fin de semana con tus amigos...si, es posible que si, pero te digo algo el viernes ¿Vale?- un poco de conversación banal, que el tiempo en Escocia muy malo, que lluvia y viento y no había podido ir a una tienda de souvenirs. Es sincera pero vaga en sus respuestas. En cuanto puede se despide de ella afectuosamente y se promete a sí misma cultivar una amistad mejor con ella. Pero hoy no. Hoy tenía que llegar a la habitación, a su madriguera, su refugio.

Al entrar todos los recuerdos de la última noche que paso allí casi la tiran al suelo. Por poco. Deja la maleta, no tiene ganas de deshacerla. Balcón...portátil, trabajar. 

Pero antes tenía un mensaje que escribir. Había pasado demasiado tiempo y si Frisbee realmente lo estaba pasando la.mitad de mal de lo que ella lo había...lo estaba pasando, era una crueldad dejarla así.

Hola. Ya he vuelto de Escocia. Ahora no puedo hablar pero te llamaré...necesito un día. Tal vez mañana por la noche te llame. Por favor, no me llames. Dame margen. Gracias.

Enviar. No sabe de dónde ha sacado la entereza para escribir ese mensaje del tirón. Lo relee después de enviarlo. Joder parece un telegrama...pero era sincero, tan sincero cómo podía ser ahora que no tenía ni puta idea de lo que iba a hacer.

Bueno mejor trabajar un poco. Eso seguro que la despejaba. Tal vez luego llamaría a Sey quería confirmar lo del jueves...un momento, no no aún no...tenía que hablar con Michelle sobre eso del jueves, necesitaba que le diera el día libre antes de comprometerse. Bueno para que le diera el día libre mejor ponerse a currar y adelantar trabajo.

Eso es. Trabajo. Eso se le daba bien. Un poco de papeleo para entrar en materia, un par de pitillos y estar lista para empezar con las llamadas.

Vamos Alice, tú puedes.

La verdad es que dejas un poco desconcertada a Brenda, pero bueno, ella se toma todo bien, y eso de que salgas el finde con ellos la anima mucho. Tú a lo tuyo y ella a lo suyo, que está liada con un pastel de zanahoria.

Y sí, te metes al lío. Unos cigarrillos, el balcón, que aquí tampoco es que haga muy bueno, pero menos nublado que en Escocia. Las dos primeras llamadas pasan de ti, la tercera, una joven, se muestra interesada, te lo anotas, le das unas migajas de detalles suculentos y que estaréis en contacto, logras una cita de tu jefa con el de ella. 

La cuarta no responden. Ni la quinta. Compruebas la hora, claro, si ya cierran oficinas. Mañana más. Pero pruebas una más. Aquí te atiende un hombre de edad indeterminada por la voz. Tú a tu rollo, le vas explicando, parece que hay interés. El chico se enrrolla mucho, bromea, la conversación empieza a encaminarse por otros derroteros, se desvía de la idea principal. ¿Está flirteando contigo? Estás tú para eso. Aunque la verdad es que el hombre, Ethan tiene un agradable sentido del humor. Un extraño que te hace reír varias veces y seguido. Y hasta te pide una cita. Piensas que es otra broma, pero no. 

-Un café, Señorita Dawson. ¿Qué dices? -tú le das largas, acuerdas cita de jefe con jefa y que , bueno, ya verás. Cuelgas, todavía riéndote.

Y es colgar, quedándote pensativa en la curiosa llamada, que no es la pimera vez que te tiran los trastos por teléfono, pero sí de manera tan elegante y simpática. Y eso, que cuelgas, decidida a dejarlo ya por hoy.

Y te entra llamada de Frisbee. 

Si se ríe con la llamada...anda que intentar ligar con la secretaria de la intermediaria de la inversión...claro que igual el rol de "secretaria" daba más morbo al asunto. Niega con la cabeza y suspira, al menos se ha distraído.

Deja el teléfono para alcanzar la botella de agua cuando recibe otra llamada...

Mierda...piensa al ver el contacto. 

Joder...

Descuelga, sin pensarlo, tal vez fue mala idea. Pero lo hace. Esta fuerte, se siente bien. Podía con ello.

-Te pedí que no me llamases, Frisbee.- le dice casi al tiempo en que descuelga. Fuerte, decidida...a ver cuánto le duraba.

-¿Cómo tienes el tattoo, honey?¿Te has puesto la crema? -su voz ya es una descarga eléctrica desde los pies a la punta del paladar. Y desvía tu comentario a otra cuestión, despistándote. A su terreno. Y bien...¿no es eso lo que quieres? Que tu ama...No, no es tu ama fuera del juego de las sesiones. Pero sí que te domina un poco la voluntad. Te gusta. Quieres que sea así. Pero conservando tu decisión.

Espera respuesta unos segundos y luego prosigue. ¿Tú quieres que se presente ahora mismo? ¿Que cuelgue y mañana habláis? Te entran sudores y te muerdes el labio.

-Todo lo que te dije es la jodida verdad, Alice. Estaba colgada pero controlando.  Paso a buscarte y nos tomamos unas birras. Olvida el puto mal rollo del viernes. Yo lo he olvidado. Me quedo con la tarde, joder, si me acuerdo y me pongo cachonda. Fue una maldita gilipollez mi actitud. Va, tía, unas birras. Igual acabamos follando. O solo hablamos. 

Frisbee ha desviado con una facilidad pasmosa su estudiada respuesta, poniéndola contra las cuerdas, tomando la riendas de la situación. ¿De verdad iba a seguir dándole el beneficio de creer que ella no era consciente de lo que hacía? Era muy difícil seguir creyendo eso. La ha dejado KO, fuera de combate en un solo asalto. ¿Y ahora qué? 

Carraspea,ha dejado pasar demasiado segundos de silencio. No podía permitirselo. Suspira, mierda, que se oye.

-Frisbee...no...no puedes hacerme esto.- empieza, con un tono no muy decidido, parece una súplica pero va ganando confianza. Pero el temblor seguía allí...casi como cuando escuchó el audio de ayer. Pero tenía que ser firme...hace  de tripas corazón.

-Te pedí que no me llamaras hoy. Te he pedido...tiempo. No me lo pongas más difícil...¿Cuántas rayas te has metido? Para...te harás daño.- ¿Que coño era eso? ¿Se preocupaba por ella? ¿Le pesaba que Michelle ya la diera por cocainómana sin remedio?-​​​​​​- No quiero verte...no quiero verte hoy ¿Va-vale?- ¿Se había negado? ¿Lo había conseguido? Bua...flipante. 

Te muestras fuerte, decidida, entera. Quizás te ha pillado justo en el momento del trabajo. No cedes. ¿Y por qué, Alice? ¿No te ha dicho que se ha pasado, que es una gilipollas, qué más quieres? ¿Que sea ella a la que ates, amordaces, que te suplique de rodillas? ¿Acaso Michelle se ha portado así contigo?

Sabes que no es eso. Que hay más detrás. En realidad hacia delante, hacia el futuro.

Solidez. Ahí estás, marcando las reglas. ¿Qué prefieres, que se muestre dominante o acepte tus normas? La quieres de Ama...en su lugar y momento. ¿O siempre?

-No me he metido nada. Estoy trabajando, todo el puto día. Solo un petardo. En serio.-¿Puedes creerla? Nunca te ha mentido, que tú sepas.

-Jodeeer, muñequita. Mola tu tono. ¿De verdad no quieres verme hoy? No me lo creo. Yo sí que quiero verte, no soy tan dura como tú, con tantas pelotas -¿Te está vacilando? No es ese el tono- Vale, de puta madre. Me estás castigando. La cagué. La cagué, sí, mierda. Tengo que asumir las consecuencias. Me como el marrón, vale, Alice. Vale.
Hay una pausa de segundos.

-¿Pero estás bien, verdad? ¿Qué tal en Escocia? Mañana entonces. ¿Paso a buscarte? Lo he vuelto a hacer, ¿no? Son las ganas de ti.  

Una lágrima resbala por la mejilla de Alice. Se estaba desmoronando...todas sus convicciones, toda su firmezas se estaban cayendo como un castillo de naipes. No había cuerda para este salto. Sólo ella y el abismo. Y ese anzuelo tirando de su corazón a través del teléfono. 

Sorbe por la nariz. Mierda, eso se oye.

-Estoy bien. En Escocia llovía...-¿para qué le cuentas eso? Joder Alice...- No has debido llamarme Frisbee...-insiste, aunque le tiembla la voz de nuevo- Estoy bien, pero necesito que me respetes. Necesito que...-que me pegues, que me ates, que me amordaces y que me folles hasta el alma, que me llames muñequita y no honey...- necesito que...me des espacio. No es una cuestión de cagarla...yo también la cagué contigo. Pero las cosas...no pueden ser...no se como tienen que ser. Es complicado... -una pausa, sabe que ahora tiene que responder a lo de mañana. El corazón le va a mil.

-Mañana...no...no se...ya veremos. - dubitativa, débil, las imágenes de la otra tarde, su voz, esa candencia que usa para decir "muñequita". Le tiemblan las piernas.- No me presiones por favor...-una súplica, un último intento de controlar la situación que se le escapa como agua entre las manos. Pero no es capaz de colgar el teléfono.

El tono de tu voz ya no es el decidido y enérgico de unos minutos antes. Te sorbes y se escucha al otro lado. Y, sobre todo, no cuelgas. Eso es revelador. El anzuelo te impide cortar la comunicación. Frisbee tampoco cuelga. Incluso deja pasar segundos aguardando al sonido de fin de llamada. Pero no puedes.

-Te olvidaste el retrato, Alice. Esta mañana he comprado material y un cristal. Lo montaré en un cuadro, y te lo pones en una de las paredes. Si puedo esta misma noche lo hago. -pausa-Muñequita, yo te respeto. De siempre. No me digas que no, joder. es solo...mis ganas de ti...mi hambre de comerte el coño...las ganas de ver tu sonrisa...tu mirada...Mierda, tía, que me estás haciendo quedar como gilipollas del todo. -medio se ríe. 

-Conozco un lugar, de hamburguesas y birras. Algunas noches hacen karaoke. Mañana, por ejemplo. ¿Te gusta el puto karaoke? Estaría de putísima madre que te vengas conmigo. -¿Y por qué no? Porque otro día más, porqué te torturas. ¿O es que no quieres verla más y no te atreves a decírselo? Si por dentro de estás derritiendo como queso fundido en una de esas hamburguesas. Pero...No se, joder, piénsalo. Luego te vienes a casa, a mi habitación, o pillamos por ahí una habitación guapa, con jacuzzi y sauna y esas mierdas... 

No cuelga. No cuelgas. Has cerrado los ojos y estás cayendo al fascinante abismo.

-Alice...honey...Un reencuentro... -notas que sonríe, y a la vez impaciencia en su voz - Olvidamos los malos rollos...karaoke, birras, y después follamos toda la noche. 

Se muerde el labio, aprieta los dedos sobre la tabla de madera que es el escritorio. ¿Por qué no puede desprenderse? Porque no quiere. Alice frunce los ojos intentando sacar valor de donde no lo tiene. Michelle no está, nadie la sujeta...se asoma al precipicio y la oscuridad tira de ella. Se va a caer. Y quiere hacerlo. Pero solo un poco...¿Puedes hacer eso? Caer solo un poco...ja...que estúpida Alice...

-No tengo ganas de cantar. - responde, incapaz de imaginarse en un karaoke como si no hubiera pasado nada- No puedes hacer como que no ha pasado nada...mañana...mañana nos vemos, tomamos unas cervezas o una sola. Y vemos lo que pasa... ¿Vale?- era incapaz de mostrarse firme del todo,ahí estaba esa pregunta al final que terminaba con toda su convicción.

-Las cosas no han cambiado Frisbee...quiero conocer a otra gente, quiero experimentar muchas cosas...no quiero ir a vivir contigo y - hace una pausa, buscando las palabras adecuadas- mi trabajo - Michelle...- siempre va a ir por delante. -​​​​​​-hubiera preferido decir todo esto en persona pero viendo cómo se está viniendo abajo por teléfono, no podía contar con que en persona le fuera a ir mejor.

-Si...si no aceptas todo eso...es mejor que no nos volvamos a ver.- ahí va, su último cartucho, pone las cartas sobre la mesa y espera que Frisbee no le dé una patada al tablero.