Partida Rol por web

AÑO 21.

MES ONCE: ÚLTIMO MES DEL INVIERNO.

MONTÍCULOS CERCANOS A SIVERO.

MEDIA MAÑANA, CASI MEDIODÍA

Basha trataba de tomar puntería sobre una de las aves, y casi había soltado la flecha cuando los susurros del ladino Puck le distrajeron apenas un segundo. Lo suficiente como para que dudara y el tiro quedó corto clavándose unos metros antes del pájaro. Por fortuna Zazer sí le acertó y el revuelo entre las aves fue mayúsculo, ya que avistaron a los jinetes y se prepararon para el ataque.

La bruja cambió de blanco hacia uno de los que se acercaba a sus compañeros, mientras susurraba a Puck.

- Si vuelves a distraerme mientras disparo irás tú a servir de cebo a los cuervos mientras tomo puntería, pedazo de cabeza de chorlito. Haz algo útil para variar y avisa si alguno se acerca, y si le entretienes para que podamos dispararle, mejor que mejor. Y quítate esas ideas absurdas de la cabeza sobre Seragoi y su perro, ¿estamos? -

Sabía que Puck era bastante retorcido y podía ser muy "trasgo" cuando se lo proponía. Pero hablar de matar directamente nunca había estado entre su repertorio, puede que el miedo hubiera hecho retroceder esa nuez que tenía por cerebro a una versión más malvada de si mismo. Tendría que llamarle la atención sobre ello en privado, claro estaba.

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La enorme sonrisa que el trasgo mostraba quedó convertida en una pulpa informe después de que Bashabarana la descartara con violencia. Ligeramente dolido la miró con unos ojos blancos que, de tener pupilas, se hubieran dilatado. No las tenían así que no surgió el efecto deseado, por lo que terminó por bajar la vista al suelo, dejar gachas las orejas y lánguidos los brazos que golpearon sus costados.

- Como ordene, ama. Puck los entretendrá, ama. Puck es bueno entreteniendo. Puck bailará para ellos.

Desganado se alejó de su dueña dejando tras de sí los surcos de sus armas al arrastrasr por el suelo.

- Oh, sí, ya lo dijiste, madre- susurró.- Sí, siempre lo dices. Madre siempre tiene razón, pero mira quién está muerta, madre. Muerta, muerta y muerta...

Palmeó la cabeza reducida que llevaba al cinto y tras llevarse el índice que sujetaba la daga a los labios, levantó ambos brazos para que las armas no arrastraran.

- Así me gusta, calladita. Muy bien, madre. Puck tiene que ser silencioso, madre.

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El plan ya se había puesto en marcha y mi parte era, si bien una de las más peligrosas, a la vez una de las más divertidas. Mientras sea divertido, no me importa morir en el proceso. Es por eso que avanzo con mi caballo, junto a Karlio que es el otro cebo, para llamar la atención de estos krankas. Mantengo en mandoble en mi mano mientras sujeto las riendas del caballo con la otra, listo para reaccionar a lo que hagan.

"Estúpidos pájaros superdesarrollados. ¿Huirán o atacarán?"

Al acercarnos más, veo que son varios y algunos son más grandes que otros. Avanzamos con cautela, preparados para que en cualquier momento se lancen al ataque. Uno de ellos se ve especialmente grande y me mira de frente. Comienza a alertar al resto de nuestra presencia y, por lo que veo, no tienen muchas ganas de retirarse. Parece que el cebo ha funcionado.

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Kanghmer había esperado el momento que él creía más oportuno. Sin embargo una de aquellas criaturas alzó el vuelo y se abalanzó sobre Seragoi y su montura.

Furioso consigo mismo por no haber previsto aquel movimiento, Kanghmer espoleó a su caballo y se lanzó en una cabalgada directo contra aquellos pajarracos. El combate había comenzado y él se encontraba demasiado lejos... el plan de que sus compañeros hicieran de cebo y atrajeran a las criaturas al lugar de la emboscada se había ido al traste.

Lanzó un vistazo al ogro... ¿Por qué había cargado Peñasco? ¿Y por qué Karlio y Seragoi no habían retrocedido? Ya era tarde para darle vueltas o lamentarse... era hora de derramar sangre. Kanghmer lanzó un grito de batalla mientras avanzaba agitando su espadón.

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El trasgo emergió del cadáver del kranka en el que se había sumergido a cuchilladas. En su rostro asomaba una violenta satisfacción mientras que de sus orejas, barbilla y armas goteaba la caliente vida que ya no se hallaba en la irreconocible y sanguinolenta pulpa que a sus pies descansaba. Miró su obra una última vez, feliz por un trabajo en el que quizá se había esmerado demasiado, y correteó satisfecho de regreso a Bashabarana.

- ¡¡Amaaaa!! ¡¡AMAAA!!- gritó entusiasmado dejando a su espalda un pequeño rastro de huellas bermellón.- Puck le ha entretenido, ama. Ya no podrá hacerle daño. Puck ha hecho caso y eso que madre no quería. Oh, no, ella quería que fallara. Oh, sí. Habló mientras Puck se escondía y casi ven a Puck, pero Puck es pequeño y Peñasco grande y Puck se escondió bien.- Sus ojos se abrieron como platos y brillaron con el recuerdo del frenesí del asesinato.- Y entonces…- Dos tajos rápidos al aire que hicieron llover sangre le sirvieron como toda explicación.- Oh, sí… Así fue. Pero ahora Puck está sucio, ama. El malvado monstruo le ha ensuciado. Ese monstruo malo- meneó la cabecita.- Pero el monstruo ya no está. El monstruo está muerto, ama. Sí. Muerto. Así que todos contentos.

Y Puck sonrió.

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Los pájaros caen y ni uno solo uno de ellos consigue huir de nosotros. Lamentablemente no quedaron testigos pues estoy completamente seguro de que el kranka que haya visto lo que sucedió no volvería a acercarse a un humanoide en su puta vida. Comería carroña el resto de sus días del miedo que evocaría al recordar lo que puede sucederle si se mete con los tipos equivocados.

Limpiaría mi mandoble antes de guardarlo pero la verdad es que está completamente limpio. No fui capaz de darle un puto golpe a los desgraciados, pero eso no importa ahora pues de todas formas fue un combate exitoso. Ahora, con la amenaza de los krankas lejos, podemos ir sin miedo a Sivero.

“Claro, ningún miedo además del miedo  a lo que encontraremos en Sívero mismo.”

Pero eso es un tema de preocupación para más adelante. Lo importante es continuar:

 - “¿Seguimos?”

Ha sido divertido y miro a Kanghmer con una sonrisa en el rostro pues, aunque el resto piense que solo hice el ridículo en la batalla, el bárbaro sabe realmente mi papel jugado en la lucha. Siento el dolor del picotazo que me gané por ser el cebo pero no me importa realmente. Ha sido divertido y solo eso cuenta.

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Tras aquel primer fallo, Basha afinó la puntería y consiguió  dos blancos claros haciendo graznar de dolor a aquellas criaturas, provocándoles sangrantes heridas que ayudaron a que el resto pusieran fin a sus vidas mediante acero y más flechas. Zazer también dominaba el tiro con arco por lo que había mostrado y en la lucha cuerpo a cuerpo las espadas de los ambrios y la fuerza de Peñasco habían resultado decisivas. Su hermano había quedado algo retrasado, quizás porque el plan marcaba que los caballeros retrocedieran pero una vez habían sido alcanzados no podían dar la espalda a aquellas criaturas sin exponerse a sus afilados picos, que por lo que veía habían hecho mella en sus armaduras y carnes.

La sorpresa había venido de Puck. El sigilosos trasgo había prácticamente reducido a pulpa a uno de los enormes córvidos saliendo de la nada y cortando una y otra vez con sus hojas con la ferocidad propia de un maníaco. Volvía ahora cubierto de excrecencias y Basha lo miró de arriba a bajo con una sonrisa y un cabeceo de aprobación.

- Bien hecho Puck, aprovechaste tu ventaja y conseguiste tu presa, además... - El gesto de la bruja se congeló en una mueca mientras empalideciendo miraba la parte superior de la cabeza del trasgo.

- Oye Puck, eso que tienes detrás de la oreja no será una pluma de kranka, ¿no? -

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Los Krankas habían caído, uno tras otro. No había satisfacción en el rostro de Zazer, ni tampoco pena. Aquel era un enfrentamiento al que hubieran tenido que hacer frente antes o después. La suerte o los hados habían querido que hubieran podido emboscarlos y acabar con la amenaza antes de que esta les hubiera sorprendido. 

-Buen trabajo -le dijo a la cercana Bashabarana, cuyo arco había demostrado gran efectividad. La mirada voló luego a Puck, cubierto de sangre, exultante ante el resultado, embriagado por la victoria-. Eres más de lo que aparentas -dijo escuetamente-. Deberíamos acercarnos a los Krankas y recuperar nuestras flechas -señaló. Recogió las flechas clavadas en el suelo, las introdujo en el carcaj y se lo echó a la espalda junto con el arco. Bajó el montículo hasta su montura que desató y montó en ella. Un breve golpe de talón y el caballo avanzó hasta donde se hallaban los cuerpos de los Krankas. Desmontó, aseguró al caballo en un matorral cercano, acarició su testuz para que no se pusiera nervioso ante el hedor de la sangre y la presencia de los cadáveres, e inició la búsqueda de las flechas clavadas en el cuerpo de aquellos engendros emplumados. 

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Cuando todo parece tranquilo, Hassern se acerca a trote hasta la avanzadilla del grupo.

- ¿Estáis todos bien?

Con la mirada parece estudiar los cuerpos de los krankas muertos. Después, sigue su trote hasta llegar a Sivero.

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- Oh, no, Puck solo es el esclavo de Bashabarana, nada más.- respondió al trocalengo.- Puck es lo que el ama desee que sea.

Aún feliz por los halagos de una y otro, el trasgo sacudió la oreja hacia la que su ama miraba. No consiguiendo nada hizo uso de las manos y se la rascó en busca de lo que le habían dicho que allí se encontraba, pero no consiguió nada por mucho que tironeó. O la tenía muy escondida o con tanta suciedad era incapaz de diferenciar su tacto del resto de viscosidades que lo bañaban.   

- Puck no sabe. Puck no tiene ojos ahí detrás.- respondió a la bruja encogiéndose de hombros.- Pero si la ama dice que es una pluma, es una pluma.

No le dio mayor importancia. Después de todo qué más daba que tuviera allí una pluma. Las plumas solo servían a los pájaros para volar y a los humanos para conseguir sus cómodos cochones y sus mullidas almohadas. Y también para sombreros, por supuesto.

- Oh… Puck ya entiende… Oh, sí. ¿El ama quiere una pluma? Allí hay muchas plumas, mi ama. ¿Cuántas plumas desea? Puck irá y le traerá plumas, ama.

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Caos corretea entre los cadáveres, moviendo el rabo, olisqueando. Gruñendo ante el olor de la sangre de los monstruos y en general ayudando a localizar las flechas que todavía podrían ser reutilizables.

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Kanghmer había detenido su corcel. Apenas había llegado el bárbaro al combate, éste había finalizado. Tuvo la oportunidad de un único ataque pero aquellas aves se movían con demasiada rapidez y había fallado.

Por fortuna el plan no había salido mal, y los dos francotiradores apostados en la retaguardia habían hecho bien su trabajo acabando con bastantes de los krankas.

Devolvió la mirada a Seragoi, comprendiendo perfectamente lo que quería decir.

- Parece que todos estamos bien. - Respondió a Hassern. No se había fijado en que ninguno estuviera herido. - Sigamos con cuidado, al menos el próximo tramo. Podría haber más krankas cerca. - Sugirió.

Cuando su hermana y Zazer se acercaron en sus respectivas monturas, Kanghmer les saludó con la cabeza.

- Buen trabajo. -

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El combate había sido rápido y letal, al menos para los pájaros, aunque Karlio no podía presumir de haber salido indemne. Jamás habría pensado que esos seres pudieran atravesar una armadura tan recia. Y, sin embargo, ahí estaba: sangrando por múltiples heridas.

-¿Todos estamos bien?-preguntó con una nota de dolor y acidez, ante las palabras del salvaje que había afirmado aquello con tanta rotundidad. Sin embargo, podía continuar. Haría falta bastante más que eso para acabar con él, aunque aquello no era precisamente un buen comienzo. 

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Basha negó con con la cabeza mientras daba un paso hacia atrás. Luego asintió con una sonrisa a Zazer para indicarle que él también había hecho una buena labor con el arco.

- No entiendes nada alcornoque, esas plumas dan mala suerte, si no una maldición con ellas. Es mejor estar lejos de ellas. Pensé que tenías una entre toda esa mugre pero ahora que lo has revuelto no distingo nada. No quiero ni las flechas de vuelta, fíjate. Límpiate bien antes de acercarte. -

Echó un vistazoa su hermano que parecía ileso, saludándole con un gesto cómplice, para luego acercarse a los caballeros y a Peñasco que habían mantenido la vanguardia del asalto.

- Por aquí atrás todo bien, vamos esas heridas señores, puede que necesitéis un remiendo. -

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- Oh, no... Eso no es bueno, ama. La mala suerte es mala. A Puck no le gusta la mala suerte.- Al contrario que de costumbre el trasgo hablaba de forma cadenciosa, pausada, como si por su cabecita pasaran toda clase de profundas reflexiones que debía de poner en orden.- Bashabarana podría morir y entonces a quién serviría Puck. ¿La ropa de quién limpiaría? ¿De nadie? Oh, no... Puck quedaría sin ama, solo y desamparado. No, no... Eso no es bueno. No es nada bueno, ama.

Preocupado, el trasgo bajó la vista, pero no tardó en elevarla para mirar a su ama lleno de resolución. A sus ojos asomó un ligero brillo de astucia.

- Mientras Puck esté sucio, mientras Puck dé mala suerte, estará lejos de ama. De su hermano también, claro. Ama no quiere que le pase nada malo a su hermano. ¿A que no? Peñasco y el señor Karlio siempre están al lado del hermano de ama y Zazer da manzanas a Stajä, y Stajä está al lado de ama, así que Puck también estará lejos de ellos. Oh, vaya... No queda más opción, ama. Es lo único posible. Puck estará junto al perrito y su amo Seragoi. Esperemos que no les pase nada malo. Sería triste si pasara, ¿verdad, ama?

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La búsqueda de las flechas resultó frustrante. Siguiendo los pasos de Caos, Zazer se aproximó a los cadáveres de los Krankas. Ni una sola saeta fue recuperable. Las extrañas y gigantescas aves, al caer y revolcarse en el suelo, habían quebrado todas y cada una de las flechas. Dio una patada a una piedra, que rebotó sobre uno de los cuerpos, y dio media vuelta. Desató su montura y la espoleó de regreso al resto del grupo, justo a tiempo de escuchar a Puck.

Ciertamente la criatura le desagradaba. Su servilismo, su actitud, lo que podía llegar a apreciarse bajo las capas de... Ni siquiera sabían de qué eran aquellas capas. Miró a la mujer, extrañado de que le hubiera aceptado o adoptado o lo que fuera aquella extraña relación amo siervo.

-¿Cuál es su historia? Si es que puede llegar a saberse -preguntó a Bashabarana. En circunstancias normales, se lo hubiera preguntado directamente a Puck, pero algo le decía que no sería la verdad lo que recibiera de él.

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El resto del grupo parece listo para partir aunque nos demoraremos un momento en recuperar las flechas en buenas condiciones, cosa que Caos ya está haciendo en este momento. Bashabarana se acerca a Karlio y a mí y nos pregunta por las heridas. Veo el corte y me encojo de hombros:

 - "He recibido peores. Nunca he aprendido a defenderme bien realmente, aunque si quieres verla, no te detendré."

Le sonrío, amable y con una mirada un poco pícara. No me vendría mal una remienda, más que nada por si en Sivero nos encontramos con algún otro peligro, pues cada herida contará al momento de decidir si vivimos o morimos. El mundo es un lugar cruel y despiadado, al que no le importa en lo más mínimo quien vive y quien muere. No quiero morir solo por negarme a recibir atenciones en el momento preciso.

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Bash miró a Puck con los ojos ligeramente entornados mientras el trasgo hacía lo que acostumbraba, hacer como que el mundo giraba a su alrededor. Si bien fregaba algunas cacerolas o buscaba algo de leña para el fuego, era la bruja la que se ocupaba siempre de hacer las comidas (no comería algo que hubiera pasado por las sucias manos de Puck ni loca), y tampoco dejaría al trasgo poner sus garras en su ropa por nada del mundo. Ella misma se ocupaba de la limpieza de sus armas y efectos.

- Haz como creas Puck, pero te quiero limpito antes de media tarde. -

La pregunta de Zazer le pilló por sorpresa y le miró con una mezcla de actitud pensativa y divertida.

- ¿La historia de Puck? Bien, digamos que es un asunto familiar y por lo tanto algo reservado. Si llegamos a consolidar ciertos lazos supongo que acabará surgiendo en una conversación casual de hoguera en mitad de la noche, pero prefiero no forzar las cosas, espero que no te parezca mal. Él puede que tenga otra idea al respecto, pero por tus palabras creo que le has calado bien. -

Una sonrisa final a modo de disculpa y comprensión termina las palabras de Bashabarana, que vuelve su atención a los dos caballeros heridos.

- Bueno señores, sólo necesito que dejéis al descubierto vuestras heridas y realizaré un par de ensalmos curativos a ver qué tal respondéis. ¿Algún problema al respecto? -

Basha solía cobrar por estos servicios a los extraños, pero consideraba que se habían batido el cobre juntos y si bien no los podía considerar amigos, sí los tenía como camaradas de armas. Los hombres habían sufrido unas heridas que bien podían haber llegado a su persona o a la de Puck, con lo que usar su magia para remendarlos era más que justo.

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Nadie hubiera podido asegurar que Peñasco estaba preocupado. Mucho menos inquieto o molesto. Al fin y al cabo la propia actitud corporal del ogro, unido a su rostro casi inmune a expresar emoción, no facilitaba tales conocimientos. Aún era peor por el hecho que cada cultura (no digamos ya cada raza) expresaba sus sentimientos de una manera. Y desde muchos puntos de vista cada ogro (y Peñasco no se sustraía a tal realidad) eran una raza compuesto por uno.

Pero aunque nadie lo hubiera podido decir, estaba molesto. Cabreado, incluso. A pesar de haber eliminado a los krankas, y a pesar que el propio Peñasco había tenido un papel de cierta importancia en eso, Karlio había sufrido heridas de no poca importancia. 

- Lamento tus heridas, Karlio. Debí haber estado más cerca de ti para evitarlas- lo cierto es que el ogro se tomaba sus responsabilidades en serio. No había muchos asideros en su vida, y ayudar a Karlio era uno de ellos. Había meditado mucho el motivo. Había visto a otros humanos, y Karlio era bastante aceptable. Simpático incluso. Pero ese no era el motivo. Peñasco, amante de preguntarse muchas cosas, se había preguntado, por supuesto, si seguiría al servicio de Karlio de ser el noble otro tipo de persona. ¿Lo haría? Era una pregunta interesante aunque algo capciosa. Después de todo, ¿cómo podía Peñasco, o cualquier otro ser sintiente, afirmar lo que haría cuando algo cambiara sus sentimientos y pensamientos? ¿no eran todas las hipótesis, en definitiva, un acto de suprema inconsciencia y de un paradójico miedo a todo cambio? Pero, fuera como fuera, Karlio era importante para el ogro.

- ¿Podéis ayudarlo? - preguntó a Bashabarana-Yaga haciendo un gesto con su cabeza hacia Karlio Advento- Creo que ha sido quien ha sufrido heridas de mayor importancia. Es el vuestro un gran poder, pues más fácil es hacer una herida, que curarla.

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Basha se volvió hacia el altísimo ogro cuando fue interpelada. Una de cerca se mareaba una de solo mirarlo de lo grande que era el condenado. Le dedicó una sonrisa fugaz y un encogimiento de hombros.

- Es lo que voy a intentar, sí. Espero que los dioses nos sean propicios y encuentre la fuerza para restañar sus heridas, Peñasco.

Como bien dices es más fácil causar daño que restañarlo, pero el poder del que hablas no está en mí. Está en la sangre, el viento y la vida que brota de la tierra, puede que en la tierra misma que pisas. Yo sólo le he dedicado unos cuantos años a tratar de entenderlo y saber llamar su favor. Pero no te hagas ilusiones, todo tiene un coste y el que paga el que manipula esas energías es uno muy grande y oscuro.

Si no estuviéramos en una situación peligrosa sería más sensato buscar un galeno para que les atendiera, pero como no sabemos qué nos encontraremos en Sivero, trataré de curar sus heridas como mejor sé en virtud de nuestra supervivencia. Además tan valerosos caballeros merecen el esfuerzo, no me cabe duda alguna. -

La bruja dedicó su atención a los dos hombres observando con ojo crítico el si alguno ponía alguna objeción o descubrían sus heridas como les había pedido.