Partida Rol por web

Nunca más le hará daño a nadie más.

Esas palabras del doctor resuenan en mi cabeza, como si fueran una especie de aviso, un desafío quizás... Intentan parecer tranquilizadoras para el chaval pero no me lo parecen. Lo que parecía un vínculo entre su locura y la nuestra se desvanece...

¿Sabría algo el doctor? Este señor es muy listo, quizás está jugando con nosotros... No deberíamos quedarnos aquí... Pero tampoco tengo otra opción.

Las palabras del marinero apenas llegan a mis oídos, estando como estoy cavilando en mis cosas.

Vaya, parece que he conseguido remover un poco sus conciencias - pienso, levemente satisfecho. Mi lucha no es en vano y a veces, es necesario dar el primer paso para que la gente despierte.

Por supuesto, no pensaba marcharse de allí tan pronto. Quería averiguar que le estaba pasando, pero tampoco era el esclavo dócil que deseaba el capital. Era una persona con un intelecto y estaba dispuesto a usarlo. Colaboraría en la medida que colaborase el doctor con él y no se limitase a tratarlo como un bebé o una marioneta.

De momento, esperó a ver que tal respondía el doctor, pero no dejaba de mirar al celador - más bien, matón de la oligarquía - de reojo.

El celador avanzó hacía el marinero Turner cuando escucho la amenaza pero fue millner quien con una mirada fulminante lo hizo quedarse junto a la puerta.

- Entiendo sus preocupaciones pero esa gente no es como ustedes. Al menos no como la mayoría de ustedes... - dice el doctor millner sin observar a nadie en concreto aunque levanta la vista hacía el grupo de terapia de grupo. No deben temer acabar con ellos, la mayoría de esos pobres diablos ya estaban así cuando llegaron al sanatorio. Pero no voy a repetirme, no me apetece estar diciendo lo mismo una y otra vez para que ustedes insistan una y otra vez en que les oculto información o que no quiero ayudarles. Si desean abandonar el sanatorio completarán una hoja que me exima de responsabilidad alguna sobre su salud física.

Johan se levanta, mira su reloj de pulsera y os señala la puerta.
- Quien quiera abandonar esta terapia de grupo que lo haga, pero no vuelvan ustedes por aquí. Mi tiempo es valioso, me temo que más que el suyo.

me remuevo inquieto. Sé que no puedo irme. No hay opción. No hay salida. O me quedo con el doctor de hielo o vuelvo a mi casa y acabo pegándome un tiro con mi escopeta.

Nikolay quedar.

Murmuro, con un hilo de voz, sin levantar la vista del suelo.

El pequeño Iván, que continuaba detrás de Nikolay, asintió con la cabeza al oír a su enorme amigo responder. No quería ser el único que quedase solo y expuesto a esa extraña "enfermedad" que sufrían todos. Esperaba que sus amigos le protegieran como trataron de hacer la última vez que fue atacado en el sanatorio. Miraba con algo de miedo al doctor pues no le inspiraba confianza y seguía pensando que mentía, en parte. Así, dejó sus pensamientos y se dedicó a mirar a sus compañeros de terapia para ver quienes decidían quedarse. El joven se limitó a permanecer callado y observar.

El doctor parece muy seguro en sus palabras, pero no puedo dejar de sentir un ligero recelo con todo esto.

Algo nos oculta este hombre con sus buenas palabras y refinadas maneras, algo se nos escapa. Pero que diablos, tampoco es que podamos hacer nada para mejorar nuestros problemas por nuestra cuenta. Millner ha dicho que no somos como esos tarados que están internos aquí, pero si las pesadillas van a peor, al menos yo me temo que no tardaré mucho en parecerme peligrosamente a ellos. No tenemos nada que perder.

-Muy bien doctor, yo también seguiré aquí con la terapia.

Interesante encrucijada. Si me voy, seguramente acabaré volviendome loco y entrando aquí en un estado parecido al que están estos pobres desgraciados de ahí fuera y si me quedo, estoy por completo en manos de este arrogante que se niega a decirnos nada, nos droga sin nuestro consentimiento y nos trata de manera altanera.

Doctor, acepto quedarme y colaborar con usted. Espero que sepa responder a este gesto de buena voluntad y deseo de cooperación con una información más amplia y que no nos vuelva a tratar como si fuésemos unos de esos alienados de ahí fuera. Podemos y debemos trabajar juntos para resolver ésto, pero para eso necesitamos reestablecer un clima de mutua confianza.

Tras lo cual me siento. No estoy muy contento con la resolución, pero a veces es imposible avanzar sin ceder un poco.

El doctor parece estar cansado de vuestra actitud. Finalmente se pone en pie y abre la puerta, os mira con gesto cansado y os dice.

- Esta bien, me han convencido. Viendo que no quieren quedarse aquí son libres de hacer lo que quieran, marcharse o quedarse aquí bajo vigilancia. Es su decisión, hagan lo que quieran.

Tras abandonar la habitación es melvin quien os señala la puerta abierta, y si alguien decide quedarse en la sala lo empuja hacía la salida. En el pasillo podéis ir a la salida o volver a las habitaciones. Melvin cierra la puerta del despacho sacando una llave que lleva sujeta con una cadena al pantalón, mientras os informa de que acompañará a aquellos que quieran volver a sus habitaciones.

Una vez más, la lucha unida había vencido a la imposición. El objetivo de Humphrey no era irse, sino ser capaz de irse cuando quisiera y no quedarse retenido porque si. Sabía que tenía un problema con esas pesadillas y que necesitaba ayuda, pero eso era una cosa y otra muy distinta quedarse encerrado allí.

Mirando a sus compañeros, decidió que tenían que hablar y a ser posible, llegar a una postura común: Bien dama, niño y caballeros. Somos libres de escoger nuestro destino, que era lo que pretendíamos y no ser retenidos sin más. Creo que deberíamos adoptar una posición común a ser posible. Yo estoy dispuesto a quedarme, si ustedes también. Lo que no estaba dispuesto era a ser encarcelado sin mayores explicaciones. Necesitábamos tener el control de la situacion y el doctor no parecía muy dispuesto. Ahora que lo tenemos, estoy dispuesto a colaborar para tratar de librarnos de estos horrorosos sueños que nos persiguen. ¿Qué opinan ustedes?

Al escuchar la argumentación de Humphrey arrugo el ceño. Se me ve meditabundo, con la vista perdida en sus argumentos. Sin acabar de entenderlos. No veo diferencia alguna entre ahora y hace unos minutos. Simplemente ahora el doctor ha perdido la paciencia y nos mete la patada en el culo si ahora abandonamos. A nuestra suerte, solos con nuestros sueños. Los recobecos mentales de Humphrey me vienen muy grandes.

Nikolay quedar.

Murmuro otra vez, con un gruñido, como fruto de una intensa concentración mental.

Me alegraba comprobar que tanto el señor Arminton como el gigantón ruso estaban dispuestos a quedarse para continuar el tratamiento. Yo ya había aceptado hace unos instantes continuar con la terapia del doctor. Al parecer, tanta discusión había acabado temporalmente con su paciencia y nos daba vía libre para abandonar las instalaciones y marcharnos por nuestra cuenta y riesgo.

-Como he dicho antes, yo también querría quedarme y continuar con la terapia. No sé el resto de ustedes, pero yo no creo que por mi cuenta pueda dar con la solución a estas horribles pesadillas. Veo mejor intentar lo que nos pueda proponer el doctor.

Y si al final no existe solución para esto, si he de volverme loco irremediablemente, dará igual que acabe en una jaula perdida en este lugar o por la calle; con el peligro que pueda suponer para mí mismo, o para cualquiera que se pudiera cruzar en mi camino.

Melvin os observa en silencio mientras conversáis. Alguno pareceis tener claro que queréis hacer mientras otros dudan. Cuando se produce un silencio él toma la palabra.

- En ese caso, vuelvan conmigo a las habitaciones. El resto, ya saben cual es el camino de vuelta.

Un escalofrío recorrió la columna del pequeño Iván. Solo con imaginarse allí adentro, sin salida, en el mismo sitio donde podría aparecer el enfermo de ojos azules que le atacó la otra vez, o puede que incluso otro loco. No quería dar la oportunidad a ninguno de ellos de ponerle la mano encima. Miró a Nikolay y al señor Yeats para instarlos a que no se quedasen.

- Señor Vólkov, señor Yeats... No se queden aquí... Esto no me gusta... Pasan cosas malas... Yo me iré y volveré mañana pero no se queden ustedes, es peligroso...

Muevo los labios a medida que habla el chiquillo. Me cuesta seguir su inglés callejero, pero ya llevo un tiempo en Londres y no es al primer londinense que oigo.

Después de que é hable me quedo unos momentos reflexionando lo que ha dicho, sin estar seguro de si lo he entendido bien. O a él o al doctor.

¿Volverr mañana?

Me vuelvo hacia el doctor, posando mi manaza sobre la base del cuello del chiquillo, como ofreciéndole portección.

¿Poderr volverr pequeño Iván mañana, doktorr?

El doctor ya se ha marchado, solo queda melvin con vosotros.

- Podrá volver, el doctor no ha dado órdenes de no dejarles pasar - os responde con su voz malhumorada.

Remuevo los pies, inquieto, pensativo. Nunca he sido de mente rápida, pero sí tenaz. Después de casi oír como giran los engranajes de mi cabeza, acabo por asentir, para mis adentros.

Estarr bien. Nikolay quedarr.

Digo posando mi mano sobre la cabeza de Ivan, en lo que acaba siendo una torpe caricia. 

Este chico es muy listo, pero es pequeño y quien sabe qué le puede pasar... Su vida no vale un penique. Un niño de la calle, y con esas pesadillas...

Por una extraña razón me viene una imagen del chaval, atropellado bajo las ruedas de un carruaje. Mi imaginación lo ha visto corriendo, gritando como un loco, poseído por las pesadillas, lanzándose bajo un carro.

Miro al zagal con expresión tierna, recordando las historias de pordioseros que abusan sexualmente de niños como Vania.

Poderr dormirr casa Nikolay si pequeño Vania querrerr.

Y tras eso le alargo las llaves de mi estudio. Por alguna extraña razón le he tomado cariño al muchacho.

Mañana volverr, Vania. Serr bueno parra mente. No olvidarr venirr.

Digo sin mucha convicción. No estoy seguro si es mejor que el doctor nos pueda examinar mientras dormimos. Quizás es importante. Así lo ha acabado decidiendo mi mente cansada.

Con un poco de suerte, hasta podré dormir un poco. Seguro que el doctor tiene opio para dormir.

Alargando la mano hacía la llave que le ofrece Nikolay, al momento, Iván niega con la mano y la cabeza, mientras muestra una leve sonrisa al ruso.

- No se preocupe señor Vólkov. Tengo donde dormir. Pero tenga cuidado esta noche. Espero que no aparezca ningún loco como el que me atacó la otra noche. Me reuniré con ustedes mañana para la nueva sesión.

Iván se despidió amistosamente de Nikolay, mientras giraba la cabeza para buscar al señor Yeats y hace lo propio.

- ¡Adiós, señor Yeats! Le veré mañana a usted también...

Gritó el chico al librero, cuando por fin vió su cabeza sobre la de los demás. Tras esto, saludó a todos con un ademán de cabeza y se dirigió a la salida.

Mientras unos se quedan y otros se van, al final es Scotland Yard quien entra en el sanatorio. La familia donde trabaja la señorita MacGuffin es la que ha informado de su desaparición. Entre el altercado producido, las preguntas de los inspectores y las caras largas del persona, al final acabáis todos en la sala de espera.

Allí habláis con uno de los enfermeros que os confirma que el enfermo de los ojos azules, el que ataco al joven iván, falleció ayer noche. Desconoce como ocurrió. Lo único que sabe es su nombre, Rupert Grant. Tampoco parece haberle importado su muerte a nadie, puesto que, nadie ha venido a reclamar su cuerpo aún. Lo único que tenía era un viejo reloj de bolsillo estropeado sin especial valor. El enfermero dice entre risas que el doctor Millner se adueñó de él antes que pudiera hacerlo el mismo.

Recuerdas que este enfermo digo algo antes de morderte.

- ¿Vosotros también lo habéis visto, verdad? ¡Oísteis las campanas! ¡Pronto vendrá por nosotros! ¡Yo lo sé, yo LO he visto! ¡Todos pagaremos por nuestros pecados!