Partida Rol por web

22 de Helada, mediodia

Apenas había pasado un día desde que volvieran a Helgen y ya notaba la cantidad de trabajo que tenían en la posada con tantísima gente que había llegado a la fortaleza a refugiarse de lo acontecido hacia unos días. Y si bien el estar ocupada ayudaba a mantenerse distraída, había ciertas cosas que necesitaba hacer y no podía seguir dejándolas pasar.

No fue muy difícil encontrar a la elfa entre el gentío que ahora llenaba las calles. Su pelo blanco destacaba entre el resto de cabelleras, además de resaltar más el tono oscuro de su piel. Troto hacia ella para ponerse a su altura con cierto aire nervioso, mezclado con el cansancio y una leve falta de sueño.

… hola saludó con un tono totalmente desprovisto de su usual alegría. … ¿tienes un momento? Preguntó adelantándose un poco para pararse frente a ella y encararla.

Herrería de Dorthe, Finales del Mes de Helada

Dorthe negó con vehemencia, aunque con algo de duda reflejada en su rostro.

—No, no que yo sepa. Al menos no ha venido gente desde allí, aunque supongo que.. irían a Carrera Blanca —dijo apretando los labios —. Esto es una locura, Viggo —suspiró —. Masser, fuego del cielo, los muertos alzándose.. nadie sabe qué demonios está pasando, por los Nueve..

Escuchó sobre tus intenciones, Dorthe arrugó la frente rumiando algo molesta. Más que molesta, preocupada.

—Te ayudaría si pudiera, Viggo, ya lo sabes. No tengo caballo, los que hay pertenecen a la Legión, ¿y la comida? No sé si Rodegar tendrá algo que venderte, puede que Suetonio, pero ha venido mucha gente.. espero que no empiece a escasear —suspiró viéndote en ese estado —. Mira, ahora los caminos son peligrosos, y sé que quieres llegar a Riften, pero no harás ningún favor a Katrina muriendo por el camino. Espera un par de días, deja que hable con mi primo.. manda en Helgen, seguro que puede prestarte algo. Solo ten paciencia, ¿de acuerdo?

21 de Helada, Mediodía, Calles de Helgen

Aún me dolía la cabeza por la resaca. Ni siquiera puedo recordar muy bien lo que pasó anoche tras beber junto a la dunmer. Sólo sé que la habitación tenía un ambiente demasiado cargado por la mañana, con olor a cerveza rancia y a humanidad.

Por lo menos, logré anestesiar mi mente y no pensar demasiado en lo vivido en Alto Rothgar. Mas el efecto del alcohol se había pasado y ahora tenía que volver a la realidad... dolor de cabeza incluido. Así que tras beberme una cerveza, recordando un consejo de uno de Los Compañeros, para la resaca, tomé prestado material de escritura de Kaeso y escribí dos cartas: una para mi madre y otra para mi hermano. Necesitaba saber de ellos y no podía retrasarlo mucho más.

Menos mal que el imperial no estaba en la habitación. Me habría muerto de vergüenza si hubiera estado presente mientras escribía, pues tengo poca soltura con la pluma y soy demasiado lenta escribiendo. Pero aún más orgullosa como para reconocerlo.

Doblé ambas misivas y salí de la habitación. Aproveché también para vender mi viejo arco y la armadura de cuero. El primero porque había encontrado uno mucho mejor en Cuesta del Antiguo. La armadura porque estaba hecha polvo y había conseguido otra en mejor estado, de modo que tampoco iba a regatear, aceptando lo que me ofrecieran.

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Había logrado vender un par de cosas que ya no necesitaba. Ahora, si la resaca me lo permitía, buscaría a algún mensajero o comerciante que pudiera entregar las cartas que tanto me había costado escribir.

Vestía un poco menos salvaje de lo habitual, con pantalones de cuero, un jubón de piel de ciervo sobre la camisa arpillera de manga larga y una capa de piel de lobo sobre los hombros, para el frío. Me costaba horrores acomodarme, pero Kaeso insistía en que los soldados se bastaban para mantener seguro el asentamiento, así que decidí lavar mis prendas de viaje y dejar las armas, salvo la daga que llevaba siempre en la bota, en la habitación de la posada.

Deambulé por las calles, sintiéndome extraña por obligarme a bajar la guardia, buscando a alguien que pudiera entregar las misivas. Por fin encontré a un joven que viajaba con las caravanas de víveres y que partiría en breve hacia Carrera Blanca.

-Ésta para Aela La Cazadora, en Jorvaskrr, Carrera Blanca- le di la carta. El muchacho escribió el nombre al dorso del papel con carboncillo -. Y ésta para Scöll Dos Espadas, en el Colegio de Magos de Hibernalia- me aseguré de que tenía claro ambos destinatarios y le di una moneda de oro por las molestias -. Que los Divinos te sonrían- dije, antes de alejarme de él.

Decidí acercarme a la linde del bosque con la esperanza de encontrar a Botitas. Ya habían pasado cuatro días desde que nos separamos. Suspiré, apesadumbrada, y me senté en un muro, cabizbaja.

Entonces noté algo en uno de los bolsillos del jubón. Fruncí el ceño y saqué el colmillo de dragón. El mismo que había arrancado de las fauces de la sierpe sin vida que había caído en el lago. Sonreí recordando aquella anécdota, mas una sombra de incertidumbre me invadió mientras examinaba el colmillo.

-¿De verdad Akatosh nos habrá abandonado?- me pregunté, acariciando el marfil.

Herrería de Dorthe, Finales del Mes de Helada

El cazador caminaba de un lado a otro como un lobo acorralado, a pesar de sus deseos de marchar de inmediato las palabras de su amiga eran ciertas a claras luces y nada de lo que el quisiera argumentarle lo haría menos cierto.

Sin poder rebatir nada, Viggo se detiene apoyando su hombro contra una de las columnas que daba a la calle, las personas se acomodaban donde podían, aquellos que eran afortunados podían estar junto a los suyos y aquellos que no deambulaban con las caras compungidas por el dolor, trago algo de saliva y por difícil que le resultaba reconoció: tienes razón, no hay mucho que pueda hacer ahora, verdad?, partir así posiblemente agravaría mas las cosas. el hombre se gira hacia la muchacha y le deja ver una amarga sonrisa.

Ayudare aquí en lo que pueda, son tiempos oscuros y debemos tratar de hacer lo necesario para proteger a los nuestros, si he de ir Riften supongo que deberé armar una cuadrilla o esperar que una caravana marche en aquella dirección, afirma el nórdico de manera solmene con la esperanza de que sus luchas ayudaran al pueblo nórdico y Thalos protegiera a su familia en compensación.

Mira a los ojos de la chica y pone la mano en su hombro: Dorthe eres una buena amiga, voy a tender paciencia, discúlpame si te preocupe de alguna manera, iré a buscar algo de comer y quizá una buena manera de ser útil, necesitas que te ayude en algo?, pregunta a su entrañable amiga.

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Bjorn caminaba dando grandes pasos. Su inseparable armadura negra hacía que la presencia del caballero fuera demasiado cantosa para cualquiera que levantara mínimamente la vista.

Llevaba un rato buscando un mensajero. Tenía noticias y preguntas para los patriarcas de su orden. El mundo estaba – no, ya había – cambiado. Sin sus hermanos no tenía muy claro cómo proceder. Debía quedarse en las cercanías de Helgen, asegurándose de que ninguno de esos akaviri volvía a aparecer. O no al menos en un grupo numeroso y peligroso para los habitantes de la zona.

A lo lejos vio a la cazadora. Parecía intercambiar algo con un joven, y Bjorn no tardó en dilucidar que seguramente sería un mensajero. Se acercó al muchacho con paso presuroso mientras la cazadora se alejaba. Apoyó una mano en su hombro mientras veía a Hati a lo lejos.

- Ey, chico. – Le tendió su propia carta. - ¿Puedes entregar también esto? – dijo antes de acercarse y susurrarle el destino de la misiva. Prefería que no se supiera, aunque no es que el paradero de los patriarcas de su orden fuera algo secreto.*

Tras depositar dos monedas en la palma de la mano del muchacho, se giró para encarar la misma dirección en que se había alejado la cazadora. Echó a andar con grandes zancadas. Creía que aún tenían una conversación pendiente.

La había perdido de vista un instante, y la mujer había desaparecido con gran habilidad… pero tras andar unos minutos Bjorn la encontró sentada en un muro. Justo alcanzó a oír su último susurro. Parecía hablar sola, y preguntarse lo mismo que el propio caballero.

Carraspeó un poco, para no sorprender a la mujer con su intrusión, aunque imaginaba que con sus sentidos y acostumbrada como estaba a moverse por la espesura, seguramente Hati se habría percatado de su presencia. Después de todo, el sigilo no era una de las virtudes del nórdico.

- Yo espero que no. – Dijo cauteloso. Si Akatosh ya no estaba con ellos el mundo se iría a la mierda. – Si lo que dijo la maga es cierto… sólo ha perdido su visión del futuro. – Comentó esperanzado. Si sólo era eso, podía ser simplemente una cuestión de tiempo el que Akatosh recuperara la visión y volviera a apoyar a sus seguidores.

- Confío en que sea meramente una cuestión de tiempo. – Añadió procurando animar a la mujer.

Herrería de Dorthe, Finales del Mes de Helada

—Siempre se puede hacer algo —repuso seria —. Deambular por el bosque no es el único oficio del mundo, Viggo.

Había cierto tono admonitorio en Dorthe, el habitual en ella, mujer de carácter, pero el cansancio le impedía ser más contundenten contigo.

—Eso que dices es más razonable. Están llegando noticias de draugr alzándose por todos lados.. no es buena idea salir a los caminos —aseveró la herrera —. Imagino que se formarán caravanas.. viajar en compañía es más aconsejable que solo.

Ante tu ofrecimiento se quedó pensativa, acabó suspirando con cierto agotamiento.

—Nada y mucho, la verdad. Quizá mi primo necesite a alguien como tú, alguien que se conozca los caminos —dijo pensativa —. Ya le conoces, y él te conoce a ti, supongo que no tendrás problemas en hablar con él. Cuando deje de estar ocupado...

22 de Helada, mediodia

Seretide parecía dirigirse hacia algún lugar concreto cuando se veía sorprendida por una voz conocida, que provocó que se diese la vuelta. Miró a Eldrid con cierta sorpresa que dio paso a una seriedad acorde con lo que intuía que querría conversar- Claro...-dijo, descansando su peso sobre el cayado mientras se detenía. 

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Entre el dolor de cabeza y encerrada en mis propios pensamientos, no percibí la presencia del caballero antes de que él carraspeara. Lo miré de soslayo antes de volver a fijame en el colmillo de dragón.

-Curiosa elección de palabras- dije al ver la ironía en su última frase  -. Pero sí, esperemos que la dunmer tenga razón- comenté sin mirarlo -. Nunca he sido muy religiosa, mas lo ocurrido allí arriba-  alcé la vista hacia la Garanta del Mundo y arrugué la frente - ha resentido mi fe, sembrando el desasosiego en mi pecho, haciendo que me cuestione por qué adorar a unos seres supremos que permiten la destrucción de algo que crearon, en vez de limitarnos a sobrevivir y asimilar que los habitantes de Nirn estamos... solos.

Duras palabras, ni siquiera sé por qué dije aquello al nórdico. Quizá el haberme desahogado por la noche con Sereride sólo hubiera dejado en mi interior dudas existenciales tras el terror vivido.

Durante unos instantes de reflexión, guardé silencio. Hasta que, más relajada, giré la cabeza hacia el caballero, sonriendo ligeramente.

-Bjorn, ¿verdad?- pregunté, no muy segura -Puedo reconocer diversos tipos de plantas y hongos, así como huellas de animales y bestias, mas cuando se trata de recordar nombres, dejo bastante que desear, me temo.

A fin de cuentas, con todo el caos por lo ocurrido, ni siquiera recuerdo haberme presentado a ninguno de los supervivientes de Alto Rothgar, con la excepción de los que ya conocía de antes.

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Había pasado poco de llegar y, por fortuna, el mar de gente que en Helgen resistía había lavado con su oleaje cierta amargura del joven Guardia Rojo. Al parecer el mundo no se había acabado, al menos no aun, y si bien la desaparición de una luna era una tragedia inconmensurable (al igual que la muerte de sus camaradas) todo seguía una suerte de curso.

En la lejanía notó a Bjorn y a la mujer que montaba en un dragón, conversaban. Ellos dos eran de los pocos con los que había interactuado verbalmente en el tortuoso camino a esta ciudad.

Se acercó, alzando una mano a modo de saludo desde unos quince metros de distancia, y habló finalmente al estar junto a ellos -hola, y muchas gracias por aceptarnos en su ciudad- comentó respetuoso y algo taciturno aun el guerrero -tu eras la jinete de dragón, y tu el sacerdote guerrero ¿Verdad?- indicó señalando a Hati y Bjorn respectivamente -Bjorn- añadió de inmediato.

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Y aqui estaba en las calles de Helgen.

Los dias pasaban tratando de llamar normalidad a lo que la ciudad enfrentaba tras convertirse en una lugar para refugiados. Noticias llegaban a cada momento de que el panorama no era mejor en otros sitios. Habia logrado ayudar a los heridos en el templo asi como improvisados dispensarios de donde al menos conseguía para comer y un techo para descansar. 

Conseguir espacio y serenidad para meditar en favor de mi Señora tambien habia sido un desafio pero mantenia el buen animo y buena voluntad justo cuando caminaba por las calles y me encontré con Tavase y Bjorn quienes habian estado prisioneros conmigo y la pelirroja que habia luchado en la fortaleza. 

Sin demora y sin mucha ceremonia me acerque a saludos, despues de todo habiamos sangrado juntos y eso creaba lazos mas alla de lo que podia crear Mara.

- Bienaventurados mi ojos de encontraros y bendiciones para todos. 

- Hacia algun tiempo que no os veía, alguno tiene alguna respuesta del dragon que nos ayudo en la Fortaleza de los Barbas Grises.

Cuando vio alli a varios reunidos, no pudo evitar acercarse, a pesar de lo cansada que estaba y de lo cargada que iba en ese momento, pero sentia curiosidad por saber que tal estaban llevando el asunto los demas. Solo habia alcanzado a escuchar las palabras de la joven sacerdotisa que hicieron que levantase una ceja extrañada.

Que solo fueron unas horas mujer, ni que hubieras estado ausente meses. Hablo a sus espaldas antes de saludar a todos los que estaban alli.

22 de Helada, mediodia

Quería... quería pedirte disculpas soltó bastante directa, era una tontería tratar de dar rodeos con algo que era tan sencillo como eso. Por gritarte el otro día, dejo escapar un pequeño suspiro bajando la vista al suelo antes de seguir hablando pero es que todo parecía ir tan despacio... creí que no llegaríamos a tiempo y que volvería a perder a mi padre. Su mano derecha agarro el brazo izquierdo manteniendolo pegado al costado, y con la mirada perdida en un mar  de angustia de solo pensar en aquello.

Herrería de Dorthe, Finales del Mes de Helada

Cita:

-En eso tienes razon, pero es lo que mejor se me da, ademas no es que me caracterice por ser un agradeble bardo de soledad o si?- menciono el cazador con una risa forzada.

Cita:

-ya he escuchado eso desde que llegue aquí, pero no me he topado con ninguno de esos monstruos, me pregunto si esta cantidad de gente no sera una carnada apetitosa para estos monstruos, mas vale que las patrullas estén atentas, quizá hasta salga a echar un vistazo a cause boscoso, no esta muy lejos de aquí-,
el cazador replica mientras señala los muros, no tenia muy claro que necesidades podria tener un muerto vivo, pero segun los rumores se habian lanzado contra algunos asentamientos, pero que sabia un cazador de montaña de los asusnto de la magia y toda esa palabreria clerical.

Reflexiona un poco sobre las cosas que podría ofrecerle Dorthe y le pregunta casi en tono de sugerencia sin embargo creo que podría comparte una armadura, no tendrás una armadura de cuero tachonado en tu inventario y algunas flechas que puedas venderme?.

Cita:

Al mencionar Hadvar el Tenaz, Viggo la mira comprensivo, era el manda mas y a pesar de ser liderar imperiales, prefería un nórdico que a un imperial o un elfo, creo que lo buscare mas tarde, por ahora creo que necesito comer algo, y quizá algo de beber lo que me hagan pensar en algo diferente por un rato, conoces algún sitio que me puedas recomendar?

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

- Estamos todos bastante cansados… física y anímicamente tras lo ocurrido. – Comentó Bjorn. Era lógico que pareciera que había pasado una eternidad.

Asintió luego hacia Tavase. – Así es, mi nombre es Bjorn, aunque no soy sacerdote. – Explicó. Tampoco era un guerrero propiamente dicho, aunque en esos momentos no estaba muy seguro de lo que era.

Todos los caballeros de su orden estaban, o bien muertos o bien muy lejos de allí. Y si Akatosh ya no les prestaba atención… ¿tenía algún sentido lo que hacía?

Negó a Sienna. – Yo no tengo noticia alguna de nadie… por ahora. Y tardaré en recibirlas. – Inspiró hondo y miró alrededor.

- Creo que me quedaré en este pueblo por un tiempo. Aun no tengo muy claro qué haré en lo que espero respuesta a mis misivas. ¿Y vosotros? – Les preguntó. No estaba muy seguro de si tenían familia por allí.

21 de Helada, Mediodía, Calles de Helgen

-No es mi ciudad- respondí al guarda rojo -. Al menos no hasta que me asiente debidamente- en el último mes, estaba ahorrando para adquirir o construir una pequeña cabaña, a ser posible en los alrededores de Helgen, donde estaría más cerca de la naturaleza y no me sentiría como si estuviera presa.

Me hizo gracia lo de "jinete de dragón", sacándome incluso una sonrisa de orgullo, pero antes de poder replicar apareció la sacerdotisa, seguida de Eldrid. Saludé a ambas con un gesto algo desanimado y asentí a Bjorn. Los ánimos aún estaban decaídos y las mentes confusas. 

-Tampoco yo- dije, aludiendo a la pregunta de Sienna. Entonces fruncí el ceño y miré a la pícara -. Eldrid, ¿has visto a Botitas?- en mis ojos se leía la preocupación, aunque intentaba no demostrarlo delante de los desconocidos -Es un perro joven, mestizo de lobo- aclaré al resto del grupo, seria. De soslayo, miré hacia la linde del bosque y suspiré.

-Antes quería comprar o construir una pequeña cabaña en los alrededores de Helgen- dije, ante la pregunta del caballero -, pues vine por petición del jarl Balgruuf, como muchos otros, para la repoblación- recordar al jarl de Carrera Blanca me hizo arrugar la frente ante las amargas noticias de Falkreath y el parecido de Bjorn a cierta persona -. Mas ahora, no sé qué sucederá ni si podré asentarme en este lugar. Al menos la promesa de aventuras no era en vano...- comenté con una sonrisa un poco amarga.

21 de Helada, Mediodía, Calles de Helgen

Se encogió de hombros frente a las primeras palabras del paladín, por muy cansada que estuviera, no era como para perder por completo la noción del tiempo. Pero pronto la pelirroja llamo su atención llamándola por su nombre.

Pues no, creí que estaba contigo, pero al no verle cuando descendiste del dragón, asumí que le habías dejado con Kaeso. Aquella bolita de pelo le encantaba, y por lo general se quedaba observando cómo se comportaba o bien trataba de llamar su atención cuando no tenía nada que hacer y el no verle junto a la duela o al imperial le extrañaba

24 de Helada, Herreria, primera hora de la tarde

Había estado días dándole vueltas al asunto, en realidad no era algo que fuera realmente necesario, pero le había molestado el perder aquellas pequeñas armas. Así que esa tarde después de su turno en la posada se acercó al lugar de trabajo de la herrera del pueblo  a ver que podía encontrar allí.

Hey Dorthe saludo cuando estuvo a las puertas de la herrería llamando la atención de la mujer ¿Cómo te va?

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Miré confuso a Bjorn ante su respuesta -en mi tierra quien blande su arma en nombre de los Dioses es un sacerdote guerrero, lamento la ofensa- le dije preocupado.

Sienna obtuvo una negación silenciosa, con la cabeza gacha y los ojos cerrados por parte del Ragada.

La pelirroja decía haber perdido a un cachorro, y eso era lamentable. Por la cantidad de gente que había en aquel lugar así como su experiencia sugirió realizar una búsqueda más intensa: el cachorro, sin dueño, sería una potencial presa de los refugiados hambrientos si el desastre venía acompañado de hambruna.

-Creo que podríamos ayudar con tu perro, igual no encuentro demasiado trabajo y Farasad parece fuera de problemas- Tavase miró a los alrededores, buscando al diplomático, con miedo a que sus palabras llamaran a la desgracia. Luego suspiró y observó nuevamente a los presentes.

-Te mueves como una cazadora y esta gente necesitará alimento pronto, carne para estar fuertes y vencer a los muertos que el viaje vomitó nuevamente aquí... ¿Sería buena idea organizar una partida de caza, verdad?- descubrió su cabeza sintiendo el viento en su corto y ensortijado pelo -después de encontrar a Bolitas*, claro-.

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

- No hay ofensa alguna. – Respondió Bjorn a Tavase. Tan sólo había pretendido aclararlo… pero dados los últimos acontecimientos, los modales del caballero estaban siendo más hoscos de lo habitual.

- No estaría de más organizar alguna patrulla que vigile para que los muertos no se acerquen demasiado a Helgen. – Sugirió tras el comentario del guardia rojo. Sí, la caza y el alimento serían necesarios. Pero también protección. A Bjorn no se le daba bien andar con sigilo o moverse por la espesura sin que los animales le detectaran… Así que el tema de patrullar le pareció bueno para mantener la cabeza ocupada.

Miró a Eldrid y a Hati, que parecían conocer mejor el pueblo y a la gente que habitaba en él.

- Disculpad… ¿hay alguien encargado de la guardia o algo parecido? Querría hablar con él para ofrecerme voluntario para organizar patrullas para vigilar los alrededores. – Comentó.