Partida Rol por web

Al pasar junto a Adama me detuve un instante, lo justo para susurrarle tan solo unas palabras, inaudible para el resto

- Tenga cuidado con Smith. No se fie de ese hombre. - fue lo unico que dije antes de salir de aquella sala.

Smith se mantenía callado y en un discreto segundo término. Adama estaba resolviendo bien la situación. Era un hombre serio y decidido; con ciertos miramientos, pero debía ignorar ese detalle por el bien de la misión. Debía ser el único de la nave en quien Smith podía confiar que haría lo adecuado para el feliz término de la misión, salvo él mismo y su secretaria.

Miró serio a Agathon cuando se fue. Es imperdonable hacer cualquier objeción o cuestionar los "por qué" a un superior. Adama ha sido algo blando, pero resulta evidente que está de acuerdo con él y ha hecho su papel.

En fin, a ver si la operación es un éxito y ese animal queda controlado. Pensó para sí, sin mucha esperanza.

Finalmente, la doctora Roslin completa la sutura y deja al técnico sanitario a cargo de la monitorización del paciente durante el proceso de reanimación automatizado.

- La operación ha sido todo un éxito - afirma con una mirada dura hacia Smith - Ya pueden llevarse a su cobaya...

Salta a la vista que no parece muy complacida con lo que se ha visto forzada a hacer, pero es una profesional y mientras esté en esta nave debe someterse a las órdenes que recibe del comandante.

Tras la operación que le implantó el sistema localizador Reobox, el paciente Riddick fue llevado de nuevo al lugar en el que debía quedar retenido hasta nueva orden, en la bodega de proa... mientras la enfermería de la nave era meticulosamente atendida y reacondicionada para recuperar su plena funcionalidad en el plazo más breve posible.

Debía estar en perfectas condiciones para cuando se requiriesen de nuevo sus servicios.

Greer abre la puerta de la enfermería y entra tímidamente en su interior acompañado de Aiden Ford. Era su turno de descanso, y resulta evidente que unos tíos como ellos no habían venido hasta aquí por nada bueno. Además, habían escogido justo el momento en el que la mayor parte de la tripulación acostumbra a hacer una pausa para la comida.

—¿Eli, tronco, estás por aquí? —preguntó en voz alta. 

El asistente sanitario aparece con cara de adormilado, pero siempre luciendo su sonrisa de tío enrollado:

- ¡Ey, colegas! - contiene un bostezo y se os acerca para no tener que elevar mucho la voz - ¿Qué se mueve?

—Qué no se mueve, querrás decir —el hombretón se acerca a Eli y le da un par de palmaditas en la espalda—. Verás, tío, llevo una semana entera sin cagar —suelta de pronto—, y venía a ver si tienes alguna pastillita pa eso. Y ya pue’h ser una potente de la leche, tronco, que estoy más hinchao que la zorra de mi exmujer con su último bombo.

Suelta entonces una carcajada sardónica.

—Y Aiden también quería más de esas galleticas —mira a su compañero, a quien le tocaba pagar la nueva ronda por la movida de las gafas—, ¿a qué si, colega? 

Aiden pone en blanco los ojos, resignado a lo que hay. Aunque intenta su jugada:

- Eli, tío, podrías enrollarte un poco más, que te estamos moviendo mu bien el material - le suelta - Sólo nosotros dos ya te estamos sacando un mercao que te cagas - sigue con la coña intestinal de Ronald - Y de momento ya tenemos a otro colega que está de lo más interesao en el negocio... ¿por qué no nos adelantas unas cuantas galletas de esas, sólo pa promocionarlo un poco?

El gordito os regala otra vez esa sonrisita boba de "coleguita" pero se mantiene firme:

- Mirad, tíos, esto no funciona así - el muy cabrón sabe que tiene la sartén por el mango - Aquí yo soy el único que puede sacar las pastillicas mágicas sin que se note, por no mencionar que cuando llegue la revisión médica, que vendrá, es el menda quién tiene que dar el cambiazo a los tubicos de orina pa que no os empapelen... y yo me iba a quedar tan fresco, tenedlo claro, que yo las vendo pero no me las meto... - la cosa está cantada - Así que lo más que vais a sacar es un tres por dos, puedo largaros tres galleticas por doscientos créditos, a partir de ahí es cosa vuestra hacer el negocio rentable...

Entonces sonríe a Greer y le tiende un nuevo frasco de comprimidos:

- Y pal estreñío, mejor que te metas alguna de estas, son magnesia, un laxante de la ostia - hace una mueca cómica - Deberías saber que si te metes tanta meta-oxycodona se te paran las tripas, tío, son los efectos secundarios... ¡Y ahora, largad la pasta o los dos a cagar!

Greer aceptó el frasco de buena gana mientras el gordito les suelta su superoferta. Tal vez pudieran sacarle algo más, aunque no estaba seguro. Eli era el único pavo lo suficientemente legal para dar el cayo por ellos, y si le apretaban un poco más las tuercas… bueno, podría ser que la cosa no saliese del todo bien.

No le molaba el rollo que Eli se traía con ellos, pero por esta vez lo dejaría pasar. 

—Te toca esta ronda, tronco —le dijo a Ford. 

Aiden asiente y pone la guita, pero deja las cosas claras:

- Vale, socio, pero que conste: ahora estamos en paz -matiza- No me vengas luego con rollos de que te debo ná...

Y le tiende un par de las meta-oxycodonas a Ronald...

Creer puso los ojos en blanco durantre un instante. Tronco, se dijo, no te lo pediría si no nos hubieses jodido a base de bien con la muerda de las hologafas.

—Nah, tío —rodeó con el brazo a su colega, adoptando un tono despreocupado—. Estamus en paz. Dejemos a Eli trabajar a gusto con sus maquinitas y sus cosas —le hizo un gesto al enfermero y. sin añadir nada más, se dirigió hacia la puerta.

Ya habían conseguido lo que habían venido a buscar…

Acababa de beber, pero aún así ya tenía la boca seca sin haber llegado a poner un pie en la enfermería, ¿que cojones tenían esos lugares? Bueno, no pasa nada, después de todo solo estoy allí para que me vean entrar y salir... según la Consejera Wray yo me libraba junto a otros pocos.

Esa era la puerta.

Cuando el Sargento Miles Quaritch llega a la enfermería de la nave se cruza con el Alferez Young, que acaba de someterse a la revisión médica ordenada por el comandante. Ambos se saludan marcialmente pero no cruzan más de una o dos palabras, ni uno ni otro se caracterizan por ser demasiado proclives a la charla insustancial de pasillo…

Sin embargo, la bienvenida de la Dra. Roslin y su asistente Elli Wallace es considerablemente más distendida, aunque su parloteo y forzada afabilidad resulta algo artificial: deben realizar las revisiones a todo el pasaje, son órdenes… e intentan que al menos sean bien toleradas por la tripulación.

La doctora se toma su seguramente tediosa tarea con un sorprendente entusiasmo:

- Vaya, veo que usted es de los que prefieren quitarse los malos tragos de encima cuanto antes –comenta con buen humor- Pero bueno, ya verá como no es para tanto…

Cuando comprueba que su verborrea no logra arrancar ni una sonrisa, olvida la faceta socializadora para adoptar un aire estrictamente profesional:

- Así que es usted portador de un implante neural CYB, ya he visto algunos pilotos que lo llevan –constata observando la nuca del sargento Miles- ¿Cuánto hace que se lo pusieron? ¿Le ha producido cefaleas? Ya sabe… dolores de cabeza intensos y recurrentes…

Miles asiente a lo obvio, mientras toma una pose marcial con las manos a la espalda, sin demasiadas intenciones iniciales de acercarse a la camilla siquiera. 

- Ya hace años de eso... - tantos como los que llevo con Sysko, que se dice pronto - y todo está bien. 

Y si no lo estuviera, también diría que estaba bien, a los médicos no hay que animarles demasiado a trabajar o suelen sobrepasarse y hacer que termines con más cables y agujas encima de las que puedas contar. 

La doctora te observa con el escepticismo dibujado en el rostro...

- Todo está bien, claro -repite tus palabras con marcada ironía, para a continuación volver a insistir- ¿Y pesadillas? Muchos portadores de implantes neurales aquejan alteraciones del sueño con pesadillas recurrentes, incluso hay algún estudio publicado acerca de efectos colaterales derivados de la electricidad residual que conservan los circuitos... algo así como la estática...

La insistencia de Roslin te pone automáticamente en estado de alerta...

En particular porque ha acertado de pleno. Puede que sólo esté tanteando el terreno, o puede que de algún modo sepa algo, pero lo cierto es que las pesadillas te persiguen noche tras noche, desde aquella maldita misión en Deimos, el jodido satélite desierto de Marte. Abandonado por una buena razón, allí había algo que no debería existir, algo que puede sobrevivir en el vacío sin llevar un traje presurizado y que caza en silencio como un depredador.

Algo que abrió tu exoesqueleto Armaggedon como si fuera de chapa y te hizo así de guapo... Todavía lo ves en tu mente, como si lo tuvieras delante ahora mismo. Aunque lo abrasaste con tu lanzallamas, desde aquel momento te acecha cada vez que cierras los ojos. Apenas logras conciliar el sueño, y cuando lo haces vienen las pesadillas.

Pero no. Debes desechar esa posibilidad, Roslin no puede saberlo. Es imposible que nada al respecto conste en tu ficha médica, pues los loqueros que te interrogaron al acabar la misión, como único superviviente del equipo de asalto, pertenecían a la base Olduvai de Marte, un territorio exclusivo de la Weltherrschaft Korporatsiya. Todo estrictamente confidencial, lleno de cláusulas de privacidad. Alto secreto.

Y esa gente no va aireando sus asuntos por ahí. Además, te dejaron bien claro que si algo se filtraba dedicarían todos sus recursos a desprestigiarte en la comunidad de soldados de alquiler, te fabricarían una reputación de inestable, de estar afectado por el stress de combate y ser poco fiable... de loco...

Pero no estás loco. Sabes muy bien lo que hay. Y lo que viste.

Por supuesto, ahora mismo iba a contarle todos los detalles... antes muerto.

- Doctora Roslin, no querría poner en duda su profesionalidad, pero dígame ¿Cuántos portadores de implantes neurales suele tratar habitualmente? Mi propia experiencia me dice que todas esas historias son eso: historias. Puede que algún soldado se invente algo así para cobrar un buen retiro, pero si me acepta el consejo no debería darle demasiada importancia. No tengo dolores de cabeza, no tengo pesadillas, no me sienta mal la comida ni tampoco me he pegado ningún calambrazo de "electricidad residual"

Paladeo, más por la sensación de tener la boca seca que por molestia por la discusión: el lugar y la situación me molestan bastante más en realidad

- Si puede tomar nota de que he estado aquí y todo está en orden, continuaré con mi trabajo - invitándole a seguir las instrucciones de la Consejera Wray de dejarnos tranquilos

- De acuerdo entonces, como usted quiera -contesta Roslin volviendo a la fría profesionalidad- Pero antes de que se vaya necesitaré una muestra de sangre y otra de orina, le dejo en manos del enfermero...

Y dicho esto, se dirige al fondo del camarote para introducir datos en una terminal informática.