Partida Rol por web

Envío un correo desde la Cuarentena para poder recoger mi equipo al salir. En él detallo lo siguiente:

- Un botiquín. 2px
- Un arma standar. 3px
- Un cargador standard. 1px
- Un cargador munición eléctrica. 3px +1px para que se adhiera.

Por el sistema de mensajería electrónica os llega el siguiente mensaje:

"Desde: La Trastienda SL.

Para: Miembros en Cuarentena

Asunto: ¡FIN de las Ofertas de La Trastienda!

El sistema automatizado de encargos de La Trastienda acaba de dar por finalizado su periodo de ¡Ofertas y Rebajas! Todos los pedidos recibidos están siendo procesados en estos instantes y en la mayor brevedad serán enviados, aquellos que requieran de un trato personalizado se les solicitará posterior visita a La Trastienda. Esperemos que este servicio les haya resultado de su agrado y den buen uso de sus mercancías recientemente adquiridas.

En caso de no llegarles su envío solicitamos que remita el formulario J.155 debidamente cumplimentado para que nuestro servicio de postventa analice la incidencia.

¡Gracias por usar La Trastienda 2.0 y esperamos que nos visite pronto!"

Samuel no tardó en llegar a la Trastienda, dos días despues del funeral se presentó ante DoE, esperando para que le entregara el pedido que le solicitó y le hablase de la deidad de otros tiempos y espacios así como las supuestas catacumbas y aquella cosa extraña que vio de refilón en el Funeral. El "Visitante" como así prefirió llamarlo el cual tenia algo extraño y que distorsionaba todo lo que le rodeaba había estado en su mente. ¿Tendría que ver con esa deidad?.

Con un fuerte suspiro llamo al intercomunicado de la puerta de Doe, no le gustaba tratar con él pero parecía que era alguien sensato y sus conocimientos así como tejemanejes podían dar la ventaja, era un mal necesario en Titán y por eso la IA lo toleraba, así lo haría él por mucho que sus tratos pudieran comprometer a la gente del complejo o en menor medida las misiones.

 - Señor Doe, soy Samuel vengo a recoger el pedido que le hice en la cuarentena así como a tratar lo que hablamos en el funeral.

Aguardó mientras se acababa el cigarrillo y lo metía dentro de la pitillera cilindrica que usaba para guardar las colillas, necesitaba calmarse y el cigarro le proporcionaba esos instantes de paz interior aunque sabía que era la ilusión de un adicto a una sustancia peligrosa.

Al día siguiente del entierro de Steve Kara entró en el lugar luciendo unas ligeras ojeras y una piel algo más pálida. Apenas había dormido aquella noche y las escasas cabezadas que pudo dar estuvieron plagadas de pesadillas. Sus hombros caidos y el leve arrastrar de sus pies denotaban el estado animico que vestía.

Llegó hasta el mostrador y apoyó de forma pausada las manos sobre el mostrador - ¿Dónde está Geralt? - preguntó en tono triste, sin saludos preliminares, sin alzar la voz ni alterarse. El día anterior había querido zarandearle, gritarle, exigirle algo, pero dejó pasar las horas y aquello le dio una nueva visión de las cosas.

- Me prometiste que me lo traerias... - musitó clavando sus ojos debastados por el dolor en aquellos ojos negros. Alejó un poco el cuerpo al sentir que algo venía a su memoria al volver a ver aquella mirada oscura. - Yo te conseguí lo que me pediste... a costa de traicionar la confianza de mis compañeros...esa cosa... ¿Porque la querías? Creo que.. - Enterró con rabia los dedos entre sus cabellos dorados -Creo que me ha trastornado.... El cura de ayer... pensé que era él... por un momento - la mujer hablaba sola sin darse cuenta que apenas le daba tiempo a Doe a responder sus preguntas. Su mirada se había vuelto ausente

Doe le hizo pasar a la Trastienda la cual esta algo, por no decir muy, cambiada con respecto a la última vez. El anterior desorden y caos que imperaba de cajas había desaparecido, y aunque se conservaba las maquina expendedora vio cajas apiladas con nomenclaturas militares, desde raciones de comida, pasando por botellas de agua, pastillas depuradoras, equipo de acampada, pasando a armas, grandes cantidades de armas, desde rifles de asalto a escopetas, desde un par de ametralladoras de gran calibre a un par de cajas de granadas. Sabías el contenido porque las tapaderas eran de una especie de cristal resistente, como de muestrarios de algunas ferias de armas, pero aparte de ello estaban herméticamente cerradas, durmiendo en sus camas de gomaespuma. El misterioso hombre, por otra parte, estaba sentado en un sillón, fumándose un cigarrillo, cuando entraste por la puerta. Sus ojos, completamente negros, te observaron de esa manera que parecía encoger el alma de quien se atreviera a mantenerle la mirada, pero no parecía que fuera a prestarte demasiada atención, ya que volvió su rostro a la foto de lo que parecía su antiguo escuadrón, ese mismo en el que faltaban las caras de algunos de ellos.

-Buenas Samuel... Por favor, siéntate y tomate un café, si quieres fumar ahí está la caja de cigarrillos -señalando hacia una pequeña caja de madera- Antes que nada comentarte que lo que has pedido te llegará a tus dependencias, no tienes que recogerlo aquí, en caso de que no te llegue avísame y veré que ha pasado.

Dio una calada, taciturno, serio, casi dirías que triste. Tal vez afectado por el funeral, tal vez porque le recordara a otros funerales a los que había asistido, cuando habló de nuevo su voz parecía tan tenue como el humo que exhalaba de cada calada, y sus ojos parecían ver cosas más allá de esa estancia, antes caótica, ahora extrañamente bélica.

-Supongo que quieres saber quien es Tlayahoua... El dios de las Tres Llamas... Intentar explicar la realidad tras el nombre es como intentar explicar la belleza de un amanecer o el horror de la guerra a quien no lo ha presenciado en su vida, aun así intentaré serte de utilidad en ello. En otro tiempo, en otro lugar, hubo un mortal que vio como su pueblo se iba viendo diezmado por la guerra y el horror provenientes de una antiquísima raza, anteriores al tiempo y al espacio. Su pueblo, a pesar de su valor y de su tenacidad, fueron cayendo poco a poco, en una guerra de desgaste en la que esas terribles y oscuras entidades no parecían tener fin. Su historia, el como llegó a lo que llegó, es demasiado larga, pero alcanzó a entender que el universo se rige por una serie de normas, y que para mantenerse debe de seguirse cierto equilibrio, un equilibrio que es perturbado de tal manera, en ocasiones, que puede hacer que toda la existencia desaparezca. Con esa comprensión se convirtió en una deidad del equilibrio, dejando atrás parte de su humanidad y guiando a los suyos a través de la oscuridad, conocedor que toda acción tiene consecuencias, que no se puede recibir nada sin dar nada a cambio. Algunos lo interpretan a que el mal a veces es necesario para la supervivencia, otros que ante la adversidad, ante la calamidad, alguien debe de alzarse en defensa del oprimido sacrificándose por ello. Ambos tienen su parte de razón... Lo que también se cuenta es que su aparición es seña inequívoca de que ese equilibrio está dañado y necesita restaurarse. Tlayahoua es su nombre, y aquel que lo llame puede pedirle cualquier cosa y este se la dará a cambio de lo que considere necesario para mantener ese equilibrio.

Tras una pausa dio otra calada y un sorbo a su cafe, volviendo sus oscuros ojos a Samuel.

-Esto es solo un atisbo, una especie de fábula de lo que se dice de él, pero hay algo en lo que tiene razón, creas o no en deidades o en viejas religiones, y es que cuando quieres conseguir algo tienes que dar algo por ello, ese algo no tiene porque ser tangible, pero rara vez conseguirás más de lo que seas capaz de ofrecer. Ahora dime, ¿qué quieres saber Samuel Kreig? No tenemos demasiado tiempo, así que aprovéchalo, y recuerda, en este lugar todo tiene un precio.

Samuel escuchó las palabras de Doe mientras se servía un cigarro y un poco de café. Su rostro no pareció ensombrecerse si no que, al escucharle parecía que su amargura o gesto cínico se había esfumado, dejando paso al de un chaval que escucha una historia maravillado, algo que se fue apagando cuando la historia acabo, un pequeño descanso para él, que le fue como el agua para el sediento en el desierto.

 - El equilibrio es necesario en el mundo. La fabula o mas bien el Génesis que me has contado seguramente sea de acceso publico y por eso me lo has contado sin antes negociar, aunque es interesante - Sacó el zipo metalico y prendió el cigarro dando una pequeña calada - Supongo que si quiero saber algo mas de dicha deidad o de las visiones apocalipticas que tengo y de algo que usted sabe que va a ocurrir tendré que pagar para equilibrar esa balanza. En su momento vi una serie bastante divertida, cuando era un enano basado precisamente en eso, el "Intercambio Equivalente" - Solto una risa, cínica nuevamente - Bueno señor Doe, me gustaría recalcar que la estatuilla ya ha caído en su poder pero quiero pedirle, amablemente que sea cuidadoso a la hora de asignar tareas que puedan entorpecer el trabajo en equipo y si todos compartimos el objetivo de conseguir algo, evite que se cree competitividad innecesaria o peligrosa, por otro lado estoy dispuesto a seguir negociando con usted o incluso a trabajar en algunos encargos si con ello podemos prepararnos para "lo que esta por venir", la cosa es que ahora mismo estoy bastante ciego ante el futuro incipiente y mi único proyecto es el de crear una armadura mejorada de la que ya tenemos en Titán, así que centremonos en el proyecto que tengo entre manos y algo más..

 Cogió aire, sin fumar soltando el mismo con pesadez mientras cerraba los ojos intentando recordar con claridad a aquella cosa que había visto durante el funeral, luego dió una calada al cigarro y centró los ojos sobre Doe, esa oscuridad en su mirada era sobrecogedora pero, se supone que si vas a mirar al abismo este suele devolverte la mirada ¿no?. Je...buena analogía, Doe podría ser una suerte de demonio. Pensó para sí cuando aquella frase popular le vino a la cabeza.

 - ¿Que hay del ...tipo con dagas, traje extraño y distorsión sobre si mismo? Por algún motivo esa cosa parecía un agente con poderes Psíonicos o algo mistico a su alrededor. Las cosas que he visto durante el salto y eso que ví me causaron una sensación similar, todo mi cuerpo se tensó y los pelos de mi nuca se erizaron.

Doe le hizo pasar a la Trastienda la cual esta algo, por no decir muy, cambiada con respecto a la última vez. El anterior desorden y caos que imperaba de cajas había desaparecido, y aunque se conservaba las maquina expendedora vio cajas apiladas con nomenclaturas militares, desde raciones de comida, pasando por botellas de agua, pastillas depuradoras, equipo de acampada, pasando a armas, grandes cantidades de armas, desde rifles de asalto a escopetas, desde un par de ametralladoras de gran calibre a un par de cajas de granadas. Sabías el contenido porque las tapaderas eran de una especie de cristal resistente, como de muestrarios de algunas ferias de armas, pero aparte de ello estaban herméticamente cerradas, durmiendo en sus camas de gomaespuma. El misterioso hombre, por otra parte, estaba sentado en un sillón, fumándose un cigarrillo, cuando entraste por la puerta. Sus ojos, completamente negros, te observaron de esa manera que parecía encoger el alma de quien se atreviera a mantenerle la mirada, pero no parecía que fuera a prestarte demasiada atención, ya que volvió su rostro a la foto de lo que parecía su antiguo escuadrón, ese mismo en el que faltaban las caras de algunos de ellos.

-Y yo siempre cumplo mis promesas, mi contacto está haciendo los trámites oportunos, tras lo cual tengo que decirte dos cosas. La primera, no tengo ni idea de quien es ese sacerdote, ni porque se parece o te parece a tu marido, pero no tiene nada que ver con nuestro trato ni conmigo. Lo segundo, os pedí una estatuilla que estaría rodeada de un moho anaranjado, habéis traido una piedra, no una estatuilla. Por suerte la caja de contención se ha encargado de evitar problemas y TITAN ya ha destruido su contenido. No se porque trajisteis algo que no era ni similar a una estatuilla, pero probablemente os trastornó lo que vierais... -le hizo una indicación al sofá y la miró- Ahora es tu turno, ¿por qué trajisteis una piedra, un trozo de roca o de algo en vez de lo que os dije? ¿Qué visteis ahí? Y, más importante, que te ha ocurrido con ese sacerdote.

La mujer se había dejado caer con ademán abatido al lado de Doe. Al oir aquellas preguntas el rostro de Kara se convirtió en verdadera estupefacción - ¿Qu...Qué? - preguntó atónita mientras le sujetaba un brazo con mano ansiosa - Entramos en una sala con moho naranja. Oculta en una rejilla estaba lo que pediste. Era una estatuilla, lo juro. De unos diez centímetros de largo. Nada más tocarla supe que no era nada bueno. Vi... cosas. Vi personas huyendo, pero la tierra yerma era roja... no les dejaba marcharse. Había tormenta de arena y parecía que tenía voz y te llamaba - sus manos viajaron ahora a su cabeza mientras sus ojos asustados mostraban su esfuerzo por encontrar una explicación

- A no ser que ellos la interceptaran. Lo saben. Saben que he hecho algo ilegal y ahora quieren castigarme. En la cuarentena nos vigilaban 24horas y yo tengo pesadillas desde que cogí esa cosa en mis manos. Quizás hablé en sueños.. - Hablaba rápido y algo errática. Nunca se había mordido las uñas pero aquel era buen momento para comenzar a hacerlo. - Por eso lo de mi marido. Quieren volverme loca - fijó su mirada un segundo en su interlocutor, aunque no mucho, aquellos ojos...

- Él dice que no me conoce, que acaba de ser trasladado... y tiene sentido, pero... - se dobló hacia delante para enterrar el rostro en sus rodillas. Necesitaba tranquilizarse pues estaba dándose cuenta de que estaba perdiendo el control. - Necesito algo que me ayude a dormir sin pesadillas.... - musitó

Doe suspiró y se reclinó sobre ella, sus manos se posaron sobre ambas mejillas y alzó el rostro de la muchacha.

-Eres Kara Tharson, soldado destinado en las instalaciones TITAN, has sobrevivido a cosas en las que otros habrían muerto o enloquecido. Las pesadillas son eso, pesadillas, intentos de llamarte la atención de tu subconsciente sobre algo. Si te afectan demasiado, habla con algún médico de TITAN, hay buenos psicólogos y no serás ni la primera ni la última que necesite de ellos. Si crees que necesitas algo para dormir bien, prueba alguna de nuestras hierbas, tengo cosas que pueden ayudarte, pero ante todo permanece entera, permanece cuerda, y no lo hagas por nadie, no lo hagas por TITAN o por su causa, no lo hagas por tus compañeros o por quien fue tu esposo, hazlo por ti, hazlo por tus propias causas. Si quieres averiguar que pasó con tu marido no te ayudará perder la cabeza -las palabras del hombre resonaban en su cabeza, como si pudieran apartar a los demonios y, peculiarmente, sus ojos negros, ese abismo sin fin, te tranquilizaron.

-Dicho esto poco más puedo ayudarte sin que me ofrezcas nada a cambio. Son las reglas, y no puedo saltármelas. Lo que desees, lo que necesitas saber, pídelo ahora y ofrece lo que consideres justo, fuera de eso no puedo brindarte más ayuda de la que te acabo de brindar ahora -aun mantenía las manos sobre las mejillas de la mujer, sosteniéndole el rostro, pero acabó apartándolas, dejándolas caer a los lados y volviendo la vista hacia la foto que solía mirar tan a menudo- Te serviré un poco del té que te he hablado.

Fue extraño asomarse a esos ojos negros, sin miedo, y recibir algo de tranquilidad. Quizás fue aquel gesto al cogerla entre sus manos o sus palabras, que en ese momento tenían mucho sentido. Sus ojos parecieron perder algo de esa locura que había amenzado con engullirla momentos antes. Asintió con lentitud cuando aún él mantenia el contacto

- Conozco las reglas - musitó - por eso intentaré compensar el cambiazo de la estatuilla, pues está clarisimo que alguien me la ha jugado. No te pediré nada hasta que no tenga algo que darte...- se quedó mirando la foto que Doe siempre contemplaba, aunque fueran unos segundos. No quería ser una cotilla, pero parecia algo importante para él, y en esos momentos se sentía agradecida por su consuelo.

- Tuvieron que joderte mucho para que los hayas borrado de esa manera, pero también debieron ser muy importantes para que conserves el retrato - su tono denotaba preocupación - ¿te traicionaron como hicieron con Geralt? - el dolor volvió a aflorar en sus palabras

Michael le miró, su rostro no reflejaba nada, ni la más ambigua emoción, ni pestañeó cuando su interlocutor se rió con cierto cinismo, pero cuando le miraste directamente a los ojos su rostro parecía desdibujarse mientras te perdías en esa insondable oscuridad. Pero no era una oscuridad opaca, parecía que reflejara algo, probablemente la propia imagen de Samuel y... algo más, como si otra figura hubiera aparecido detrás suya. La sensación, inquietante, hizo que el vello de la nuca se erizara y casi te hizo creer, por un instante, cuando miró ligéramente por encima de tu hombro, que había una presencia detrás tuya. Pero ese efecto trastornado se esfumó en el momento en el que Doe dio una calada a su cigarrillo, pero ya no estaba sentado frente al joven, si no de pie, mirando la fotografía.

-Esa información, aunque pública, no es precisamente fácil de encontrar señor Kreig, pero es cierto que si quiere saber más deberá depositar algo en la balanza. No se puede ganar nada sin esfuerzo, recuérdelo -tras una segunda calada al cigarrillo exhaló el humo a la foto, acariciando una de las figuras tachadas- No suelo ser descuidado en quien o en como asigno las tareas, pero sí deberían de preocuparse en fijarse en lo que traen a TITAN, porque aparte de una piedra, no trajeron estatuilla alguna. Tuvieron suerte que mi contenedor contuvo lo que había en su interior y fue eliminado como es debido, pero ese descuido, esa piedra, podría haber causado problemas. No se que vieron allí, pero les aseguro que no fue lo que yo les encargué -dicho eso soltó un leve suspiro, como si de pronto pareciera cansado.

-Sobre aquel que me preguntáis algo tendréis que ofrecer si no, nada más saldrá de mis labios. Aunque es curioso que seas tu quien me pregunte sobre él... ¿Qué decís? -y espera la última respuesta, sin dejar de mirar la foto.

 - Te puedo contar que visión me trajo esa piedra al tocarla, incluso con la armadura consiguió darnos una alucinación conjunta a los integrantes del equipo -  Dijo, tras sopesar sus palabras momentaneamente - Ciertamente debo una disculpa por coger algo que no era lo indicado, guiado por las circunstancias, cometí un error que podría haber sido terrible si se hubiera desatado en Titán lo que fuese que aquella piedra trajese consigo.

Samuel se ajusto la ropa para relajarse tras las sensaciones que Doe le había producido. No había nada que no le causase mas curiosidad ahora, pero sería poco adecuado empezar a pinchar en su pasado para saber que es lo que ocurría y mucho menos sin tener una confianza mutua, definitivamente aquel tipo no era normal y podría ser otro psíquico o ¿Algo diferente?, desechó la idea de algún tema místico de su cabeza, tendría una explicación científica, seguramente. Finalmente se pasó una mano por la nuca y sonrió forzadamente luchando por el impulso de mirar atrás.