La conversación entre el Nosferatu y la Tremere se centró en temas que escapaban a mi ámbito de estudio así que aproveché para analizar los eventos de esa noche.

   Habíamos sumado una magi a nuestra causa y el hecho de que fuese una con carácter me resultó sorpresivamente agradable. No lograba determinar si se debía a mi sangre Burton-Miller o a mi vitae Lasombra, pero jamás lograría apreciar a quienes no demostraban tesón y orgullo.

   Debía reconocer también que Elizabeth me pareció interesante desde la primera noche que la había visto. Poseía la belleza suficiente para distraer y sus ojos dejaban entrever una mente despierta. Cualidades en ocasiones difíciles de encontrar juntas, más aún si se suma el talento arcano.

   Incluso Franco tuvo problemas para evitar ofenderla, a pesar de la educación y cortesía que le caracterizaban. María por su parte me resultaba cautivadoramente peligrosa. Experiencia y capacidad combinándose a lo largo de las décadas, envueltas en belleza. Su vida seguramente llenaría varios libros. Y gustosamente los leería todos..

   Me alegró que no fuese Ricardo el Tremere a quien revelamos la información, pues de esa forma, tal vez, podríamos disponer de ambos lados sin que lo supiesen. Sin duda jugábamos con fichas incompletas en un tablero desconocido apoyado sobre un hielo delgado.

   Distraídamente comencé a jugar con las sombras más lejanas de la habitación y no pude evitar preguntarme cuanto tiempo llevaban allí las tumbas que nos rodeaban. Durante mi vida mortal jamás sentí la fría mano de la muerte pues mi familia había sido dichosa y bendecida, pero desde la llegada de mi Sire no había conocido otra cosa salvo muerte y miedo. ¿Cómo logré.....?

   Mi pensamiento se vio interrumpido por un movimiento, o al menos eso creí pues un vistazo alrededor no reveló más presencias que las nuestras y opté por no indagar más. Considerando el lugar donde estábamos, no era extraño que hubiese algo más con nosotros, pero confiaba plenamente en el dominio de Franco sobre esas entidades y no me preocupé por eso. Él también se mostraría igual en mi estudio..

De cacería -  Septiembre de 2013 - 22:30 hs.

La noche calurosa no presagiaba nada bueno, el aire vibraba con una electricidad diferente y las cucarachas, alertadas, corrían por el pavimento y por las paredes de aquí para allá.

Se habían reunido en Recoleta al comenzar la noche y partieron desde allí una vez que el Oráculo había aprobado el artefacto y les había dado su "bendición" con la recomendación expresa de no despertar a la niktuku. Habían estado una hora y media, desde el ocaso, caminando por la ciudad siguiendo un rastro invisible con ese localizador mágico que Elizabeth había construido bajo las órdenes precisas del Oráculo, artificio se parecía a una varita mágica, pero estaba obviamente hecho con un hueso largo, posiblemente un fémur tallado con símbolos mágicos ininteligibles para los legos.

Elizabeth caminaba guiada al parecer por el instrumento y ya los había hecho recorrer varios barrios, saliendo y entrando de distintos territorios, al parecer aquellos a quienes buscaban estaban movedizos, eso o la portadora estaba afinando el olfato de su sabueso con la práctica.

Hacía una hora y media que estaban caminando y a esta altura, un poco mareados, ya no sabían en qué barrio estaban hasta que la intensidad de la vara comenzó a hacer correr a Elizabeth, casi arrastrándola con su impulso sobrenatural... De pronto, las frondosas copas de la densa arboleda de un parque se dejó ver y cruzaron la calle evadiendo los automóviles para entrar en el suelo terroso del parque, iluminado por las luces blancas del alumbrado público.

Franco y María Malena comprendieron en dónde estaban: en el Parque Patricios, el lugar en donde todo había terminado según les había dicho el oráculo. Si hubieran sido humanos un escalofrío les hubiera recorrido la espalda.

La botas de Elizabeth pisaban el césped, fino y verde oscuro a esa hora de la noche, algunos drogadictos fumaban droga bajo un árbol alejado y los linyeras se preparaban para dormir en sus improvisadas casas de cartón. Ambos grupos los miraron con extrañeza y uno de los drogones les pidió monedas.

Finalmente llegaron a una parte del parque desolada y oscura. Allí la magi se paró en seco y comenzó a saltar como poseída sobre la hierba hasta que una trampilla cedió y le dio paso libre (o caída libre) hacia un pozo oscuro en el que se escuchó su cuerpo al tocar tierra contra el fondo. Al asomarse vieron unas escaleras de metal que bajaban.

Se escuchó la voz de la tremere, apenas un susurro pero lo suficiente para que los oídos de sus compañeros no-muertos la escucharan. -Estoy bien, bajen.

Parque Patricios, un pulmón de esa ciudad montado sobre un antiguo cementerio. Estaba tan concentrado en las actividades en Recoleta que había pasado por alto lo útil de ese lugar para los intereses de los Giovanni. Cuando el Oráculo mencionó que allí desaparecieron las poderosas Toreador, supo sin dudas que el destino de esa ciudad estaba ligado a esa tierra. Recientemente se había extendiendo la red de subterráneos hasta allí, acaso era casualidad que los Nosferatu hubiesen accedido a los secretos de esas tumbas poco antes de la noche de los aullidos? Estaban esos hechos ligados al majestuoso edificio que se levantaba por orden del Gobierno de la Ciudad a pocos metros del lugar? La versión oficial era que serviría de cede del banco que la intendencia manejaba, sin embargo uno de sus aliados cercano al intendente le comentó el verdadero propósito de aquella construcción. Había más de un hecho que a Franco se le había escapado de aquellas "inocentes coincidencias" en un lugar tan significativo. Ahora sabía que probablemente Gorgo estuviese descansando allí, y Franco no iba a permitir que algo tan importante quedara fuera de su influencia.

Los murmullos de espíritus errantes de siglos atrás hacían eco en los oídos del Giovanni, sentía su presencia y era muy probable que alguno de ellos haya sido testigo de lo que había ocurrido la noche de los aullidos, o incluso haya visto a alguno de los Reyes Magos, él contaba con esa ayuda para encontrar lo que buscaban, no se fiaba solo de la magia Tremere. Nicanor¹ lo acompañaba al igual que lo había hecho en Chacarita, y ambos descendieron hacia el fondo del pozo en el que Elizabeth se encontraba. Había tomado la iniciativa para probar la confiabilidad de esas escaleras antes de que María tuviese que hacerlo, no quería que la Toreador se expusiera por demás.

- Y bien? de que se trata este lugar?- preguntó a la Tremere y encendió la linterna. Franco había venido mas preparado esta vez, traía consigo un bolso con un par de linternas, un Gps, un recipiente térmico con sangre de donantes, algunos frascos vacíos, una cámara fotográfica y un grabador, un par de estacas y una radio que lo comunicaba con Gerónimo, quién lo esperaba en el auto y vigilaba la superficie. A diferencia de otras veces, llevaba adherido a su cinturón su espada enfundada, un arma de casi un siglo de antigüedad que solo salía de sus dominios en contadas ocaciones. Estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para dar caza a esos Reyes Magos. 

Aquella noche la Toreador no permitiría que la moda volviera a sufrir como la noche anterior. Optó por un pantalón de cuero negro, ajustado, botas altas de taco chico, una remera negra de mangas largas decorada con trivales. Un sobretodo negro, fino, largo, permitía ocultar los cuchillos que llevaba en su cinto. Por suerte el calor le era algo ajeno.

Luego de recorrer tanto tiempo la ciudad ya empezaba a perder las esperanzas, cuando llegaron al viejo parque. María sonrió, aquel lugar tenía demasiada historia. Recordó las victimas de cólera, y las de la epidemia de fiebre amarilla, cientos de almas enterradas allí. Un sitio muy propicio para una tumba mayor...

Observó la espada de Franco, le dio unos golpecitos al pasar, y asintió. Aquello le fascinaba. Sintió el hierro de sus propias dagas, afiladas como bisturíes, ligeras, letales. Se colocó unos viejos brazaletes de acero negro, listos para protegerla llegada la necesidad. Golpeó sus antebrazos apretó los puños y empezó a hacer correr su Aupex. El mundo cambio de repente, todo era mas intenso, colores, olores, sabores, todo.

De repente sus músculos entraron en alerta, una presencia junto a ellos. Estuvo a punto de saltar sobre el ser, pero se frenó al no verlo agresivo. Enseguida ató cabos.

- Supongo que viene con usted, ¿no Doctor? Señaló con la cabeza hacia el espectro, al lado de Franco.

   Sin duda yo era quien permanecía más atento a los movimientos de la tremere, no por desconfiar de ella sino por el hecho de no conocer la ciudad tan bien como el resto. A pesar de mis eventuales caminatas y mis periódicas visitas a los locales nocturnos de la Corporación, aún no me sentía del todo orientado al recorrer sus calles.

   Aunque cada esquina guardaba novedades para mí, tenía un objetivo en mente: los Reyes Magos. Constantemente debía ignorar eventos a mí alrededor y esto curiosamente reforzaba mi determinación. Debemos destruirlos para poder disfrutar luego las maravillas de esta ciudad guarda..

   Mientras seguíamos a Elizabeth, mi mente repasaba en segundo plano las medidas tomadas para esa noche. Ropa cómoda y casual, reforzada y cortada específicamente para mi cuerpo de tal forma que no limitaban los movimientos. Liam se refería a ella como “el mejor y más elegante blindaje que el dinero puede comprar” y había insistido en que la usase. Aunque nunca se ha probado contra colmillos y garras..

   También llevaba conmigo los gemelos con la insignia de la CBM y el discreto pero potente localizador que ocultaban. A diferencia de mis compañeros, yo no portaba armas de fuego o blancas pues confiaba en las sombras para combatir.

   Repetía mentalmente un pasaje del Diario del Colono (un enigmático escrito de la época colombina) que sospechaba contenía información importante cuando llegamos al Parque Patricios. Sólo reconocí el lugar por encontrarse junto a la Jefatura de Gobierno de la que Liam hablaba cada vez que se quejaba de las dificultades que la legislatura local imponía a nuestros proyectos de expansión. Él había descubierto allí a su “némesis jurídica”.

   Cuando observé a los humanos que se drogaban y sin techo no pude evitar preguntarme a quien pertenecía ese dominio, pero antes de emitir un juicio negativo comprendí que primero debería asegurarme que no hubiese lugares similares dentro mi propio territorio. No mires la paja en el ojo de otro..

   El comportamiento extraño de la magi fue una clara señal de que estábamos muy cerca de nuestro destino. Luego de su aviso me dispuse a seguir a Franco descendiendo al pozo y pasé por alto el comentario de María, pues había deducido tiempo atrás que el nigromante pocas veces estaba realmente solo. Antes de bajar llené mis pulmones con el agradable aroma del césped y la noche, no por necesidad sino como un último recordatorio de los motivos por los que debíamos triunfar.

   -Mi respeto por usted ha crecido aún más, señorita Lamothe. Me situé de tal forma que ella quedase entre la linterna de Franco y yo. -Por favor, Franco, no la apuntes directamente a mí. En ese momento mis ojos mostraban una oscuridad mayor a la que esperaba más allá del haz luminoso .

Las motivaciones de cada uno de los presentes eran diversas pero la meta era la misma: detener a los Reyes Magos, detener el caos y la destrucción inminente que se cernían sobre la ciudad.

La linterna de Franco dejó de apuntar hacia David para desplazarla por la pared de ladrillo hacia un túnel oscuro como una boca de lobo, los túneles comenzaban a ser una constante en la vida del Franco, David y María. Como era de esperarse, la dirección que debían tomar y que indicaba el artefacto de la tremere era exactamente la que se internaba en la oscuridad.

A medida que avanzaban la construcción del túnel dejó de ser tan moderna para dar lugar a un lugar cavado en la tierra misma, sostenido por tabiques y columnas de madera, como las viejas minas. Tras un largo recorrido por ese laberinto arribaron nuevamente a una parte de piedra que parecía mucho más antigua, al parecer el túnel improvisado era para conectar la salida al parque con esta zona más antigua.

De pronto, llegaron a un curso de agua que se desplazaba por aquel lugar, había que cruzar al otro lado en un salto sencillo, o eso parecía porque era imposible saber a ciencia cierta cuán profundo era debajo del agua y debido a su color turbio no se podía ver a través de ella.

La primera en hacerlo fue Elizabeth que de un salto atlético llegó al arco del otro lado y subió unos escalones, poniéndose a resguardo pero con la mano preparada para asistir a quien hiciera falta, si es que hacía falta. La segunda fue María Malena que llegó al otro lado haciendo pie primero en la isla del medio y luego impulsándose con gracia y elegancia como si estuviera bailando ballet, o como una gacela.

Mientras esperaban por Franco y David, María Malena comenzó a mirar la estructura y repasó los ladrillos con sus dedos como si estuviera recordando, quizás sabía en dónde estaban.

El ruido que producía el agua al correr llegó pronto a los oídos de María, al igual que el olor. Sus sentidos aguzados le permitían adelantarse un poco a la vista. El artefacto operado por Elizabeth los llevaba hacia allí. Pronto aparecieron aquellos viejos túneles y el cerebro de la Toreador empezó a funcionar, llenándola de flashes del pasado. Sus finos dedos acariciaron los ladrillos, sucios y añosos. Tantas veces había pasado por allí.

- Bienvenidos a la Buenos Aires profunda...Estos túneles fueron usados por contrabandistas durante el virreinato. Desembocan en el río, donde las chalupas traían mercancías desde los barcos ilegales. Siguió recorriendo un largo tramo de pared con sus dedos. También los usamos mas tarde para movernos entre las sombras durante algunas operaciones en épocas de la Revolución... mas de una vez nos tuvimos que mover por aquí con Manuel, Mariano, o mi hermano José. Una luz corrió por sus ojos. Aquellas épocas fueron especiales para la Toreador, los hombres de la Revolución de Mayo habían forjado su carácter a fuego.

Saltó el canal de agua con extrema facilidad. Había una gracia natural en su cuerpo para esas cosas, aun en sus épocas humanas. Claro que la Sangre de Cain lo había potenciado al extremo. Se paró presta a ayudar a sus compañeros de ser necesario. Franco cruzó sin problemas, pero David necesitó una mano.

- Señor Burton-Miller, estoy segura que disfrutará de estos túneles. Aquí hay mucha historia. Dijo sonriendo al Lasombra mientras lo ayudaba a terminar de cruzar.

Una vez del otro lado prosiguieron la marcha, el túnel se tornaba de una oscuridad cada vez más densa y las paredes tenían una textura extraña al tacto, como si estuviera tallada. Al iluminarla con la linterna de Franco pudieron ver que los muros estaban cubiertos íntegramente con ojos tallados en la roca, ojos abiertos cuyas pupilas los observaban silenciosamente. Elizabeth palpó las tallas de piedra y comprobó que no tenían ningún hechizo sobre sí.

Continuaron su camino mientras una tímida niebla comenzó a subir desde el suelo. De pronto se encontraron en un laberinto de pasillos cuyas bifurcaciones se extendían a diestra y siniestra, ¿Cómo habían llegado allí? Y mejor aún, ¿dónde estaban?

Lo peor de todo no era la desorientación si no un sonido que, al solo escucharlo, hizo que todos los presentes se estremecieran internamente: unos gemidos guturales desde el fondo del pasillo izquierdo y pasos arrastrándose por el piso frío de adoquín. A la distancia de unos 30 metros el haz potente de la linterna de largo alcance de Franco logra iluminar una cara putrefacta que camina lentamente hacia el grupo, detrás hay muchas más: ha llegado el momento de destrozar zombies, sin lugar a dudas enviados por los Reyes Magos que deben saber a estas alturas que los están siguiendo. Comienzan a retroceder buscando armas apropiadas, un rápido vistazo les devuelve el inventario: un caño de hierro de unos 30 centímentros de largo y tablones de madera maciza algo desgastadas pero sólidas del tamaño de un bate de béisbol amontonados en un costado (parte de una obra pareciera).

Los sonidos llamaron la atención de Franco, y la luz de la linterna confirmó lo que temía. Zombies. Conocía esas criaturas, había visto a otros levantarlos y destruirlos con igual facilidad, lamentablemente ese no era su área de interés y no tenía mas privilegio frente a sus compañeros que el hecho de tener claro el posible origen de esos no-muertos.

Tomó la espada que había traído con su mano diestra mientras en la otra conservaba la linterna. Hacía tiempo no esgrimía esa arma, y al hacerlo sintió  una agradable sensación, solo en contadas ocasiones había sido desenfundada pero en todas ellas había cumplido su cometido. 

- Son muchos, pero lentos, si aprovechamos eso a nuestro favor no será difícil vencerlos. Comencemos! - dijo, tomando la iniciativa.

Aquellos extraños quejidos llegaron pronto a los oídos de la Toreador. Claramente no era ninguna sorpresa, aquellos túneles aseguraban mucha acción para quien los transitasen.

El filo de la espada de Franco al ser desenfundado trajo recuerdos a la cabeza de María. El sobretodo negro flameó, se abrió, y de repente aparecieron en sus manos dos dagas de aceró forjado a mano. La sangre volvió a fluir por su cuerpo dándole una velocidad inhumana mientras saltaba contra uno de los zombies.

   Esos túneles eran las venas de Buenos Aires, pero en lugar de distribuir sangre, esparcían oscuridad. Las entrañas de la ciudad era un reino olvidado por la luz, un paraíso para alguien como yo.

   ¿Podían mis compañeros apreciar la belleza que nos envolvía? No. Aunque confiaba en ellos y en sus talentos, sabía que carecían de la capacidad de percibir lo que yo percibía. Ellos habían sido adoptados por la noche pero yo había nacido de ella. Somos hijos de Caín engendrados por diferentes madres..

   Absorto como estaba en la contemplación de la oscuridad, no presté la suficiente atención a lugar donde apoyaba mis pies y resbalé al intentar cruzar. Aunque gracias a la oportuna ayuda de María no tuve problema en salir del agua, no negaré que mi ego resultó algo herido y aproveché para bromear un poco en un intento de superar el bochorno. -Disculpen, ya saben cuánto nos gusta a los Lasombra el agua. Aunque era cierto que disfrutábamos navegar, dudo que alguno de mi estirpe disfrutase sumergirse en aguas de dudosa procedencia.

   El amable comentario de la toreador alejó pronto cualquier vergüenza restante. -En efecto, señorita, los encuentro fascinantes. La miré un momento a los ojos. -Aunque lo haré más cuando tengamos la oportunidad de regresar para que usted me deleite con sus recuerdos. Ella era un cúmulo de historias que ansiaba poder escuchar. En el pasado radica la semilla del futuro..

   No sabría decir cuánto tiempo transcurrió y mucho menos qué camino seguimos, pero de pronto teníamos ante nosotros a los primeros obstáculos que los Reyes Magos ponían en nuestro camino: Nvumbis.

   Aunque había visto por primera vez una de esas criaturas en un autocine durante el estreno de una película que me causó pesadillas una semana, no fue sido hasta después de estudiar los escritos de la mambo Marie Laveau que comprendí la verdadera naturaleza de esos seres. Gracias a eso, podía separar la realidad de la ficción en lo referente a ellos.

   Las rápidas acciones de mis compañeros opacaron los discretos gestos que realizaba con mis manos. Al contrario de ellos, yo no portaba metales para combatir así que, luego de un breve instante de concentración, permití a cuatro extensiones del Abismo colarse en nuestro mundo.

   Satisfecho de mi control sobre ellas, les ordené atacar.

La lucha de no-muertos contra muertos vivientes había comenzado. El primero en atacar fue Franco contra el cual uno de los muertos arremetió de lleno, el giovanni esquivó con destreza los embates del zombie que buscaba tomarlo por alguna de sus extremidades para arrancársela y con un corte limpio le sacó el brazo a uno de los sirvientes de ultratumba.

María Malena, haciendo ostentación de su destreza y de su experiencia en la batalla, saltó contra una de las paredes dándose impulso con el muro, en el aire usó los pechos de dos muertos vivientes como escalera, tumbándolos en el proceso, y dirigió su ataque de lleno contra el que parecía el más fuerte de los zombies. Sus dagas se clavaron, apuñalaron y cortaron con pasmosa velocidad hasta que le clavó uno de los puñales en la frente al muerto vivo y este cayó al suelo inanimado.

Elizabeth tomó un caño comenzó a pegar golpes a diestra y siniestra esquivando esas manos llenas de gusanos y carne putrefacta que pugnaban por desgarrar su piel, cuando no estaba esquivando trataba de apuntar a la cabeza y así logró dejar atontado a uno de ellos.

Llegado el turno de David sus tentáculos se alzaron amenazantes ante adversarios que ignoraban su peligrosidad. Uno de estos brazos del Abismo agarró a un muerto viviente por el cuello y le aplastó la cabeza contra una pared arrojando los restos inertes lejos y dejando una pintura expresionista de sesos contra el muro que ahora olía a putrefacción.

Otros dos brazos hicieron lo propio pero chocando las cabezas de dos zombies una contra la otra a lo que siguió el inconfundible sonido de la quebradura de huesos, a otro cadáver un brazo le arrebató un brazo de un latigazo y una pierna dificultándole el movimiento.

El brazo restante lo utilizó a manera de escudo empujando a los que venían a por él o cubriendo a sus compañeros al interponerlos entre la negrura y los muertos caminantes.

Quedaban tres.

Los vástagos estaban venciendo con facilidad a los cuerpos putrefactos de esos zombies, en pocos segundos esas criaturas ya no parecían una amenaza, lo cual era de esperar si se tenía en cuenta que los cuatro pertenecían a la elite de los cainitas mas reconocidos en la ciudad, al menos eso pensaba Franco, que solía sobrevalorar el reconocimiento dentro de la sociedad vampírica. El Giovanni bajó su arma y alzó su voz con firmeza frente a los no muertos que estaban frente a él - Alto! Regresen hacia quien los invocó, guíenme para conocer a su maestro - les dijo. Su clan era experto en manejar a estas criaturas, si bien no eran sus preferidas porque no guardaban el decoro y los modales que a su entender no debían perderse ni después de morir, sí podía ejercer sobre ellos su autoridad, y eso era algo que practicaba a la perfección. Se quedó observando a las criaturas, esperando su reacción ante la orden que les había impuesto.

María observó fascinada a sus compañeros. El espectáculo de las sombras tomando vida y defendiendo a David era algo impresionante... y aterrador. Se preguntó si el famoso dicho "no confíes ni en tu propia sombra" había sido creado por un testigo de aquello. Vio los cuerpos caer, un brazo volar, la pierna mutilada, la sangre oscura, todo casi en cámara lenta.

Sus cuchillos salieron de los cráneos por ultima vez, arrancando masa encefálica, hueso, cabello. Estaba por saltar sobre los otros dos zombies cuando escuchó la voz firme y clara del Doctor. Deseaba terminar con aquellos seres, pero si Franco los lograba dominar los llevarían con sus creadores, y para ello habían venido. Flexionó sus piernas y quedó a la espera, si no funcionaba, los liquidarían.