Bueno, yo he encontrado el rastro de algún tipo de carro que se dirige al este, también he visto varias huellas que se dirigen al norteste, de un grupo de unos siete u ocho individuos, y otras huellas de un grupo de unos cuatro que van al sur. ¿Hacia adónde deberíamos ir Ulrich? Yo solo os puedo acompañar un par de jornadas más.
Decide ruta.
-El carro es el de nuestra misión previa al regreso a nuestro regreso al Baluarte. Se iban a meter en la boca del lobo y a estas alturas hará tiempo que o han tenido éxito o han sufrido una estrepitosa derrota. Yo me decidiría entre los del norte, que son un grupo de tamaño suficientemente pequeño para no causar muchos problemas, demasiado grande para pasar inadvertidos. Creo que el grupo del sur, más reducido, tendrá más posibilidades de sobrevivir si los gnolls (o sus aliados, porque estoy convencido de que los tienen) deciden rastrear a los supervivientes para darles caza y que la noticia no se extienda. Sur -afirmó el joven Vonwaukin, asumiendo con entereza y gran presencia de ánimo la carga sobre su destino que acababan de colocar sobre sus hombros con tanta soltura.
Al cabo de varias horas de camino os percatáis que el camino sur se dirige al mar, a la zona costera y Jorgen te dice. Maldición, reconozco este sendero. Más adelante hay un terreno abrupto complicado de bajar que lleva hasta el nivel del mar. No me gusta el agua. Allí fue donde esos malnacidos atracaron los barcos, a donde envié a tus compañeros para que salvaran al resto de prisioneros. ¿quieres que bajemos? Tú estas recuperado, pero yo no tengo ni armas ni armaduras. Esta joven y su zonrro, no lo toméis a mal, no están bien pertrechadas para el combate, pero bueno, tú dirás, yo no tengo miedo.
-Jorgen, la parte positiva de no ir pertrechados para el combate es que no hacemos apenas ruido y si nos ven podrían pensar que somos unos simples viajeros. Cosa que, en el fondo, somos. En todo caso, me siento recuperado, así que podría lanzar algún hechizo en caso de necesidad. Acerquémonos con cuidado... Lassa, ¿tu compañero puede ir a echar un vistazo? Llamará menos la atención que nosotros.
Ulrich nunca había sido un chico confiado. Trabajador, previsor, astuto, pero no confiado, en especial en lo que podía acontecer en el futuro. El futuro era demasiado volátil y había que vivir el momento, adaptarse a él y tratar de medrar con él. Hasta el momento se le había dado bastante bien. Pero estos últimos días habían sido un caos y de momento no esperaba que fueran a mejorar en breve.
A mí no me gusta pasearme con el trasero descubierto, una buena armadura de bandas metálicas, o escamas... pero no me gusta ir así. El enano se quejaba, pero seguía avanzando junto al hechicero. La elfa envió a su animal compañero hacia adelante y a los pocos metros, sin internarse en la maleza volvió. Rápidamente se metió entre las rodillas de su cuidadora con las orejas gachas.
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¿Qué dices, que hay un perro en esos arbustos? Le preguntó la elfa al zorro. Vaya, parece que estamos siendo observados. No creo que estos sean tus amigos del Baluarte, Ulrich. Creo que son unos cuatro
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-Maldición, el perro debe ser el perro de monta de la druida, serán los que "liberamos". Ya nos costó lo nuestro vencerles cuando estábamos todos, ahora... Será mejor que nos vayamos de aquí sin hacer ruido. Lo que no sé es a dónde. Supongo que lo más razonable sería buscar a los 7 u 8 individuos de los que me hablásteis, pero eso significaría volver pon donde hemos venido y eso podría significar problemas. Aunque me comentásteis que ya llevábamos una jornada viajando hacia el este, ¿no? La verdad es que no sé dónde demonios estoy, ni a cuánto queda la civilización. Ante todo tendría que informar a instancias superiores de la caída del Baluarte. ¿Alguna ciudad cercana? -acabó preguntando Ulrich, ya casi girado, pues comenzaba a retroceder para dejar de discutir cerca de un área potencialmente peligrosa como aquella.
La elfa se encogió de hombros ante la pregunta del hechicero, ella no era de Turmish. El enano Jorgen por el contrario respondió al joven. Ir a El Manto no serviría de nada. Podríamos intentar entrar en la fortaleza del Señor del Valle. No sé como se llama, pero sé que está en el Páramo de las Colinas y no debe costarnos mucho llegar hasta allí. Es cierto que esta zona puede ser peligrosa. ¿Y tú no quisieras ir con los tuyos a la ciudad Esmeralda?
Ulrich tuvo la sensación que a pesar de haberse retirado ligeramente de aquel claro, había ojos puestos sobre su grupo. La falta de buena alimentación y descanso podía estar afectando a sus sentidos, pero esta vez estaba seguro. Detrás de la maleza había algo o alguien.
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-Lassa, no te alarmes, pero diría que hay un animal observándonos detrás de la maleza. Si no puedes hacer algo al respecto, sugiero que huyamos de aquí todo lo rápido que podamos y que recemos para que sólo sea un perro lo que nos pueda atrapar...
Quedaban muchas cosas en el tintero, la principal de ellas la dirección hacia la que debían dirigirse, si la fortaleza del señor del Valle o la ciudad Esmeralda. ¿Y cómo demonios sabía Jorgen a dónde se dirigieron mis compañeros y por qué ha esperado hasta ahora para decírmelo? Sin duda querría reunirme con ellos, pero ahora tenían cosas más acuciantes entre manos.
El grupo giró sobre sus talones y comenzó a correr lo más rápido que sus piernas les dejaban. En poco tiempo habían dejado atrás a Jorgen. Podían seguir corriendo, pero la elfa miró al hechicero para indicarle que debían esperarlo. Volvieron al camino principal, ahora con más dudas que antes. Esas zonas serían frecuentadas por criaturas peligrosas en breve y urgía encontrar la pista del resto del grupo. Ya de noche, la elfa se despidió de sus dos compañeros. Ella se dirigiría al norte, a las Orson, en busca de la planta que necesitaba para terminar su viaje ceremonial, la prueba de su arboleda.
Jorgen decidió que debían acampar y pasar la noche juntos. Al alba, cuando Ulrich se había despertado, la joven y su zorro ya se habían marchado. Jorgen apuntó hacia el este, en principio se dirigirían hacia allí. Luego podían ir hacia: El noreste, en donde había tierras de labranza y el castillo del señor del Valle.
El este, seguir el camino que desembocaba en el Páramo de las LLanuras. Hacia el sureste, y aproximarse a la Ciudad Esmeralda.
Cuando Ulrich recogió sus pertenencias descubrió una bolsa de cuero con 4 bayas buenas.
Ulrich no se avergonzaba de haber huido. Hasta el momento eso era lo que les había mantenido con vida.
Al percatarse de la bolsa y adivinar qué clase de bayas eran las que había en su interior una punzada de añoranza le atravesó sin remedio. Apenas se habían separado y ya echaba en falta la presencia de la druida, y muy a su pesar se dio cuenta que no sólo era por su evidente utilidad. Ahora sólo le quedaba la compañía de un enano barbudo, sin armadura y sin arma.
Seguía vivo, lo que no era una nimiedad, pero muchas cosas habían cambiado para peor en muy escaso periodo de tiempo, así que tenía razones sobradas para quejarse. Pese a todo no lo hizo, sólo sentenció un:
-Noreste. Sea como sea al menos encontraremos gente que nos puede decir si han visto pasar a mis compañeros y a las malas podemos pertrecharte con arma y armadura. Espero.
El dúo se dirigió pues al noreste y al internarse un poco por las colinas se perdió. Ulrich no sabía de esos temas de orientación en los entornos salvajes, y el enano fue bastante arrogante y no supo reconocer que él se había perdido también. Así que a las pocas horas de haber iniciado la marcha se encontraban rodeado por un mar de colinas, no de mucha altura pero si de parecidas dimensiones. Ya sé por qué llaman a esto el Páramo de las Colinas. Maldición. Por los relámpagos de Talos. Mis conocimientos de geografía no son muy buenos, yo en la mina... Bueno, que no sé hacia donde ir. (La verdad era que Ulrich, debido a la falta de comida y bebida, al cansancio o la extenuación, o por cualquier otro motivo, tampoco tenía clara su ubicación) No sé si será mejor que nos centremos en montar un buen campamento e intentar cazar algo para comer. Dime hechicero, ¿cómo crees que podríamos cazar alguna liebre?
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Tienes que idear un par de planes de caza.
-Déjame pensar... -y eso es lo que hizo Ulrich durante un bueeeen rato, bajo la mirada del enano, que seguramente estaba impacientándose por momentos- Jorgen, ¿qué tal si buscas agua y un lugar donde poder acampar esta noche? Yo estoy con esto.
Y, en efecto, Ulrich estaba con aquello, ideando, diseñando mentalmente trampas de madera realizables sólo con materiales de la naturaleza, que era a lo único a lo que podían recurrir. Lo primero era localizar una conejera, lo que, de por sí, no iba a ser tan sencillo, dado que sus inquilinos las excavan precisamente para no ser vistas. Luego había que encontrar un buen lugar y hacer guardia. Entonces, si funcionaba la trampa de cordel que había diseñado con un simple nudo corredizo, paciencia y algunos palos y piedras, sólo habría que golpear con un simple palo al animal, que habría quedado atrapado por la pata. En el peor de los casos siempre podría emplear un proyectil mágico, que tenía la ventaja de no errar nunca su blanco.
Y ese sería sólo el primer paso. Dado que estaban cerca de montañas, al menos si uno era un ave rapaz de gran envergadura de alas, si tenían el cuidado de reservar las vísceras, cerebro y otras partes poco apetecibles, podrían aguardar escondidos a que descendiera uno de esos bichos, o tal vez un lobo. En cualquiera de los dos casos, la cuestión sería abatirlo igualmente y, si todo iba bien, tendrían comida para unos días, lo que Ulrich esperaba que fuera suficiente para alcanzar algún lugar poblado desde donde reabastecerse, descansar y reemprender su viaje.
Aseguraré el 20, lo que me dará un resultado de Supervivencia de... 20 xD
Largo rato pasó desde que Ulrich comenzó con su caza hasta que vio por fin alguna criatura moverse. Cuando la detectó se percató de que su trampa, bien colocada no era tan efectiva como creía. Su manejo de cuerdas no era el de un especialista, no obstante, la criaturita (una liebre) no puedo anticipar el impacto mágico del proyectil que la chamuscaría y le dejaría inerte en el suelo. Así, repitiendo la técnica en dos ocasiones, los dos nuevos compañeros pudieron tomar un bocado caliente, y además de carne, pues en presencia de la elfa druida, su dieta había sido de raíces y sopas.
Al día siguiente, se despertaron con las típicas molestias de pernoctar en el suelo de la naturaleza, pero a lo lejos divisaron una construcción de piedra gris. No era el castillo del Señor de los Valles, pero había una par de chimeneas humeantes, lo cual era signo inequívoco de civilización.
Fue a la noche cuando alcanzaron los muros de la construcción. Parecía ser un monasterio dedicado al dios Lathander. Un pequeño rebaño de ovejas se resguardaba en un humilde establo delante de los muros. No había guardias, ni lujos, ni adornos. Por no haber no había ni portones. Al pasar el muro había tres deificaciones de piedra gris. Una con el techo de paja. (Más información en el dossier)
Fatigados por la travesía vuestros cuerpos se tambalean cuando al girar una esquina os topáis de bruces con vuestro antiguo grupo. Un resoplido de alivio sale de la boca del Jorgen. Parece que has llegado a tu destino.
Fin del episodio I
Si necesitáis halar entre vosotros, usad la taberna por el momento.