Partida Rol por web

Turno 1110

Esas aves carroñeras no de daban buena espina a Groal. Su presencia indicaba que, sin lugar a dudas, habían cuerpos en algún lugar de las cercanías, pero el hecho de que estén en vuelo y no comiendose los cuerpos podía significar que había algo más. Algo que las asustaba, que les impedía acercarse. Era posible que hubieran seres vivos cerca de los cuerpos, y en ese caso, era posible que fueran enemigos. Sin lugar a dudas, a Groal todo esto le daba muy mala espina.

Turno 1110

La visión  del jinete era para preocuparse, pero debían de continuar y esperar que no los hubiera visto. No obstante ya no podían regresar,  la ciudad que habían abandonado quizás ya hubiera sido tomada por los orientales; sólo les quedaba seguir y esperar que nada les interrumpiera en el transcurso de su actual ,y para él, final, empresa con el grupo.

No tuvieron visitas inesperadas por la noche, lo cual era agradable, y alejaba el pensamiento de que el jinete que habían avistado les fuera a crear problemas. A la mañana, tras unas horas caminando, una gran bandada de buitres si hizo discernible en el cielo. Aquella visión era común poco más al sur de su lugar de origen, en los desiertos de Harad, y todo el mundo allí sabía lo que indicaba aquello, muerte. Su objetivo ya no se debía de encontrar demasiado lejos, y la estampa que verían no sería fácil de digerir. Para él, sería la primera vez que contemplaría el final de una batalla; cómo lo afrontaría y cómo le repercutiría en el futuro, ni el mismo lo sabía. Pero muy pronto lo sabría.

Turno 1110

Un saqueador o un superviviente.

Gelion susurraba al resto de los compañeros. Se mantuvo quieto y vigilante. Donde había uno podía haber más y habían aprendido por las malas a ser desconfiados.

Al ver las aves de carroña se preguntaba si tendría el estómago necesario para rebuscar allí.

Turno 1110

Al igual que al resto del grupo, a Draupner, no le hizo gracia alguna cruzarse con un jinete, aunque fuera a lo lejos y casi al anochecer, pero poco podían hacer salvo confiar en no haber sido vistos.

Como ya hiciera en otras ocasiones, forzó la marcha todo lo que pudo durante la noche. El peligro era inminente pues corrían el peligro de quedar atrapado en la batalla que estaba teniendo lugar y quería evitar que aquello ocurriera.

La mañana reveló la cercanía de la matanza a la que se dirigían, un esfuerzo más para enfrentarse al horror de la victoria en el campo de batalla, en el mejor de los casos, y en el peor, que era el suyo a la pena y la rabia de encontrar entre los muertos gente conocida.

- Si Oín, los heraldos de la muerte proclaman su presencia. - respondió a su amigo tras las palabras de este.

Dejó que sus compañeros tomaran esa necesaria pausa para prepararse ante lo que estaba por llegar. Asió el escudo y comprobó que su martillo estuviera preparado. Respiró hondo y dijo con voz triste - Venga, en marcha. Todavía queda camino por recorrer y muchos los horrores que afrontar. No hagamos que la espera nos atormente más de lo debido. Estad alerta. - 

Turno 1110

Oin asienta su escudo al brazo y agarra el martillo meneándolo suavemente en el aire. Mientras no deja de vigilar el arco trasero por si acaso.

Turno 1110

El pequeño hobbit caminaba junto a sus compañeros preocupado por la situación. La guerra era inminente y era posible que les pillase enmedio. Sabía que ahora estaban en peligro, por lo que tenía su escudo y su honda preparados por si tenía que entrar en acción. Era pequeño, no muy fuerte y para nada un guerrero, pero haría todo lo posible para ayudar a sus compañeros si tenían que entrar en combate.

Nada más comenzar la marcha, el pequeño hobbit estaba atento a todo lo que había a su alrededor, por si hubiese enemigos cerca. La aparición de un jinete en la lejanía le preocupó, preocupación que no desapareció a pesar de que se alejase sin dar muestras de haberlos visto.

Tras pasar la noche la visión que les deparaba el nuevo día no apaciguó sus temores ni su intraquilidad. Aves carroñeras, señal de que la muerte estaba cerca. Se preparó lo mejor que pudo, cogió con más fuerza su escudo y su honda, tragó saliva y siguió a sus compañeros temiendo lo que iba a ver.

RESOLUCION TURNO 1110

Cuando divisaron las aves carroñeras revoloteando, supieron que cerca estaba su objetivo. Alli delante era, casi con seguridad, el lugar donde la masacre habia tenido lugar. Nadie habia estado allí aun tras la lucha y no sabían que podrían encontrarse. Todos afinaron sus sentidos, temerosos, cuidadosos.
No tardaron en recorrer el trecho que aun les quedaba. Fuera del camino se dirigieron directamente hacia el lugar, extremando las precauciones según iban llegando. Armas en ristre, escudos embrazados, sigilosos… Cuando fueron acercandose comenzaron a ver los primeros cadáveres. Eran sin lugar a dudas ailgrathas, asi lo podían asegurar por sus vestiduras y armaduras, al menos las que no habían sido saqueadas. No muchas armas quedaban ya, la mayoría habían sido extraidas de las manos muertas de los soldados. Muchas armaduras tampoco estaban y ni rastro de caballo alguno, salvo los que estaban tendidos sin vida en el campo de batalla. No habia rastro de los soldados orientales, tal vez algo de corazón tenían esos salvajes, dándoles sepultura en algún sitio.
La sangre enrojecía la campiña verde. Quedaban aun un par de horas para la puesta del sol y la tarde emcapotada hacia de la visión algo espeluznante y tétrico. Sangre por doquier, miembros mutilados, cuerpos sin vida, heridas abiertas que habían dejado ya de sangrar. No era un espectáculo deseable, pero ya imaginaban lo que podrían encontrar.
Habia un gran terreno que cubrir, muchos cuerpos en los que buscar y gran cantidad de cadáveres que apartar. Los buitres se estaban dando un buen festin, se espantaban ante la llegada de los viajeros, pero sencillamente se ponían a comer de otro cuerpo mas alejado de ellos, tenían donde elegir. El tiempo que habia pasado desde la tragedia, unido al hambre de las aves carroñeras, mostro otra cruda realidad, la de cuerpos picoteados, destripados y a medio comer.
El olor, ese olor nauseabundo de la carne que empieza a estar mala, el olor de la muerte y la putrefacción. Un banquete para los buitres. No eran los únicos que allí habia, gusanos, algún pequeño canido, otras aves… Todos habían acudido al festin.
El grupo tenia un objetivo claro. Encontrar a los esgarothianos, comprobar que habían perecido de ser asi, si aun llevaban la precia carga consigo. Una tarea ardua que los llevaría mucho tiempo.

Turno 1111

Con pena y dolor el bosquimano buscó entre los cadáveres y la sangre. Las armaduras melladas, los rostros descompuestos, la sangre que empapaba la tierra. ¿Qué podría crecer en aquel lugar después de aquello?

Parecía que el hombre, al haber superado la maldad de Sauron se entregaba a la propia con esforzado denuedo. Qué pena tanta muerte, tanta hez junta, cuánto valor desperdiciado, cuánto honor muerto.

Las leyendas no hablaban de este aspecto de la guerra, de los cuervos y los carroñeros, de los estómagos llenos de los buitres ni de la carroña y la grasa de los cuerpos esparcida por doquier.

¡Qué horror! Dijo al verse rodeado de aquella barbarie.

Su mente tardaba en asimilar la dimensión de la tragedia. Era muy diferente escuchar hablar de una guerra a ver sus efectos y tocar el cuerpo de sus desechos.

Gelion buscaba sin embargo, sin esperanza, sin parar, sin pensar, simplemente buscaba.

Turno 1111

Draupner empezó a avanzar entre los cuerpos, buscando los restos de sus contratistas mientras hacía de tripas corazón. Una cosa era participar en una batalla y otra muy diferente tener que no solo enfrentarse a la visión de una masacre sino adentrarse en ella y poner a buscar. Por muy duro que el enano pudiera parecer, guardaba afecto a aquellos ancianos y la perspectica de como había de encontrarlos, parecía superar con mucho lo que su estómago estaba dispuesto a aguantar aquella mañana.

Ya se imaginaba que aquello iba a ser duro, ya había advertido a sus compañeros de los horrores que allí podían encontrar, pero flaquear de aquella manera sabía que no iba a ayudarles a sobrellevarlo.

No obstante, entre lágrimas y ahorcadas, trató de conseguir dar con ellos. Cuanto antes terminasen, antes abandonarían aquél lugar. - Venga dividíos, cuanto antes terminemos antes nos podremos ir - dijo a duras penas.

Turno 1111

Oin ha visto ya algunas escaramuzas con orcos. Pero no está preparado para lo que hay allí con decenas de cuerpos mutilados, rajados y destrozados. La muerte en todo su esplendor. Mientras recorre el campo de batalla chorretones de sudor frío le caen por al espalda y apenas puede sentir algo más que asco y lástima. Cómo pueden llegar a ser las razas mortales tan crueles consigo mismas.

Se mueve como un autómata entre los cuerpos buscando las caras o las ropas de los conocidos. Con rabia, lanza un yelmo contra un grupo de buitres que simplemente se quejan y se mueven un poco más lejos.

Turno 1111

La visión era peor de lo que se podría haber imaginado nunca; cuerpos desmembrados por doquier yacían en el suelo pudriéndose lentamente al sol y quedando a merced de los carroñeros. Ahora debían adentrarse entre los cadáveres con la finalidad de encontrar a los comerciantes y la valiosa carga que transportaban, si es que aun se encontraban allí.

Pero iba a ser una ardua tarea por la extensión en la que buscar y los cadáveres entre los que rebuscar. Además, tendrían que combatir con el hedor y la visión del horror más de cerca, que a más de uno haría que se le revolvieran las tripas.

Ilidan realizo la búsqueda con la capucha echada, y usando parte de esta para taparse la boca y las fosas nasales, pues gracias a su mentor conocía bien las enfermedades que podían transmitirse de forma fácil en esas circunstancias y también para menguar el fuerte olor que desprendían los cuerpos al empezar a descomponerse. Otro problema de la masacre, el horror que le llegaba  través de la vista, iba a ser más difícil de superar, pero iba a intentarlo abstrayéndose lo máximo posible, centrándose únicamente en la cara para buscar, y teniendo que mover los cuerpos para ello únicamente cuando fuera estrictamente necesario.

Turno 1111

El pequeño hobbit se encuentra con una terrible visión, una gran cantidad de cadáveres, personas que hasta no hace mucho reían, cantaban, lloraban pero que ahora yacían sin vida delante suya, pasto de aves de rapiña y de algún que otro animal. Por no decir el terrible olor, un olor nauseabundo, a muerte, que le golpea en la cara en cuanto lo huele la primera vez. Ante la terrible visión no puede evitar lanzar un grito ahogado de asombro y terror.

Tras intentar recuperar la compostura, Bolgo saca un pañuelo y se tapa la nariz y la boca, y se pone a buscar a los esgarothianos. Guarda su honda y usa su bastón para ir moviendo lo que pueda los cadáveres. No deja de echar miradas nerviosas a su alrededor, "tal vez los causantes de esta matanza están cerca, tal vez los próximos sean ellos", piensa

RESOLUCION TURNO 1111
 

El espectáculo era asquerosamente sobrecogedor. Todos los cadáveres tirados hedían una mezcolanza de sangre y podredumbre. Los carroñeros campaban a sus anchas en aquel campo de batalla lleno de muerte.

El grupo se fue dividiendo, miraban las desfiguradas caras de los caídos, sus vestimentas rasgadas y los destrozados cuerpos. La batalla tuvo que ser dura. Las heridas, secas ya, se abrían en los cuerpos de los caídos. Estos yacían en charcos de barro formados por la propia sangre. Unos charcos coagulados que al pisarlos expedían un olor mas desagradable aun.

Se afanaban en encontrar a los esgarothianos, una tarea larga y desagradable. Estuvieron rebuscando entre los cadáveres durante todo el mediodía. No podían pensar en comer. La tarea les estaba llevando mucho tiempo. Draupner y Oin, los aguerridos enanos, trataban de aguantar las arcadas que su estomago lanzaba. Querían vomitar ante tales visiones y peores olores. Al final no pudieron evitar echar lo que tenían en el estomago, que no era mucho. El resto aguantaban como podía. Se cubrían la boca con sus ropas o con la mano libre, era curioso ver como los que menos horrores habían visto, observaban aquella escena como algo que no podía ser verdad. Eso quizás los ayudo a aguantar.

Bien entrada la tarde, en realidad quedaban un par de horas para anochecer, Gelion descubrió un grupo de cadáveres distinto al resto, no eran soldados. Llamo a los demás y centraron la búsqueda allí. Finalmente dieron con los cuerpos de los esgarothianos. Allí estaban, medio comidos y prácticamente desnudos. Al parecer habían reunido juntos a algunos mercaderes y gentes de cierto estatus, y los habían desvalijado todas sus posesiones. No había rastro de la cota de malla, pero tampoco de anillos, colgantes o cualquier otra joya. Todo había sido saqueado.

La búsqueda había llegado a su fin, todo había sido en vano, la cota había caído en manos enemigas y ellos habían estado demasiado lejos como para poder impedirlo. Su misión había fracasado, Briniel y Coralak habían muerto, Dorhand y Egorant habían muerto, Agranil había muerto.

El silencio se hizo, un silencio que dejaba oir graznidos y gruñidos, hambrientos carroñeros que se disputaban las mejores tajadas.

Turno 1112

Desolado y aterrorizado ante la imagen que tiene delante suya, el pequeño hobbit cae de rodillas.

-Fracasado, he...he...hemos fracasado -medio balbucea. Su cara de desolación lo dice todo. Tras un instante de silencio, pregutándose como es que el ser humano es capaz de llegar a estos extremos de maldad y barbarie, se gira lentamente hacia sus compañeros.

-¿Y ahora que hacemos? -pregunta dubitativamente.

Turno 1112

Oin se deja caer al suelo junto al montón de cuerpos. Todo para nada. El cansancio acumulado parece pasarle factura. Encierra el rostro en las manos y empieza a musitar palabras en Khuzdul.

Tras un rato, se levanta, se limpia a ropa y sin decir palabra se aleja del lugar no sin antes, escupir al suelo. Lo único que desea es alejarse de tal horror. 

Se aleja en contra del viento hasta alguna colina o bosquecillo cercano en donde se desploma abatido.

Turno 1112

El numenoreano aun se acercó con cierta esperanza, al menos de encontrar la cota de malla, cuando Gelion los llamó. Pero esta se desvaneció fugazmente cuando echaron un primer vistazo a los cuerpos inertes de los mercaderes, que habían sido despojados de cualquier abalorio. Así, obviamente, la cota de malla también les había sido sustraída.

Todos esos días de penurias no habían servido para nada. Ahora su misión se había cancelado súbitamente  con la muerte de sus contratistas. Le penó mucho de que su destino hubiera sido ese, y que ellos no hubieran estado ahí para cumplir con la misión de protegerlos tal como habían jurado todos al aceptar el contrato. Sin embargo, una más intensa, pero breve oleada de culpabilidad ajena lo asaltó, cuando le volvió a venir a la mente la discusión de la ruta a elegir en Buhr Algira con Draupner, de quién se había demostrado que había errado al tomar la decisión de tomar su ruta y no la que él había propuesto.

Giró su cara hacia él, dispuesto a cantarle las 40 sobre su mala toma de decisiones debido a su arrogancia, que le hacía pensar que cualquier pensamiento surgido de su mente era el correcto; y como ya se había demostrado, tristemente, no era así. Y no sólo había sido esta ocasión, recordaba también el mal trato dado y desconfianza hacia sus compañeros: Arlan, Elendur, y por último a Temüdyin, Yves-ashe y Fréagulf. Sin embargo algo lo detuvo, fue el semblante de desolación completa que mostraba el enano. Sentía que comprendía su trágico error. Además, no podía hacerle aquello al resto del grupo, que estaba a punto de desintegrarse; una sola palabra suya podría desencadenar la total desconfianza en su actual, y seguramente tras la matanza, único líder, que repercutiría en la completa disolución del grupo y en la plena cancelación de la búsqueda de la cota de malla de mithril, con la cual él ya no iba a continuar.

Así, decidió dejar pasar el asunto y llevárselo a la tumba con la finalidad de no perjudicar la posible misión conjunta del grupo de la búsqueda de la cota de malla. Mientras los demás se recomponían, él ya iba haciendo mentalmente inventario de las pertenencias que le restaban para hacer frente a su viaje en solitario. Esta era además la única forma de alejar los horrores y el fracaso vívidos en los últimos minutos. Debía hacerlo así, para no desmoronarse y no afrontar el nuevo camino que le esperaba mal desde el principio; sino con energías renovadas. Aunque era duro, y tenía la sensación de que todo el tiempo que pudiera ahorrar el comportarse así no serviría de nada ante el retraso que ya acarreaba su misión personal.

Cuando todos se hubieron recompuesto, Ilidan ya se encontraba dispuesto a despedirse del grupo. Aunque antes escucharía el camino que iba a emprender el resto, ya fuera conjuntamente o en solitario como él.

Turno 1112

En vano. Todo había sido en vano.

Sintió un terrible vacío. El vacío que a veces puede devorar un hombre. Ira, la ira que le puede hacer perderse. Apretó los dientes. Últimamente lo hacía tanto que las mandíbulas le dolían.

¿Qué podía hacerse para compensar aquello?
¿Podía hacerse algo?

La respuesta le vino al mismo tiempo que las lágrimas.

Tenemos que encontrar la armadura Dijo con voz temblorosa.

Se giró a Draupner.

¿Qué dices enano? ¿Me ayudarás a llevar a cabo esta empresa?

¿No prometiste hacerlo montaraz? Dijo a Ilidan

Se acercó a Bolgo.

Yo te diré qué haremos. Miraba a Bolgo gravemente

¡Cumpliremos la misión que se nos encomendó!

No sé cómo lo haremos. Yo sólo no puedo pero todas estas personas han dado la vida por llevar la cota a Minas Tirith. Y la cota todavía no está allí, de modo que no hemos terminado nuestro desempeño. Tenemos que recuperar la cota y cumplir aquello que prometimos.

No es tiempo de descansar o rendirse. ¿Qué decís?

Turno 1112

El horror del campo de batalla y la prolongada busqueda de los mercaderes hiceron que no pudiera siquiera contener sus revueltas tripas, ni las lágrimas, aunque se obligó a seguir buscando.

No entendía cómo no podían dar con ellos hasta que Gelión les hizo llamar. Apartado del resto, había un grupo de cadáveres de gente distinguida, montón que había pasado por alto pues había acordado con los esgarothianos que ellos vestirían como soldados. Así, antes siquiera de acercarse ya sabía que no había ninguna posiblidad de encontrar allí la cota de mallas, aunque viendo el campo de batalla, la verdad es que tampoco creía que hubiera servido de mucho que se hubieran atenido a lo acordado.

Aquella era la ruta más segura, acompañados por más de medio centenar de soldados ailgrathas, también era la ruta más cómoda y por eso la había tomado los ancianos. Abatido y mientras se apartaba de la escena en la dirección de Oín, entre el malestar y el pesar de ver convertidos en realidad el peor escenario posible, no podía evitar recordar que Agranil le había dicho que la mayoría prefería ir con los soldados o tomar la ruta del bosque, que en definitiva era la misma con la diferencia de que a la altura a la que estaban, más o menos, debían separarse de la hueste.

Los devastadores efectos de la batalla dejaban claro, a todas luces, que de nada hubiera servido su presencia allí, salvo para añadir 10 cadáveres más al festín de los carroñeros. Ahora, con tanto horror por medio, había que tratar ser todo lo positivo posible, y aunque pequeño, si algún consuelo le podía quedar, era que todos los que habían decidido seguirle, todos sin excepción, estaban vivos, pues como ya dijera en la última conversación que mantuvieron juntos en Burh Ailgra todo lo que le preocupaba eran aquellos que estaban allí, mirando junto a él a la muerte cara a cara y a lo que podía haber sido su destino.

- Apartémonos de miradas indiscretas - dijo en respuesta al exhorto de Gelión sin levantar mucho la voz, a la vez que tocaba el hombro de Oín para tratar de animarle un poco. Había cuestiones que tratar con sus compañeros.

Una vez apartados de la matanza expuso lo que iba a hacer - Como ya os comenté en Burh Waldlaes y con más motivos ahora, cada uno es libre de hacer lo que desee. Por lo que a mi respecta, todavía tengo cuentas pendientes relacionadas con este encargo como para poder dedicarme a mis asuntos, - dijo haciendo una pausa y mirando a Oín. - Mi intención es, dado que no es posible enfrentarnos al ejército cuyas líneas acabamos de atravesar, llevar un regalo al Rey, no la cota, pues no la tenemos, sino una guerra para poder conseguirla. Así pues, mi destino es la ciudad blanca y mi objetivo que el rey y la cota lleguen a encontrarse. -  

Oin sentado en el suelo mira a Draupner con cara de no entender nada. 

- ¿Qué quiés decir?

Oin siempre ha sido duro de mollera y por eso se limita a cumplir órdenes en vez de pensar.

Turno 1112

- Oín, este ataque ha estado tan bien orquestado, que me parece que el reino vecino ni siquera está al tanto de él, sino que está más pendiente de la fiesta en honor del rey. Mi idea es advertírselo y tratar de convencerle de que ponga fin a esta cruenta incursión. Si el rey no fuera honorable y no se decidiera a intervenir, quizá sea codicioso y orgulloso y le motive hacerlo el saber que su regalo está en manos ajenas.  -