Partida Rol por web

RESOLUCION TURNO 1100
 

Corrieron aun más que la noche anterior, si cabe, impulsados por el afán de vivir. Bien podían haberse quedado bien escondidos, pero dada la cantidad de caballería que se acercaba, habrían pasado sobre ellos.

Ya no corrían en formación, si no que corrían todo lo rápido que podían, no dejaban a nadie atrás, cuando las cortas patas del hobbit le hacían quedarse atrás, enseguida el resto aflojaba un poco el paso. No había tiempo de acomodar al mediano sobre Wyd, había que correr, encima la falta de silla de montar no garantizaba que sobreviviese a la galopada. Gelion, poco acostumbrado, también lo pasaba mal, el resto, parecía aguantar bien de momento.

Veinte minutos después de continua carrera, cargados con sus enseres, eran agotadores. Estaban tan cerca que casi podían distinguir los soldados. Detrás, no podían evitar mirar, parecía que los orientales habían disminuido su avance, hasta el punto que quizás se hubieran detenido, aun así continuaron.

Varios jinetes aliados, expectantes, listos para la batalla, los veían avanzar. No eran una amenaza, no eran orientales, pero no por ello bajaron la guardia. Se adelanto un grupo de cinco caballeros armados con lanzas y escudos hasta encontrarse con Draupner y su grupo. Estos se pararon, sin aliento ante ellos, casi ni podían hablar. Se retorcían y trataban de coger aire con grandes bocanadas.

Turno 1101

Oin suelta el brazo del mediano al que casi ha llevado en volandas el último centenar de metros y se detiene a coger aire. Maldice, gruñe y escupe mientras recupera el resuello y su cara pasa del violáceo al rojizo. Encima, esos jinetes se interponen entre ellos y la seguridad de la ciudad.

- ¡Maldición! - murmura.

Se gira hacia Draupner.

- No más remedio q'presentarnos queda... 

Si por el fuera les soltaría un exabrupto así que mientras espera a que hable Draupner, se gira para observar a los orientales y vigilar de reojillo a los jinetes. "Malditos jinetes... malditos orientales..."

Turno 1101

El bosquimano no supo de dónde había sacado las fuerzas, pero no le abandonaron. Ni siquiera cuando hicieron aquella última carrera desesperada. Hasta el punto de que ayudó dentro de lo que pudo a quien lo precisaba.

Vio que les esperaban antes de franquearles la entrada. Esperaba que la mentira anterior no se les echase encima como un bumerán y les provocase problemas. Esperó a que Draupner se pronunciase.

Turno 1101

Groal corrió con todas sus fuerzas, tratando de mantener el paso y no quedarse atrás. Aunque estaba acostumbrado a caminar largas distancias y siempre usando sólo sus dos pies, no estaba habituado a hacerlo a la carrera, y mucho menos durante un tiempo tan prolongado. Aun así, una vez que se detuvieron, no le quedó más que agradecer al Gran Oso por la contextura de su raza, puesto que no tardó demasiado en recuperarse. Parecía como si la perspectiva de entrar finalmente en la ciudad le diera ánimos y energías inusitadas.

Groal miró alrededor, y trató de determinar si alguien de su grupo necesitaba ayuda. El agotamiento excesivo, sumado a las horribles condiciones del tiempo con el que se habían enfrentado, podría haber mermado el estado físico de alguien, para lo que él podría ser útil. Así, mientras Draupner recobraba el aliento y hacía las introducciones (a ver si ahora las reales, y nos dejabamos de mentiras), Groal miraba alrededor buscando si podía ofrecer su ayuda a alguien que lo necesitara.

Turno 1101

Las horas de marcha que siguieron al avistamiento de los jinetes de Buhr Waldlaes regresando a su ciudad fueron agotadoras, con una marcha tan forzada como la que los anteriores imponían a sus monturas, y teniendo que descansar menos ante el temor de ver aparecer al ejército enemigo a sus espaldas.

Este hecho, que querían evitar a toda costa, finalmente se produjo unas horas antes al amanecer. Que Ilidan fuera despertado en las primeras horas de sueño, no ayudó para la carrera apresurada que les esperaba hasta la ciudad.

Tanto el hombro como el gemelo derecho, lado que soportaba la mayor parte del peso del escudo, se iban resintiendo a cada paso que daba. Aquel dolor no hacía salvo que agravar que pudiera llevar una respiración controlada dentro de unos límites aceptables ante el gran esfuerzo que realizaban.

Así fue, como cuando vieron su paso cortado por 5 jinetes, teniendo que parar ante ellos, Ilidan no pudo reprimir el arquear su espalda hacia delante a la vez que cogía grandes bocanadas de aire y mientras grandes gotas de sudor surcaban brevemente su rostro para por fin desprenderse de él en dirección al suelo. Cada ciertos segundos intentaba recomponerse (erguirse), pero esto no sucedió hasta varias veces después de encontrarse mirando al suelo tomando aire.

Aunque hubiera pretendido hablar con los jinetes en vez de Draupner, no habría podido hacerlo salvo de forma entrecortada y expresando pensamientos erráticos fuente del cansancio. Es más, no se enteró del todo de la conversación entre Draupner y los jinetes aquella noche.

Turno 1101 ¡¡

Lo único que recuerda el pequeño hobbit de las últimas horas es correr, correr, correr y más correr. El pequeño mediano no podía más, a duras penas podía mantenerse en pie y le dolía todo el cuerpo, pero la necesidad de huir de los orientales hicieron que el grupo tomase una decisión desesperada pero necesaria. Si no fuese por sus compañeros, en especial Oin, que le estuvo casi arrastrando al final de su desesperada carrera, no habría llegado a su destino.

Cuando por fin pudieron detenerse, el hobbit estaba casi ausente, no sabía dónde se encontraba, aunque parece ser que no estaban solos, su cansancio era tal que sólo podía mirar al suelo mientras intentaba recuperar un poco de aliento. Le pareció escuchar ruido de caballos que se acercaban, pero si eran amigos o enemigos lo ignoraba. Fuesen quienes fuesen, él no podía hacer mucha cosa hasta que no se recuperase un poco.

Turno 1101 ¡¡

Draupner apretó el paso, sin olvidar en ningún momento su palabra de no dejar a nadie atrás, así que si bien había momentos en los que encabezaba la desordenada carrera marcando el ritmo, en otros actuaba como perro pastor ayudando y jaleando a sus compañeros, contando en la retaguardia con la inestimable ayuda en la tarea de un infatigable Oín.

No necesitaba motivar a sus compañeros, el ejercito de orientales a su espalda era motivación suficiente. Sus palabras de aliento consistían en transmitirles la certeza de que cuando ya no pudieran más y su cuerpo se desvaneciera por el esfuerzo, él los llevaría en volandas.

El pundonor de todos los miembros del grupo hizo de aquella carrera algo sin duda para recordar, carrera que finalizó ante cinco caballeros armados con lanzas y escudos, la visión de unos muros que se le antojaron lo más hermoso que había visto en mucho tiempo y la amenaza cientos de metros más atrás de una hueste que empezaba a organizarse para el asedio.

Draupner, que a pesar de la dura carrera todavía guardaba algo de aliento, anticipó una palabras a los jinetes que se les aproximaron. La urgencia era mucha pues la amenaza a sus espaldas era grande. - Somos un grupo de caminantes en dirección a la Ciudad Blanca que acaba de descubrir que los rumores de guerra han dejado de serlo. Buscamos asilo y cobijo tras vuestros muros para poder continuar con nuestro camino. - dijo esperando una respuesta que les permitiera entrar en la ciudad.

Turno 1101

- Mal momento han elegido para salir a pasear por nuestra bella tierra - dijo uno de los soldados, que por las vestimentas debía tener algún rango mayor que el resto.

Miro a todos, desde luego, a pesar de la armas, no parecía un grupo enemigo, si no que como dijo el enano, huian.

- No miren atrás y sigan, la ciudad les dará cobijo como a tantos otros. - dijo haciendo una señal a sus compañeros para que volvieran a la formación.

Se había fijado en las armas y el porte de algunos miembros del grupo, sobre todo en los enanos, en Ilidan y el tamaño de Groal. El hobbit y Gelion no parecían gran cosas a los ojos del solado. Antes de volverse hasta la primera línea de nuevo, se giro - Hacen falta brazos fuertes y guerreros valerosos, si quieren ayudar Pueden preséntense en el castillo, seguro que hay algo que puedan hacer. - dijo, aunque no tenia mucha confianza en conseguir ayuda, había que intentarlo - Aunque aun están a tiempo de marchar al sur con las mujeres y los niños, como decís.

Turno 1101

- Vamos, un pequeño esfuerzo más y habremos traspasado los muros. - dijo a sus compañeros tras las palabras del soldado, al ver que alguno de ellos estaba a punto de derrumbarse.

- Muchas gracias. - le dijo al jinete mordiéndose la lengua por la velada forma que había tenido de llamarles cobardes. Una bienvenida con otras palabras quizá hubieran servido para que Draupner se decidiera a luchar por la causa de aquellos hombres, pero aquél etheod había elegido justo las contrarias.

1101 ii

La bienvenida de los soldados fue tranquilizadora. Al parecer el engaño anterior de Draupner no había producido ningún contratiempo, al menos de momento. Ahora que tenían camino libre para entrar en la ciudad, y que podían andar con algo más de calma, Groal se fijó en el estado lamentable de Bolgo, se compadeció de él, y se ofreció a ayudar.

-Maese Bolgo, veo que no os encontráis en la mejor condición. Nada de qué avergonzarse, pues la carrera ha sido extenuante hasta para mí, y mucho más después de estos días a la intemperie y en tan malas condiciones de tiempo. Si gustáis, Wyd podría seros de ayuda. Y, en último caso, si no os incomoda, entrar en la ciudad a hombros de un descendiente del Gran Oso podría ser una experiencia interesante -concluyó Groal con una sonrisa en los labios.

Turno 1101 (continuación)

A duras penas el pequeño hobbit pudo entender lo que estaba pasando. Parece ser que Draupner habló con otra persona y que dijo algo sobre que habríamos traspasado los muros, por lo que parece ser que estarían a salvo, al menos por el momento. Pero el pequeño hobbit casi no podía caminar, justo en ese momento escuchó la voz de Groal que se ofrecía a ayudarle, cosa a lo cual el hobbit, a duras penas, no se negó.

-Gra..gra..cias maese....Groal...vuestra...ayu...da...no so...lo...se...agra...¡cof, cof!...agradece....sino que....es....nece....necesaria -dijo con cierto esfuerzo mientras intentaba recuperar el aliento-

Turno 1101 - 2

Oin sonríe satisfecho cuando los jinetes les dejan paso franco hasta la ciudad. Sin embargo la mirada torva de Draupner le da a entender que no todo marcha correctamente. Aunque ahora mismo Oin sólo ansía una silla y una cerveza de más o menos 3 pintas de alto. Agarra a Draupner por el hombro y asiente con la cabeza.

- Tranquilo...

Ya, con la cara más de un color natural y la respiración menos entrecortada. Se recompone, echa un vistazo hacia atrás y apremia al resto.

- Vamos, un esfuerzo último... vamos... 

Y con delicadeza pero firmemente, empuja al hobbit y al conjurador hacia la ciudad. 

- Prisa debemos...

Turno 1101 (Continuación)

El numenoreano afrontó con mejor actitud, que lo que su estado físico actual le hubiera permitido,  el corto camino que les quedaba hasta la ciudad. No obstante, llegar hasta Buhr Waldlaes era la meta que había deseado alcanzar todos aquellos agotadores y largos días pasados bajo la torrencial lluvia.

Allá, aunque previendo que de forma más corta de lo que desearía por la tensa y grave situación alrededor de la ciudad, le esperaba un descanso en un lugar confortable y con comida caliente.

RESOLUCION TURNO 1101
 

Los jinetes solo querían comprobar que no se trataba de orientales, o alguno de sus aliados. Por la forma en que huian, no debían de serlo. Eso y el hecho de que ningún enano participaría en alianza con ningún oriental. Si que miro un poco más raro a Ilidan, su tez morena no concordaba, pero era un grupo diverso y no quiso entrar en el tema.

Dejo pasar al grupo, aunque antes dejo entrever la posibilidad de presentarse en el castillo para prestar alguna ayuda, aunque luego lo estropeo. Draupner se mordió la lengua ante el comentario de irse con las mujeres y los niños, no quería jugarse el que no le dejasen pasar.

La guerra estaba allí, aunque los dos ejércitos estaban aun bastante separados. Era cuestión de tiempo.

Habían llegado demasiado cansados por la carrera y aunque aun les separaban varios centenares de metros, siguieron a buen ritmo, sin correr, pero caminado a toda prisa.

No tardaron en llegar a la ciudad por el camino que seguían. La ciudad parecía alzarse en los propios muros del Talath Harroch. Seguía las sinuosas paredes del mismo, entrando y saliendo, serpenteando. Se escondía en los recovecos que la orografía le brindaba. No había muralla alguna, las paredes hacían de protección al norte, las gargantas al sur. Por lo demás, estaba desprotegida.

Según mas se acercaban descubrían más edificaciones, estas quedaban ocultas entre peñascos y salientes de roca. Deceleraron un poco el paso, no querían provocar espavientos. Había casas, muchas casas, era una gran ciudad más que un poblado. Casualmente una de las que primero vieron rezaba en su larga valla “Posada de Caballo Enojado”.

Vieron en aquella posada el lugar perfecto para descansar, secarse y dormir un poco.

Atravesaron la valla baja y por un encharcado camino, llegaron ante la puerta. El edificio era de piedra, estaba situado en el centro de un gran espacio delimitado por la valla que acaban de pasar. Tras ella, se alzaba la pared rocosa de Talath Harroch y en el lado este, otro edificio, grande y de madera, se alzaba dentro de la propiedad. No había caballos delante de la posada, por lo que supusieron que la estructura de madera debían ser las caballerizas. La fachada era amplia, con ventanales grandes que dejaban ver su interior. Dentro no había demasiada luz, algunas velas, quizás un fuego en el hogar… no se veía a nadie dentro.

La puerta era de un tono verdoso, amplia y, en bajoreliebe y tinte rojo, se veía la cara de un caballo cabreado de frente, mirando hacia la entrada y el camino. Allí se detuvieron justo cuando la puerta se abrió. De dentro salió un hombre, algo orondo y bastante feo. Llevaba una casaca blanca y pantalones sencillos, estaba muy limpio. En las manos llevaba dos cubos vacios que soltó de súbito al verlos, se había llevado un buen susto.

Turno 1102

- Oh, vaya, buenos días - dijo algo contrariado al ver a tanta gente, y tan diversa - Estaba apunto de cerrar, ya no queda nadie - informo - Aunque si puedo ayudarles en algo, aun tengo que limpiar algunas cosas - dijo servicial, aunque en el fondo deseaba marcharse de allí. - La guerra, todos se preparan para la batalla - dijo sosteniendo la puerta para que todos entraran.

Turno 1102

Groal miró al hombre que los saludaba, pero no respondió. Esperaría a que Draupner tomara la palabra. Sin embargo, aunque la boca de Groal nada decía, su mente trabajaba rápidamente. ¿Habrían acaso heridos? ¿habría gente que necesitara ayuda? De seguro ya habrían acontecido algunas escaramuzas, y Groal tal vez pudiera ser de utilidad. Pensaba en todo esto, mientras consideraba su propio estado de salud, y el de su compañía. Él mismo se sentía bien. Ilidan y Bolgo se veían algo agotados, pero tal vez lo que necesitaran fuera sólo sueño, y no las artes que Groal poseía. El resto del grupo no parecía enfermo ni en mal estado, por lo que en apariencia, no le necesitaban de momento. Y, por otro lado, si es que se mostraban útiles en la ciudad, tal vez les prestaran más ayuda a cambio. Groal esperaría el momento adecuado para hablar esto con Draupner.

Oin mira al posadero, que no es más feo que él, y gruñe unas palabras.

- Cerveza, dos pintas...

Y sin más se dirige al interior de la posada. Ahora, lo único que necesita es un banco cerca del fuego y una cerveza aunque sea humana. Está hasta las narices de correr, ocultarse y chapotear en el barro.

Mira en derredor y busca el mejor lugar. Luego, se acerca, deja sus trastos junto a la pared, aunque con las armas cerca, y se derrumba en el banco. Si además, alguien tuviese un poco de tabaco de pipa, ya sería el paraíso.

Suspira, gruñe y sonríe. 

Turno 1102

El pequeño hobbit seguí a sus compañeros arrastrando los pies, presa del cansancio, por lo que no se fijó mucho en la ciudad en la que acababan de entrar. Miraba hacia el suelo deseando encontrar un lugar donde sentarse y descansar. Cuando se pararon no prestó mucha atención a lo que sus compañeros decían y ni siquiera a la voz desconocida que les hablaba, pero en cuanto oyó la palabra "cerveza", el pequeño hobbit reaccionó. Ante sus ojos había una posada y un sujeto que parecía ser el posadero. En ese momento reaccionó y extrajo fuerzas de dónde pudo y se dirigió al posadero.

-Buenos días muy señor mío, somos viajeros extenuados y con ganas de descansar, ¿sería posible facilitarnos algo para beber y comer? y no digamos ya alguna habitación, eso sería magnífico -dijo adelantándose a sus compañeros. Cayó en la cuenta de ese detalle y se giró hacia sus compañeros -vamos, si vosotros estáis de acuerdo en que nos alojemos aquí- y sin esperar respuesta se volvió a dirigir al posadero -¿qué tienen para comer?

Turno 1102

- Esto... si..., si, adelante - dijo un tanto sobrepasado, no pensaba que tendría clientes el día de hoy.

- No tengo mucho para comer, la verdad, tengo algo del guiso de ayer, estaba estupendo, y hoy no lo estará menos. Por la cerveza no se preocupen. Acérquense a la chimenea, enseguida la enciendo y les traigo de comer. - dijo a toda prisa mientras encendía algunas lámparas y velas

La posada estaba cerrada, la habían abierto prácticamente para vosotros.

Turno 1102

Gelion se acomodó como pudo en la posada.

Gracias. Es agradable algo de buena comida después de sentir en los talones el peligro del enemigo. ¿Se sabe algo de la dimensión del ejército?

Se le notaba preocupado por los acontecimientos. ¿Podría él ayudar de algún modo?