Partida Rol por web

- Hay avisperos que es mejor no atizar. Pedro está muerto por culpa de Leviatán. Si le hubiera advertido donde se metía ahora el chico no estaría en la camilla de la morgue. Pero lo dejó ir contra esos molinos. Hacedme caso: cerrad el caso, olvidaos del tema y seguid con vuestras vidas. 

El avispero era una metáfora más que acertada en aquellas circunstancias. Pero ya no solo aplicada a todo lo que, según Nic y el propio Leviatán se escondía tras la muerte del periodista y el robo de la cruz... mucho más en referencia a la intranquila conciencia de Oscar que, como si de cientos de aguijones se tratasen, las preguntas que le suscitaba aquel caso le taladraban el alma en busca de respuesta. ¿Dónde estaba David Cores? ¿Realmente era una pieza importante de aquel puzzle? Sin duda debía de tener información al respecto y por eso lo hicieron desaparecer.

¿O no...? ¿O era todo una cortina de humo? Una especialmente diseñada por Leviatan para... ¿para qué? No tenía mucho que ganar. Aún en el caso en que los agentes pudiesen demostrar que el deán mentía, las motivaciones de este para hacerlo no eran más que subjetividades y cazarlo con las manos en la masa no iba a ser tarea fácil.

- ¿Qué piensas...? - trasladó a Castelo. - ¿Tu también piensas que nos han engañado como a chinos? Joder... qué mierda. - concluyó.

La duda quizá era el arma más poderosa que se podía esgrimir contra un policía. Al menos así lo era con Óscar Pardo. Si acababa de detener a un tipo inocente era una cosa... pero si a cambio gente muy poderosa e influyente seguía manejando los hilos impunemente, era algo como tragar arena.

- No vamos a volver a ver a Leviatán... ni a David Cores... ni siquiera muy probablemente a Nic. Si es listo desaparecerá de Santiago por una temporada. Si es listo de verdad se marchará incluso de España. Si todo lo que nos han contado es cierto, claro. Que no digo que lo sea. Pero tampoco digo que no lo sea.

El joven detective se frotó las sienes entre cansado y abotargado por pensamientos excesivamente densos.

- A pesar de ser cántabro cada vez me parezco más a vosotros, los gallegos: Eu non creo nas meigas, mais habelas, hainas. - sentenció.

Luis miró a su compañero, y a Nick y se tomó un momento para ordenar sus ideas antes de contestar.

- Que hay algo más, no tengo dudas. Alguien está mintiendo y si bien las pruebas están contra el loquito, y seguro que es culpable de algo, no creo que sea de asesinato - aseguró meneando la cabeza

- Pero... cuales son las opciones? Crees que podremos culpar a la iglesia? Ya teniendo un sospechoso como este? No, no lo creo. Y culparlos de que? de magia? Lo cierto es que no me convencería ni a mi mismo -

- No se si nos han engañado, o lo hicimos nosotros solos, pero seguro hay algo más. Ahora, viendo como tratan a quien los sigue, esas agujas en los ojos fueron un señal muy clara, vale la pena que nos lancemos a la búsqueda de algo, o alguien, que no sabemos que, o quien es? -

Castelo meneó la cabeza - Oficialmente supongo que lo más razonable es cerrar el caso aquí. No me gusta, pero las alternativas me gustan menos - agregó - Claro que si me encontrase al Dean en una calle oscura, sin testigos, me ocuparía de que cuente la verdad - bromeó, o quizás no tanto, mientras apretaba sus puños

- Está claro... - concluyó asumiendo que todas las premisas que mencionaba su compañero eran más que ciertas. - Pero no lo decía por detener al culpable. Eso parece que ya lo hemos hecho. Lo decía por... saber. Por saber la verdad. Por saber que hay detrás. La puta curiosidad... ya sabes. La curiosidad mató al gato... la curiosidad mató a Crespo.

Pardo se desperezó sin pudor. Los músculos del cuello y la parte alta de la espalda crujieron complacidos tras haber soportado bastante tensión. Pero ya estaba... el trabajo parecía que concluía. No de forma satisfactoria... no quizá del todo. Pero estaba hecho.

El joven policía miró a su veterano compañero interrogativamente. Se preguntaba si en tantos años de servicio había tenido algún caso similar. Algo que le hiciese hacerse aquellas inquisitivas preguntas. ¿Realmente hay alguien detrás moviendo los hilos? Pero no hizo ademán de preguntarle. Castelo y Pardo no eran una pareja de investigadores al uso. Si no era de trabajo, no hablaban. Cada uno llevaba su vida y eran casi desconocidos en lo personal el uno para con el otro. Pero se entendían y eran buenos en lo que hacían. Con eso bastaba.

- Vamos a la comisaría. Aún nos queda un cerro de papeleo antes de dar esta mierda por concluida. Después, quizá me tome unos días libres para volver a Santander a ver a la familia.

- Vamos - aceptó Castelo - Y, por ahora, quedemosnos con la curiosidad - agregó mientras mostraba algo parecido a una sonrisa malhumorada

- Ocupémonos de los papeles y terminemos las formalidades - continuó mientras le hacía señas a Nick que se retirase - si hace falta te llamaremos, si tienes suerte no hará falta - le comentó como al pasar.

Una vez que estuvieron solos, tras mirar a su alrededor y verificar que nadie los escuchaba miró con cautela a su compañero y dejó caer la idea que rondaba su mente - A mi también me caerían bien unas vacaciones, pero antes de irme me gustaría hablar con el Dean. El problema es que seguramente decida mentirnos. Excepto que apliquemos un poco de persuasión - se explicó, mostrándole a su compañero un puño cerrado - Y para poder hacerlo no nos debería poder reconocer ¿Que crees? ¿Vale la pena? - Tras dudarlo un momento añadió - No me gusta que me mientan ni me tomen el pelo, pero nunca hice algo así con alguien tan.. eh... conocido -

Mirando fijamente a su compañero, sabiendo que sus palabras, probablemente cambiaran la relación que mantenían insistió - O entre ambos, o ninguno. Acepto que la idea es mía, pero si queremos averiguar algo deberíamos hacerlo entre los dos. Sino vete de vacaciones y yo haré lo mismo. Si no estás de acuerdo no te pondré en la disyuntiva de tener que acusarme - le explicó sin bajar la vista - Quizás solo necesito que alguien me devuelva el sentido común... Solo que no se cual de ambas opciones es, realmente, la del sentido común -

Nic no espero a que Castelo lo repitiera. Saludó echándose un dedo a la cabeza, como tocándose un invisible sombrero, y desapareció por la calle, entre las sombras dejadas por los soportales.

Ambos detectives se dirigían andando hacia la comisaría, que estaba cerca, mientras hablaban con cuidado de que nadie les oyese.

Oscar enmudeció. Realmente no esperaba aquella respuesta por parte de su compañero. Aún a pesar de ser un poli "de la vieja escuela" lo de apalear a un deán pasamontañas en ristre le dejó descolocado. Además, estaba claro que no lo estaba diciendo por decir. Realmente estaban a una respuesta de dar un giro radical a todo cuanto habían hecho hasta el momento a lo largo de sus vidas. Al menos así era para el más joven de los detectives.

Los pasos de los dos hombres repiquetearon en el suelo adoquinado de las calles del casco antiguo de la ciudad. Mortecinas... Rítmicas... Como un resonar de tambores que anuncian al reo que llega a los pies del cadalso. En el interior del pecho del pelirrojo se debatía un mar de confusión, ira y agitación que habría dejado al Cantábrico como una balsita de aceite.

- ¿Cuándo...? - sentenció con voz ronca... casi como un susurro. - ¿Hoy...?

Castelo miró a su compañero a los ojos, calibrando la forma en que le sostenía la mirada mientras se ofrecía a acompañarlo - Esta noche, de incógnito - le propuso a la vez que alzaba su diestra y le ofrecía la palma de su mano para recibir un apretón que sellase la nueva alianza.

- Debemos tener claro donde podemos encontrarlo y que le vamos a preguntar, pero se supone que somos policías, no nos debería costar demasiado saber cuando y en donde pueda estar sólo -

Tras pensarlo un momento propuso su idea - Yo me presentaría como un enviado de ese grupo raro, "Los hijos del amanecer", pidiéndole explicaciones por lo de Crespo. Quizás haciendo referencia a que fue algo demasiado público y que el lo debería haber podido ocultado mejor. En función de como reaccione podemos ver como seguir -

- Sin embargo, sabemos demasiado poco para estar seguros que eso funcione. Si tienes otra idea te escucho. Mejor que seamos dos para pensar -

Luis respiró profundo e intentó justificarse ante su compañero - Espero que no debamos hacer más que amenazarlo. Quizás, si lo conseguimos mantener en un lugar cerrado atarlo a una silla y mostrarle una porra y en el peor de los casos acariciarlo con ella, pero sin pasar a mayores. Un sweater obscuro y un tapabocas le impedirán identificarnos, y seguramente lo asusten un poco... espero -

- No lo se, antes que nada debemos averiguar un poco. Ni siquiera se si vive en la misma catedral o tiene un domicilio particular -

- No... - dijo Oscar sacudiendo la cabeza a la vez que aceptaba aquella mano que sellaba un pacto oscuro y peligroso. La mandíbula se había cerrado con furia ante la cada vez más acuciante sensación de que todo aquello era realmente una cortina de humo que ocultaba algo mayor. - Si nos queremos hacer pasar por gente de esa secta haremos mal en preguntar primero y golpear después.

La agitación había hecho presa del joven policía que parecía que no podía estarse quieto en el mismo sitio. La rabia le dominaba.

- Pongámosle unas esposas, una mordaza y una bolsa en la cabeza y metámoslo en el maletero del coche. Nos lo llevamos a las afueras de Santiago y allí le damos una buena. Si con eso no conseguimos respuestas es que no las hay. O es que el Dean no las tiene. Quizá él sea otro callejón sin salida. Quizá no debamos hacer nada. Pero estamos en las puertas de la decisión... o todo o nada.

- Tienes razón - Castelo miró a su compañero con un nuevo respeto - Vamos directamente vamos al tercer grado. Si sabe hablará. Y si no sabe... bueno, ya veremos -

Encontrar la información del domicilio del Dean debería ser trivial. Una simple consulta en la base de datos de DNIs de la policía dará el último domicilio registrado. Claro que cabría la posibilidad de que se hubiera mudado desde la última renovación.

Las preguntas que debían hacerle... eso ya era harina de otro costal. Aquella investigación se iba de todo lo que se podría denominar como 'de manual'.

- Puedes averiguar donde vive con tu super teléfono? - La pregunta surgió con naturalidad de la boca del viejo detective, reacio a preguntar por la dirección del Dean en la comisaría - Pero sin que quede registrado. Sino deberemos hacerlo manualmente, prefiero que nadie sepa de nuestro interés en el Sr. Lustrado - completó cambiando el nombre de su objetivo casi sin darse cuenta

- Sino deberemos esperar hasta mañana. Y algo me dice que si podemos cerrar el tema hoy mismo, antes de que la detención de Leviatán se haga pública tendremos algo de ventaja -

Pardo sonrió ante aquel comentario tan naive. Averiguar dónde vivía el Deán a través de internet era tan improbable como encontrar fotos del susodicho en tanga de leopardo. Aunque... dadas las circunstancias. El rictus divertido de Oscar se volvió en algo más serio y decidió ponerse a teclear. Su mente seguía martilleando como la lógica como arma arrojadiza sobre lo bizarro que resultaría que el Deán pudiera tener un perfil en cualquier red social... máxime si hablábamos de publicar el domicilio particular. Pero si algo corría por las venas del joven detective, además de sangre caliente y bullendo, era incredulidad.

- En caso de que no lo encuentre... lo más seguro... tendríamos que apostarnos en la Catedral y vigilar hasta que salga. Seguirle y meternos detrás de él en el portal.

Mientras los dedos ágiles y experimentados pasaban de una página a otra y de una aplicación a la siguiente, la cabeza de Oscar negaba. No darían con él. No así. Era... casi imposible.

- Sigo diciendo que lo mejor es una bolsa en la cabeza y al maletero del coche. Habrá que buscar un lugar dónde no haya cámaras de tráfico, de comercios o cajeros automáticos. Alrededor de la catedral no hay muchas pero es un sitio con mucho turismo... por muy tarde que sea la posibilidad de que nos vea alguien siempre existe. Pero sí... estoy de acuerdo con que hay que hacerlo hoy. Cuanto antes mejor.