Partida Rol por web

25 de Junio de 1897, 03:22 -Templo Central de Set, Whitechapel, Londres.

El Setita Halim Bey y su Chiquillo Gerald Ryker habían salido juntos del Elíseo, tras el final de la velada, propiciada por este último. No dejaron de reír en el transcurso del camino, recordando los incidentes de la noche. Finalmente, llegaron al Refugio de Halim.

Pese que para el ganado aquello no era más que una vieja tienda de antigüedades, lo cierto es que por las escaleras de la trasera del local, se abría un templo subterráneo. Grandes tapices con motivos egipcios presidían la antesala, o pronaos, como la llamaba Halim. La siguiente sala, la naos o cella, a la que se accedía a través de una apertura adintelada en la pared, contenía una gran estatua de la Serpiente, donde se realizaban los rituales y sacrificios a Set. La última habitación, detrás de la estatua, era el epistodomos, donde encontraba la habitación de Halim y su despacho.

Al pasar por la estatua, ambos Setitas se arrodillaron y pronunciaron las palabras sagradas:

- نحن الأطفال من الظلام، وذرية من الثعبان، أقارب الدم. قلبي وروحي ينتمي إلى سيث. *

Tras ello, Halim se encaminó seguido de Gerald, al epistodomos. Tomó asiento en la silla detrás del escritorio, y le hizo un gesto a Gerald para que tomara asiento.

- En estas noches, Gerald, es más importante que nunca que recuerdes a quién le debes lealtad. No eres nada más que un peón de los designios de la Serpiente.

El Chiquillo de Halim, que había estado dicharrachero durante todo aquel trayecto, no dijo palabra desde que cruzaron las escaleras que llevaban al Templo de Whitechapel. Observó la estructura de aquel lugar y se preguntó si el resto de Cainitas sabrían la existencia del templo. Al llegar a la estatua de la serpiente, se arrodilló para decir junto a Halim:

- نحن الأطفال من الظلام، وذرية من الثعبان، أقارب الدم. قلبي وروحي ينتمي إلى سيث.- no era lo que se llamaba el más devoto de los Setitas, aunque le era imposible no sentir un profundo respeto por la figura que Set representaba. Se preguntaba en qué grado Halim le había Abrazado para que le ayudara en la resurrección de Set frente a la simple opción de 'usarle' para extender su poder por Londres, como una 'filial' que siempre pudiera tener controlada. No quiso pensar mucho en aquello todavía, pero pese a que aquel era su Sire y le apreciaba... no iba a dejar su espalda al descubierto.

Asintió ante el gesto de Halim y se sentó. - Lo sé, Halim. No soy más que un peón de los designios de la Serpiente, así como el resto de los Cainitas son meros peones bajo los nuestros. - dijo, asintiendo otra vez. - Lo de esta noche no es más que una toma de contacto para saber qué hilos puedo mover apartir de ahora... y no ha sido del todo infructuosa. -

Halim sonrió y asintió, complacido.

- Háblame, ابني.*

En aquel preciso instante Gerald dejó el inglés para empezar a hablar en árabe. Si aquella conversación iba por los derroteros que él pretendía, lo mejor sería hablar en un idioma más 'amistoso' para su Sire.

- Todos estos meses que llevo moviéndome por la noche de Londres he estado adquiriendo paulatinamente una de las armas más poderosas que existe: la infomación. Las voces, si uno sabe escucharlas, pueden hablar mil maravillas, pero uno debe saber qué información puede ser verídica, atar cabos e hilar las historias que suelen comenzar en el pasado... - dijo el Setita a modo de comienzo, mirando a los ojos de su Sire, serio. - Pero ya que hace un buen rato que abandonamos el Elíseo, dejaré las florituras verbales e iré al  grano. En todo este tiempo he descubierto varias cosas, algunas que te incluyen. Más allá de lo que tú me has contado, cosas del pasado, de hace ya varios años. -

- En el paso poseías un culto de sangre a Set, ¿no es así, Halim? Sé que todo fue a pedir de boca hasta que un día, de la noche a la mañana, todo se acabó. ¿Podrías contarme algo sobre eso, por favor? Antes de que hables, te aviso de que no es ningún tipo de acusación contra tu persona aquello que he descubierto. Precisamente es una acusación contra otra, pero me gustaría informarme mejor del contexto antes.-

Halim frunció el ceño.

- Bueno... Tenía un culto de sangre a Set. La policía lo descubrió. Fin de la historia. ¿Qué sabes?

Gerald se movió un poco en su silla. Las respuestas de Halim, escuetas, le hacían hablar con más cuidado al respecto de aquel tema.

- Cuando escuché por primera vez sobre tu culto, me informé. Moví hilos con sutileza, intentando no llamar la atención sobre lo que estaba descubriendo. Y lo conseguí, de hecho. ¿Nunca te preguntaste cómo se descubrió la existencia de tu culto? ¿Nunca quisiste saber quién estuvo detrás de aquella redada, Halim? Alguien metió sus narices en algo que engrandecía a Set y salió impune. ¿Debería ser eso admisible? No es lo que me enseñaste... - dijo, entrecerrando los ojos y sosteniendo los brazos de la silla. - Set debería ser honrado por aquello que pasó, y sin embargo el culpable jamás recibió un castigo. Y ese culpable da la casualidad que sigue existiendo... pues aunque aquel entonces estaba vivo, ahora pasea al abrazo de la Noche londinense. Y ha estado en la misma sala que nosotros hace unas horas. -

Halim se removió en su silla. Su furia despertaba. Se inclinó sobre la mesa y encaró a Gerald.

- Deja las adivinanzas, estúpido. Tu sentido de la teatralidad es incordiante. Dame un nombre. Ahora.

Frunció el ceño, pero su deseo aquel momento era sonreír. Bingo.

- Cyril Masters. Cuando todavía era humano fue el que se investigó y se encargó de desmantelar tu culto. Gracias a eso adquirió la reputación que tiene hoy en la policía y fue uno de los alicientes para que ahora en la no vida pueda considerarla su dominio. - dijo, sin apartar la mirada del setita, que aunque estaba justo donde él quería no podía evitar sentir algo de miedo.

Halim dio un golpe en la mesa y se levantó súbitamente.

- Maldigo a él y a toda su progenie.

Empezó a dar vueltas por la habitación, como un león enjaulado.

- ¿Tu información es fiable? Maldito entrometido... Lo adjudiqué a un golpe de suerte, en su momento. Qué iluso fui... Y luego Valerius decidió Abrazarle. ¿Estará enterado también? ¿Fue la no vida su premio por un trabajo bien hecho?

De repente miró a Gerald y sus ojos se volvieron serpentinos, con pupilas afiladas.

- ¡RESPÓNDEME!

No pudo aguantar aquel gesto y apartó la mirada un poco. Su cuerpo estaba tenso, preparado para cualquier cosa que Halim pudiese hacerle. Debía esquivar los envites de la serpiente, asegurarse que en su ataque de ira sus colmillos no se toparan con él.

- Lo es. No ha venido de una única persona. Primero me contaron que Cyril había desmantelado un gran culto de sangre.  Seguí investigando otras fuentes. No fue hasta más adelante cuando, atando cabos, descubrí que tu culto había sido desmantelado por la policía, y que ese bastardo era miembro de ella por aquella época. Luego descubrí que había sido una de las cabezas de mando en ese asunto. - dijo, controlando su respiración para mantenerse lo más calmado posible. - No sé si Valerius le abrazó por eso, pero... Halim, aplaca tu ira, nuestros actos sirven para corromper al resto, no te ciegues o no actuarás con claridad, eso me enseñaste. Tuvo que ser por eso y lo sabes. Es probable hasta que Valerius supiera que ese culto era tuyo... y mientras te abría las puertas de Londres para pedirte que le cubrieras las espaldas en el asedio premiaba a una de sus marionetas por ayudarle a clavarte una estaca en el corazón. -

Hizo acopio de fuerzas y volvió a mirar a Halim a los ojos, con más determinación.

Halim se movió al lado de su Chiquillo y lo cogió por la pechera de la camisa. Una lengua bífida salió de su boca, y le acarició la mejilla, realizándole un pequeño corte.

- Nunca te atrevas a usar mis propias palabras contra mí. Te lo advierto.

Lo soltó y de un empujón lo tiró al suelo.

- Vete, Gerald. Déjame solo con mi furia.

Halim jamás pedía perdón. No se puede luchar contra el tifón. Sólo debes abrazarlo.

Fue mucho peor el golpe que se llevó su orgullo que el que se dió contra el suelo. Se levantó con toda la dignidad que pudo recuperar del suelo y sin mirar a Halim, salió por la puerta. Algo en su interior se removió, no supo si rabia o vergüenza. Pero quizás aquella había sido la sentencia de muerte de Cyril Masters... y él tenía que actuar en consecuencia.

Primero debía mermar los contactos de Masters en la policía... y llegado el día, todo aquello sería suyo.

Tiempo al tiempo.