Partida Rol por web

​En un palacio de Terra, alto como una montaña y recorrido por un casi infinito laberinto de corredores, se encuentra la Sala de Guerra Imperial. En esta cámara abovedada se decide el destino de mundos enteros y tiene el honor de reunir a los seres más poderosos de la humanidad: los primarcas.

No todos están presentes en cuerpo físico. Algunos son hologramas pues sus legiones se encuentran en campañas en planetas distantes. No obstante, los sirvientes que entran de vez en cuando con bandejas de comida y bebida no se atreven a levantar las miradas, tal es la presencia de estos seres semi-divinos. El único no primarca de la reunión es el representante de la legión de los Doblegadores que, aunque enorme e imponente para los estandares humanos, resulta casi un niño en comparación con los hijos del Emperador.

Los primarcas se reunen en torno a una enorme mesa redonda en cuyo centro se levanta una representacion holografica de la galaxia. Innumerables puntos de colores brillan en el aire, uno por cada estrella, planeta o flota expedicionaria. Hay veintiuna sillas en torno a la mesa, la más imponente, la que corresponde al Emperador, ahora se encuentra vacía. Hay otras seis sin ocupantes, sus símbolos, borrados.

-Se abre la sesión-anuncia el primarca de los Caballeros del Emperador. Su armadura blanca brilla como un espejo-​Nuestro padre no podrá unirse a nosotros hoy por lo que me ha rogado que os transmita sus pesar. Sabed, oh hermanos, que está muy orgulloso de todos sus hijos y tiene plena confianza en nuestra capacidad para llevar a buen termino su Gran Cruzada.

​Con un gesto teatral, Nimrod alza su copa para todos los presentes. Casi a continuación, amplía una zona del mapa holográfico.

-​Bien: nuestros principales objetivos ahora mismo son la pacificación del Segmentum Solar y los orkos del Segmentum Tempestus...

Hantei interrumpe a su hermano con una simple mirada. Su vestimenta es un kimono de seda verde con intrincados bordados de oro pero su piel dorada y sus profundos ojos transmiten una imponente presencia. En su mundo natal, Hantei era conocido como el Emperador Hijo del Sol aunque su apodo ha sido reducido a Hijo del Sol a secas por cuestiones prácticas.

​-Subestimas gravemente, hermano, la fuerza de nuestras legiones si crees que todos debemos ocuparnos de gestas tan pobres en gloria como esas. Mis Dragones Esmeralda por sí solos podrian ocuparse de todos los pieles verdes del Segmentum Tempestus. Es imprudente dedicar todas nuestras fuerzas a semejantes tareas cuando aún desconocemos las maravillas que esconde la Galaxia. Debemos explorar nuevos mundos, encontrar las colonias perdidas de los hombres y traerlos de vuelta bajo la luz protectora de la Verdad Imperial.

Nekriam guarda silencio. Casi nunca habla.

Nephleim pide la palabra una vez Hantei ha terminado de hablar.

- Hermanos, estoy de acuerdo con nuestro hermano Hijo del Sol, quizas deberiamos dividir nuestras fuerzas y dedicarnos a los dos menesteres a una. Al fin y al cabo tenemos la fuerza suficiente para llevarlo a cabo y el favor del Emperador. Mis hermanos segadores y yo nos ofrecemos como fuerzas de pacificación, seguro que hay otros hermanos que nos superan en sus capacidades y son mas aptos para la tarea.

"Parece un maldito eldar". Aquellas fueron las palabras de un miembro de la Guardia Custodia cuando vio a Eon por primera vez. El rostro blanquecino, poco acostumbrado a pasar tiempo bañado por algún sol; los gestos etéreos e ingrávidos, propios de quien está habituado a la poca gravedad; la armadura labrada, barroca; las ricas pieles sobre el metal... al menos ha tenido la decencia de no aparecer con su gyrinx.

Su imagen holográfica sonríe a Hantei. Sin duda está de acuerdo: ha tenido que volver sobre sus pasos para poder proyectarse en este Consejo de Guerra. Normalmente está lejos, tanto que sólo los astrópatas pueden alcanzar a su 27ª Expendición.

Y sin embargo, le cautiva una imagen traslúcida. Una pequeña joya de azul acuoso.

—Ya que me habéis hecho regresar a nuestras líneas, es mi deber ofrecer a mis Corsarios para cumplir la voluntad de nuestro padre y de este consejo —sonríe fingiendo desinterés—. Puedo mantener a mi vanguardia explorando las regiones desconocidas mientras mis hijos y yo atacamos este hermoso océano... Jrun.

Ark'sul era de los pocos de sus hermanos que estaba en presencia física en ese momento. Tenía a su legión cerca, pues cuando fue encontrado y mandado a Marte a aprender los caminos del mechanicum, se llevó consigo a su legión para poder aprender todo lo posible antes de lanzarse a la conquista, y eso le permitía estar en ese lugar y poder ayudar a controlar el Segmentum Solar.

Su aspecto era ligeramente más voluminoso por el servo-arnés a medida que llevaba a su espalda, con cruatro brazos adicionales, dos terminados en armas, dándole un aspecto de una araña con una túnica roja del mechanicum sobre su armadura. Aún mantenía un rostro humano bajo la capucha, pero su brazo izquierdo había sido modificado muchos años atrás para no llegar a perderlo, cuando aún no era consciente de toda su capacidad regenerativa.

-Es peligroso lanzarse a la conquista en solitario sin asegurar el terreno conquistado y tus espaldas, hermano Hantei -puntualizó con un timbre de voz tranquilo.

-El Pirata quiere su tesoro -comentó ante las palabras de Eon pero no pudo reprimir una ligera sonrisa. Era extraño porque no parecía humano, aunque en realidad algunos de sus hermanos no lo parecían, tal vez el hecho de ser primarcas les hacía no ser humanos, como él que cada día estaba más cerca de la máquina que de la carne- no te alejes demasiado, no sea que por buscar joyas lejanas pases por algo las cercanas.

Nephleim habló como cualquiera habría esperado, apoyando una táctica bastante hábil, pero que era demasiado apresurada para la forma de hacer las cosas de Ark'sul, que solía tomarse su tiempo para asegurarse que no tendría que volver a ese planeta.

-Hermano Nimrod, yo me quedaré a asegurar el Segmentum Solar antes de lanzarme a la conquista de planetas desconocidos. ¿De que nos sirve tener mil planetas si no somos capaces de asegurar los cercanos a nuestra capital?. Ese mundo colmena, Armageddon, podría ser un buen punto de partida, al fin y al cabo, el Mechanicus podría aprovechar sus instalaciones para sacar un mayor provecho logístico para todos nosotros -se giró hacia su hermano silencioso, enterrado en ese ataúd de acero de su Dreadnought- hermano Nekriam, ¿me ayudarías en esta labor?

Aunque era difícil de percibir, los ojos vacíos de El Gran Tiburón Blanco se habían enfocado en la silueta holográfica del Corsario. Hermano o no, asociar planetas oceánicos y... los de su calaña, sacaban a flote viejos rencores. 
Leucas apretó su mandíbula, adornada por un intrincado patrón de lineas grabadas en ella, y se tragó la bilis, antes de tomar la palabra, sin esperar la respuesta del silencioso Nekriam a la pregunta de Ark'sul. 

- Jrun...- Pronuncio. Su voz, grave y carrasposa. - No puedes tenerlo...- Desafió, inclinándose sobre su asiento -... hermano.-

—¿Yo? —siseó Eon—. Es el Emperador quien tendrá Jrun; ¿O prefieres que sea de los orkos? No puedo tener Jrun porque no es mío, ni tuyo: pertenece a nuestro padre. ¿No somos siervos del Emperador, amado por todos?

Patriotismo... qué divertido. Miró a los ojos a su otro hermano, la Araña de Marte. Había reclamado un buen trofeo: un mundo forja, inustrial y seguramente sin atractivo más allá de sus fábricas.

—Y la Araña quiere la mosca más gorda de la tela —bromeó con una sonrisa auténtica—. Engordarás con tanta comida pesada mientras yo encuentro esas joyas lejanas.

No le era ajena la camaradería, ni tampoco la rivalidad. Aunque los ojos muertos del Gran Blanco le inquietaban. "Aquí hay dragones".

—No quiero peleas mezquinas por una escaramuza contra los pieles verdes, tengo cosas mejores que hacer —dijo—. Mantengo mi oferta, nuestros hermanos pueden ayudarnos a decidir, ¿no crees, Gran Tiburón? Siempre estoy dispuesto a aceptar un buen trato. 

Los labios de Leucas se torcieron en una mueca de disgusto, revelando parcialmente una hilera de dientes puntiagudos (otra clara mutación en su semilla genética). No sería la primera vez que su falta de tacto al hablar le jugaba en contra en un duelo de palabras; y mucho menos ante la elocuente gracia de Eon.   

Volvió a reclinarse en su asiento, ablandando su expresión facial ante la propuesta del Corsario. 

- Si...- Accedió, acompañando aquella sílaba con un movimiento de cabeza. Y pasó a barrer el gran salón con la mirada, a la espera de una respuesta. 

hermano Nekriam, ¿me ayudarías en esta labor?

El dreadnought estaba conectado con un largo cable al proyector holografico. Se iluminaron una docena de flotas expedicionarias marcadas con el emblema de las Calaveras Gemelas de la XV. Todas estaban cerca de algunos de los peores mundos letales de la galaxia.

Estaba lejos de aquella sala, por lo que una imagen holográfica verde era el único testimonio de mi presencia en aquella reunión. La proyección mostraba en a un hombre de gesto firme, se encontraba de pie y enfundado en una servoarmadura. Tenía el pelo blanquecino en contraste con su piel, o eso parecía a juzgar por la proyección, y dejó escapar un suspiro ante las ansias de guerra que demostraban el resto de los primarcas.

- El Segmentum Pacíficus sigue necesitando ser explorado.

Les recuerdo algo bastante obvio, ya que Arbórea se encontraba en dicha parte del espacio, lo que en realidad quería decir era que no recorrería todo el camino hasta el Segmentum Solar para pelear en una guerra que ellos mismo podían acabar de concentrarse un poco.

-La Montaña habla sabiamente-intervino Hantei señalando diferentes sectores del espacio con muy pocos planetas marcados-Existe un numero indeterminado de mundos colonizados por nuestros antepasados en tiempos antiguos que deben recuperarse para el Imperio.

No sabía si se trataba de un alago o no, así que en su lugar dirigí una pregunta a Hantei

- ¿Eso quiere decir que iréis a Charadon? Los Orkos siguen siendo Orkos.

Aacaba de asegurar que su legión sería capaz de aniquilarlos en el Segmentum Tempestus, ¿entonces por qué no hacerlo con los que tenía al lado de casa? Además, tenía entendido que Charadon era rico en recursos, por lo que tampoco sería un mal añadido al Imperio.

El holograma de Aegror lo muestra sentado en su cámara personal, en lo alto de su mundo colmena. Tras él se pueden ver multitud de pantallas. Todas ellas muestran el mismo mensaje: "en espera". Estuviese haciendo lo que estuviese haciendo, el primarca encuentra esta reunión más digna de su atención.

Los diminutos dispositivos de su máscara se ajustan y calibran constantemente. Los pequeños mecanismos, imperceptibles para un ojo humano, resultan obvios a los ojos de sus sobrehumanos hermanos. Aegror analiza constantemente la fisiología única de todos y cada uno de los primarcas. Uno de ellos ya está condenado a vivir encerrado en el sarcófago de un Dreadnought (si es que a eso se le puede llamar vida) y cualquiera de ellos puede sufrir heridas que necesiten intervenciones extremas. Después de todo, estamos en guerra.

Cuando habla su voz es relajada, como si estuviese discutiendo una tarea cotidiana, como la producción diaria de una fábrica o una cena con un noble comerciante.

Leucas, Eon, por favor... la galaxia está llena de planetas. Pensad en la cantidad de cosas que podemos encontrar. Como bien ha dicho Hantei, quedan miles de mundos que fueron colonizados, quizás todavía lo están. ¿De verdad queréis discutir por el primer planeta que encontráis? Apenas hemos empezado, imaginad lo que nos espera cuando el plan de nuestro padre esté en un estado más avanzado.

Por mi parte concuerdo con nuestro hermano Hantei, creo que somos perfectamente capaces de explorar, conquistar y cubrirnos las espaldas al mismo tiempo. Mi plan consiste en explorar el Última Segmentum buscando rastros de asentamientos, pero puedo hacerlo de manera que asegure los bordes del Segmentus Solar, y así facilitar su estabilización, fortaleciendo sus fronteras.

Y por supuesto, si cualquiera de vosotros necesita de mis apotecarios, sabéis que soy fácil de localizar.

—Yo no discuto —se defendió el Príncipe Corsario—. He expuesto mi objetivo, eso es todo. Aún espero que os pronunciéis sobre ello.

Su holograma fluctuó un poco. Perdió nitidez, aunque no tardó con recuperarla. Cuando volvió a ser completamente visible, Eon había recuperado su expresión arrogante.

—Tenía previsto enviar mis exploradores en dirección a Pacificus, hacia el Halo. Si consideráis oportuna mi intervención en esa esfera —señaló con la cabeza a Jrun—, mataré algunos pielesverdes por el camino. Si no... consecharé las joyas de Pacificus, con mi hermano el Dragón Esmeralda si así lo desea.

Radios observó a los presentes y, tal como era su costumbre se expresó rápida y concisamente - Las ordenes del emperador son claras, avanzar sobre los segmentos SOLAR y TEMPESTUS. Pacificación y Orkos. En mi caso, creo que optaré por la pacificación, después de todo, mis legiones ya están en el segmentum SOLAR -

Tras pensar un momento, dibujando el mapa del segmento en su cabeza, propuso - No tiene sentido que apuntemos a los mismos objetivos. Si nadie se opone dirigiré a los Corredores del Sol hacia Necromunda, así mi hermano - observó a Ark'Soul - puede ocuparse de Armageddon - dado por hecho que sus legiones eran capaces de conquistar el planeta

La respuesta de Nekriam fue más que suficiente. Tenía a sus tropas esparcidas por toda la galaxia y preparadas para asegurar una gran cantidad de mundos letales, realizó un ligero asentimiento a modo de respuesta ante su hermano Dreadnought.

Ark'sul se giró para mirar al Gran Blanco cuando pareció molesto por la selección de objetivos de Eon. Si quería molestarse con Eon tendría una larguísima lista de motivos, pero por un planeta no lo veía tan claro, a menos que fuera porqeu le recordaba a su mundo natal.

-Orkos -musitó ante la mención de los pieles verdes y un rictus de auténtico odio apareció en su rostro mientras apretaba su mano mecánica- esa lacra debe ser purgada hasta el último ser.

Pero como si hubiera sido un momento de ensoñación, la Araña de Marte como la llamaba Eon volvió a ser una persona algo distinta.

-No quiero la mosca más gorda, como bien dices, la tendrá el Emperador -usó las mismas palabras del pirata mientras sonreía- y alguien se tiene que asegurar de que tengáis lugares seguros a los que volver, si no os encontraríais entre varios frentes y no sería una experiencia agradable.

-El Segmentum Pacificus... -pensó detenidamente en las siguientes palabras que iba a decir- es el más desconocido de todos, creo que sería bueno que Eon disfrutara de la exploración por ese lugar -puntualizó ante las palabras de ambos hermanos- somos catorce y tenemos cinco segmentums, podríamos ir tres a cada uno de los exteriores y quedarnos dos para asegurar el Solar antes de ir a donde más falta hagamos. A su vez, puedo ofrecer algunas de mis tropas si algún lugar se os complica demasiado.

Inspiró profundamente antes de terminar.

-Yo me abstengo ante la disputa por ese planeta, podéis llegar a un trato o hacer una carrera. Eso es decisión vuestra siempre y cuando termine bajo el mando del Imperio.

Asintió ante las palabras de su hermano Radius.

-Me parece correcto, y como he expuesto, luego podríamos ir al lugar donde más falta hagamos.

Pacificación y orkos... la máscara de Aegror apenas puede disimular su risa. Siempre puedes contar con un soldado para lo resuma todo de la manera más simple. De acuerdo, yo elijo orkos.

A menos que Hantei desee hacerlo él mismo, en cuyo caso tendré que buscarme otra ocupación, dice tras una ligera reverencia a Hantei, como mandan las costumbres del dragón.

No pretendía acusarte de nada, Eon, pero ya que pides que nos pronunciemos, lo haré: Leucas, deja que Eon se encargue de Jrun. Te prometo que si encuentro un planeta acuático en Última lo dejaré para tí y tu legión, no tocaré ni una gota de agua a menos que tú me lo digas. ¿Nos parece aceptable?

Duncan sí se encontraba en Terra, a diferencia de otros de sus hermanos. Había acudido para interesarse por el estado de su padre, su padre verdadero, el de todos ellos a decir verdad... Aunque eran tan diferentes... Cualquiera habría dicho que provenían del mismo ser, pero claro, el Emperador de la Humanidad no era cualquier ser, y sus hijos no podían ser como cualquier hijo. Y aunque no había podido disfrutar de la compañía de su padre, sí había llegado a tiempo para ese Consejo, y poder saludar personalmente a los hermanos que también se encontraban allí. 

Acudió con su casi perenne sonrisa, enfundado en aquella armadura de un color que algunos asociaban al mar profundo, mientras otros a las nubes de tormenta más oscuras y cargadas de energía, con grabados que representaban su mundo y la unidad de sus tres continentes bajo un único manto. Abrazó a sus hermanos entre risas, al menos a aquellos que se dejaron, y se preparó para aquella reunión. Una reunión que pronto se puso algo más tensa de lo que debería. 

Durante los primeros momentos de la misma, Duncan solo escuchó, sonriendo y bebiendo. Por todas las estrellas, el ritmo al que vaciaba aquella copa, que no tardaba en volver a llenarse, era demencial. Cualquier humano normal habría muerto hacía ya varios minutos, e incluso puede que algún astartes hubiera tenido problemas para metabolizar tanto alcohol. Pero por lo que correspondía al Primarca, no parecía siquiera estar achispado. A diferencia de sus hermanos, al menos por lo que había podido ver, siempre dedicaba una sonrisa de agradecimiento y musitaba un quedo "gracias" a los sirvientes, aunque estos parecían tan aterrados que no estaba seguro de que repararan en ello.

Por supuesto, estaba haciendo más cosas que beber. El primer paso para ser un rey sabio, era escuchar. Argyle siempre lo decía, y desde luego tenía razón. Y por el momento estaba claro el conflicto, tanto Eon como Leucas parecían querer el mismo planeta, además de haber un desacuerdo sobre qué rumbo tomar en lo relativo a las siguientes acciones de la Gran Cruzada. Todos parecían querer ese o aquel mundo, estar centrados en un solo objetivo. No dudaba de que sus hermanos eran capaces de ver el Gran Escenario, pues eran hijos del Emperador al fin y al cabo. Pero a veces, y solo a veces, parecían haberlo olvidado. Haber olvidado el sentido, y que todos eran, a la postre, hermanos. Por eso, finalmente, intervino, dejando la copa con delicadeza en la mesa.

-Hermanos-dijo con una gran sonrisa-no creo que sea necesario pelear por ver quien se lleva la gloria de la conquista de un mundo. No me cabe duda de que habrá grandes hazañas que cantar y celebrar por parte de todos antes de que el sueño de nuestro querido padre se culmine-continuó. Puede que no fuera el más listo, el más alto o el más fuerte, pero que las Brumas se lo llevaran si no era el más simpático, o al menos, uno de los que más-la idea de repartirnos por igual entre los distintos sectores parece sensata. Recapitulando, creo que tanto Radios como Ark'Sul querían empezar por el sector Solar, ¿me equivoco, hermanos?-preguntó, guiñándoles un ojo aprovechando la cercanía que los hologramas no podían igualar.

-En ese caso, entre ellos dos sin duda podrían hacer un buen trabajo aquí. ¿No creéis?-dijo, con una pequeña risa alegre-Leucas, ¿cómo ves la solución de Aegror? No parece mal plan, aunque no asumiré tan rápido que es el agua lo que te interesa. Más allá de eso, Nicola, querido hermano. Si quieres ayuda para explorar y colonizar el Segmentum Pacíficus, estaré más que encantado de echarte una mano.