Partida Rol por web

Babaccar dio un par de vueltas sobre sí mismo mientras se lamía el hocico y observaba momentáneamente al asesino, calibrando sus palabras. Era evidente que era un oportunista, un busca-vidas que les traicionaría a la mínima oportunidad si creía que sería más ventajoso para su pellejo. No obstante, eso también les decía que, del mismo modo que les traicionaría a ellos también traicionaría a cualquier otro. Era una jugada peligrosa pero interesante.

- Ayúdanos a encontrar el epicentro de esta pesadilla y podrás marcharte.

Hizo una pausa mientras parecía distinguir entre un camino y otro.

- No te equivoques- añadió- nuestro grupo no da segundas oportunidades. Traiciónanos y será lo último que hagas. No me preocupa que exista un asesino más o menos en la ciudad y, cuando esto acabe, puedes continuar con tus negocios como lo hacías hasta ahora. Al fin y al cabo, si tú no lo haces, será otro el que lo haga, pero...esto... lo que está ocurriendo aquí, es una aberración que debe ser erradicada.

El brujo hizo caso omiso a las amenazas de Babaccar. Parecía más interesado en lo último que acababa de mencionar:

—¿Una aberración? Todos los que son como tú me han hablado de algo por el estilo. Creía que eran teorías paranoides acerca de una conspiración en el subsuelo de la ciudad. Sabía que la Inquisición y esos mocosos de la Universidad tramaban algo, pero no que estuviese relacionado. ¿Qué sabes tú?

- La inquisición está jugando con fuerzas que escapan a su conocimiento- insistió el druida viendo que captaba la atención del asesino- puede que, temporalmente, crean que lo controlan, pero es solo temporal. No puedes jugar con fuerzas que van más allá de lo humano y dominarlas impunemente para siempre. Y cuando esas fuerzas se liberen, no quedará nada ni nadie a salvo en varios kilómetros a la redonda... y eso si no deciden ir más allá de aplicar una venganza local. Debemos cortar esto de raíz, mientras siga existiendo alguna oportunidad para detenerlo. O eso, o darnos todos por muertos.

—Pareces bastante informado del asunto. Eso me gusta. Podría decirse que yo también coqueteo con asuntos que no son de este mundo, pero si he sobrevivido tantos amos es precisamente por leer hasta la letra pequeña y usar la cabeza y…

El brujo se detuvo porque Eduard había comenzado a gemir de dolor.

Eduard no tenía un buen aspecto. Su cuerpo se agitaba presa de fuertes espasmos, y no paraba de tembar.

—No. No puedo seguir, señor druida. Noto como mi mente se nubla y la bestia lucha por salir. La noche ya está bastante avanzada. Cada vez nos acercamos más al epicentro y siento que mis fuerzas comienzan a flaquear. Volveré por donde he venido, no os preocupéis por mí y continuad vuestro camino.

El grupo avanzó por las catacumbas siguiendo de cerca a la pareja de lobos, que los guiaba en medio de la oscuridad. Una de las bestias, sin embargo, se detuvo en mitad del camino. Temblaba y sufría violentos espasmos.

Magdala se avalanzó para abrazar al lobo y acariciarle la cabeza. Después de susurrarle algo para tranquilizarlo, parecía que iba a anunciar algo al resto. Apenas abrió la boca, Iacobus la interrumpió:

—Vuestro amigo el posadero no puede soportar más la corrupción. Acaba de expresar su deseo de regresar el solo sin interrumpir vuestra misión, quizá lo mejor es que hagáis lo que dice. Si pierde el control aquí dentro, podríamos pasarlo muy mal.

- Ve tranquilo, amigo mío- le bendijo el druida- bastante has hecho ya por nosotros. Si no fuera por ti estaríamos todavía preguntándonos qué está pasando y te estoy muy agradecido. Poneros a salvo tu hija y tú pero cuidaros, la inquisición todavía estará rondando por la posada. Buscad un refugio poco conocido. Nosotros trataremos de acabar con esto antes de que sea tarde.

Le Maison se sorprendió de la respuesta de Volk. Pensaba que las piedras eran unidireccionales, y que sólo Katarina podría sentirlo a él y no al revés. Un poco abochornado por no haber pensado que él pudiera de forma activa comunicarse con Katarina, se concentró en hacerse una imagen mental de Katarina, a la vez que apretaba con fuerza la piedra. Poco a poco comenzó, primero a notar ese magnetismo animal que desprendía la zarina que hacía erizarle el vello de la nuca y finalmente sin ningún género de dudas fue capaz de conectarse con ella y localizarla.

Notas un pulso lejano, latidos de un corazón que no es el tuyo. Sientes la preocupación y la urgencia que lo atribula. Si cierras los ojos, puedes intuir una silueta que avanza por pasillos aún más oscuros. Según recorréis las catacumbas, percibes que la presencia se detiene en una sala.

La percepción mágica de la piedra parece terminar ahí, pero la Diosa te permite abrir aún más los ojos: Katarina está reunida no muy lejos de vuestra posición, en una sala. No está sola. Parece acompañada por un grupo algo más pequeño que el vuestro.

El lobo más escuálido abandonó el grupo, perdiéndose entre los pasadizos de las catacumbas. Magdala estuvo a punto de acompañarle, pero una significativa mirada del animal bastó para que decidirla a mantenerse a salvo con el resto del grupo. La bestia se alejó cabizbaja. Solo escucharon un lastimero aullido después de unos interminables minutos.

Le Maison acariciaba un guijarro tallado con runas, con los ojos cerrados, mientras seguía los pasos de Babaccar. El brujo caminaba unos pasos más atrás, custodiado por Magdala, Arnault y Kaleb. Alek y Volk aprovechaban para ponerse al día en su idioma, tratando de mantener el buen humor a pesar de la situación. Tarannis, por su parte, iba olisqueando todo cuanto se encontraba. Ahora se mostraba alerta, como si supiese que había personas necesitadas de la ayuda de un portentoso mastín de tundra.

Por supuesto, no tardaron en perder la cuenta de cuántos pasadizos habían torcido ya. La última encrucijada que tomaron, no obstante, les llevó a una esquina ligeramente más iluminada que el resto. También oyeron voces. Si torcían a la izquierda se contrarían con otra sala circular y con algo de compañía.

Le Maison susurró al grupo -He notado que Katarina estaba reunida no muy lejos de nuestra posición, en una sala. No está sola. Parece acompañada por un grupo algo más pequeño que el nuestro, espero que sea el de las voces que estamos oyendo. Escuchemos a ver si oímos su voz.

Kaleb se mantuvo el resto de la conversación en silencio. Valdemar parecía ser un hombre muy razonable, empático se podría uno arriesgar a decir. Se mantenía cerca de él mientras caminaban.

-¿Cómo es que sabías que estaba corrupto?- preguntó el gnomo en voz baja mientras caminaban -Y me encantaría escuchar su historia, señor Valdemar, tal vez en otro momento en el que estemos en otras circunstancias...- dijo el gnomo realmente interesado ante la noción de un carpintero devenido en asesino a sueldo. Realmente estaban mal las cosas en Montnoir.

Cuando Le Maison llamó la atención del grupo para que atendieran a las voces que se encontraban cerca de ellos, Kaleb le hizo un gesto para que hiciera silencio, y otro para aclarar que iría él.

Adelantándose un momento, con el bastón-estoque en una mano y la otra lista para desenvainar su fina hoja de esgrima, se mantuvo atento a escuchar, pero también a no ser oído...

Babaccar se detuvo cuando escuchó las voces que llegaban del recodo. ¿Habrían llegado ya al escondrijo de la inquisición? Las orejas lupinas se movieron, tratando de captar algún detalle o retazo de conversación que le diera alguna pista de lo que ocurría en la lejanía mientras trataba de reducir el ruido provocado por la agitada respiración.

-¿Cómo es que sabías que estaba corrupto?- preguntó el gnomo en voz baja mientras caminaban -Y me encantaría escuchar su historia, señor Valdemar, tal vez en otro momento en el que estemos en otras circunstancias...-

—La licantropía no es ningún misterio para mí. Ya he tratado con Señores de las alimañas antes, aunque ninguno tan formidable como vuestro compañero de delante. La mayoría no soporta la corrupción que se concentra en las catacumbas estos meses —respondió.

El viejo se detuvo cuando escucharon las voces.

—Vaya, sí que están concurridas las catacumbas esta noche.

Escucháis una voz femenina que destaca entre el resto por su acento rhusiyano. Parece estar discutiendo con un hombre del sur y con alguien con voz grave y rocosa, como la de un enano o un mediano. De pronto, se hace el silencio. Pensáis que quizá os hayan oído y se estén acercando. Finalmente, una voz amortiguada por una máscara entona una enrevesada frase a modo de despedida y los susurros continúan.

-¿A qué os referís? - Preguntó el joven Arnault al viejo que ahora les acompañaba en el recorrido por las catacumbas. -No es algo que él pueda hacer por si mismo, es debido a una contaminación del entorno... ¿Eso queréis decir? ¿Cómo podría... volver a su estado normal?

A Arnault le interesaba mucho todo aquello. Hubiera preferido encontrar las respuestas de otro modo y clavar su espada en la garganta de aquel charlatán, pero no le quedaba otro remedio. Sin embargo algo pareció alterar al grupo. Unas voces delataban la presencia de alguien más adelante. Arnault se puso en alerta, dispuesto para afrontar otra amenaza.

—¡Alto! ¿Quién va?— rugió una voz grave —No estamos para jueguecitos.

Una figura achatada avanzó hasta el pasillo en el que se encontraba el grupo, tratando de escuchar. Cuando le vieron, se preguntaron cómo había sido capaz de moverse sin hacer ni un solo ruido con todo el metal que llevaba encima. Se trataba de un mediano. Amigos de las fiestas y de la vida sencilla, viejos parientes de los humanos. Este, sin embargo, era tan ceñudo como un enano. Unas espesas patillas rubias sobresalían de su casco, que hacía juego con su pequeña armadura improvisada. En cuanto se dio de bruces con Kaleb, desenvainó su espada.

—¡¿Pero de dónde salís vosotros?! —exclamó, apuntando con su espada a Kaleb y a Babaccar— Este no es lugar para excursiones, ¡ni mucho menos para pasear al perro!

¿Qué hay aquí que no es lo que parece?

A pesar de haber oído tres voces discutiendo entre ellas, te parece oír unos gruñidos procedentes de una cuarta persona y desde el suelo. Parece bastante dolorida. Además, la voz del "sureño", uno de los tres que discutían de pie, te resulta bastante familiar.

¿Qué ha pasado recientemente aquí?

Estaban reunidos o esperando, como parece indicar el que estuviesen en un lugar como este. Además, que haya una cuarta persona gimiendo en el suelo puede indicar que han atacado a alguien y tratan de decidir qué hacer.

¿Quién manda aquí realmente?

Parece que Katarina lleva el mando. El mediano (la voz grave) parece ir bastante por libre. El "sureño", por su parte, parece bastante indeciso pero sigue a los demás. El hombre que está tirado en el suelo está probablemente malherido y amordazado, por lo que es evidente que se trata de alguna clase de enemigo del trío.