Partida Rol por web

Eduard parecía tan contrariado como su hija. No le quitaba los ojos de encima al presunto brujo Iacobus, tan furioso como confuso.

—Ese hombre… Y pensar que era vecino nuestro. Menuda vergüenza, por los dioses. 

Sin embargo, cuando escuchó el comentario de Alek, giró la cabeza y asintió:

—En efecto. No lo había pensado, pero Mac Barbabrandy es un tipo realmente duro. Llevar a este criminal a su taberna podría ser una buena idea, la verdad. Hay pocos enanos en Montnoir, pero ese no se anda con chiquitas.

- Me preocupa el tiempo que perdamos en todo este asunto- rugió Babaccar- Si queremos acabar pronto con toda esta historia debemos ir al corazón del problema. No podemos ir escoltando y encerrando a todos aquellos con los que nos crucemos. Todavía podemos tener cierta ventaja pero, como veis, cada vez somos más conocidos en la ciudad. Cuanto más tardemos, más preparados estarán para cuando lleguemos y quizá entonces sea tarde.

—Mmm. Creo que tiene razón, maestro Babaccar. Quizá lo mejor sea zanjar este asunto cuanto antes. Además, es posible que un criminal como él conozca las catacumbas. ¡Si sumamos su experiencia a nuestros olfatos quizá demos con la fuente de todo el problema!

—¿Marcel? —preguntó el anciano, aparentemente ajeno a la discusión sobre su futuro inmediato— Podéis encontrar ese mocoso en la universidad. Tanto encima como debajo, si entendéis por dónde voy. No sé qué están tramando pero me huelo que es contra el patricio. A mí me da igual quién gobierne mientras pueda seguir pagando las facturas, jejeje. Además, el actual es un soso. Sus antecesores contrataban mis servicios mucho más a menudo. Laforet solo se junta con ese muermo de sociedad secreta, ¡psé!

Kaleb pareció percatarse recién en ese momento que esa mujer estaba con ellos. La había notado apenas habían llegado, pero luego, entre la adrenalina de capturar al viejo y tener que interrogarlo, se olvidó de ella.

El gnomo miró a Arnault, y luego volvió al viejo.

-Ya vuelvo- le dijo, acercándose al muchacho, a quien alejó un poco... tanto del zapatero como de la muchacha.

-¿La conoces? ¿Quién es para que deposites tanta confianza en ella?- preguntó en susurros, mientras miraba al viejo, a la muchacha, al lobo, al perro y a cada uno de los presentes.

Si no fuera una situación tan extrema, era digna de ser pintada como esas extrañas conjunciones de situaciones en donde la realidad parece fundirse en otra más extravagante.

A Le Maison toda la situación le parecía un disparate. ¿Atrapaban a un asesino y ahora las autoridades estaban conchabadas con él? - No podemos dejar a un asesino suelto. Veamos qué nos puede decir el Patricio.

Mientras decía todo esto frotaba de manera inconsciente la piedra tallada que le había entregado anteriormente Katarina, hasta que la sacó del bolsillo y le prestó toda su atención, pensando a ver cómo funcionará ese hechizo de empatía que tenía colocada esta piedra.
 

-Es largo de explicar...- respondió Arnault recordando la situación extrambotica de cómo había conocido a Magdala. -Pero debéis confiar en ella, su causa es buena. Además es la hija del nuevo amigo de Babbacar. - Añadió con una media sonrisa y cierta sorna señalando al lobo de menor tamaño. 

Magdala frunció el ceño y se cruzó de brazos. Todavía mantenía su fiel sartén asida con fuerza, por si las moscas. No parecía gran cosa a simple vista, pero con aquella mirada encendida podía hacer que hasta el cliente más atrevido se lo pensase dos veces antes de marcharse sin pagar.

—Podría haceros la misma pregunta, maese gnomo. ¿Por qué deberíamos fiarnos de vosotros? Que un caballero del Santo Pendiente, un gnomo con pintas y un ladronzuelo salgan de la nada para apresar a un brujo no es algo demasiado normal que digamos, vaya.
»No conozco al patricio, pero si Arnault tiene razón y es de fiar, no pondré ninguna pega.

El gnomo abrió los ojos grande.

-¿Babbacar?- preguntó mirando al lobo -¿Eres tú?-

Pero la voz de la muchacha le aguó el humor.

-¿No me conoces? ¿Dónde viviste el último tiempo?- le preguntó con seriedad y acercándose a ella, a medida que su rostro se iba volviendo más amable -Mi nombre es Kaleb "El Grande", o "El Cronista", o muchos otros apodos que me he ido ganando a lo largo de mi vida- hizo una leve reverencia sacándose el sombrero -Disculpe mis malos modales, como bien dice, la situación es suficientemente extraña como para olvidarse uno de la cortesía básica- miró a Arnauld, de espaldas a Magdala, y le guiñó un ojo al muchacho con una sonrisa, para luego mirar a la muchacha -Dime, ¿quién eres tu?-

Tal vez algo había oído de ella sin saberlo, o tal vez no la recordaba, y la había conocido en circunstancias que ahora no se podrían relatar...

—Mi nombre es Magdala —contestó en un tono más relajado—. Yo y mi padre, Eduard de los montes, regantamos… Regentábamos la posada El roble y el arbusto. Y espero que sepas perdonar mi ignorancia, pero el trabajo me impide sacar tiempo para leer o asistir a recitales. Pero ya le dedicaremos más tiempo a las presentaciones. ¡La inquisición puede aparecer en cualquier momento y tenemos que hacer algo con este asesino!

Kaleb sacudió las manos como restándole importancia.

-Tienes razón, tienes razón- dijo volviendo a acercarse a Le Maison y el zapatero asesino -¿A nadie se le ocurre otro lugar? ¿La Marquesa?- dijo mirando al asesino para ver su reacción -Porque ya vimos que el Patricio también está complicado, y tendríamos que ver cómo hacerle llegar "el paquete"-

Babaccar asintió con un pequeño gruñido a la pregunta de Kaleb. Tenía claro lo que él creía que debían hacer pero no sabía cómo transmitirlo más allá de a su compañero lupino.

Cuando todavía las discusiones continuaban, Babaccar se acercó hacia la zona interior de la mazmorra, aullando levemente a su interior y avanzando unos pequeños pasos, gruñendo hacia el vacío.

—¿Babaccar? ¿Cómo es posible? 

El ladrón se encontraba atónito, pero trató mantener su sorpresa al margen para centrarse en el problema más inmediato. Además, no era la primera vez que veía a un druida adoptar una forma animal.

—La marquesa… No sabría decir si está de nuestra parte, pero es evidente que está muy a favor de lo que la inquisición y esos cultistas están haciendo aquí abajo. Los he visto hablar entre ellos, pero la tensión entre ambos bandos era más que evidente. De todas formas, tampoco sé que pensar. Lenguaraz no se fía de ella.

El anciano refunfuñó mientras hacía caso omiso a la mención de la marquesa. Los nobles solo le interesaban como fuente de dinero, y resultaba más rentable fijarse en aquellos aristócratas y burgueses que viviesen en la ciudad. Tener que viajar para desempeñar el humilde oficio de la carnicería era una insensatez.

—Llevadme con quién queráis, pero hacedlo de una vez. Además, parece que uno de vuestros lobos tiene prisa por marcharse —dijo mientras señalaba con la cabeza a Babaccar—. Nunca he estado en un interrogatorio de los inquisidores, pero seguro que van antes al grano.

Kaleb se sacó el sombrero un momento, y con un pañuelo que llevaba en su chaleco se secó la transpiración que tenía en la frente. Aprovechó ese momento para pensar, y se colocó de nuevo el sombrero mirando al lobo que aparentemente era Babaccar.

-Podemos seguir conversando mientras caminamos, ¿estamos de acuerdo?- dijo el gnomo mirando luego a todos -Parece que Babaccar quiere llevarnos por allí... ¿alguien desconfiaría de un lobo negro?- y sonrió.

Le palmeó el costado a Volk.

-Así que la escuchaste hablar a la marquesa... ya veo- dijo guiñándole un ojo -De todas formas, eso que dices es interesante, ya que me imaginaba otra cosa- y directamente lo contrario -Parece que estamos cortos de aliados, y eso nunca es una buena opción...-

Había comenzado a caminar en dirección hacia donde el lobo negro estaba, y se detuvo mirando a los demás con un brillo en los ojos.

-Momento, podemos contactarnos con Katarina... ella seguramente tenga un lugar y es de fiar- dijo el gnomo rememorando viejas culpas y antiguos placeres al mismo tiempo.

En todo momento, Kaleb ignoró el comentario del zapatero. Tenía mil y una respuestas mordaces para hacerle, pero no era ni el lugar ni el tiempo para hacerlo.

-Bien pues- concluyó el caballero. -Sigamos al lobo a ver dónde nos lleva. Por mi parte creo que he llevado un mensaje a Katarina, a ver si aparece también por aquí y nos ayuda con el embrollo. Cuando tengamos algo más de tiempo ya nos explicaréis la historia de Babacar y el lobo, y de esta jovencita. Y hablando de animales, nosotros también teníamos una serpiente parlante hasta hace unos segundos, ahora no sé dónde está. teminó Le Maison mientras buscaba a la serpiente que les había permitido cambiar de plano.

El olor de la carne corrupta te llega de forma tan clara como los aullidos de desesperación. Tus agudos sentidos te permiten percibir el camino a través de la roca, pero todavía no eres capaz de discernir un mapa claro de las catacumbas. Las pasillos tienen cientos de bifurcaciones, y no todas desembocan en una sala o en otra maraña de pasadizos.

Por suerte, parece que logras mantener un rumbo fijo gracias a algunas indicaciones que escuchas en tu cabeza. Cuando volteas la cabeza para descubrir de dónde vienen, te topas con la intensa mirada de Iacobus. Quizá trata de comunicarse contigo o tal vez solo sienta curiosidad por tu nueva forma.

—¿Así que tú también eres un Señor de las Alimañas, eh? —la voz del brujo resonó alta y clara en la mente de Babaccar— He conocido a otros como tú. Pobres diablos. Escucha, tú pareces algo más razonable que tus compañeros. Yo podría guiaros a través de las catacumbas. A cambio solo os pido que me dejéis en libertad, sin trucos. Sé que puede parecer difícil fiarse de mi palabra, pero veo que tu olfato ya ha encontrado el rastro, así que sabrás de inmediato cuándo te doy una mala dirección, ¿verdad?

El grupo comenzó a seguir los pasos de Babaccar a través de los pasillos. Alek y Magdala parloteaban entre sí, cuchicheando, probablemente compartiendo impresiones de los recién llegados.

—Ah, yo tengo una igual —explicó Volk al ver la piedra de Le Maison—. A mí también me la dio Katarina. Parece ser que están conectadas, pues cuando noté que una sensación de angustia vibrando desde su superficie pensé que se trataba de ella. En cambio, os encontré a vosotros dos. ¿Curioso, eh?

-Momento, podemos contactarnos con Katarina... ella seguramente tenga un lugar y es de fiar- dijo el gnomo rememorando viejas culpas y antiguos placeres al mismo tiempo.

—No es una mala idea en absoluto. De hecho, es posible que esté cerca. Quizá debas probar a contactar con ella, Le Maison*.