Partida Rol por web

-Maldicion-susurré por la desesperación y la ira, a ese idiota le salía todo genial y a mi me sale mal, esto me esta jodiendo la vida, y creó que es hora de que esta suerte se le vaya acabando al muy idiota de Wilde, es hora de maquinar la estrategia, eso pensé en aquel momento y solamente con mi brillante inteligencia y el mismo momento adecuado podré llevar a cabo mi objetivo y al parecer este es mi día.

Savannah por un lado estaba completamente inadvertida, pues sus esfuerzos resultaban de la mejor manera posible, al punto que nadie se molestó en llamar su atención ni nada, pues estaba haciendo un muy buen trabajo y ningún de sus compañeros desconfiaba de ella. El resto del equipo estaba afinando los detalles para terminar su día.

Jacob completó la manera de la cual podría acoplar los sistemas que había creado durante el fin de semana, pero tras compararlo con la actualidad, se dio cuenta que todo lo que había hecho Alejandro hoy había estado mal, al punto de que si hoy terminaban todo lo que habían hecho y lo enviaban, generaría un tremendo atraso con todos los programas y avances en la tecnología que estaban planeando usar.

Alejandro mientras logró, finalmente tras dar unas vueltas y revisar la información colectiva la forma de la cuál sabotear los trabajos de Jacob de tal forma que pasaría completamente desapercibido, pues notó que en varias partes de sus trabajos dejaba cabos sueltos, detalles ínfimos pero muy importantes, de los cuales él podría sacar ventaja.

Mi trabajo había terminado, sin embargo, no quería que Alejandro enviara toda esa porquería que había hecho, si lo hacía, todo se retrasaría meses, fruncí el gesto ligeramente disgustado, no sabía si debía entrometerme, ya se había molestado una vez antes por haber tomado su idea y trabajar en ella, por muy efectivo que hubiese sido el resultado final, pero mi lado perfeccionista quería que todo quedara perfecto, no sabía que hacer, tenía un pequeño gran dilema interno, afortunadamente aún quedaba algo de tiempo, pero...

La Doctora Moore habia estado muy ocupada con el ordenador, no habia parado con los calculos y esperaba que estuvieran listos para inpresionar a los jefes, quizas podria aspirar a un aumento.

Mientras salia de su silla en su escritorio para buscar una caja de twinkis para acompañar su cafe criollo de mexico no pudo evitar ver a su colega Jacob Wilde mortificado por algo, se acerco a el y mientras comia un pastelito con cualidades indestructibles preguntó:

-¿Que ocurre Señor Wilde? Parece que los no-muertos te robaron el alma.

la voz de Savanna me sacó de mis cabilaciones, me giré en la silla de oficina en torno a su dirección mientras la observaba con el ceño fruncido mientras degustaba aquel pequeño pastelillo, al parecer ella ya había terminado también su parte del trabajo -es sobre los resultados del trabajo de Lindmark... no se si sea prudente enviarlos, necesitan mucho trabajo aún y si se entregan así retrasarían meses los resultados... pero no se si deba ser yo quien intervenga, recuerdas como se puso la última vez?- le confesé mi preocupación, tal vez si fuese ella quien "sugiriera" el trabajo en equipo... el interés de Lindmark sobre ella no me había pasado inadvertido, a veces las personas eran bastante predecibles, y debía admitir que Savanna era muy atractiva.

Savannah ladeo la cabeza de lado al escuchar las peripecias de su colega, luego cuando escuchó la maquinación de presionar al hombre en base a su encanto femenino solo bebio de su cafe. Termino el pastelillo y musitó:

-Ire ha hablar con el entonces, por ahora no envies esos datos erroneos.

Dicho esto fue hacia donde estaba Lindmark y le dijó:

-Buenas tardes Señor Lindmark, ¿puedo saber que pretende al sabotear los datos de nuestro colega Wilde?

Saco otro pastelito y lo desenvolvió, mientras comia ella continuó:

-Yo le agradeceria que nos ayudara con esto, por lo menos esta vez. Quien sabe, tal vez podria pensar mejor de usted.

Despues de decir estas palabras Savannah hizo algo que le costaba mucho hacer: regalarle al hombre una pequeña mueca que intentaba ser una sonrisa, gesto que solo pudo hacer por menos de un segundo para despues regresar a su cara fria y apatica de costumbre.

La leve sonrisa de Savannah le pilló un poco con el pie cambiado. No se la esperaba, aunque la agradeció. También lo que dijo le dejó un momento sin saber que decir. Su forma de actuar siempre tendía a la sutileza y la discreción y por lo que había oído, quizás habían descubierto sus maniobras para enfangar el trabajo de Wilde.

Aún así, ambas sensaciones duraron un segundo. Su mente reaccionó con presteza:

- Somos un equipo y estamos juntos en esto. En ningún momento he pretendido sabotear el trabajo de nadie y por supuesto, será un placer colaborar en que el trabajo salga adelante lo mejor posible -dijo con una buena dosis de cinismo- Será bueno para todos nosotros. Siento que no tenga muy buena opinión de mí, pero en un momento dado, eso puede llegar a darme igual. Estoy aquí para trabajar y las opiniones personales las aparco por lo menos hasta la hora de salir de aquí.

Entiendo que es mucho mejor que nos llevemos bien para la buena marcha del proyecto e intentaré que sea así, aunque no puedo meterme en su cabeza para cambiar esa opinión.

No lo iba a reconocer, pero su mente ahora era un pequeño batiburrillo donde se mezclaban las ideas sobre el proyecto y las armas a desarrollar, la historia esa sobre la concentración y el sacred gear ese que le estaban intentando hacer sacar de la nada, los ángeles, los demonios... ¡¡Uff!! ¿Para qué le venían a un científico con esas historias? Y sin embargo aquella otra mujer lo había conseguido delante suyo: ¿Qué pintaba él, un científico con un espadón luminoso en la mano?

Sacudió su cabeza levemente como para intentar apartar todas esas ideas de su cabeza y centrarse en la parte del proyecto que le competía. Al fin y al cabo, aún estaba delante de Savannah y aún no sabía muy bien como casaba una parte de la historia con otra... Aunque seguro que alguien -aún no sabía quién- le pondría al cabo de la cuestión en algún momento, pues por lo visto él era una de aquellas personas que tenían posibilidad de combinar aquellas armas "mortales" con ese mundo "inmortal" del que apenas le habían enseñado una pequeña parte por la rendija de una puerta que entreabrió Collins.

En poco tiempo observé a Savanna utilizar sus "encantos femeninos" para intentar convencer a Alejandro de que cooperara... ¿Aquello había sido una sonrisa? bueno, tal vez un intento de... me sentí un poco culpable de tener que recurrir a ese tipo de artimañas, pero, en lo que respectaba al trabajo era alguien muy perfeccionista, así que utilizaría todos los recursos a mi disposición para conseguir que los demás tuvieran un buen desempeño, o al menos que no entorpecieran el mío, aunque en realidad, no estaba seguro de la respuesta que escuché de Alejandro, pero parecía que al menos esta vez mejoraría lo que había hecho, o eso esperaba al menos, cuando terminaron su conversación, me acerqué a Savanna discretamente -te debo una, si gustas te invitaré un café en el lugar que prefieras, a modo de agradecimiento- le dije aún con el mismo tono cordial, casi inexpresivo, aunque el sentimiento era sincero, no me gustaba usar a otros para resolver mis problemas, pero cuando lo hacía prefería que al menos recibieran algo a cambio

Todos comenzaron a trabajar en conjunto, a lo cual se añadió Manson, Hunter y su jefa. Trabajaron cerca de un par de horas hasta lograr arreglar todo de la forma que esperaban. Los problemas que había causado Alejandro se habían arreglado en parte.  Alejandro uso sus movimientos sin que nadie lo notara para asegurarse de sabotear el trabajo de Jacob, pero lo hizo de una forma tan excelente, que probablemente nadie lo notaría en al menos un par de días. Pasado un par de horas en la cual ya iba a ser media tarde, volvió a aparecer Robert Galilei, esta vez acompañado por un grupo de soldados. Entró y mirándolos, dijo;

-Señorita Haley…alguien ha ingresado a los registros más secretos de nuestras operaciones. Debo decir que hay alguien aquí que realmente no debería estar aquí, si no que en un lugar peor.  Tráiganlo. –Dijo, con muchísima seriedad.

Todos quedaron helados. ¿Qué estaba pasando, de quién estaba hablando? Los guardas se acercaron hasta ustedes…y agarraron a Alejandro. El hizo un gesto y lo tomaron, preparándose para llevárselo.

-¡Eh! ¡Esperen! ¿Qué ocurre aquí? ¡Suéltenme, maldita sea!

Alejandro intentó zafarse sin éxito de los corpulentos soldados que le sostenían casi en volandas sujeto por las axilas. Buscó una explicación en los ojos de Savannah o en los del recién llegado Galilei. Quizás había estado jugando a un juego en exceso peligroso para un científico, aunque en todo caso, así agarrado, poco más que protestar iba a poder hacer.

La doctora Moore esperaba que el Dortor Linkmark recapacitara con su conducta egocentrica ya que eso podria joderle el trabajo a todos. Luego de trabajar por rato paso algo intenso, llegó el pez gordo con un aterradora escolta militar, no sabia que estaba pasando pero no seria nada bueno.

Y así fue, los militares se llevaban a Linkmark por alguna razón. Savannah intento acercarse a la conmoción y le preguntó a su colega:

-Doctor Linkmark, ¿que fue lo hiciste? ¿No tiene que ver con lo que me dijo el Doctor Wilde?

raro, al parecer todo estaba marchando bien otra vez, pero en un momento llegó el jefe con una acusación bastante seria, acomodé mis lentes por mero nerviosismo esperando saber de que iba todo, y no tardó mucho en hacernos saber que nuestro colega Lindmark se estaba metiendo en asuntos que no debía sin demasiado cuidado... entonces... cuando comenzaron a llevarselo no pude evitar sonreír, "un estorbo menos" pensé para mis adentros al recordar la pésima calidad de su trabajo, aunque, una parte de mi también estaba preocupada, que pasaría si nos pillaban a nosotros?

-¿De qué registros secretos me habla? -dijo Alejandro con evidentes signos de enojo- Yo solo puedo entrar a la información que me está permitido acceder y todo ello útil para mi trabajo ¡No necesito entrar en sus "registros secretos"! -y dijo estas últimas palabras mirando a Galilei y con evidente rechufla-.

Escuche Srta. Moore, no sé lo que le diría Wilde, pero yo NO he tocado nada que no necesite para mi trabajo -mintió consciente de que su única salida era la huida hacia delante- ¡Esto me pasa por trabajar con militares-cabeza-de-ladrillo... ¿Pueden decir a estos energúmenos que hagan el favor de soltarme?

En aquella situación, no podía apocarse y tenía que dar una sensación de autocontrol lo mayor posible. O al menos eso era lo que pensaba que debía hacer si quería salir bien parado de aquella situación.

Robert miró a Alejandro, y luego a Haley, que por primera vez mostraba gran sorpresa, dijo;

-Él ha ingresado a todos los archivos privados de nuestra organización, y hay un registro de ello en nuestros informes. Nos lo llevaremos. –Dijo, para luego mirar a Alejandro a los ojos, y con una dura mirada le dijo- Eres un maldito traidor. Confiamos en ti, averiguaremos que estas tramando. –Dijo, mirándolo directamente a los ojos.

Haley negó en vano lo que sucedía, y haciendo un gesto, se llevaron a Alejandro lejos de allí, por más pelea que intentaba hacer. El resto miro a Haley, quien aclaró la garganta y dijo;

-Este tipo de cosas va directamente contra el silencio investigativo, y debido a eso, los militares averiguaran si efectivamente se trata de un espía o no, y en base a eso se ejercerán las medidas disciplinarias necesarias. –Dijo, para luego mirarlos y hacerles un gesto- Sigan trabajando, aún quedan un par de horas antes que termine la jornada laboral. Mañana traerán las espadas, por lo que deben concentrarse en avanzar lo más posible hoy. –

Dijo, mientras volvía al trabajo. A todos les dejo un sabor amargo en la boca…se lo habían llevado, y Jacob, Savannah y Mason sabían que le harían, o que le podrían llegar a hacer. Para ellos, en una parte de su mente pensaban que quizás jamás volvieran a ver a Alejandro de nuevo. Uno de los militares que venía con ellos, se llevó el computador de Alejandro, el cuál sería examinado.

Te tomaron el brazo, llevándote por el lugar, bajando un par de pisos, hasta llevarte a un lugar en el cuál había muchas habitaciones blancas vacías. Allí, al abrir una, viste una silla pegada al piso de acero, con grandes grilletes. La puerta que protegía esta habitación era de un grosor sorprendente, obviamente para que nadie o nada escapara. Te sentaron en una silla, y la cerraron completamente, de pies y manos, y luego te dejaron ahí, cerrando la puerta. Viste un espejo al otro lado, seguramente ahora mismo te estarían observando. Estuviste un par de minutos allí, a la espera, preguntándote que hacer. Entonces, la puerta se abrió, y Elena entró a la habitación. No se le veía para nada contenta.

-¡No! ¡No! ¡Escuchen! ¡Aquí hay algún error! ¡Yo no he venido aquí a putear a nadie!...

Mis quejas, cada vez sonaban más lejanas mientras me alejaban por el pasillo y aunque intentaba que al menos aquellos mastuerzos me dejaran caminar normalmente, lo cierto es que mas bien trastabillaba en volandas entre aquellos dos especie de armarios roperos.
Dejé de protestar ¿Para qué? Estaba claro que no me iban a hacer ni puñetero caso. Y menos aquellos dos cerebro-de-nuez.

Me sentaron en una silla sin ninguna delicadeza ¡¡Uff!! vaya golpe en la rabadilla.
Aquel lugar era aséptico como un quirófano: Limpio. Sin más muebles que mi silla ni más adornos que unas cadenas que me colocaron por cortesía de la casa.
En el poco tiempo que estuve solo, pensé que me iban a dar una buena ensalada de ostias... No estoy muy habituado al dolor, no sé si lo aguantaré...

Y en eso, apareció por la puerta Elena Collins. Y tenía cara de cabreo. Lo cual era normal en el supuesto que yo fuera un saboteador, claro.

Bueno... Al menos las ostias no serán tan fuertes como si me las diera alguno de los cerebros-de-nuez -pensé-.

una evidente sonrisa se marcó en mi rostro mientras observaba a Alejandro ser retirado del lugar por los militares, un estorbo menos, ahora tal vez podría arreglar todos los desastres que había hecho sin tener que preocuparme por desatar un polvorín innecesariamente, asentí ante las órdenes de la señorita Broox la cual parecía tan sorprendida como el resto de nosotros por el hecho de haber sido traicionada, tal vez le preguntaría después como salió todo, si lo escuchaba directamente de ella no tendría que hurgar como lo hizo el idiota de Lindmark, sin embargo decidí hacer de momento lo que se nos había ordenado, revisar nuevamente las "correcciones" que se supone había hecho Alejandro a su trabajo esperando no encontrar las cosas peor de como las había hecho en un principio el gran imbécil

Savannah veía con indiferencia como se llevaba a Alejandro Lindmark con destino misterioso pero siniestro. A pesar de su fría reacción ella sentía el miedo que imponía aquella muestra de poder, no quería saber que pasaría si traicionaba a sus jefes.

Una vez que medio paso el momento de estrés tocaba volver al trabajo, la doctora Moore iba ver la armadura para seguir estudiandola, luego se detuvo y pensó que tal vez después, no quería que pensarán que ella fuera otra espía.

Rápidamente regreso a su escritorio y se dedicó a redactar un informe sobre los sistemas de blindaje. Era lo mínimo que podía hacer ya que el susto y lo acontecido habían consumido mucho del día.