Partida Rol por web

Habían pasado un par de días de tu asesinato. Tenías miedo…sabías que la policía no tardaría en darse cuenta que tu aún vivías con tu madre, que no había otra persona posible de haberla asesinado sin forzarla… no pasaría una semana y tu caerías en la cárcel. Eras la única persona de la cual se podía esperar aquél asesinato, y lo sabías. A pesar de lo que había pasado, ahora estabas allí, dos días después, en un bar de mala muerte, buscando tu mejor víctima. Era un lugar apartado, que a nadie le iba a importar. Una discoteca bar con el mismo cuchillo con el que asesinaste a tu madre, muy escondido entre tus ropas. Aquí nadie revisaba nada. Se notaba que en el lugar se vendía gran cantidad de drogas, además de que se veía gente armada y peligrosa, aun así, el lugar estaba lleno de probablemente gente a quién nadie le podría importar menos. Ladrones, asesinos, narcotraficantes, prostitutas…en ese lugar podrías encontrar lo que querías, ahora solo te hacía falta encontrar a una víctima…

"Muerte, sangre... Dolor. Sí, esas cosas son las que me mueven, pero... ¿Sabes por qué? ¡Ja! Nadie lo sabe... Tal vez sea porque me producen placer..."- Alexander hablaba consigo mismo como si hubiese alguien más en su mente. Simulaba conversaciones sin saber por qué. Le entretenía. Estaba caminando por la calle y miró hacia una discoteca. Era de noche, seguramente nadie se dea cuenta, ¿no? Sabía que le iban a pillar tarde o temprano y había que aprovechar cada segundo para divertirse así que decidió entrar en aquel lugar. No le revisaron, seguramente porque había una gran cantidad de gente que vendía droga o pertenecía a algún tipo de mafia o secta. Sí, es lo más lógico. Eso o el guarda es un poco... Inútil.

Miró a las personas que había allí, chicas, chicos... Todos son posibles víctimas. Para cometer un asesinato en un lugar donde hay tanta gente debía pensarlo bastante. Buscar cómo sacar a la víctima de su elección del campo de visión de toda la gente y la respuesta eran los baños. Sí, un método algo tradicional. Seducir a una de las personas y llevarla a ese lugar para, supuestamente, follar. Había mucha gente deseosa y seguramente aceptarían a pesar de no conocerse de nada. Alexander se internó entre toda la gente y comenzó a bailar con cuidado de que nadie viese el cuchillo que tenía en un bolsillo del interior de su chaqueta. Vio a varias chicas bastante... interesantes. También algún que otro chico. Seguramente ellas sean más fáciles.

Se podía deducir sus profesiones fácilmente por la ropa, actitud, si estaban sólos o no... Eso en algunos casos, en otros era más complicado. Muchas de las mujeres iban demasiado ligeritas de ropa, shorts, escotes exagerados, sujetadores con push-up, maquillaje sumamente llamativo. Daba la impresión de que trabajaban con su cuerpo. Esas no le interesaban. Las fáciles son eso, demasiado fáciles. Quería algo complicado. Algo que, una vez conseguido, le llenase totalmente, así que siguió buscando...

Comenzaste a caminar por el lugar, cuando dos tipos te detuvieron. Uno llevaba una metralleta pequeña y el otro una pistola. Eran los únicos que andaban bien ‘’arreglados’’. Supiste inmediatamente que debían de ser los ‘’guardias’’ de la discoteca. Te agarraron del hombro y te dijeron;

-Tienes que venir con nosotros, el jefe te está buscando. –

Dijeron, mirándote intimidatoriamente. Se notaba que eran tipos peligrosos, y no tenían ningún problema con andar con el arma lista como si nada.

No tardó en acercarse un par de... ¿Guardias? ¿Matones? No es fácil saber qué eran pues parecía que llevaban armas. Alexander se sintió un poco incómodo ante la presencia de estos hombres y les miró con una mueca de desagrado.- ¿Jefe? ¿Quién es vuestro jefe?- Preguntó con un tono desinteresado. En verdad poco le importaba lo que quería, él simplemente quería alimentar su locura con la sangre de gente inocente, ¿es tanto pedir?

-No me gusta como me miráis.- Dijo en un tono molesto, permaneciendo quieto y mirando fijamente a estas personas. No le gustaba que le diesen órdenes y menos de una manera tan... Cómo decirlo... Desagradable. No tenía escapatoria y no parecía que fuesen a dejarle salir de allí. Es decir, no con vida o sin ver a su jefe primero.- Maldita sea, de acuerdo, pero que sea rápido...- Dijo como quien tiene que hacer cosas importantes, lo cual no era así. O al menos no era algo que tuviese que hacer en el momento o no podría hacerlo más tarde. Alexander permaneció quieto en el sieto esperando a ser llevado ante la persona que quería verle.

Los tipos sonrieron y te comenzaron a llevar entre los dos a través del lugar, ignorando tus preguntas. La gente se movía de tu lado mientras iban avanzando a través del lugar. Subieron por las escaleras del segundo piso, y viste un pequeño ‘’sector vip, donde había varios de estos guaridas, algunos con pistolas y un pequeño grupo con metralletas. Ahí había una mesa donde un hombre de cabello rucio, unas cicatrices en el ojo derecho y de aspecto duro estaba sentando. Al frente de él había una silla, donde los tipos te dejaron, y terminaste frente a frente al tipo, mientras este te observaba con una sonrisa, debía tener cerca de 25 años. Te miró y te dijo;

-Mira lo que tenemos aquí. ¿Cómo te llamas, chico? No muchos tienen el placer de tener una conversación conmigo y vivir…-Dijo con una amplia y peligrosa sonrisa.

El tipo se veía peligroso, pero hasta ahora no podías entender por qué exactamente te parecía algo tan peligroso. ¿Instinto? Era como cuando veías una presa…pero ahora sentías que tú eras la presa.

Tampoco es que pidiera dicho placer- comento indicando con la cabeza a los dos amigos que he conocido en la discoteca- si vas a matarme hazlo, si no dime que quieres y terminemos con esto. Me llamo Alexander.

Odio a la gente que hace presentaciones grandilocuentes en sillones enormes rodeado de un montón de gente enorme. Si no tienes huevos de pelear por tí mismo no me vengas con gilipolleces y admite que eres un niñito de mamá que ha convencido a la suficiente gente de que no es así como para no tener que admitirlo.

El narcotraficante miró a Alexander con una gran sonrisa, y le dijo;

-Oh, Alexander, si te hubiéramos querido matar ya te habría matado. Verás…tu eres alguien especial. Te he traído aquí porque te ves un hombre que me puede servir…déjame mostrarte el porqué. –

Dijo, para luego poner una mano sobre tu hombro, y ahí sentiste como todo cambió. Una energía fluyó por tu cuerpo, y un aura de color rojo carmesí rodeo tú alrededor. Sentías que esa aura fluía dentro de ti alrededor de tu cuerpo, podías sentir como afectaba el ambiente, pero cuando el retiro su mano, sentiste como esa energía iba acabando poco a poco, a lo que el sonriéndote te dijo;

-Eres un usuario de un poder sobrenatural…y ese poder me podría servir mucho a mí. –

Dijo, con una amplia sonrisa, observándote.

Interesante.

Muy mono el truco- le respondo- pero a no ser que me expliques como se hace de poco te voy a servir.

Andrezej arrugó el rostro. No tenía idea de por qué ni siquiera se había sorprendido Alexander, de hecho, ni el mismo Alexander lo sabía. Había presenciado un acto sobrenatural sobre él y aun así no se había sorprendido. Lo miró seriamente y le dijo;

-Pues entonces seré franco. Estoy buscando gente con capacidades especiales para que trabajen para mí, si son asesinos mejor, violadores, o lo que sea, me sirven. Te ofrezco un puesto de trabajo en mi pequeño…grupo. Yo te puedo enseñar el uso de tus ‘’poderes’’ a cambio de ayudarme con ellos. Te puedo dar dinero, protección…lo que gustes. ¿Qué te parece? –

Preguntó mirándote, mientras bebía de su licor.

Sonrío interiormente.

Ya empezamos a hablar un idioma similar. Por ahora son solo promesas vagas pero al menos ya no quiere que le chupe la polla para que no me mate. Ahora veamos con qué podemos jugar.

Bueno- comenzó mientras miraba a los matones que tenía a cada lado- si esta va a ser una relación beneficiosa para ambos no acabo de entender qué necesidad hay de tener a Pili y Mili aquí a mi lado. Ese sería un paso muy frúctifero que deberíamos dar.

Andrezej hizo un chasquido de los dedos y los tipos se fueron. También le trajeron un trago y este te ofreció uno si querías. Andrezej te miró y te dijo;

-Todos ellos están al tanto de mi habilidad y por eso me sirven. Tengo muchos enemigos y muchos son igual de especiales que tu o que yo, por eso me mantengo en los negocios. Si trabajas te enseñaré tu poder, y serás un guardia personal mío. Alguien que posee una herramienta ‘’sagrada’’ como tú, o como yo, son personas contadas con los dedos de las manos, sobre todo que vengan a un lugar como este…de otro modo, ya sabes cómo son los negocios y tendremos que encargarnos de ti. –

Dijo, con total normalidad, mientras tomaba de su trago tranquilamente.

Seguimos dando malos pasos en nuestra relación- comento mientras me siento a tomar algo- no es buena idea comenzar una fructífera colaboración entre dos personas con amenazas, especialmente cuando yo no me he negado a nada.

Por ahora solo sostengo la copa, sin beber.

Esa teoría tuya de que es mejor hacer uso del palo que de la zanahoria está muy bien cuando no tienes nada que ofrecer salvo miedo- levanto la copa señalando hacia la puerta- ahí fuera hay muchas cosas que a mí podrían interesarme y que tú tienes y sin embargo te has centrado en amenazarme.

Una torpeza enorme.

Si tan valioso soy no deberías arriesgarte en un inicio a que tus probabilidades se reduzcan de manera tan drástica e inútil a que yo acepte por miedo o tengas que matarme. Esa es una posibilidad, una jugada para ser más precisos, que siempre puedes tener en caso que otras fallen. Sin embargo puedes hacerme una oferta en positivo, sentarme a la mesa y poner sobre ella tu oferta, si me gusta, tienes a alguien que quiere lo que tú y si no siempre puedes pasar a las amenazas. Si empiezas con las amenazas has perdido la posibilidad de que me quede porque yo quiero.

Craso error.

Ahora hablemos de mi herramienta sagrada- comento con una sonrisa.

Andrezej sonrió de manera afilada y reclinándose en su asiento te respondió;

-¿Por qué trabajo con amenazas directamente antes de ofrecerte otra cosa? Pues es muy simple, me es más fácil matarte a que tener que ofrecerte algo más grande. –Dijo para luego reírse a carcajadas y mirarte con ojos brillantes.

Obviamente Andrezej parecía ser el tipo de sujeto que ya sabía cómo jugar. Las astutas palabras de Alexander parecían caer en pozo vacío al hablar con él. Sobre todo, porque Andrezej parecía saber mucho más sobre su herramienta sagrada de lo que Alexander sabía, por lo que no podía usarlo como modo de negociación.  Probablemente si Alexander quería intentar algo debería tener que ser más persuasivo. Andrezej tomó otro trago y le dijo;

-Verás, de que me sirve un capullo como tú en mi negocio. He decidido que voy a formar un grupo de gente como tú para que trabaje para mí, yo he desarrollado mis habilidades bastante bien por lo que no me costaría manejar alguien como tú, y viendo cómo se da, quiero ver que tan útil resulta, si quieres hablar de beneficios prácticos serán estos; te daré mi protección y dinero, a cambio, tendrás que entrenar tus habilidades y servirme, dependiendo de tu habilidad, la cual no conozco, me resultarás útil de una u otra forma. Si no, te mataré. ¿Cuál sería tu respuesta, entonces? –Dijo, mirándote con una sonrisa nuevamente.

Realmente decepcionante.

No es que tenga otra opción, así que procedo. No puedo permitir que me amilane y no voy a ser el juguete de nadie por nada.

No.

Andrezej te sonrió, y con unos ojos oscuros le hizo un gesto a quienes estaban cerca de ti. Los mismos par de guardias de antes que te habían amenazado te amordazaron y te tomaron de brazos y piernas, viste con horror como Andrezej sacaba una pistola blanca y te llevaban a rastras por el local, abrieron una puerta y pudiste ver una bodega, pasando hasta allí Andrezej te disparo a la pierna derecha, luego a la pierna izquierda, al brazo derecho y al brazo izquierdo. Si hubieras gritado de dolor lo habrías hecho repetidas veces, pero no podías con la mordaza en la boca, viste con miedo como Andrezej sonreía, y acercándose a ti te susurró;

-Verás cómo sufren los hijos de puta que se enfrentan a mí. –

Dijo, y luego de eso, te agarro, y llevándote a un rincón de la habitación te pusieron en una silla, y luego lo viste acercarse con un hacha, y sonriéndote, viste como la levantó y esta fue directamente a tu cabeza. Esa fue lo último que viste antes de morir, antes de tener un hacha en medio de tu cabeza.