Partida Rol por web

En cuanto terminan las atenciones a las heridas, que hábilmente recibe de Holguer y del buscasendas, Argörath se incorpora y agradece sinceramente la ayuda - Grracias amigos. Siento haber terminado con nuestrro pequeño engaño de esta manerra; pero de no haber venido tan deprrisa esto podía haberr terrminado muy mal -

A continuación se acerca donde está tendido Vorkadung - Vaya - dice en el lenguaje de Mostal - parece que hoy no era nuestro dia, camarada tres tubos - El mostali de plata ha recuperado algo de su humor, al ser consciente de que su brazo no quedará mermado y, por tanto, sus habilidades mágicas tampoco.

Saca una bolsita que contiene unos extraños polvos de color verdoso, y comienza el ritual con el que activará y encauzará las fuerzas místicas hacia la curación de su compañero herido. Todo ello no le lleva mucho tiempo y una vez finalizado ayuda al enano de hierro a incorporarse - Así; poco a poco. - 

El viejo Holguer entrecierra sus diminutos ojillos azules, fríos como el corazón de un glaciar… y sonríe consciente de que por fin ha llegado su momento. Mientras se pone en pié, junto al ya recuperado enano de plata, y empieza a dirigirse al carro que transporta los restos mortales del patriarca de los Kelebram, murmura audiblemente unas palabras que invocan en poder de su deidad:

- ¡Que el poder de Urox, furia salvaje en la tormenta, me conceda la capacidad de ver el alma auténtica de todas las cosas!

Y tras esa sencilla plegaria, sus ojos se vuelven blancos como la nieve y una luminosidad extraña emana de ellos. Entonces sube al carro con una agilidad envidiable en alguien de su edad, extrae su afilado cuchillo de cazador y con un amplio movimiento raja limpiamente el sudario que envuelve el cadáver del orlanthi, retirando el paño de lino para que todos lo contemplen:

- Hace demasiado que un terrible mal vino a instalarse entre los colonos de esta tierra de Karia, una corrupción oculta e insidiosa que ha estado extendiendo sus raíces subrepticiamente entre nuestras propias gentes, haciéndoles creer que les ofrecía ayuda y consuelo, haciéndose pasar por una figura amable, protectora y compasiva – su tono de voz va subiendo durante el discurso, mientras rompe el tabú de examinar los cadáveres amortajados que salen de la torre del mago – ¡Pero ya va siendo hora de que la vedad se desvele, de que los aberrantes actos de ese maldito meldek sean conocidos por nuestra gente, para que sepamos realmente el tipo de mal que ha venido a instalarse entre nosotros!

El cuerpo inerme del viejo Garlan Kelebram queda expuesto a la vista de todos…

Después de lo que se habló en la casa del humano... no se puede decir que no tenga curiosidad por ver el aspecto del cadáver...

Como esté absolutamente normal sé de alguien que se va a llevar un chasco... pensó con una levísima sonrisa en sus labios...

De todas manera notó una leve tensión en sus músculos por la incertidumbre generada.

Darnor abre los ojos de forma desorbitada y aunque debería saltar sobre el carro para detener a Holguer, a punto de profanar el cadaver de su padre, las palabras del paladín de Urox han hecho mella en él. Está más intrigado por saber si las sospechas del misterioso anciano son ciertas que por preservar la paz del cadaver de su padre.

Cuando el sudario se abre, todos ahogan una exclamación al ver el estado en el que está el cuerpo.

Garlan Kelebram, aunque anciano, todavía era de brazos fuertes y aspecto saludable, como murmura Helerlavi en voz baja al ver el horror en el que han quedado convertidos sus restos. Pesaba cerca de ochenta kilos y tenía una melena poblada. De hecho, sus hijos dijeron que hasta entrar en la torre de Samaliman, la enfermedad solo lo había postrado en cama con fiebres y convulsiones, pero no había ajado su cuerpo tan atrozmente como ahora ha mostrado ante todos Holguer. En efecto parece que hubiera sido consumido en las horas que ha pasado en manos de los hechiceros.

Mientras Holguer se halla bajo los efectos del Visión del Alma, puede ver la magia que le rodea con gran nitidez. El martillo que sujeta Krunk, por ejemplo, parece bajo los efectos de algún conjuro que magnifica su potencia de pegada. O los tres conjuros que el enano Botas Ligeras tiene sobre su menudo cuerpo para protegerlo del daño y la magia y para incrementar su resistencia física. También ve el conjuro de curación a lo largo del tiempo que se ha lanzado hace unos minutos, y los que ha lanzado sobre el enano de hierro que ha resultado herido, Tres Tubos. También ve el tenue resplandor de las auras que las almas de los presentes desprenden a sus ojos, incluso la de la diminuta y extraña criatura que Thorkegar parece tener como mascota. Y tampoco pasa desapercibida el aura del elemento de tierra que mantiene aprisionado al soldado. Puede ver que el enano al que llaman Botas Ligeras, tiene a su servicio numerosos espíritus: enroscados en los brazos como serpientes se retuerzen sendos espíritus de poder, y otros tantos espíritus de intelecto se arremolinan alrededor de su frente. Incluso en su cintura, en el interior de un frasco, parece encerrado otro espíritu de poder.

Y cuando vuelve la vista al cuerpo del hechicero, aunque no puede ver su alma, que sin duda ya habrá descendido a los infiernos, bajo los cuatro o cinco conjuros que aún están activos sobre su cadaver nota unos destellos, que corresponden a un par de espíritus de poder y otros dos espíritus de intelecto que se retuercen a la altura de sus hombros y su pecho. Y el anillo de su mano también emite un destello, algo vivo y oscuro está encerrado ahí... y Holguer ha visto alguna vez el oscuro elemento como para saber que se trata de una sombra.

- ¡TRAICIÓN! -grita el hijo horrorizado, dando un paso atrás. ¡ENGAÑOS Y MENTIRAS!

Sube al carro de un salto y se acerca a su padre, extendiendo las manos hacia su cara, pero sin atreveversa a rozarla. Con lágrimas aflorando a sus ojos, tapa de nuevo el cadaver y se baja de nuevo de la carreta, no sin antes escupir al cadaver de Molton.

- ¡Meldek!

Mira con el ceño fruncido a Helerlavi y luego a Holguer y una pregunta sale de sus labios.

- ¿Qué criatura del infierno ha caído sobre nuestra comunidad?, ¿un siervo de Vivamort, tal vez?. De niño escuchaba historias de los muertos que no mueren y que absorben la vida de los vivos... pero temen la luz de Yelm el Brillante y estos meldeks -dice señalando el cadaver de Molton- caminan a la luz del día como veis.

Holguer alza la cabeza para mirar al corpulento Darnor Kelebram directamente a los ojos, cuando los propios refulgen con un fulgor blanquecino, tocados como están por los poderes rúnicos. Y su ronca voz resuena con ira contenida:

- Todavía no sé con certeza cuál es la naturaleza exacta de ese Samaliman y los demás meldeks que le sirven, como ese maldito Molton que ahora yace junto a los mancillados restos de tu padre – reconoce con honestidad – Pero sí se una cosa, la corrupción del Enemigo se ha aposentado en esa torre que ayudasteis a reconstruir sin ser conscientes del error que cometíais… y para ayudar a ponerle fin de una vez por todas vino a buscarme el buen Sökendal, mi hermano de armas – anuncia a voz en grito – Pues yo soy Holguer Groberjäguer, del Clan Hargovan, un Khan de las Tempestades de Urox… y he venido a esta remota tierra de Karia para poner fin a esta aberración para siempre... de la única forma posible... ¡A sangre y fuego!.

Entonces el fiero anciano extrae su largo cuchillo de desollar de la funda de piel, en su grueso cinturón, y se lo tiende a Darnor por el mango, mientras señala con el mentón al prisionero que no muy lejos está atrapado por el elemental de tierra de los mostalis.

- Esos sucios meldeks os engañaron, os utilizaron, se burlaron de todos vosotros y os lo pagaron haciéndole lo que acabamos de ver a tu padre y a otros muchos de los nuestros antes que él… – entrega el arma, que hierve de magia guerrera, y deja fluir el odio en sus labios, empujando al doliente hijo a una cruel e inmediata venganza – Ahora, conociendo por fin la verdad, actúa en consecuencia.

Sonriendo con una malicia muy especial, el anciano uroxi se asegura de que los lazos entre los colonos de Karia y los occidentales que vinieron a asentarse entre ellos se cortan para siempre, de la forma en que debe hacerse. Manchándose las manos de sangre.

Urox es el odio desenfrenado en la batalla. Esa es la forma correcta de combatir al Enemigo.

Si en el pasado tuvo alguna duda sobre el aperturismo, esto la aclara bastante...

Sí, la máquina está rota y desde fuera se puede arreglar... Esto es evidente. Desde dentro de la montaña sólo no podríamos ayudar a eliminar esta aberración del exterior...

Cuando el uroxi le tiende la daga al otro humano, Arbar empieza a golpear rítmicamente el suelo con el mango de su martillo, como si fuese a ser partícipe de un ritual...

BOM BOM BOM BOM

Háloric ha asistido a la invocación de los poderes de Urox manteniendose a una respetuosa distancia. Al ver la reacción de Darnor, se acerca con cautela a la carreta, no quiere molestarle en el momento de duelo. Cuando ve lo que queda de Garlan se le revuelve el estomago, aparta la mirada y se aleja unos pasos. Asi pues, no levanta un dedo cuando Holguer invita al hijo del difunto a tomar venganza por este horror.
- Ahora, el destino de todos los presentes está ya decidido, es tarde para volverse atrás sin importar el mal que debamos enfrentar.

El hijo de Garlan Kelebram toma el cuchillo, cuyo filo centelleante anuncia la magia que lo hace un arma mortífera, y camina hacia el mercenario con ojos coléricos.

El soldado, atrapado hasta el pecho en la tierra medio congelada, no puede más que manotear y suplicar por su vida. "¡No sé qué está pasando!", "¡Yo solo soy una espada de alquiler!" o "¡Puedo ponerme de vuestra parte!", no han parecido excusas válidas para Darnor.

Se coloca de rodillas tras el soldado que, ya resignado a su destino, aprieta los dientes cuando de un violento manotazo su verdugo le arranca el casco de la cabeza. Entonces, sujetándole del pelo la cabeza con la mano izquierda, el fornido granjero descarga un violentísimo tajo del cuchillo de más de un palmo de hoja del uroxi que hace que se separe limpiamente la cabeza del cuerpo. Luego la arroja lejos del camino y deja el cuchillo de nuevo en manos de Holguer. Entonces se acerca a Krunk, como si fuera a hablarle, pero cuando llega hasta él se agacha y toma una de las tres espadas que el enano ha recogido de los caidos.

- ¡Es hora de que tomemos venganza! -grita mirando a Helerlavi, que le secunda levantando el puño.

Calmado ya de la euforia unos instantes después, se dirige a todos.

- Apresurémonos a llegar a La Colina -dice señalando el lugar a un par de kilómetros más al norte- y demos descanso a mi padre. Mi hermano ya debe estar allí esperándonos. Esta noche hablaremos de todo esto en consejo.

El veterano uroxi contempla con solemnidad las acciones de Darnor Kelebram. Se ha comportado como debía. Y cuando le devuelve el cuchillo ensangrentado con el que ha ejecutado al prisionero, se lo reconoce con una sobria inclinación de cabeza, en muestra de respeto.

Luego, cuando ya están recogiendo, el viejo no disimula una siniestra sonrisa. Todo ha salido justo como él quería, ha ganado a otra de las principales familias de los colonos de Karia para su beligerante causa… y si le sumamos las de Helerlavi y de Palgrem, ya tiene casi con toda seguridad suficiente respaldo para imponerse en el inminente consejo del clan. Y entonces todos los buenos orlanthis de Karia irán a la guerra contra ese maldito Samaliman y sus mercenarios.

Ahora mismo toda su atención debe centrarse pues en lograr que el máximo de tropas enemigas salgan de esa torre de piedra para que el próximo combate multitudinario, el que probablemente decidirá esta contienda, se celebre en campo abierto. Porque su principal preocupación es que si les dan oportunidad de replegarse en su fortaleza, entrarán en una guerra de asedio en la que los occidentales tienen ventaja.

- Haceos con las armaduras de esos dos guardias, podrían sernos útiles más tarde para infiltrarnos entre sus filas – ordena el ladino viejo, que parece no tener empacho alguno en plantear una guerra sucia y poco honorable – Pero mejor que los cadáveres queden en poder de los mostalis, aquí abajo… exponedlos como gustéis a la entrada de vuestro refugio, así los atraeréis más fácilmente…

Y entretanto, él hace lo propio registrando el cuerpo del encapuchado, ese tal Molton, al que le arrebata un anillo que guarda para sí mismo sin consultarlo con nadie.

Tres Tubos observa los acontecimientos en silencio, inclinado hacia adelante, con una mano sobre la herida ya bastante sanada de su vientre, y apoyándose con la otra sobre su hacha, a modo de bastón para sostenerse mejor.

Al finalizar las intervenciones de los humanos, mira a su Capitán, en espera de ordenes.

- Exponer a los humanos como advertencia, ni que fueran elfos. -piensa, creyendo que sería una muestra excesiva de crueldad, reservada sólo a los peores enemigos de los mostalis.

- Crreo que el mensaje que lleve el superrviviente a su señor serrá mas que suficiente parra atraerlos, camarrada Holguer. -comenta indiferente.

Háloric hace caso a Holguer y va a buscar a uno de los soldados con una estatura similar a la suya pero, aunque está de acuerdo en combatir a los Meldeks, empieza a tener dudas en si deberían seguir ciegamente al Khan, pues quizá esté dispuesto a sacrificar todo y a todos con tal de ver cumplida su misión sagrada. Cuando pasa frente a Krunk, examina su ferrea expresión en busca de algún atisbo de inquietud, quizá ante las palabras de Vorkadung.

Argörath se separa un poco del grupo, e intentando no llamar mucho la atención se dispone a manipular las fuerzas místicas para poder ver si el hechicero abatido tiene conjuros activos, encantamientos u objetos mágicos.

Para reforzar su habilidad entona ciertos cánticos rituales encaminados a favorecer su sintonía con las fuerzas que rigen el universo... sin embargo los recientes sucesos hacen que fracase en su primer intento. Es la segunda vez que recibe una grave herida y eso parece hacer mella en su concentración.

Algo contrariado, descansa unos instantes y vuelve a repetir la operación; esta vez algo mas tranquilo. Y así consigue su propósito. 

Algo mas animado se acerca hacia donde esta el cuerpo del hechicero al que llamaban Molton para examinarlo, sin tocarlo de momento.

Mientras Argörath se halla bajo los efectos de la Visión Mística, puede ver la magia que le rodea con gran nitidez. El martillo que sujeta Krunk, por ejemplo, parece bajo los efectos del conjuro Aumentar Daño, que magnifica su potencia de pegada. También ve los conjuros de Tratamiento de Heridas que ha lanzado hace unos minutos sobre Tres Tubos. Y ve el tenue resplandor de las auras que las almas de los presentes desprenden a sus ojos, incluso la del pequeño nilmerg que tiene Thorkegar a su servicio. Y tampoco pasa desapercibida el aura de su elemento de tierra, que mantenia aprisionado al soldado recién ejecutado. Holguer tampoco anda escaso de recursos: además del conjuro de poderes divinos para aumentar sus capacidades de visión que aún se mantiene sobre él, puede ver que su casco, que hasta ahora transportaba en un saco para mantenerlo oculto de la vista, alberga en su interior varios espíritus. Un par de ellos son espíritus de poder, como los que el mismo Argörath posee, aunque menos poderosos. El tercero parece algún tipo de espíritu con consciencia propia.

Y cuando vuelve la vista al cuerpo del hechicero, aunque no puede ver su alma, que sin duda ya habrá descendido a los infiernos, sí que puede ver cinco conjuros que aún están activos sobre su cadaver. Los identifica rápidamente como Resistencia al Daño, Resistencia a Espíritus, Devolver Conjuros, Visión Mística y algún tipo del terrible conjuro de Succión. También nota unos destellos, que corresponden a un par de espíritus de poder y otros dos espíritus de intelecto que se retuercen a la altura de sus hombros y su pecho, probablemente ligados a su cuerpo. Y el anillo de su mano, que Holguer se ha apresurado a coger, también emite un destello, algo vivo y oscuro está encerrado ahí... y Argörath ha visto más de una vez invocar a un elemento de oscuridad pura como para saber que se trata de una sombra.

Las palabras de Darnor parecen acertadas cuando reclaman presteza a la hora de ponerse de nuevo en marcha hacia La Colina, así que tras retirar las armaduras de los dos soldados y darles rápida sepultura junto a sus monturas con ayuda del elemento de tierra que controla Rompepiernas, se disponen a ponerse en marcha.

Pero parece que en los pocos minutos que han empleado en esas tareas alguien ha aparecido por el camino del sur, y el relincho de los caballos en la lejanía llama la atención del grupo. Al mirar hacia allí ven una comitiva de un par de carros, uno grande tirado por dos caballos y otro pequeño de un solo eje tirado por una mula, y no menos de cinco jinetes y algunos otros viajeros que van a pie. Aún en la distancia, Helerlavi reconoce a su hijo Varhen, que debe estar de vuelta con Palgrem y las gentes que hayan querido sumarse a ellos para honrar a Garlan Kelebram, que parecen numerosas. Tardarán poco más de quince minutos en llegar hasta ellos... así que deciden esperar en el lugar de la emboscada a que lleguen, y seguir luego todos juntos hacia La Colina.

Arbar aprovecha para limpiarse la manos de la sangre de su amigo con algo de agua y se le puede ver también retorciéndose los bigotes, síntoma de concentración y reflexión ante algo importante...

Mientras los mostalis entierran mágicamente de los cadáveres de sus enemigos caídos, Holguer no hace sino contemplarlos con genuina curiosidad, sorprendido por su eficacia. Más de una vez le hubiera gustado disponer de un recurso semejante para deshacerse de las pilas de cuerpos mutilados tras un combate. Lo usual es tener que cavar durante horas una fosa común lo bastante profunda para albergar todos los despojos, y eso en el caso de haber monturas es una tarea extenuante… o tener que talar varios árboles para formar una enorme pira y quemarlos. Tanto un procedimiento como el otro son lentos, laboriosos y no demasiado discretos. Claro que es mucho peor dejarlos insepultos, los campos de batalla abandonados atraen enseguida a las aves de rapiña que revelan tu posición a decenas de leguas… y son un campo abonado para los nefastos poderes de Malia. Definitivamente, hay muchas cosas que admirar de la eficiente forma de hacer la guerra de los señores enanos…

Sin embargo cuando la comitiva de buenos orlanthis que acuden a La Colina aparece en el camino, el viejo guerrero abandona su abstracción para ocuparse de temas mucho más inmediatos:

- ¡A los carros con todo el material y pongámonos en marcha! – ordena tajante, asumiendo su autoridad como Khan – Sería mucho mejor no tener que dar explicaciones todavía y menos en el lugar de la emboscada – argumenta – No sabemos si los meldeks enviarán exploradores por delante y podrían llegar antes de lo que pensamos... ¡Bajo ningún concepto deben relacionarnos con los enanos!

Monta en su caballo y se dirige ahora a sus aliados mostalis:

Os recomiendo que os repleguéis a la Cañada de la Serpiente e intentéis haceros fuertes allí, tendréis que resistir su represalia – advierte – Nosotros tenemos un concilio que celebrar y cuando estemos listos, caeremos sobre ellos para cerrar el cepo.

Parece que los enanos de hierro tendrán que demostrar lo duros que son...

Holguer hablaba bien, pero esa desaliñada barba no decía nada en su favor...

¿Qué le costaría peinársela y ponerse un poco de óleo...?

Pero se mantuvo callado mirando a su jefe, esperando órdenes, como Mostal manda.

Háloric procura limpiar la armadura del soldado que cree poder ceñirse perfectamente, primero con tierra para que absorba la sangre reciente, después con un poco de agua y un jirón de tela de la vestidura del enemigo muerto.
Justo antes de separarse de los mostali, se acerca a Krunk y alguno más para hablarles con algo de discreción - Creo que debo de acompañar a Holguer y los otros orlanthi para asegurarme de que vamos a acudir en vuestra ayuda cuando los otros soldados de la torre vengan aquí. En el concilio se puede decidir cualquier cosa pero, espero conseguir apoyo llegado el momento, les haré entender que sois su única posibilidad de victoria.