Partida Rol por web

Pese al rato pasado y a que las túnicas no eran tan buenas absorbiendo aromas, unos aun sentían que olían a jazmines y a... un aroma menos agradable, probablemente proveniente de las lagartijas.

Ahora la clase tenía lugar en un salon más ventilado. La próxima clase sería de duelos, pero por esta podrían prepararse para dar una buena pelea, o al menos no caer el miércoles o jueves, dependiendo de su casa.

Las varitas estaban listas, y los libros teóricos más. Era la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras de la profesora Turttle-Dovrovic.

Luego de salir casi corriendo de clase de pociones Alex mira su uniforme o mejor dicho lo huele. Jo creo que tu pocion dejo una marca hoy. Me reia del comentario y la abrazaba antes de entrar a clases.

Ha estado buena la clase pero ahora toca la mejor. Donde la varita se usaba donde la rapidez con un poco de pensamiento debian ser rapidas.

Al llegar tomo asiento cerca en la segunda fila y espero a la profesora. Que tipo de hechizo aprenderemos hoy...

Candice había salido de la clase de Pociones cubriéndose la nariz con la túnica. Que bonito estaba empezando el día...

Por lo menos ahora tenía una clase que se le daba bien y le gustaba. ¿Qué mejor para hacer magia oscura que saber sus defensas? Al igual que con los venenos...

Con una sonrisa, la muchacha fue a sentarse en su sitio en el centro de la clase, dedicándose a hacerse una trenza mientras esperaba a los demás.

"Dios mío, ¡qué peste! Pobre Riley ha de estar fatal..." pensó, mientras sentía un sabor tan amargo como repugnante en la lengua.
Exhaló angustiado, mientras el nauseabundo omor hacía presión sobre sus pulmones y cortaba su aliento.
En fin, salieron de ese aula y se dirigieron todos a la clase de Defensa contra la Magia Oscura.
"¡Es hora de bailar!". Sus ojos brillaban , mientras acariciaba su vvarita dentro de su bolsillo.
Esa clase era entretenida, cada día era como una partida de ajedrez. Aprendías más con un duelo que con veinte citas, sobre una persona.
Además, tenía que estar atento por si aprendían algún hechizo "guay".

Alex mira a todos lados y de la nada se levanta y se sienta al lado de Candice mirandola.

Dime sonries por lo que nos haras o solo porque te gusta la clase. Dije sonriendo por la broma a ella.

Luego miro a Dante y no me preocupo porque me vean con una Slytherin. Hoy me dejaras ser compañero de DCAO para saber si puedo tirarte?.

Tras salir medio mareada del aula de pociones y por poco chocar con el marco de la puerta, Riley dirigió sus pasos a lo más lejos posible de aquellos horribles olores, solo demorándose un poco más que algunos de sus compañeros por una pausa para toser. Llegó luego a la sala de Defensa Contra las Artes Oscuras y, como los duelos no eran hasta la próxima clase, pudo evitarse la incómoda necesidad de hablar con nadie. 

Avanzó hacia las últimas filas y se sentó sola, pensando en que entre medio de todo el apuro, había dejado la flor atrás. Era una lástima, había esperado que aquella flor tuviese otro destino. Saca de su bolso el libro que había sacado de la biblioteca y lo empieza a leer mientras espera a que la profesora se presente.

La gente ya tomaba sus asientos. Buscó con la mirada sitios libres. Había de sobra, pero a él le gustaba estar en medio, tirando hacia el fondo. Vio a Riley sola. Hesitó y se sentó en otrotra mesa, pero cerca de ella. Había otra de por medio, tampoco estaba a ssu lado.
Sacó libros y demás y dirigió su mirada hacia el pupitre del profesor, aunque su mente vagaba por terrenos demasiado peligrosos para su gusto, si bien tan bellos y misteriosos...

"¿Estás bien? Y no estoy en tu mente ahora, sólo para poder hablarte yo. Lo siento."
Le mandó una imagen de él mismo sonriendo torpemente. Si Riley estaba mal, quizá hablarle era peor aún...
Entonces, se le ocurrióuna idea: le mandó un campo de flores bellas,naranjas, como llamaradas: caléndulas; en medio de ellas, corría una raposa preciosa. Dante habría querido ser un gato, pero a falta de serlo, tenía en su hombro un fénix -su varita-, un grifo bello y plateado bajo su brazo derecho -su patronus- y un gatete gris dando vueltas alrededor de sus pies -lo que él era, en el fondo: un felino.
"Soy novato aún en esto de las flores, pero espero haberlo hecho bien...Espero poder ayudar."-sonrió desde el otro lado del campo. Vestía de negro y eso era cargante a más no poder, en un sitio tan bello, pero... Su túnica se volvió verde con bordados plateados, remangada y abierta, como si de una chaqueta larga se tratara.
Lo genial de esos pensamientos era que , a menudo, tanto él como la persona al otro lado podían sentir cierta aproximación con lo que veían. Era bastante más que simple imaginación, era magia totalmente distinta a las varitas. Y una tan bella y discreta, la más privada de todas.
Los muggle tenían en sus fantasías algunas culturas extraterrestres en las que la intimidad se alcanzaba en la mente... ¿Y qué mejor lugar para despojarte de todo ante alguien que en su más bella pertenencia?
Que en las fantasías muggle, la intimidad de la mente era más honorable y bello que el acercamiento físico, pura diversión, ya que permitía a los dos ver al otro tal como era, si lo deseaban.
Y si Dante quería hacer algo por Riley, tenía que dejarse ver y verla.
Aguardó en el campo, instigando a la raposa a que se relajara y se quitara de encima toda la mierda que había ocurridi aquel día. Se merecía mucho más, pero Dante sólo podía darle eso. Sabía, además, que ella no quería que él le diera nada. Sólo Klaus...
Un nubarrón apareció a lo lejos, contrario al sol. Se acercaba rápidamente, como si quisiera devastar el campo con ríos de sangre y tormentas.
"¡Hoy no! Hoy, mis dolores se van a quedar en su sitio y me obedecerán."-alzó la mano hacia la nube y esa se empezó a disipar,dejando el cielo libre otra vez. Cayó el último rastro della al suelo como una cortina, y como un bólido vino a los pies de Dante , mezclándose con su sombra.
"Ignora todo esto, a veces semeescapan cositas..."

-Puede que sonría por ambas cosas

 Candice contesta mientras acaba de hacerse la trenza, mirando después a Alex.

-¿Es un reto, Herzog? Porque la verdad es que puedes perder fácilmente. Soy más de estar arriba y dominar las situaciones

Candice sonrió con inocencia aunque sus ojos y fama indicaban de sobra que de inocente tenía tanto como un basilisco en celo.

 La miro mientras sus palabras se filtran por mis oidos, luego acto seguido me intento limpiarlo. Me parece que no escucho bien vos dominando la situación... Me parece que te equivocas y claro que es un reto a menos que te acobardes. La miro maliciosamente esperando que mis palabras hagan el efecto deseado.

 Mira que no me contendre Candice espero lo mismo que de tu parte. Y sonrio mientras escribo algo en mi cuaderno necesitaba acordarme de algunas cosas para la noche.

 Un papel te llega que anotado dice. "Espero poder verte, dime que clases tienes libres hoy o cuando lo estaras".

Candice le pasa la nota de forma disimulada.

"Tengo el descanso a las mismas horas que tú. Aunque quizá solo vaya si me ganas"

 Vuelve a pasarle la nota. "Sera pan comido, solo te espero".

Estaba un poco molesta porque su poción había fracasado, no por fallar en sí, si no porque era una poción que ella tedría que dominar tarde o temprano. A pesar de la falla le gustaba mucho el olor que le había quedado en la ropa, en la mazmorra los aromas habían sido un tanto pesados, pero luego de haber pasado 15 minutos entre clase y clase solo se notaba como un leve perfume a jazmines, como esos que se sentían en primavera. 

-Bueno, al menos no huelo mal -Le sonrió a su amigo mientras el entraba a clases antes que ella.

Joanne pudo observar que no quedaban muchos lugares libres y quiera o no tendría que hacer equipo con alguien. Y si quería disipar los esterotipados rumores, debía ser ella quien marcara el ejemplo. Los estereotipos eran sin sentido, que ella era una princesa por ser hija del ministro, que los de hufflepuff eran poca cosa, que todos los ravenclaw eran buenos en todas las materias y tambien que los Slytherins eran algo asi como malvados o que los de Gryffindors que se llevaban mal con ellos, no todas las personas eran iguales. Ella no quería caer en ninguno de esos esteriotipos. Así que se sentó al lado de Dante, solamente dijo - Permiso.. - 

Aún con la tempestad de ideas en su mente, se sorprendió al ver a alguien sentándose a su lado. No porque se sentara, sino porque estaba él en otro mundo, por lo que cualquier cosilla "real" que interactuase con él lo espabilaba.
Dividió su mente en dospartes, dirigiendo una pequeña porción a Joanne.
-Adelante, no temas.-el brillante demonio mostró una sonrisa inocente. Y así pensaba. No tramaba nada ni tenía ganas de problemas. -¿Qué tal, Joanne?-le dedicó su mejor tono de voz, tranquilo y despreocupado.
Por otro lado, el otro fragmento de su mente seguía divagando por campos llameantes demasiado bellos para ser reales, demasiado puros para ser suyos.

Me había retrasado un poco más de la cuenta, y es que a pesar de que había salido antes de clase me había demorado un poco en los baños intentando quitarme toda aquella mezcla de comida que aun poblaba mi pelo. Por suerte nadie había prestado demasiada atención a aquello y en seguida el epicentro de la clase de pociones había sido aquella mezcla de olores tan vomitiva.
A fin de no llegar más tarde corrí a toda velocidad hacia la clase de DCAO, la verdad es que me gustaba pociones y encantamientos, pero aquella era de lejos mi clase favorita. Cuando la daba me sentía mejor, más cerca de mi madre, y más cerca de la luz por así decirlo.
Para cuando llegué ya estaba casi todo el mundo sentado o cerca de su asiento, eché una mirada de reojo a Riley pero deseché sentarme con ella, ya había venido a mi la clase anterior y no quería ser pesado, además prefería estar en primera linea, así que me coloqué solo de entre los primeros, con un poco de suerte aquello alejaría a cualquier Slytherin pesado, y es que eran casi peor que los que se metían conmigo...

El ruido de los alumnos discutiendo y alterados por la clase anterior retumba en la clase de madera antigua. Cinco minutos después de aparentemente empezar la clase, nadie aparece por allí, pero eso a los alumnos de sexto tampoco parece importarle. 

Y de repente.... 

Un estruendo hace el silencio y un flash verde cruza el aula.

En el suelo Jimmy Relleno, que estaba junto a Klaus en la primera fila, está muerto con los ojos abiertos y una palidez cetrina en su rostro, con la varita en la mano y el gesto que tenía para tirarle un papelillo a Riley que se hubiera desviado hacia cualquier otro. 

Antes de que nadie pueda reaccionar, todas las varitas se hallan pegadas en las ventanas del aula de Defensa contra las Artes oscuras. Las de los Griffindor a la izquierda y la de los Slytherin a la derecha. 

Vibran contra las cristaleras como si el centro mágico llevase un imán que atrae el plomo de las vidrieras. 

Detrás de todos los alumnos, a las espaldas, hay una figura en una esquina, cubierta en sombras sujetando fuerte una varita, con la cadera apoyada en la piedra, casual. Solo se distinguen los ojos azules con una mirada fria.

Me extrañaba que la profesora no hubiera aparecido cuando llevábamos un rato esperando, pero una hora antes la había visto en el comedor, así que estaba seguro de que antes o después aparecería. Tan perdido andaba en mis pensamientos repasando algunas cosas de la clase anterior que me tomo totalmente a contra pié aquel rallo que cruzó la sala impactando en Jimmy, ¿era él el objetivo? ¿o quizás me habían encontrado?
Rápidamente alejé cualquier pensamiento para acercarme a Jimmy, era imposible que estuviese muerto. Poco o nada me importaba que las varitas se hubieran alejado de nosotros dejándonos totalmente vulnerables.

-¡¡Jimmy!! ¡¡Jimmy!!- Le grité dándole unas tortitas en el rostro intentando despertarlo inutilmente.

Entonces me volví de golpe con gesto furioso hacia la puerta donde reposaba la profesora.

-¡¿Qué narices hace?!- Le grité enfadado.- ¡¡Más le vale que esté bien!!

No me había parecido mala profesora en el tiempo que había compartido con ella, pero la verdad era que aun no estaba seguro de sus intenciones, era una mujer de lo más extraña.

Miró con curiosidad a Dante en cuanto escuchó su voz y asintió. En realidad solo tenía sentidos demasiado agudos como para soportar olores muy fuertes, lo mismo con luces demasiado brillantes o ruidos ensordecedores, pero le agradaba escuchar que el Slytherin se preocupara por ella. La imagen del chico en su mente le provocó una sonrisa disimulada y una mirada divertida, entre cómplice y alegre. Era extraño verlo actuar así de torpemente incluso si era deliberado, y saber que era por ella era ciertamente un cumplido.

Apoyando la pluma en sus labios siguió mirándolo a medida que la figura se alejaba en su mente, de pronto acompañándose de un fénix, un grifo y un pequeño gatito color cenizas que le hubiese encantado acariciar. Dudaba si aquel instinto venía del conocimiento de a quién representaba ese minino o a su amor por los felinos, pero realmente poco le importaba. Se conformaba con su manifestación allí, aquel animal feliz que corría entre medio de flores que en el mismo lenguaje que ella había utilizado durante la clase de pociones, significaban pasión por sobre todo. No había razón para pensar que otras interpretaciones como la crueldad, la pena o los celos dieran a lugar, especialmente por el color de las mismas. Casi podía sentir el aroma inundar su nariz, la libertad de correr entre aquel campo, el viento rozando sus bigotes y las suaves flores rozando su pelaje.

Se dejó llevar dentro de su mente, corriendo y saltando por todas partes, hasta quedar completamente llena de polen. Estornudó, alérgica, y se sacudió para quitárselo de encima, estornudando de nuevo. Involuntariamente, en la realidad, Riley soltaba una suave risita distraída. Acelerando el paso con sus patitas ligeras, corrió hacia Dante con intenciones de lanzarse encima y botarlo, pero se detuvo unos metros antes de llegar. Sus ojos se desviaron al cielo al ver el nubarrón, y tras mirar a Dante, dio unos pasos hacia atrás. ¿Qué pasaba? ¿Debía responder? ¿Debía huir o lanzarse de frente? Pero la tormenta se disipó, dejando los cielos libres y su corazón en paz nuevamente.

Lentamente, el animal se acercó a la ilusión de Dante, mientras el verdadero conversaba con Joanne.  Rodeó sus piernas y se frotó contra ellas, mirando luego hacia arriba en su dirección mientras se sentaba, enrollando su cola alrededor de ella misma. 

Miró con curiosidad a Dante, sin razón aparente, y asintió. Quién sabe qué pasaría por su cabeza, pero aparentemente, le parecía bien. Y luego, como distraída, sonrió sutilmente, dedicándole una mirada cómplice y alegre al mismo chico. Siguió mirándolo mientras apoyaba la pluma en sus labios, librando su mente de cualquier pensamiento preocupante y solo disfrutando el momento de tranquilidad. Amaba las clases dónde la dejaban sola y podía aislarse en su banco, así miraba a quién quisiera y guardaba silencio cuanto quisiera. Podía ignorar al simio y sus coqueteos con Candice, a los que solo les faltaba empezar a frotarse los genitales mutuamente allí mismo, y podía concentrarse en clases o en otros asuntos por resolver. Como Zachary. Oh, cuantas cosas había planeado para ella.

Cerró los ojos respirando profundo, como si un delicioso aroma hubiese llegado a sus fosas nasales, y soltó una suave risita que quedó marcada en su rostro como una mueca alegre. Miró hacia la ventana, ignorando el resto de conversaciones de sus compañeros, aparentemente relajada. Casi no parecía ella misma. Sin embargo, el brillo verde característico de un avada interrumpe su tranquilidad, y la hace voltearse rápidamente para ver quién había sido el receptor de un ataque por la espalda. Se lleva la mano a la túnica al mismo tiempo que su varita vuela hacia una de las ventanas a la derecha. Pálida, sigue con la mirada el trayecto del hechizo, para encontrarse con la profesora.

Se nota confusa, y nerviosa se muerde el labio inferior al  darse cuenta de que no tiene como defenderse. Un Accio no sería suficiente si esa varita estaba atada ahí por magia, y sin ella no podía hacer un Finite Incantatem. En cámara lenta ve a Klaus acercarse a Jimmy, momento en que palidece aún más, si es que aquello era posible. Y cuando lo ve gritarle a Irena… Cuando lo ve gritarle justo después que la muy loca había matado a uno de sus compañeros, su corazón se detiene.  En contra de todo instinto de supervivencia, se pone entre la profesora y el chico, dándole la cara a él y por ende, la espalda a ella.

Klaus, cállate. – le dice en un tono de voz golpeado y firme, pero su respiración agitada delataba que más que apoyar la acción de la profesora buscaba no empeorar la situación. Mientras tanto, en su mente repasaba todos los hechizos de ilusiones, pero no recordaba ninguno tan efectivo, ninguno que pudiese engañarlos a todos así. Quizás era efecto del miedo, tenía que serlo.

Nadie está tan desquiciada para matar un alumno en frente de toda la clase…