Partida Rol por web

El pirata quería visitar la iglesia, algo le decía que estaba relacionada con su misión. En otro tiempo solo se habría preocupado de llegar al pueblo y recoger las hiervas, pero con los últimos sucesos que habían visto su actitud había cambiado volviéndose mucho más observador y precavido. Puede que en la iglesia hubiera una pista que le ayudara a saber que estaba pasando. Que les avisara de futuros peligros.

Pero antes de ir a la iglesia quería cerciorarse de que sabían las gentes del lugar sobre la iglesia y sobre las hiervas que buscaban. Luego iría a comprobar si las puertas de la iglesia no se podían abrir.

¿Y piensan ustedes que Don Florencio se encuentra dentro de la iglesia o que marchó y los ruidos son de otra persona?-Les pregunté a los aldeanos allí congregados.

No estaba seguro de si lo más inteligente era acudir a la iglesia o seguir su camino. Tal vez todo se trataba de un macabro juego en el que ellos perdían el tiempo y su enemigo les ganaba en ventaja y tiempo, tiempo para fortalecerse, para ganar en poder y así ser más difícil de derrotar en el combate final.

Abandonar a aquellas gentes y su párroco no era lo más cristiano, en absoluto. Pero ¿acaso seeian recompensados por el Señor si, a sabiendas, dejaban que el oscuro ganase?

Los aldeanos se habían diseminado, cada uno a sus quehaceres, y el de la Torre, con una seriedad más intensa de la habitual, miró a sus compañeros para hablarles.

-Prosigamos nuestro camino a Sant Cristófol- 

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   Me retuerzo las manos nervioso, ante las noticias y un sudor frío recorre mi cuerpo. Espero a que los señores hablen y luego comento en voz baja.

   - ¿No deberiamos echar un vistazo? Igual ha tenido el cura una mala caída y no puede valerse por si mismo, o igual hay criaturas malvadas dentro, ¿abandonaremos a las gentes a su suerte? -

   Mientras hablo repaso mentalmente las muy menguadas reservas de comida y equipo que llevamos. Me dirijo hacia el mesonero o lo que sea que atiende aquí.

   - El temporal ha sido duro, aunque corto trecho quedanos ya, unas cuantas viandas y mantas nunca vienen mal. ¿Tal vez podrían aprovisonarnos? A cambio podríamos mirar que ha pasado en la iglesia. -

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Yo creo que sí, Eguzki, lo honorable sería visitar esa iglesia y cerciorarnos que no hay peligro alguno sobre estas gentes.- El recuerdo de lo ocurrido en el último poblado, con aquellos muertos en vida atacándonos, aún llenaba mi mente.- Gestiona con los aldeanos el tema de los enseres y las viandas.

Dalmau estaba por la labor de visitar aquella iglesia, tan sólo por el hecho de la curiosidad de saber qué ocurría allí dentro. A Eguzki también le entusiasmaba la idea de ver qué podían sacar de allí, y Dalmau asintió también en favor de este encuentro. Sebastián de la Torre, sin embargo, prefería poner pies directos hacia St. Cristofol, pero parece que no había pérdida en echar un vistazo rápido antes de salir hacia allí*.

Tras andas unos pasos llegásteis a la citada iglesia. La nave principal debía tener una planta cuadrada (por lo que pudísteis ver desde fuera). En la parte posterior de la misma la disposición de la iglesia tenía añadidos (salas interiores, tal vez capillas o alguna sacristía). Lo primero que hicísteis fue subir los escalones de roca que había delante un gran portalón de roble y hierro negro. Tenía algunos grabados sobre el dintel y la roca, como hechos a posteriori. Sobre ella la fachada principal tenía un bello rosetón de ocho pétalos. Tras golpear en ella, comprobásteis que estaba cerrada. Entonces el pardo Caitán se propuso dar una vuelta a la iglesia. Unos segundos después, tras rodearla, volvió a la entrada del portalón. Os contó que había otra puerta en la parte trasera, pero también estaba clausurada.

Delante de la puerta estabas seguro de algo. Allí dentro había alguien, puesto que habías escuchado algún tipo de susurro, como con eco y a distancia.

Delante de la puerta estabas seguro de algo. Allí dentro había alguien, puesto que habías escuchado algún tipo de susurro, como con eco y a distancia.

Comprendía el caballero de Santiago que sus compañeros eran buenas gentes y sus nobles corazones no querían dejar desamparado ni a aquel párroco ni a los aldeanos.

-Comprendo vuestro impulso de ayudar a estas gentes- les habló mientras les seguía, pues los demás ya encaminan sus pasos a la iglesia y Sebastián no iba a dejarlos solos - parece lo más cristiano, pero paraos un momento a pensar. A cada pueblo y convento que hemos llegado le han ocurrido fatalidades. Sabemos quien es el causante et creo que aquel hombre moribundo en el camino nos dio una buena pista: "el heraldo es cada vez más fuerte". ¿Acaso no os hace pensar en que todas aquestas atrocidades no son si no distracciones para que el maligno gane tiempo para fortalecerse? No puedo evitar pensar que permanecer aquí no cambiará el destino de Samalús. El diablo tratará a toda costa que nos quedemos o nos demos media vuelta, et lo hará usando nuestros sentimientos más cristianos.- continuó el de la Torre. No podía evitar pensar que Samalús ya estaba condenado, pero que si no caían en el juego de aquel ser demoníaco, dejaría de destruir a todo y todos a su paso, pues se vería obligado a cambiar de estrategia. 

Llegaron a aquel portón decorado y acompañado por un bello aunque sencillo rosetón. La puerta estaba labrada y Sebastián no pudo evitar fijarse en aquellos grabados, por saber si se referían a algún pasaje de la biblia en concreto o si se podrían parecer en lo más mínimo a los del bastón que llevaba desde que sus compañeros se lo habían entregado por voluntad del anciano monje, ahora también fallecido.

Sombras. En el interior solo encontraremos sombras y un religioso vuelto de entre los muertos pero sin alma.

Tal vez fuesen sus pensamientos un tanto derrotistas. ¿Pero acaso la experiencia no señalaba precisamente a eso?

Creo que escuchado algo. Dijo con sigilo el pirata. Creo que hay alguien rezando en el interior. Primero apoyo la punta de la daga en la puerta, para intentar abrirla, luego la mano y si esta no cedía, apoyaría la oreja en la puerta para escuchar.

¿Y alguno es capaz de forzar la puerta? - Preguntó a sus compañeros esperando que alguno tuviera esas habilidades.- En caso contrario no tendremos más remedio que echarla abajo.

¡Esta puerta no!- Añadí raudo.- No deseo violentar la casa del señor de esa manera, pero seguro que la puerta trasera da entrada a la sacristía y no a la misma iglesia directamente.

El pirata Damiá trató de encajar la pnta de la daga en la puerta. La rendija entre portón y portón era lo bastante grande como para que entrara la hoja, pero el grosor y profundidad del hueco era losuficientemente profunda como para que el filo no llegase a algún cerrojo o mecanismo de apertura, por lo que el pirata no pudo hacer nada. Puso su oreja encima de la madera, y sólo pudo confirmar lo que el mismo apuntó: allí había alguien hablando... al parecer, muy alto... ¿tal vez pidiendo auxilio?

Dalmau se negaba a violentar la casa de Dios de la manera más burda, aunque fuera en su fachada frontal. Tal vez la puerta de atrás, que Caitán el Largo divisó, fuera un punto más fácil de acceso.

Tras un rato pensando qué hacer, vísteis en en un lateral había un pequeño ventanuco sobre una fachada la teral. Estaba abierto, y era lo suficientemente grande como para que cupiera por ahí alguien. Eso sí, había que subir un tejadillo lateral y luego, sobre él, escalar un pequeño trecho*.

El pirata se ajustó sus pertenecías y se dispuso a escalar, antes se aseguró que no hubiera ningún curioso que le tomase por un ladrón entrando en la casa de dios.

Trepo el primer tejado sin nigua dificultas, esto hizo que el seguro trecho se confiara y agarrara una piedra medio suelta que le llevo al suelo. ¡Mierda! Gruño entre dientes mientras se precipitaba con sus huesos al suelo. En la segunda ocasión, volvió a caer de nuevo. Ya cabreado consigo mismo, en el tercer intento fue cuando consiguió llegar al maldito ventanuco.

Equipado con la pesada armadura de placas Dalmau observó como Damiá se encaramaba en las alturas tratando de entrar en la iglesia. El marino estaba acostumbrado a trepar, pero perdió pie y cayó delante de nosotros.