Partida Rol por web

El monaguillo no puede ocultar su sorpresa al oírte pronunciar el nombre del Cardenal y, tras un breve gesto de cabeza acude a un capellán que tiene una reacción similar a la de su discípulo y que, al verte, se le abren los ojos de par en par y se santigua mientras te enfrenta gravemente.  El hombre de fe se acerca diligente para hablar.

El Cardenal le atenderá en un momento. ¿Sería tan amable de esperar en la Sacristía? Últimamente el padre tiene muchas visitas, espero que no sea malo para su salud. A su edad... se necesita mucho reposo, y es justo lo que no se le ha concedido desde las últimas dos semanas. Por favor, le ruego que sea breve. A pesar de que el Cardenal es un búho de la noche, necesita descansar -. Te indica con la mano una salita pequeña en una de las paredes laterales de la Basílica, que debe ser la sacristía. Tras ello, se dirige raudo pero silencioso a uno de los confesionarios para desaparecer dentro.

La sacristía es un claustro cerrado, con una única ventana de cristal teñido y deslustrado. Todo a tu alrededor te incomoda, te parece un ambiente hostil. Un par de bancos con un acolchado que hace años que dejó de amortiguar nada acogen tu espera.

Tras un par de minutos, sentado en aquella incómoda sala, notas la presencia, incluso antes de ver a la persona. Un viejo, acompañado de dos monaguillos que le ayudan a caminar, se adentra en la sacristía. Debe de tener al menos ochenta años, si no más, y tiene en el rostro las arrugas de haber visto más de lo que podrían ver otros hombres en varias vidas, y de conocer lo suficiente para llenar bibliotecas enteras.

Trabajosamente, y con ayuda de los dos jóvenes, se sienta en uno de aquellos bancos, a tu lado. Sin embargo los monaguillos no se separan de él en ningún momento, como si fueran guardaespaldas dispuestos a dar su vida por él.

¿En qué puedo ayudarle, caballero? - pregunta con voz pausada, del que sabe exactamente la respuesta a su pregunta antes de que el cuestionado comience a hablar.

No sabía quién era aquel hombre, pero Pons ya le había advertido sobre él y no cometería el error de infravalorarle...
-Monseñor Martínez-Sistarch, lo primero disculpad mi presencia entre estos sagrados muros, no hollaría vuestro santuario si no fuera por una urgencia de extrema gravedad -procuraba elegir las palabras con exactitud, sin equivocarse y otorgándole a la situación la notoriedad (para mal) que tenía. Por supuesto también demostraba respeto, algo que no ya simplemente debería tenérsele por quién es, sino el respeto a las canas que en estos tiempos modernos se había perdido. Además, supuso que sabía de sobra lo que para alguien como él suponía poner el pie allí...

El cansancio hacía mella en Gaudencio, y no lo ocultaba. Se sentía incómodo, fuera de lugar y acosado por una aureola de santidad que imaginaba no lo afectaría. -Soy un vasallo del Príncipe de la ciudad, conozco la tregua que hay entre ambas facciones y no es mi intención soliviantaros, ni a vos ni a los vuestros. Es más, acudo a vos pidiendo consejo, pues más que nadie conocéis los entresijos de la vida mortal -extrajo el móvil del bolsillo, y con rapidez buscó la imagen que capturó del muerto. -Este cadáver, en la morgue. Presenta una marca extraña en uno de los laterales. Quizá vuestra sabiduría sepa iluminarme al respecto -y agachó levemente la cabeza en acto de sincera humildad

No renunciaría a su inmortalidad, ni daría marcha atrás. Vivir ad aeternum era un regalo, con una serie de condiciones no demasiado complicadas de cumplir. Sin embargo envidiaba al cardenal...
Su lugar, su posición, y el respeto sobre todo eran algo que se había ganado. Sus arrugas lo atestiguaban. En cambio en la sociedad de los vástagos no se admira a los demás, sino que se les teme o se les amenaza. El hecho de alcanzar lo más alto en base a los méritos y la valía suponía para Gaudencio un regocijo extraordinario, aunque fuera éste un miembro de los Cazadores tan antiguo como el cardenal

El Cardenal te mira interesado ante tu explicación aunque escasamente sorprendido, como si el hecho que hayas desvelado tu naturaleza viniera a confirmar algo que ya sospechaba o, más aún, de lo que tuviera una absoluta certeza...

También debes añadir que, tras su llegada, te sientes algo más sosegado y tranquilo, como si su simple presencia reconfortara a tu alma atormentada y atrapada por la rabia de La Bestia; es una sensación de Paz, la que transmite, difícil de definir.

Hace mucho que ninguno de los vuestros se atreve a poner un pie en este sagrado lugar, y en verdad tenéis suerte de no haberos cruzado con el Padre Joan Enric. De haber sido así, es posible que hubieras arriesgado tu... existencia en balde. Lamentablemente, poco te puedo decir, al margen de que, en efecto, la Inquisición ha comenzado a moverse - el Cardenal observa atentamente la foto que le muestras.

Según los códigos secretos de algunas sociedades ocultistas afincadas en la zona, ese símbolo significa "21". Me gustaría poder decirte algo más, pero no es el caso... ¿Parece grabado a fuego sobre una persona? ¿Es así? ¿No sobre alguien de la Estirpe? - requiere francamente interesado.

Afiló los ojos, sorprendido por la perspicacia del cardenal pero al mismo tiempo sinceramente admirado. Como era lógico, Gaudencio no había expresado que la criatura con la marca era un ghoul, pues si creía que era un vástago podría sentir cierto... 'remordimiento' ante el hecho de que la tregua se hubiera roto, lo cual podía darle una ventaja posicional al Brujah nada desdeñable, sobre todo teniendo en cuenta que se encontraba en su territorio

Pero los conocimientos de aquel hombre excedían su comprensión
Disfrutó de la Paz, con mayúscula, que sentía a su lado. Se arrellanó algo más cómodo en el asiento, y se preguntó si esa sensación le estaría vedada para siempre, y era parte del precio que había pagado. Se centró en la conversación y asintió quedamente. -Así es, monseñor, este hombre era un ser humano mortal -concedió, dato que presuntamente podría haber olvidado
-Es lógico que los sirvientes diurnos de la Estirpe paguen como sus amos, por mucho que la maldición no corra por sus venas. Sin embargo es la naturaleza de su muerte, abrasado y con esta marca, la que nos ha alarmado profundamente -hizo una pausa, para que el cardenal pensara sobre ello largamente

-Soy un ávido coleccionista de libros y otras antigüedades, convertido hace pocos años, y os agradecería en sumo grado cualquier guía de lectura sobre el tema. El conocimiento, y creo que coincidiremos por ser coetáneos del siglo pasado, no conoce fronteras -sus palabras eran sinceras. No buscaba nada especial, pues muchos textos heréticos de la propia Iglesia o manuscritos prohibidos a la Estirpe seguirían siendo secretos, pero sí trataba de congeniar y mostrar respeto, además de buscar un hilo del que empezar a tirar

Sin duda conozco a varias personas que podrían proporcionarte ese tipo de ejemplares... - asiente meditabundo -. Una de ellas está en esta misma iglesia, trabajando en estos momentos. Pero me temo que correrías un grave riesgo al acercarse a él siquiera, pues es el mismo padre Joan Enric y no va a permitir que nadie de la estirpe le saque un ápice de información sin pagarlo muy caro - niega con la cabeza -. Hay algunas ordenes ocultistas que te podrían decir más, pero si algo las caracteriza es que tratan de mantener en secreto todas sus actividades. Y son buenos en ello... - se frota el mentón de nuevo - Existe, o existía, una capilla de la Orden de Sant Jordi bajo la Catedral de Barcelona, en las criptas. Pero no tengo certeza de que las cosas sigan en su sitio... aunque merece la pena intentarlo, ¿no crees? - sonríe -. Y si no te importa, podrías mandarme reporte de lo que averigües, si eres tan amable. Con que un crío traiga un sobre lacrado será suficiente - ruega educadamente.

Asintió laxo, cediendo la batuta de la conversación al cardenal
Cuando mencionó de nuevo a ese tal Joan Enric supuso que se trataría de algún fanático religioso que, por lo fuera, la hubiera tomado especialmente con la Estirpe, cuando el mundo era hollado por multitud de criaturas sobrenaturales y no sólo vampiros. En cualquier caso no era de su incumbencia, pues sabía de sobra cómo el clero, en todas sus vertientes, se definía precisamente en España por no mantener la unidad católica y cristiana que se suponía representaban

-Así se hará, monseñor -concedió, aunque supuse que imaginaría que le otorgaría aquella información que no fuese peligrosa y siempre por mediación (y autorización) de sus superiores

El Cardenal asiente inexpresivamente mientras hace una breve seña a los monaguillos que, inmediatamente, se acercan al anciano religioso al que ayudan a incorporarse... Es justamente en ese momento que tienes la impresión de que los escolanos han mantenido un interés demasiado grande por lo que hablabais, aunque eso podría deberse, simplemente, a que nunca habían visto a alguien como tu.

Al marchar el viejo Cardenal, nuevamente notas el ambiente opresivo e insoportable, el cuerpo abrasándote, la evidente sensación de manifiesta incomodidad... es como si la misma iglesia, el edificio de piedras milenarias, fuera quien te echara de allí, impidiendo tu presencia en el lugar...

Por si ello no bastara, detectas movimiento en la Sacristía: Al parecer, de alguna manera la noticia de que alguien se estaba entrevistando con el Cardenal ha corrido y accidentales espectadores entran y salen de la dependencia como si estuvieran ocupados haciendo algo... tal vez no sea una buena idea permanecer mucho tiempo en un lugar tan peligroso.

La ausencia del cardenal trajo consigo de nuevo aquellas sensaciones opresivas y angustiosas
No le gustó que pusieran oídos a su conversación, pero menos aún el hecho de que la algarabía se hubiera instalado en la iglesia cuando se disponía a salir de ella. Dudaba que sus intenciones fueran hostiles, porque de ser así ya habrían ordenado matarle antes, o simplemente esperaban para que su señor no corriera riesgos, pero en cualquier caso nada más tenía que hacer allí

Procuró, con todo, mantener la compostura, y pese a que le suponía un esfuerzo ímprobo y no se sentía con fuerzas, intentó caminar hacia la salida con paso seguro, digno, ni demasiado rápido ni demasiado lento. Sin ser desafiante pero sin parecer cobarde. Se encontraba en desventaja, pero estaba un escalafón más arriba en la cadena alimenticia que los humanos de los que ya no era miembro, y no consentiría que lo vieran huir como si se tratase de un vulgar ladrón...

Abandonas la Iglesia de Santa María del Mar todavía turbado por su imponente presencia; con la inexplicable sensación de haber logrado sobrevivir a esta visita contra todo pronóstico; con idénticas perspectivas de éxito que si te hubieran mandado cruzar un bosque en llamas... sin embargo lo has hecho, has salido vivo.

En el exterior no parece que las cosas vayan demasiado bien: Coches de policía, guardia urbana, ambulancias y bomberos suben y bajan por la Vía Layetana a toda velocidad y con las sirenas a pleno volumen... es como si la ciudad hubiera entrado en una caótica alerta sin que nadie supiera precisar el motivo.

Una llamada vibra en el bolsillo en el que llevas el móvil, el identificador de llamadas de la pantalla te advierte que es Ignasi, contestas:

Gaudencio? Estás bien? Menos mal, es un alivio!

Estoy aquí, con Sergi: Resulta que cuando capturaron a Joey, al Sabbath que viste ayer, exterminaron a su manada, hasta ahí bien. El asunto es que junto a la manada había varios esclavos; también acabaron con ellos y los sepultaron en un túmulo... Uno de esos esclavos logró escapar, vinieron por él una mujer joven y un crío que se la llevaron en una ranchera... Es extraño... No sé hasta qué punto ese esclavo pueda traernos complicaciones pero por lo pronto es lo que hemos averiguado aquí...

Por otro lado, en la ciudad están pasando varias cosas. Cosas graves. Entre ellas Sergi se acaba de enterar que ha habido un ataque que podría comprometer La Mascarada: Dos Guardias Urbanos estaban haciendo unas comprobaciones rutinarias en un local de la calle Princesa, bastante cerca de donde tu estás.
Parece que, a través de ese local es posible acceder al alcantarillado y ha sido precisamente allí que han sido atacados, uno ha fallecido y el otro está en coma, afectado por una grave conmoción...

Como sabíamos que debías ir a Santa María del Mar y eso está al lado hemos pensado que podrías recabar algo de información de primera mano acerca de ese ataque; el que lleva el asunto es un Inspector de Mossos, Toni Domènech, si le dices que vas de parte de Sergi Pons te atenderá sin dudar...

Y a pesar de no decirlo, queda implícito que el susodicho Inspector mantiene algún tipo de vínculo o fidelidad hacia el Vástago con el que iniciaste la noche. 

Como no podía ser de otro modo, aceptó la tarea
Las canillas aún le temblaban, por mucho que fueran dos palos de acero óseo desde que la sangre de Caín los alimentase, pero no podía consentir que su turbación se adueñara de sus actos. Más tarde repasaría mentalmente la situación vivida en la Iglesia, y qué otras consideraciones podrían extraerse de su entrevista con el más alto cargo de la Inquisición en Barcelona. Ahora debía continuar su búsqueda y asegurarse que el caso se resolvía a la mayor celeridad posible. Era consciente del carácter del Príncipe, y no dudaba que su enfado los alcanzaría a todos de no cumplirse su palabra

Caminó despacio y pensativo hasta su coche, templando los ánimos. Para cuando su trasero se aposentó sobre el cómodo asiento del Tesla, su determinación se había restablecido por completo. Pisó suavemente el acelerador, giró el volante despacio y se adentró en las calles de la urbe en dirección a la calle Princesa...

La calle Princesa se encuentra a unos centenares de metros de Santa María del Mar de modo que alcanzas esa ubicación rápida y efectivamente.
Una vez situado, ya a pie, no te cuesta esfuerzo alguno descubrir un intenso cordón policial a la altura del número 42 de esa calleja.
Cruzas un par de palabras con los agentes que custodian el lugar antes que te permitan acceder al cordón y hablar con el Inspector que Ignasi te había comentado: Se trata de un tipo enjuto y desaliñado, que trata de contener todos los datos de cuanto ha ocurrido en un pequeño bloc de notas al mismo tiempo que atiende las impertinentes llamadas con las que sus superiores le atormentan a la caza de información...

Es un tema ciertamente espinoso - relata cuando logra atenderte y te identificas como enviado de Sergi Pons; dicha recomendación hace que algo ensombrezca la mirada del policía pero, sin embargo, accede a contarte lo que sabe -. No por el hecho de que un agente muera en una actuación, eso no es relevante - aclara -. Lo realmente curioso es la causa de la muerte del Guardia: Shock hipovolémico. Ninguna herida visible. Ninguna hemorragia destacable. Simplemente su Sangre ha desaparecido sin dejar rastro, el forense no se lo explica! - lamenta.

Un vecino llamó por la noche: Esto era un bar musical hasta que hace unas semanas ardió como una pira - explica señalando el lugar en el que presuntamente han ocurrido los hechos - ...el vecino... - retoma el discurso - ...alguien estaba moviendo contenedores por la noche y llamó a la Guardia Urbana; mandaron a los dos agentes que han resultado víctimas - sigue -. Llegaron aquí sin novedad. Informaron que efectivamente había movimiento dentro... refirieron algo como una luz roja o algo así... entraron... - relata -. El local disponía de un pequeño sótano, oyeron ruidos abajo así que fueron. Una vez en el sótano hay un derrumbe que comunica ese almacén con las alcantarillas, siguieron unos metros más adelante y allí los atacaron - sigue -. Uno de ellos falleció, lo que ya te he contado, el otro sufrió una terrible conmoción, sigue inconsciente - lamenta -. Otra patrulla llegó en su auxilio pero en el lugar de la escaramuza solo había los cuerpos de sus compañeros y las esposas del muerto, con su llave puesta... al otro, al conmocionado, le han birlado la pistola - informa.

Hemos inspeccionado todo, en lo que era el local, en una pequeña Habitación como del pánico existente detrás de la barra había un arcón nevera que... bueno... contenía bolsas con Sangre, curiosamente esa habitación era la única con suministro eléctrico... - se frota el mentón, pensativo -. Aunque lo de las bolsas de Sangre no lo afloraremos si no es imprescindible, Pons puede estar tranquilo por eso - de nuevo se oscurece su semblante -. También había un móvil roto y un bolso con una caja metálica que contenía otro móvil, aparentemente fundido por el calor; trataremos de procesar esos efectos a ver si sale algo interesante aunque puede ser basura que haya dejado cualquier yonkie que se haya refugiado por el frío - justifica -. Y creo que ya poco más - asegura -. Diría que no me he dejado nada, si el Guardia Urbano inconsciente despierta del coma seguro que nos aclara bastante lo que ha ocurrido, ahora por ahora es complicado adoptar ninguna línea de investigación fiable... - concluye reflexivamente.

Asintió, escuchando con atención y observando la escena sin perder detalle. No es que su vista fuera demasiado buena, e incluso era llamativo para un vástago que las usara, pero compensaban la deficiencia que la sangre de Caín no había conseguido subsanar. -¿Ha entrado alguien a las alcantarillas desde que encontraron a los policías? -señaló con un dedo hacia el interior de la zona. -Quiero verlas. Es posible que contengan pistas que no signifiquen nada para vosotros

Supuso que la respuesta a su pregunta sería negativa, pues por simple prudencia no se acometería salvo que fuera necesario, y posiblemente el asaltante ya no estuviera allí. Pero debía confirmarlo. Se invistió además de cierta pomposidad solemne en el requerimiento que hacía. Era consciente de que sólo personal autorizado podía acceder al lugar, pero podía pasar por lo que el inspector quisiera que fuera si hacía falta; y en cualquier caso, el tal Domènech probablemente sería un ghoul o un siervo de su Estirpe, habida cuenta del conocimiento que había mostrado sobre la sangre
-¿Testigos? -añadió, deseando otra negativa, pues no quería mancharse las manos ni tener que pensar soluciones. Pero si era afirmativa,  al menos podría interrogar a alguien ya mismo sin necesidad de esperar a que el guardia despertase. Alguien debía haber dado la alarma

El Inspector asiente gravemente antes de franquear tu acceso al devastado local. A raíz de lo acontecido, alguien ha cortado el pesado candado que protegía el recinto desde su incendio.

No han entrado por aquí - te explica el policía -. Tanto los presuntos autores como la patrulla han trepado por ahí - señala un contenedor situado justo al lado del acceso hasta hace poco clausurado - y se han colado por ahí - indica una abertura en lo alto de la improvisada pared de tablones que pusieron en su día para delimitar el local.

Entre los cascotes, cenizas, mobiliario y paredes chamuscadas alumbradas por potentes focos conectados a un generador externo, puedes darte cuenta que el local es alargado y que se accedía al mismo por una única entrada que resulta tratarse precisamente de la que habéis empleado. El bar disponía de una barra en la parte izquierda del espacio mientras que la diestra estaba destinada a alojar varias mesas de las que ahora mismo solo queda el armazón de acero fundido como mudo vestigio de su paso por el mundo.

Dentro de la barra, una puerta sepultada entre los escombros da acceso a una dependencia interior en la que hay una especie de camilla central y las consabidas neveras/arcón con la Sangre en un rincón. Da la sensación que esa pequeña habitación era la vivienda de alguien: A diferencia del resto del local, no está afectada por el fuego y todavía hay un armario con ropa.

Es ropa de chica - explica Domènech - el local lo regentaba una pareja de los que nadie sabe nada desde el incendio - aclara -. Es justamente aquí donde encontramos el móvil y el bolso con la lata con el otro móvil fundido - relata -. Es extraño... de alguna manera parece que la lata y móvil deshecho procedieran de fuera, del incendio, y alguien los hubiera traído a la habitación... ves la cerradura? - te muestra el cerramiento de la puerta de la habitación, está destrozado -. No es que esté forzado sino directamente reventado - confirma -. Un trabajo en absoluto fino, es como si hubieran logrado meter una espada o palanca dentro del cierre y lo hubieran roto desde dentro... un estropicio brutal, una barbaridad...

Volvéis al espacio destinado al bar y bajáis por un estrecho tramo de escaleras que desciende a las entrañas del edificio; no hay más de una decena de escalones hasta alcanzar lo que parece tratarse de un sótano en el que se amontonan cajas de botellas, patatas fritas y otros comestibles que las alimañas urbanas ya han empezado a engullir.

Una de las paredes laterales del almacén ha sufrido un derrumbe a través del que se accede al alcantarillado de la ciudad.

Os internáis por ese pasadizo, también iluminado por otros focos también conectados al generador:

Después de la refiega primero han llegado los refuerzos - explica el detective -. Han llamado a las ambulancias para que atendieran a los heridos... uno, el del shock hipovolémico, ya había fallecido cuando llegó la ambulancia, nada que hacer, había perdido demasiada Sangre - te mira de un modo extraño, acusador -. Las esposas del fallecido estaban por ahí tiradas, con la llavecita puesta en su cerradura - señala otra área del espacio en que se ha producido la pelea mortal -. El otro, el inconsciente, lo encontraron por aquí - señala otro espacio marginal, justo al lado de donde se encontraron las esposas -. Según las primeras valoraciones recibió un golpe por la espalda... le dieron duro - concluye.

En cuanto a los testigos - acomete - poco que decir: Confiamos ciegamente en la recuperación del agente inconsciente, por el resto poca cosa... El que llamó a la policía por el movimiento de los contenedores poco más tiene que añadir, oyó el ruido y cuando se asomó escuchó que alguien que había doblado la esquina arrastraba el contenedor hasta el local, creyó que serían unos gamberros u okupas y por eso llamó - relata -. Buscamos huellas por todos lados, procesaremos los móviles, poco más... la clave la tiene el Guardia inconsciente - determina.

-Entiendo -acotó, al tiempo que observaba con suma atención cualquier detalle, hasta el más pequeño que pudiera pasar inadvertido. Pero debía admitir que no era bueno en aquello. No tenía madera de investigador, no habría hecho carrera como detective, y tampoco era su intención. Sin embargo sí podía retener en su memoria, una que acumularía la sabiduría y conocimiento de siglos (si es que su destino le libraba de la Muerte Definitiva), cuanto viera, oliera y sintiera. A fin de cuentas no era muy diferente de Domènech, y él mismo servía a otros como recadero

Palmeó las manos limpiándose el polvo del lugar, y se volvió hacia el inspector. -¿Y qué hay de su valoración? Sé que la clave la tiene el guardia inconsciente, y que velaréis por su salud -preguntó, al tiempo que hacía una velada insinuación para que no sufriera daño alguno el agente y lo vigilaran concienzudamente, pero de soslayo, como si eso no le importara realmente. -Usted habrá visto mucho en su vida, más incluso que la mayoría aunque durase siete veces más -sonrió, pues hacía obvia referencia a su conocimiento de la Estirpe, algo vedado a la amplísima mayoría de los mortales. -Si hay algo que quiera añadir, se lo agradecería profundamente. Cualquier hipótesis, por descabellada que sea. Los míos se mostrarían muy satisfechos
No jugaba con él. Al contrario que el Príncipe, Gaudencio conservaba su humanidad prácticamente intacta, y si creyera en un Dios, o en varios, les rezaría para no volverse jamás tan loco como él. Pues sus actos, por mucho que se engalanen de protección y seguridad, dejaban entrever su depravación y paranoia

Sopesó la idea también de introducirse en las alcantarillas, pero había visto lo sucedido y no pensaba arriesgarse a no ser que fuera estrictamente necesario. Por mucho que decenas de humanos rodearan ahora la zona, no cometería una imprudencia

Una hipótesis? - sonríe escépticamente -. No creo que haga falta que le diga a quien atribuyo lo ocurrido, verdad que no??? - te dedica una mirada inquisitiva -. Dos autores como mínimo; la víctima había atrapado y esposado a uno de ellos... terrible error, luego el otro los atacó por la espalda, dejó inconsciente al compañero del fallecido... tal vez aprovechando esa confusión el autor material se abalanzó sobre el muerto y... - duda - ...lo mató sin dejar rastro... luego se liberó de las esposas y huyeron por las alcantarillas sin dejar rastro - concluye -. No hemos sido especialmente diligentes a a hora de establecer un perímetro bastante amplio como para obstaculizar la huida - explica -, pero tampoco somos mancos, no tenemos a ningún sospechoso en toda la ciudad - lamenta -. Está claro que esos individuos tenían un conocimiento preciso acerca de como moverse por las cloacas - determina fijando su mirada en el horizonte de túneles interminables que se abre más allá de la acordonada escena del crimen.

De nuevo adoptó una actitud pensativa. Dos autores
-Con lo cual deduzco que esposaron a uno de los vuestros, y que uno de los míos lo liberó. No hay modo de averiguarlo -comentó, en voz baja, chasqueando la lengua. Su único testigo estaba incapacitado temporalmente. Y quizá de por vida, quién podía saberlo...

Carecía de sentido. Si los Guardias Urbanos esposaron a un sospechoso, se trataría del humano. De ser ghoul habría jugado con los agentes sin problemas, habida cuenta del poder que transfiere la sangre de Caín; y de ser un simple humano, ¿por qué iba un vástago a consentir que accediera al territorio de los Nosferatu? Es cierto que en el Teatro se habían sucedido acusaciones a ese Clan, pero ni con esas conseguía establecer un patrón o un sencillo por qué
-¿Algo más, inspector? -preguntó al cabo, con voz tranquila y amable. No sentía necesidad alguna de intimidarlo o halagarlo. El inspector no parecía estúpido y sabía de sobra cuál era su lugar, y más le valía no saber nunca qué haría con él el Príncipe si osaba contradecirle

...deduzco que esposaron a uno de los vuestros, y que uno de los míos lo liberó...

El policía asiente, de manera poco vehemente, a la conclusión que alcanzas tras su hipótesis.

No es exactamente eso... - corrige - ...por lo menos yo no lo había planteado así aunque a estas alturas de la investigación podría ser cualquier cosa - reflexiona -. Más bien diría que el Guardia que murió había esposado a alguien. Aparentemente los grilletes hallados en el lugar son los suyos puesto que no los llevaba en el cinturón - aclara -. Por eso dos autores como mínimo, tal vez más: Luego apareció el segundo que golpeó al binomio del fallecido... algo pasó que los asesinos aprovecharon para... - rehuye tu mirada - ...matar al Guardia que tal vez seguía consciente y oponía resistencia - argumenta con escaso convencimiento, como si esa fuera una más entre miles de posibilidades.

¿Algo más, inspector?

No, nada más - y hace un gesto con la mano con el que te invita a salir del lugar.

Regresáis por donde habéis llegado, cruzando las escasas decenas de metros que llevan hasta el derrumbe en el sótano del local y, de allí, por fin emergéis a la superficie.

Ya fuera del cordón policial, Domènech se permite una última concesión:

Si me facilita algún modo de contactar con usted... los mantendré informados al respecto de los avances de la investigación - propone como si ese fuera el protocolo establecido con Pons en situaciones como la que enfrentas.

-Claro. Tome mi número, Inspector -para acto seguido dictar los nueve dígitos
Supuso que, tarde o temprano, Domènech investigaría su persona, y al darle su propio número de móvil le facilita rastrear no sólo su posición por GPS sino también acceso a todos sus datos y su ficha. Poco le importaba. Gaudencio era viejo, y no en términos vampíricos, así que el hecho de que husmeara en su pasado era infructuoso. Para no incumplir la Mascarada el viejo aragonés debía cambiar de nombre cada par de décadas. Algo que aún no había ocurrido, pero que debía suceder en uno u otro momento...

-Muchas gracias por su tiempo y su dedicación. Los míos sabrán que investiga el caso y que hace todo lo posible -añadió. De nuevo sin amenaza, pues aparte de ser algo vulgar era totalmente inncesario. -Si no le importa hágame saber por mensaje, lo antes posible, el lugar al que mandan al agente herido. Es posible que queramos añadir protección extra. -Se inclinó ligeramente a modo de agradecimiento y despedida, giró sobre sus talones y se dispuso a marcharse. No había dado ni dos pasos cuando se detuvo, y ladeó la cabeza hacia un lado agachándola levemente. -Y lamento su pérdida. Quienes robaran la vida de ese hombre pagarán con la suya propia... de un lado o de otro

No era un consuelo para el inspector. Probablemente los odiaba y detestaba trabajar para ellos. Hasta es posible que lo hiciera bajo coacción o amenaza, pero sentía la necesidad de expresarse. Como vástago, y ya se ha dicho, Gaudencio aún conservaba la mayor parte de su humanidad intacta

De nuevo en el asiento de su cómodo Tesla, y antes de arrancar, se puso en contacto con su sire. Le transmitió todo cuanto el inspector le había contado, y sugirió la idea de proteger al guardia vivo con presencia de la Estirpe por la noche y ghouls en las horas diurnas. La información que poseía era demasiado valiosa. Con ello, aguardó las nuevas órdenes de su creador

Tu Sire asiente gravemente al otro lado de la línea...

Está bien Gaudencio... deberemos estar atentos a los resultados de esa investigación... por lo que pudiera pasar, últimamente están habiendo demasiados sucesos en la ciudad...
Al hilo de los últimos acontecimientos: Ha habido otro ataque, esta vez en Sants, en la plaça Osca, uno de los refugios Tremere ha sido devastado, pasto de las llamas... no descartamos que haya alguna conexión entre todo lo que está pasando... ya hay gente trabajando sobre el terreno pero no estaría de más que tu echaras un vistazo... al fin y al cabo sabes de primera mano del asunto del Born y eso te puede otorgar una mejor comprensión, un entendimiento global acerca de lo que ocurre... 

De alguna manera, pues, Ignasi te propone que acudas al lugar de este nuevo siniestro, para ver qué puedes averiguar al respecto. 

Como anteriormente, colgó el teléfono y se dispuso a poner en marcha su vehículo
Su Sire no le había mencionado que fuera a dotar al guardia en coma de protección extra, pero al menos por su parte le había avisado. Si salía de esta, e identificaba a su agresor -o agresores-, la ira del Príncipe no conocería límites y obtendría pruebas contra aquellos a los que acusaba. Si es que eran Nosferatu...
El uso de las alcantarillas deducía tal cosa, pero quizá no era más que una prueba falsa. En cualquier caso, la vida del agente dependía de la voluntad de su creador, y no iba a incidir sobre algo que ya había dicho

De nuevo con suavidad pisó el acelerador del coche. Con un zumbido apenas perceptible, pero que rugía como mil tormentas en sus finos oídos cainitas, el Tesla se deslizó por las oscuras calles de la Barcelona moderna en dirección a la Plaza Osca