Partida Rol por web

-Mmm... la verdad, a mí también me pareció extraño encontrar raíces a esa profundidad -dije ante las preguntas sobre el árbol.

El sensei pareció descepcionado de que no hubieran fantasmas, pero fuera de eso, me permitió regresar.

-No te preocupes, me aseguraré de que todos regresen sanos y salvos.

Y sin más, me dirigí denuevo a la entrada de la cueva.

Algo raro está pasando. Será mejor que me transorme.

Esperé hasta estar bien adentro de la caverna, a salvo de miradas indiscretas y pronuncié una vez más las palabras sagradas.

-¡Por el poder de Poseidón!

Encendiste tus manos para reflejar el fuego que llevabas en tu corazón, pero que tu cuerpo empezaba a sentir como pesado por la carga energética que se necesitaba.

Tal vez fue el cansancio, pero el primer golpe, dirigido a la chica, no alcanzó su objetivo, ya que esta lo bloqueó con su espadón. Te dirigiste al chico, quien no tuvo tiempo de atacarte, pues el fuego impactó de lleno en su cara, lanzándolo con fuerza hacia el suelo y aplastando su cráneo. El chico se quedó inmóvil mientras su cuerpo desaparecía en numeroso destellos de luz. La chica gritó de enojo y dolor para luego empuñar su espadón con toda su fuerza y atacarte con él, impactando en tu pecho y causando una cortada en este que se tiñó de negro, cubriendo la herida. Podías sentir el peso de la oscuridad en esta.

A pesar de lo cansada y lastimada que se encontraba, la chica no se daría por vencida. Si debía llevarte consigo, estaría dispuesta a hacerlo.

Volviste tan rápido como pudiste al lugar donde habías dejado a Calíope con Arjimae, pero ni el zorro blanco ni la guerrera rubia estaban allí. Volaste por varios lugares alrededor, pero no lograbas dar con ella. Incluso contemplaste la posibilidad de rastrear su energía, pero se había ido. No había rastros de ella por ninguna parte.

De repente, escuchaste el choque de armas y volaste hacia allá. Pudiste ver que se trataba de una guerrera dragón con los puños encendidos en fuego que aplastaba el cráneo de un chico con una extraña arma flotante en el suelo, mientras este se disipaba en destellos de luz. Sin embargo, la guerrera se veía malherida, al igual de la rival que quedaba junto a ella. No te tomó mucho adivinar que se trataba de Cursed Dawn, aunque a los otros dos rivales nunca los habías visto.

Dawn empezaba a sentir la carga de aquella batalla. Tenía tiempo sin sentir su piel rasgada, sin sentir el sabor de su propia sangre. 

No había logrado asestar sus garras a la chica, pero eso no la detuvo. Salvajemente, ya siendo guiada únicamente por sus instintos, se lanzó hacia el chico. Su fuego fue devastador; aplastó el cráneo del enemigo contra el suelo, haciéndolo desaparecer momentos después. 

La dragona empezaba a tener su vista borrosa. Necesitaba un respiro, pero no había tiempo para eso. En su descuido la chica la atacó. Aunque intentó protegerse, sus movimientos fueron torpes. Su pecho sangró antes de que su herida se tornase negra. Dawn gritó de dolor, sintiendo su cabeza más y más pesada.

En la mirada de la chica pudo encontrar la misma sed de sangre que ella misma tenía en esos momentos. Solo quedaban ellas dos. Era matar o morir. Sintiendo la presión que el dolor causaba en su pecho, Dawn reavivó una última vez las llamas en sus garras. Atacaría con todo una vez más, debía hacerlo. Era lo único que le quedaba.

Shiro te miró y sonrió. Casi agradeciendo lo que habías dicho. El sonido del choque de la espada de Dusklight con tu lanza retumbó en la vacía estancia con fuerza mientras Dusklight se hacía hacia atrás.

Sin cambiar su rostro serio, las miró a ambas - No podrán derrotarme - dijo simplemente.

Entonces, Shiro tomó la flauta y dijo - Tal vez no, pero el poder que me queda será suficiente para detenerte - sonó su flauta y las sombras a su alrededor se condensaron hasta rodearla por completo. Justo después, las sombras se disiparon para revelar la verdadera forma de la sacerdotisa. Habías visitado en alguna ocasión Hardak y su forma era diferente, pero también sabías que pueden cambiar de forma en cada reencarnación. Esta diferencia no hacía que su porte fuera menos escalofriante ni menos imponente, ya que podías sentir el gran poder que emanaba de ella y esa presencia sublime. Era esa mezcla entre admiración y temor que sentías cuando Alioth luchaba con todo el poder de la Espada esmeralda. Seres muy por encima del nivel de los soldados.

- Gracias - y dicho esto, alistó su flauta para pelear junto a ti.

Al retirarse la amenaza, Ephorus bajó su espada, la cual se fue hacia adentro del pendiente de su cuello. Cuando te le acercaste, el guerrero mostró sorpresa, pero no se mostró hostil. Cuando revisaste sus heridas, pudiste ver rastros de hielo que enmarcaban las aún sangrantes heridas, pero que parecían ir desapareciendo de a poco.

El joven sonrió con amabilidad y puso una mano sobre tu cabeza - Estoy bien, Animae - escucharlo decir esas palabras era algo extraño. Palabras perdidas en las arenas del tiempo.

Te abrazó con cuidado para no apretar más de la cuenta su herida. Al estar cerca suyo, sentías sus manos temblar levemente y su cuerpo estaba frío. Sin duda, Ephorus hacía un gran esfuerzo por aguantar el dolor que sentía, incluso para que tú no lo notaras.

Siguió escuchando y agregó - No podía dejar que le pasara nada a mi hermanita. ¿Y cómo desapareció Irisu? -.

Sombra te miró sorprendido - ¿Crees que funcionará? - y aunque te enfocaste en extender tu barrera por todo el lugar, no pudiste hacerlo. Algo pasaba: tal vez la concentración, tal vez la carga negativa del lugar era muy alta, pero no pudiste desplegar aquella aura que te había permitido detener a Scarlet la primera vez.

El chico te miró como tratando de comprender tus palabras, pero no parecía que nada de lo que dijeras tendría mayor efecto en él. 

- No soy como tú. Tampoco me compares con Scarlet Light. Fue débil, yo no lo seré - y dicho esto, tomó el báculo entre sus manos con firmeza y aunque parecía que usaría algún hechizo, lo que hizo fue saltar hacia ti con toda su fuerza para golpearte con su báculo. No era un guerrero, sin duda, pero igual sería un golpe doloroso para cualquieras. Te doblaste para soportar el dolor y el joven te miró.

- ¿Esa es toda tu determinación? -.

En esas circunstancias no era capaz de adivinar quienes eran buenos o malos, el panorama era inusual. - disculpen señoras y señores, no entiendo bien la disputa, pero estaba buscando a alguien... Si son tan amables de aparcar las peleas que no llevan a nada, y me dicen si han visto a una guerrera mágica por aquí, sería de agradecer... Nya~? Si no servía de mucho decir nya, pero ya había dicho ser un gato caprichoso no?

Las heridas de Ephorus eran graves,  pero notar que su hermano intentaba mostrarse fuerte era algo que le proporcionó familiaridad, pues era un rasgo que ambas vidas parecían compartir sin importar dónde se encontraran o la situación que debían sobrellevar. De igual manera, le sonó muy lejano que le dijese con ese nombre a pesar de que estaba segura que se acostumbraría a que los demás le llamasen así para cuidar identidades, pero que su hermano en esa transformación le llamara así era extraño. 

- Le pediré a la sacerdotisa dragón que te cure, acepta la ayuda, por favor - abrazó al guerrero con cuidado antes de soltarse y mirarle al mismo tiempo que se limpiaba los ojos-. Son nuestros aliados ahora, nuestra guardiana Mariko y ella son muy buenas amigas - miró al espacio donde su compañera había desaparecido y suspiró-. Irisu estaba detrás de mí y de repente se fue. No corrió ni se escondió, simplemente ya no se encontraba ahí. Cuando todo esto pasó la primera vez.. Dos compañeras y una profesora fueron secuestradas por los titánes...  ¿Y si a ella le pasó lo mismo? ¿Y si está en peligro y no puedo hacer nada?

Sus ojos azules temblaban mientras el brillo de sus lágrimas continuaba nublando un poco su atención.

- No. Hay que pensar que está bien, no servirá de nada quee preocupe. Mejor.. Busquemos a los demás. ¿Puedes o quieres descansar?

Entraste de nuevo, pero no lograste toparte con nadie, al parecer. Recorriste por donde creías que habías pasado, pero no había rastro por ninguna parte de él. ¿A dónde podría ir? Solo había una salida y era por donde tú habías recién llegado.

Tomaste la forma de Nereida y pudiste sentir la cantidad de energía negativa del ambiente, pero nada más. Al menos no por el momento. 

En medio de la batalla una voz hizo que Dawn se desconcentrase. Su cuerpo se tensó más e incluso llegó a pensar que era acorralada por otro enemigo.

Se quedó bastante desconcertada por quien había llegado. No dejó de luchar en ningún momento, pero su guardia bajó notablemente, dándole más posibilidades al enemigo de atacar.

—¿¡Quién demonios eres tú, y qué se supone que haces!? —gruñó, mientras trataba de no morir.

Ya que la muchacha se distraía por su culpa, Phenrir voló ante la chica buscando cubrirla de algún ataque que pudiera llegar. Aunque claramente preferiría no luchar. El problema era no saber qué tipo de ataque se avecinaba, ni si quiera si iban a atacar. Pero no podía irse sin información. - disculpe, busco a una señorita llamada Caliope, sabría guiarme usted?

Dawn se movía de un lado a otro, intentando no recibir los ataques enemigos. La llegada inesperada de Phenrir la había desconcentrado bastante, cosa que la puso un poco más nerviosa. Sin embargo, al ver que el sujeto intentaba ayudarla Dawn sintió un peso alivianarse en sus hombros, aunque no dejaba de parecerle nada extraño.

—¿Caliope? —repitió, luego de lanzar sus garras hacia el enemigo y volver a dar un salto hacia atrás— ¡No sé dónde se encuentra! ¿Pero eres consciente de la situación aquí? —recordar a Caliope solo puso más nerviosa a Dawn. Recordó todo lo que había sucedido, apretando los dientes con fuerza.

- mmmm ¿Mucho calor-nya? - respondió, si bien buscaba a otra persona, no podía solo irse... Por lo que salieron sus retráctiles uñas...

El comentario de Mariko me dio qué pensar, si aquello tenía que ver con lo que había pasado en la playa, sólo podía significar más problemas. Pero fueron sus siguientes palabras las llamaron mis atención.

- ¿Allan? - ¿Como no lo había reconocido? Observándolo con detenimiento, de parecida mucho a Haruka.

Me acerqué un poco más, lo observé con ojos hipnotizados. Aquel había sido mi amado... Era mi amado. Verlo luchar me había querer estar a su lado.

La adversaria de Allan era Crythra. Me sorprendió verla allí, no sólo me traía recuerdos de mi época como Lightning, sino que no entendía porque estaba luchando contra mi amado. Ella había sido guerrera de Aldelivian, una persona fuerte y dulce, no tenía sentido que nos atacara. Y allí estaba atacando a Allan ferozmente.

- ¡Allan! - grite alarmada al verlo volar y estrellarse contra la pared.
Deseaba estar con él, luchar a su lado, ¿acaso no había nada que pudiera hacer? Fueron las palabras de Mariko las que despertaron en mi nuevas esperanzas. Me giré había ella y tomé sus manos.
- Mariko, ¿puedes hacer eso? No me importa no volver a ser una humana normal, desde que recuperé mis recuerdos no podría haber vuelto a serlo, no ahora que os he recuperado a todos... y a Allan mi mirada fue un segundo había mi amado - no puedo perderlo de nuevo, haría cualquier cosa por estar ahora mismo a su lado.

Mariko te miró con una sonrisa comprensiva. Sabía lo que sentías y planeaba responder a ese sentimiento. Viste que Allan miró en tu dirección, aún aturdido por el golpe y tratando de enfocar algo, te miró sorprendido - ¿Shiro? - no tuvo tiempo de decir nada más porque la guerrera pelirrosa se le fue encima. Logró bloquear el movimiento, pero igual parecía tener dificultad para controlar su nuevo poder.

- Tendremos que hacerlo de una manera más veloz. Él necesita ayuda. Perdóname, Shiro - y dicho esto, sentiste unas filosas uñas perforar la piel de tu pecho. Fue rápido, pero antes de tener tiempo de preguntar, Mariko llevó su índice derecho a tu frente, dejando lo que parecía un rastro de sangre. Sentiste que un símbolo aparecía en tu cabeza. Sin duda, era la marca que te dio poder la primera vez, la marca de una guerrera mágica.

En ese mismo instante, viste claramente en lo más profundo de tu mente a una figura sublime. Era diferente y con un aura imponente, pero la reconociste enseguida. Se trataba de la Reina de cristal.

- Perdónanos, Lightning. Algo terrible le pasa a Mariko y su poder no es suficiente. Por ello, debía usar tu sangre - sentiste su suave tacto cuando llevó su mano a tu rostro y te sonrió. Era ella, su energía acogedora y gentil. Sin duda, era ella.

Tocó el símbolo en tu frente y sentiste cómo parecía embargarte un abrumador poder. Poco a poco, tu sangre se cambiaba por energía y esa energía corría por tu torrente sanguíneo a tal velocidad hasta llegar a un punto en que sentías tu cuerpo estallarse, pero en vez de eso, una onda de energía derribó a Crythra y a Mariko hacia atrás, mientras una tormenta se formaba alrededor. Sentías los rayos se absorbidos por tu piel, y aunque ardía al principio, poco a poco, te fuiste acostumbrando a la sensación, hasta mimetizarte con la electricidad. Los rayos cubrieron tu cabello, tiñéndolo de rubio y giraron a toda velocidad en tu cuerpo para generar tu atuendo. Habías vuelto a ser Lightning, la guerrera mágica de Andelivian al servicio de la Reina de cristal, enamorada de Allan.

Allan se quedó mirando fascinado tu imagen, mientras que la pelirrosa sonrió - Vaya, pero si es Lightning. Los dos tórtolos se reúnen. ¿Quieres jugar? - se inclinó hacia adelante con una postura algo infantil y con una expresión inocente, pero en ese momento solo te causaba repulsión.

El camino resultó ser más confuso que antes. Llegué hasta lo que creí que era el lugar del incidente, pero no estaba segura. En ese momento, un aura negativa me golpeó como un viento helado que calaba hasta mis huesos.

Definitivamente, aquí pasa algo. Pero... ¿Qué es? Me recuerda... aquella batalla en el reino de la oscuridad. En esa oportunidad, casi no salgo con vida. ¿Seré capas de superarlo esta vez?

Traté de percibir lo que fuera que habitara en aquella oscuridad. Pero sólo encontré el mismo frío vacío de antes. 

Tal vez... si intento llamar a mis compañeros...

-¿Hola?¿Hay alguien aquí?

- No te adelantes con tus palabras.-Le respondió a la desconocida cuando afirmó que no podríamos con ella. Onírica nunca se había rendido en un combate, así cómo tampoco se había acobardado. Cómo buena soldado se había mantenido siempre al lado de Alioth y sus compañeros.

Cuando Shiro o más bien... La Sacerdotisa dragón apareció, Onírica la miró con admiración, había leído sobre ellos, había visto imágenes, pero nunca había estado junto a uno de ellos y mucho menos combatido hombro con hombro. Le hizo un gesto de cabeza mostrando sus respetos. La otra joven saltó hacia atrás alejándose y sólo entonces Onírica bajó con decisión el arma, dejando la punta de la lanza rozando la arena.- Jamás abandonaría a una compañera.- 

Ephorus te devolvió el abrazo con cierto cuidado y con una sonrisa, pero su gesto se endureció cuando mencionaste a la sacerdotisa dragón. ¿Un dragón?

- ¿Mariko? Mariko era la hermana menor de Arjimae, ¿verdad? Pero no comprendo cómo pudimos aliarnos con los dragones - su rostro se veía levemente enojado. Tal vez confundido.

Escuchó todas tus cavilaciones sin siquiera tratar de interrumpirte, cuando mencionaste que Irisu simplemente se había esfumado. Puso una mano en tu hombro con delicadeza y dijo - No te preocupes. Ella de seguro está bien - sonrió.

Mencionaste que querías buscar a los demás y el chico se apretó su abdomen - Puedo ponerme de pie y caminar, pero dudo ser de ayuda en este estado - suspiró -. Aunque si mi hermanita lo quiere así, yo te acompaño - trataba de sonar despreocupado, pero era obvio que estaba sufriendo.