Partida Rol por web

-Es una larga historia, Ephorus, una de tantas que quiero contarte... y así sepas por qué no está Arjimae con nosotros, los planes de la Reina y la alianza que tenemos con los dragones... y por qué Jaycee no te agrada-desvió la mirada con lo último que mencionó, pero Animae al hacer eso reflejó un instinto propio de una joven de 18 años que disfrutaba de la vida y amaba a los suyos; por otro lado, también se debía al alma de alguien que parecía haber sufrido mucho, una vieja que había vivido demasiado.

Escuchar que él le decía que seguramente Irisu estaba bien, calmó un poco el corazón acelerado de la guerrera; sin embargo, no era oculto a su percepción que el dolor por la pelea apenas la estaba soportando y que su hermano hacía un enorme esfuerzo para mantenerse fuerte. No, no debía hacer eso ni dejarlo solo. Por eso, la pelinegra puso ambas manos sobre los hombros de él y con suavidad, instó a que se sentara.

-¿Sabes? Creo que mejor pasamos un tiempo de calidad como hermanos-aún continuaba inquieta, temerosa y con una que otra lágrima que rodaba por sus mejillas. Sin embargo, no era momento de pensar en ella nada más; y posiblemente su presidenta aparecería donde estaba la última vez, así que era mejor quedarse ahí mismo-. Anda, quedémenos un momento así transformados y luego volvemos a la normalidad-y al decir eso, tal como lo hizo con Nereida, Animae rasgó sus ropas para improvisar una venda, recordando las lecciones que su padre le dio para hacerlo bien sin herir mucho a la persona atendida.

La graciosa conversación entre los dos seres mágicos parecía hacer gracia también a la chica, quien no dejaba de reír. Cuando Dawn atacó, con cierta torpeza por la sorpresa, la chica se cubrió con sus manos, pero no pudo evitar el alarido de dolor por sentir el fuego quemar sus manos. Se hizo hacia atrás, pero no perdía la sonrisa, mientras una expresión de total demencia aparecía en su rostro. Jadeaba presa del cansancio, pero no perdía la sonrisa mientras decía con una voz un tanto burlona.

- ¿Te refieres a la guerrera rubia? ¿La que dejaste sola? Fue presa fácil para Heleth-sama - y comenzó a reír sin control alguno mientras se abalanzaba a toda velocidad a Dawn, el extraño guerrero que se hacía llamar Phenrir, se hizo frente a esta para protegerla del ataque, pero la espada fue fácil de evitar con sus garras. Además, los ataques de la chica no eran tan fuertes como antes.

Saltó hacia atrás para generar distancia otra vez y decir - Ella pagará tu arrogancia - rió otra vez.

Era tanta la densidad de la energía negativa que tu poder de conectarse no te permitía ir muy lejos, así que estabas en problemas: perdida y sola.

Comenzaste a caminar y aunque lejana, escuchaste lo que parecían una voz masculina y femenina hablando. Si seguías ese rastro, seguro llegarías pronto hasta ellos.

Ephorus dejó que lo envolvieras con aquella venda improvisada y sonrió débilmente - No hace falta, sis. Pronto sanará - rió.

Cuando le diste esa explicación tan rápida de todas las cosas que debías contarlo, el joven se veía aún más confundido con todo. ¿Tanto se había perdido? No parecía estar entendiendo del todo, y más cuando mencionaste a Jaycee.

- ¿Jaycee? ¿Qué tiene que ver el mocoso en todo esto? - Ephorus parecía aún más confundido.

Dejó su duda en el aire cuando le hablaste del tiempo de calidad. ¿Era una broma o algo así?

- ¿Te parece que es el mejor lugar para hablar de esto? Si quieres que nos quedemos aquí para esperar a Irisu, lo entiendo, pero no creo que sea conveniente conservar mucho tiempo nuestras transformaciones - su rostro era serio, pero no por eso su tono era descortés. Solo estaba siendo el mismo hermano protector de siempre.

De repente, escucharon una voz femenina en la lejanía - ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? - Ephorus empuñó su arma con fuerza, esperando que fuera lo que fuera, se mostrara frente a ustedes, pero que no los tomara desprevenidos. 

- ¿Heleth? ¿Presa fácil? - no le gustaba lo que esas palabras insinuaban, y un cierto vaho comenzó a adornar las piedras cercanas que habían conocido el reciente calor de dawn. - ¿Dónde está ahora? Y por tu bien, espero que sana y salva... - cristales de hielo se comenzaban a acumular a sus pies dispuestos a saltar sobre aquella mujer, dañarla y enjaularla. No permitiría que se fuera sin decirle todo lo que quería, y sobretodo, dónde estaba Caliope. La humedad de la cueva fue útil en su enfurecido estado, el agua y el frío le permitieron extender cristales de hielo rápidamente, algo aparentemente inofensivo si no fuera por... ¡¡FRUUUSSSHHHH~!! De suelo paredes y techo salió disparado un ataque que pretendía capturar a aquella mujer. Estalactitas y estalagmitas y como sea que se llamen cuando las columnas de hielo cruzan la cueva de forma horizontal. ¿Presa fácil? ¿Caliope? La frustración, la rabia y el no querer creer dicha insinuación; se juntaron en su espinoso ataque gélido. Sin poder ver el rostro bajo la máscara, se podía adivinar que no reía precisamente.

Al ver que decidías pelear a su lado, la sacerdotisa te miró sonriente - Gracias -.

A pesar de su en parte terrorífica apariencia, sentiste la amabilidad que Shiro siempre había mostrado contigo, incluso después de descubrir que no eras humana. La pelea comenzó y Dusklight saltó hasta Shiro, pero no contaba con la barrera de agua que pondrías alrededor de ella, la cual hizo que su espada rebotara sin impactar en la sacerdotisa. Esta, aprovechando la apertura que le habías dado y justo antes que Dusklight tocara el suelo, tu compañera sonó su flauta. Notaste cómo su propia sombra se condensaba hasta formar lo que parecían tentáculos.

Estos tentáculos salieron a toda velocidad hacia Dusklight. Dos de ellos tomaron sus manos, para un tercero arrastrarla hasta la pared de la cueva y golpearla contra esta con fuerza, haciendo que la chica mostrara una mueca de dolor. Los tentáculos la soltaron y apenas Shiro dejó de tocar, volvieron a ella.

- Dinos quién te manda y te ayudaré a liberarte - dijo la sacerdotisa con un tono bastante fuerte. Sin embargo, Dusklight no respondió. Solo rió.

Por un momento, viste un extraño símbolo en su mano derecha, el cual te recordaba mucho a Umhti.

Dawn se permitió relajarse un poco apenas cuando Phenrir intentó protegerla de un ataque. Dio un salto hacia atrás, jadeando, sin dejar de mirar por encima del hombro de Phenrir al enemigo. ¿Heleth acaso era esa la mujer con la que se había enfrentado momentos antes? 

La dragona aprovechó el breve momento de descanso que tenía para voltearse a mirar rápidamente a la chica pelirosa tirada detrás de ella, quería cerciorarse de su estado. No podía permitir que muriese, aunque eso fuese lo último que ella...

Abrió un poco los ojos al ver el elemento que manejaba Phenrir. Entendió los sentimientos del guerrero pese a que no podía ver su rostro. Dawn no sabía si era alguien en quien podía confiar, pero estaba claro que ambos compartían una meta en común. Ella había apretado un poco los dientes al escuchar lo de Caliope. Las palabras punzantes de la chica eran como las de aquella mujer.

Dawn estaba jadeando y parecía estar llegando a su límite. Agradeció el respiro que la llegada de Phenrir le estaba proporcionando y no lo desperdiciaría.

A pesar del cansancio y a pesar de que estabas llegando a tu límite físico, la preocupación por Ruka no desaparecía. Incluso existía el riesgo de que ella estuviera actuando, pero querías creer que era ella, la Ruka que había estado contigo durante los últimos seis meses.

Confiando en Phenrir, te giraste y la examinaste de pies a cabeza. El charco de sangre a su alrededor era grande, pero parecía haber cesado su crecimiento. Tal vez eso quería decir que Ruka había dejado de sangrar. Su tez era más pálida de lo usual, pero parecía que aún respiraba sin dificultad. Sin embargo, notaste algo raro en el lugar donde ella había sido atravesada por el ataque de la chica de cabello negro y era algo que no habías visto antes. Ese punto parecía estarse tiñendo de negro.

Estaba completamente perdida. Comenzaba a pensar que estaría atrapada allí para siempre. Pero entonces comencé a escuchar una conversación. No podía distinguir las voces. Sólo sabía que eran un hombre y una mujer. Intenté seguir aquel murmullo. No sabía quienes eran, pero cualquier cosa era mejor que estar allí sola, o eso pensaba.

-¿Hola?

-Cuando salgamos aquí te contaré todo, lo prometí. ¿Recuerdas?-la voz de Animae poco a poco reflejaba una calma que había procurado recuperar, retomando una postura más propia de  una guerrera que también lidiaba con el dolor de sus heridas que logró pasar a un segundo plano por preocuparse ante otras situaciones y personas.

Como ya estaba calmándose, el malestar también comenzaba a tomar una posición en sus facciones, pero la joven no querría decir nada al respecto porque, a sus ojos, Ephorus estaba peor que ella. Por eso, cuando él recalcó que su sugerencia no era la adecuada, Animae se le quedó viendo dándose cuenta que él tenía razón y ella simplemente se estaba dejando llevar por sus ideas en vez de la razón. No pudo evitar hacer una mueca percatándose de su error. ¿Qué le estaba pasando para estar cometiendo errores? Era consciente de la respuesta, pero no quería admitir que se trataba de su miedo que parecía ser los demás querían minimizar.

Tal vez tienen razón, no debería enfocarme mucho...

O tal vez ellos menosprecian ese sentimiento.

La voz la trajo nuevamente a la realidad y miró a su hermano.

-Por la forma en la que habla... creo que deberemos hacer lo que dijiste, destransformarnos-en cuanto Ephorus dijera que sí, ella haría lo mismo  y así procurar que no los viesen así.

Con suaves movimientos danzantes hizo que el agua obedeciese sus órdenes, y con un último movimiento hizo que esta cubriese a la Sacerdotisa en el mismo instante que la otra guerrera se lazaba hacia ella. Cuando el filo tocó el agua, esta vibró y alejó la espada de su compañera. Onírica ni siquiera se movió de su posición tras aquello, dejando espacio para que la otra llevase acabo su ataque. Cuando Dusklight cayó con una mueca de dolor, Onírica dio un paso hacia ella llevada por el tatuaje.

- ¿Ella te era leal? -Preguntó volviendo sobre sus pasos, colocándose a la altura de su compañera para protegerla en caso de ser necesario.- Lleva una marca... En la mano. Quizás algún sello con el que la dominen o aten.-Cuando Shiro le preguntó sobre quien la enviaba, la mente de Onírica se puso en marcha... El tatuaje era parecido a Umthil, pero al igual que la raíz su fuente de poder era ¿Oscura?.- Heleth.... ¿Es ella?

Mi mirada se cruzó con la de Allan, sus ojos expresaban la misma sorpresa que yo momentos antes al verlo. Me costó mucho no mirarlo y concentrarme en lo que me decía Mariko. Alarmada, vi como la pelirrosa se le volvía lanzar encima. Estaba teniendo problemas por lo que tenía que darme prisa.

- Haz lo que tengas que hacer, Mariko, estoy preparada para lo que haga falta - asentí con determinación.

Aún así me sorprendió cuando sus uñas hundirse en mi piel. Apretando los dientes, aguanté como pude el dolor que pronto cesó. Apenas comprendiendo lo que estaba haciendo, noté como tocaba mi frente dejando una huella de sangre en ella. Fue entonces cuando apareció, el símbolo, el que había hecho de mi una guerrera en mi vida pasada, la que meses atrás me había devuelto a las batallas y que ahora, nuevamente, volvía a mi.

En mi mente, en lo más profundo, una figura tomó forma. Era diferente a como la recordaba, pero sin duda era la Reina de Cristal. 

- Mi Reina, es apenas un pequeño precio a pagar para recuperar una parte de mi. Estoy muy agradecida por lo que habéis hecho, haré lo que haga falta para solucionar el problema y ayudar a Mariko - respondí seria y solemne, con una nostálgica sonrisa en los labios. 

La Reina tocó mi frente y lo sentí, una abrumadora torrente de energía que invadía y se expandía hasta desbordar. La explosión de energía que lo siguió formó una tormenta de rayos que absorbí transformándome y cambiando mis ropas.

Finalmente la tormenta de energía desapareció y aparací en el centro como Lightning, una vez más convertida en la guerrera mágica del rayo. Le miré un momento a Allan antes de volverme a la pelirrosa.

- Crythra, ¿qué es lo que te ha pasado? - pregunté con tono bajo pero audible. Mi voz denotaba enojo - tu eras nuestra aliada, una persona dulce y amistosa. No entiendo porqué haces esto, pero no dejaré que hagas daño a Allan ni a ninguno de mis amigos - sentencié agarrando fuerte mi hoz.

Levanté la hoz y me preparé para atacar. Aún me costaba acostumbrarme de nuevo a mis poderes, por lo que quería terminar cuanto antes con aquella batalla.

Te sentías bastante desorientada al inicio, pero luego te encontraste a ti misma en la cueva una vez más. Miraste alrededor y pudiste ver que, no muy cerca de ti, se encontraba Tenma, quien tenía un trozo de madera en sus manos. Aunque era inevitable pensar de dónde lo había sacado, estaba usándolo para golpear a la chica que quería atacarlo. Su expresión era seria y determinada, algo muy diferente a lo que mostraba normalmente con los Red Stones.

- ¡No sé de qué me hablas, pero yo solo quiero salvar a mis amigos! - se lanzó con toda la fuerza hacia la chica, quien lo lanzó contra una pared de un solo golpe agitando una de sus espadas.

- ¿Hablas en serio? Qué entusiasmo por morir... Heleth-sama no quiere rehenes, así que tendré que matarte - rió y se dirigió a Tenma. Ella parecía no haberte notado aún.

- No conozco a ninguna Heleth - decía Tenma mientras hablaba entre jadeos. Se podía ver en su rostro que estaba soportando el dolor como mejor podía.

- ¿Hola? - repitió aquella voz. Ephorus se puso de pie con dificultad, haciendo lo posible por ignorar su dolor y su rostro se arrugó del dolor.

Ephorus mostraba un rostro fiero, pero algo parecía primar y era entendimiento. Poco a poco, su mirada se suavizó como quien reconoce algo. Y te pasó igual. Reconociste esa voz, se trataba de Nereida. ¿Cómo los había encontrado? Pero de seguro era ella.

Viste que tu hermano miraba alrededor inquieto - Es extraño, conozco esa energía, pero no es Aimi. Tampoco puedo localizar a Aimi. ¿Tú sí? - se giró hacia ti.

Los pasos seguían acercándose.

Te seguiste acercando y, aunque aún no se encontraban tan cerca como para que pudieran verte, lograste ver que se trataba de Animae, pero no estaba sola. Estaba junto a un joven con armadura que se te hacía bastante familiar. ¿Cómo era posible?

Mientras te ibas acercando, notaste el gran parecido de este con Animae. Lo analizaste mejor. Se trataba de Commutatus Ephorus, antiguo comandante de las fuerzas de Andelivian y hermano mayor de Commutatus Animae.

El sentir que la energía negativa en verdad era mucho más de lo que yo podía ejercer por mi falta de voluntad y determinación me hizo sentir un poco abrumado. ¿Que es esta energía tan poderosa? La verdad es que es extraño, no lo reconozco. Su energía en verdad es mucho mas potente de lo que era Scarlet Light, ¿Acaso el estará mas afianzado que ella en ese aspecto? Parece inclusive mas determinado, mucho mas de lo que yo estaba. Después de recibir ese golpe, hice una acrobacia hacia atrás para mantener la distancia ante el con mi mano en el lugar donde habia recibido el impacto. —  No entiendo porque pelear. ¿Cual es la razón de tu hostilidad, porque las fuerzas del mal amenazan en volver en una era que ya no es la nuestra? — Yo entendia en cierta parte el porque, también deseo venganza contra las fuerzas del mal. Pero esto es otra vida, la anterior ya debería de quedar sepultada... Y aun asi, aqui estoy otra vez, dispuesto a pelear de frente y mostrar todo mi potencial. 

Al escucharlo, solté una pequeña risa. Mire a Sombra y Schmella de reojo. La verdad es que mi determinación aun no esta del todo buena, me sentía un poco mal. Intente canalizar mi energía para sentir el latido de su ritmo, de su aura, de su corazon, todo lo que me pudiese dar información al respecto de el lo necesitaba. Pero aun asi, sentia tambien que la cantidad de aura negativa me dificultaba mucho las cosas haciendo que una gota de sudor recorra mi rostro. — Yo... No permitiré que esto siga asi, no dejare que vuelva a suceder lo mismo... — En el fondo, era un choque. Mi yo actual no deseaba conflictos e inmiscuirme en esto, y mi yo anterior sabe que tengo que tener determinacion. Actualmente estoy desconcentrado, pero aun asi me esforzaba para querer lograr mi objetivo... Y no puedo. ¿Que me esta pasando? ¡Vamos Lucian, Trickster, reacciona!

La chica del espadón rió con las palabras del guerrero enmascarado y adoptando una posición de ataque, se abalanzó hacia el guerrero con máscara de gato. Se fue con toda su fuerza y su risa hacía eco por toda la estancia. Sin embargo, ella no contaba con la cantidad desmesurada de estacas de hielo que saldrían a por ella, formando a una velocidad vertiginosa una prisión de la cual la chica no podría salir.

La velocidad con la que iba fue antepuesta con la velocidad de las estacas, empujándola en la dirección del impacto. Las que se clavaron en sus piernas la llevaban al suelo, mientras que las que atravesaban sus manos y vientre la empujaban hacia arriba y las horizontales la dejaron en una extraña posición suspendida. El hielo se teñía poco a poco de sangre mientras tosía por la boca, tiñendo de carmesí sus ropas.

Se giró hacia ustedes con una sonrisa y dijo con una voz apenas audible y cierta dificultad - La... abandonaste... Fue demasiado... para ella - su cuerpo se desintegraba entre un brillo de color azul, convirtiéndose poco a poco en algo parecido al polvo de estrellas.

- Ahora... es... nuestra - y dicho esto, desapareció. La única evidencia de su presencia era la sangre que aún se deslizaba por el hielo que había marcado su fin.

Solo quedaban los dos. Mientras Dawn se acercaba a Ruka, Phenrir estaba de pie dándoles la espalda. ¿Qué pasaría a continuación?

Admirando la valentía del joven, Mirari lanzo un silbido desde las sombras, con la elegancia indiferente avanzo irrumpiendo anti climáticamente aquella escena.

-Bien hecho chico –Una joven de cabellos castaños le dirigió una cándida mirada con unos ojos mágicos, eran grises o blancos, quizás rojos o azules, eran una niebla sobre un valle encantando. Pero me molesta cuando la gente abusa de su fuerza, así que… interrumpiré su pequeña conversación.

Aunque llevaba ropas casuales, parecía alguien sacada de una revista de moda, incluso en aquel lugar oscuro, se podía observar que algo en el cinto de sus curvilíneas caderas se comenzaba a formar conforme ella recitaba alguna frase.

-Más Oscuro que las tenebrosas pesadillas, más brillante que la fé ardiente, con este filo reto al destino que me aguarda en la noche y al día que ciega mi camino. 

En cuestión de un instante dos figuras espectrales terminaron de formar una Katana.

La joven con tranquilidad desenvaino aquella arma con su característica elegancia mientras desvelaba otro aspecto de su físico, su cabello ondeaba sin viento y las puntas parecían danzar entre los mismos colores que los que se ocultaban en esa niebla oscura de sus ojos.

-Dime ¿Podemos dialogar? –Le dijo con calma a su oponente, poniéndose en guardia. ...

Con un suspiro, pudo sentir esa familiaridad de estar en una batalla, esta vez ella estaba al mando y su cuerpo parecía querer estirarse como si extrañara un viejo ejercicio.

Los chicos no van a creer esto…

Dawn se sintió satisfecha por ver al enemigo acabar de aquella forma. Se preguntó quién era Phenrir; era un guerrero muy fuerte y eso llamaba mucho su atención. La había salvado, o al menos eso era lo que parecía por el momento. Si bien no podía estar tranquila... ahora podía correr hacia Ruka, y eso fue precisamente lo que hizo. Malherida como estaba, se agachó al lado de Ruka a pesar de que cada parte de su cuerpo dolía como el mismísimo infierno.

Bajó la mirada ante las palabras de la chica. ¿Caliope en verdad...? No pudo evitar apretar los dientes.

Posó una mano sobre la mejilla de Ruka y, con una severa mirada, observó el estado de su herida. Se estaba tiñiendo de negro. Dawn por un momento sintió un vacío en el estómago. 

—Ruka, debes luchar. Quédate conmigo —Dawn habló con cariño, casi como si estuviese consolando a una niña pequeña—. Después de esto te compensaré por mi indecisión —como pudo pasó un brazo por debajo de la espalda de la chica, el otro por debajo de sus piernas. Frunciendo el ceño por el dolor y sintiendo una de sus heridas borbotear un poco más de sangre, Dawn se puso de pie con Ruka en sus brazos, volteándose a mirar a Phenrir—. Debes encontrarla. No te rindas aquí —dijo Dawn, Caliope, debía de haber alguna forma...—. Yo me moveré. Debo llegar hasta donde está mi líder antes de que sea demasiado tarde. ¿Qué harás tú?